Diecinueve -Parte dos-


En busca del búnker.

¿Cómo era posible?

Eso... ¿eran sus voces? Sí, lo eran pero, ¿qué hacían allí?

Leyla y Ella cambian sus caras de terror para que no se note lo afectadas que están.

—¿Y ahora qué es eso? —pregunta Royce.

—No sé, ¿será algo de alguna película, no?

—No creo, ninguna actuación podría lograr el timbre de voz de esas chicas. —responde Cassandro mientras saca de su bolsillo su caja de cigarillos.

Siguen caminando hacia el auto y después de subirse en él Cassandro conduce hasta la residencia de las chicas. No es necesario decir que siempre en completo silencio.

Ellas se bajan del auto y comienzan a caminar hacia dentro del edificio.

Relajan sus músculos cuando escuchan el motor del auto cada vez más lejos.

—¿Lo...? ¿Viste eso?

—En todo caso lo escuche y sí, lo hice. —afirma con la cabeza.

—Erámos nosotras, tu y yo. ¿Cuándo grabaron eso? Osea... ¿co-cómo?

—No es que yo lo recuerde bien o tú estuvieras en condiciones para ponerte a inspeccionar el lugar. —habla Leyla rodando los ojos.

—Debemos ir ahora. En este momento y darnos cuenta de quiénes son. De que ellos son los que están haciendo esto.

—¿Estás segura?

—A más no poder.

—Pues entonces vámonos, la noche es joven. —avisa Leyla con seguridad.

Comienzan a caminar hacia el auto de Ella.

Iban a hacerlo. Irían a confirmar de una vez por todas quienes eran los Fontanier y que venían a hacer aquí.

Ambas se suben al vehículo y Ella lo enciende para luego comenzar a conducir por Murgare, hay unas pocas personas por los alrededores, joder, era muy tarde, no era para menos.

Al llegar a la salida esta el mismo señor de seguridad que había sobornado Elle, jaja, o sea, nada incómodo.

La rubia para el auto frente a la capilla bajando la ventanilla y el hombre mira en dirección a ellas.

—¿Ustedes? ¿Ustedes que quieren?

—Eh... necesitamos salir. —avisa Leyla.

—¿Permiso? —pregunta mientras presta atención a una revista de autos que tiene en las manos.

—Es urgente y a esta hora no se puede pedir permisos. —vuelve a hablar Leyla porque Ella estaba tan apenada que ni hablar podía.

—Hmm... os dejaré ir, pero tenéis que volver antes de mañana por la mañana.

—Hecho. —responde la castaña y Elle vuelve a subir la ventanilla.

La valla que da a la salida se abre y el auto comienza a marchar fuera de Murgare.

—Eso fue muy fácil. —menciona Ella a la vez que conduce para salir de la carretera de la universidad.

—Estará de buen humor. Ahora sí, debemos organizarnos, ¿vale? Donde buscar primero, que buscar, andar con cautela, ya sabes.

—Claro, esperemos que a nadie se le afloje el tobillo. —dice mirando a Leyla de reojo.

—Ay ya, deja eso de una vez fue un pequeño fallo.

—¿Pequeño? Casi nos descubre Lincoln. —reclama.

—Por favor, no dramatices. —le pide Leyla a Ella, mientras gira su cabeza para mirar por la ventana.

No sabía que esperar, ni que encontraría en ese lugar.

Cualquier cosa podría pasar... ¿nada está escrito, no? O eso dicen.

Lo que si es cierto es que entre tantas falsedades habían formado un lazo, un vínculo, y no era falso, ni sólo para que las demás personas lo creyeran. Era real, ellas lo sentían a pesar de no querer hacerlo.

—¿Qué pasa si es cierto? —pregunta Ella. —Si ellos... hacen esto.

—No sé, la verdad no sé. Al principio diría que habría que sacarlos del mapa, alejarlos lo más posible de nuestras vidas, pero... ya no es lo mismo que al principio, no sé en que momento cambio pero ya no lo es.

—¿Con quién cenaremos cada noche? ¿Quién soltará comentarios sarcásticos que nadie le pidió?

—¿Quién nos mirara con cara de mierda y será el sabio del grupo?

En este momento las chicas tenían los ojos cristalizados y lágrimas traicioneras amenazaban con salirse de sus ojos. Pero no dejaron, todo lo que pasaron les dejo una enseñanza, ser fuertes.

—Tenemos que dejar de pensar en esto. —dice Ella. —No podemos dejarnos influenciar por ellos, es lo que quisieran.

—Además, no vinimos al mundo para andar llorando por dos idiotas.

—Idiotas que pueden ser un peligro. —advierte la rubia mirando fugazmente a Leyla.

—Nunca sabes que algo es una amenaza...

—...hasta que no sospechas que lo es.

Las chicas se miran con miradas cómplices.

...

Se escucha el eco de la puerta del copiloto cerrarse y Leyla se arregla la cazadora.

—Este pueblo está totalmente desierto. —avisa Ella.

Siempre diciendo lo obvio, ¿no?

—Pues sí, pero comencemos ya la búsqueda que no queda mucho tiempo.

Comienzan a caminar por el pequeño camino de tierra al lado de la desgastada casa.

Llegan de nuevo al patio trasero y se dan cuenta de que nada a cambiado, todo sigue igual.

—¿Dónde buscamos primero? —pregunta Leyla.

—Tu ve a la izquierda yo iré por allí. —dice señalando una zona del patio.

—Vale.

Leyla se va a una zona de árboles y arbustos mientras que Ella busca en un rincón con un gran árbol y masetas con flores marchitas, no puede dejar de mirar de un lado a otro, cree que la están observando, pero siempre cree eso.

Leyla se gira hacía Ella y al hacerlo se percata de algo.

—E-Elle. —llama a la rubia y ella la mira. —La lápida ya no está.

Ella mira a su alrededor para asegurarse completamente de que era cierto, y sí, no estaba por ningún lado.

—¿Cómo? ¿E-es posible que la hayan... sacado de aquí?

—No veo otra explicación lógica a esto, no creo que el muerto haya dicho: "Como que aquí no me da el sol mañanero, mejor me voy para la casa de al frente".

—Leyla, no necesito que empieces con tu sarcasmo ahora, ¿vale? Silencio.

—La lápida tiene que ser algo secreto, ¿sino por qué la cambiarían de lugar al enterarse que alguien vino? —analiza en voz alta la situación.

—¿Sabes que creo? Que debemos seguir buscando el búnker secreto porque pronto amanecerá y no podemos permitirnos llegar atrasadas a la escuela.

—Concuerdo. —habla la de los ojos grises y ambas siguen con su respectiva búsqueda.

Indagaron por cada rincón de ese antiguo patio pero no hallaron nada, al menos no aún.

—¡Oye! Ven aquí, ayúdame con esto. —suelta Ella en un intento de llamar a su amiga.

Leyla acude a su llamada y se sitúa junto a ella.

—¿Qué pasa?

—Auxíliame con esto por favor. —le pide.

Ella intenta levantar un roca que ha de pesar 70 kg.

—¿Por qué quieres mover eso?

—Tú ayúdame.

Sin decir una palabra más ambas chicas intentaron mover la roca, después de unos cuatro intentos lograron hacerlo por completo.

Era un hoyo al pie del árbol.

—¿A dónde lleva?

—Elle, eres mi mejor amiga y te quiero pero debes dejar de hacer ese tipo de preguntas. —explica.

—Déjame en paz. Pero en serio... ¿crees que sea el búnker?

—Solo hay una forma de averiguarlo. —suelta Leyla para luego adentrarse de un salto en el hoyo.

—¡Leyla! ¿Có-cómo estás? ¿Estás viva? —pregunta con preocupación.

—¡Sí! Estoy bien. Aquí esta muy oscuro, no sé si habrá algún interruptor o algo. ¿Sabes? Esto se me hace muy parecido a "Alicia en el País de las Maravillas".

¡Voy a bajar! —grita.

—Aquí te espero.

De un brinco un poco torpe Ella logra llegar a aquel curioso y oscuro lugar.

—¡Auch! —se queja la morena.

—¿Qué te pasa?

—Caíste en mi dedo meñique. —riñé en un quejido .

—¡Por favor! Céntrate, Leyla.

Comienzan a caminar por el lugar en busca de algo para encender la luz.

Leyla pisa un tipo de plataforma y todo el lugar se ilumina, estorbando por un momento los ojos de ambas chicas.

El lugar estaba totalmente desierto. Las paredes eran de un material de metal y no había ningún tipo de decoración a no ser las pequeñas luces distribuidas por toda la habitación.

Habían dos puertas una frente a otra. Las chicas se dirigen a la izquierda pero se dan cuenta que la puerta tiene una cerradura con contraseña.

¿Cumpleaños? —pregunta Ella.

—Muy obvio, ¿no?

—Prueba.

Leyla inserta la fecha de cumpleaños de los gemelos pero una pequeña luz roja parpadea en señal de respuesta incorrecta.

—Ehm... ¿sí fuéramos los Fontanier que pondríamos de contraseña en una cerradura de un búnker secreto?

—No sé, no sé —responde Mikaella confundida.

Se toman unos minutos para pensar hasta que a Leyla se le prende el bombillo, y se le viene una fecha a la cabeza.

—Lo tengo —exclama y introduce los números: 120600, la fecha de nacimiento que está grabada en la lápida de esa tal "Margaret Fontanier"

Un parpadeo de luz verde seguido de la cerradura de la puerta abriéndose demuestran que el código era correcto.

Cuandro entran a la habitación...

No.

No puede ser.

Hay... una santuario de ellas, de Elle, de Leyla.

Por cada rincón de la pared una foto de ellas, separadas, juntas, en Murgare, fuera.

Unos computadores encima de una mesa con diferentes códigos y cosas difíciles de entender.

Todo era una total locura. Ellos... estaban 100% al tanto de ellas.

Sabían donde estaban, y en dónde estarían.

Sabían que estaban ahí.

—¿Qué... es esto? —pregunta Elle.

Y esta vez la pregunta no era obvia ni tonta.

¿Qué era esto?

Solo dos personas podían responder está pregunta.

Las chicas empezaron a revisar todo el lugar.

Había cajones con registros hasta de los calzones que se compraron en Victoria's Secret.

Tenían uno que otro objeto de poco valor perteneciente a ellas.

Un pendiente, un labial. Era totalmente repugnante.

Tenían... ¡no! No era posible, no podía ser.

Ahí estaba... el payaso que salía de la caja, el de Ella porque Leyla había hecho pedazos el suyo. Cuando la rubia lo busco ya no estaba en aquel sitio, lo habían robado.

Los Fontanier, más específicamente.

Nosotras habíamos sospechado de ellos, y termino siendo cierto.

Se escucharon pasos en la sala que habían estado las chicas hace unos minutos.

—¿Que hacen aquí? ¡No pueden estar aquí! —se escucha la voz de Cassandro.

A Leyla se le comenzaron a salir las lágrimas.

Ella estaba estuperfacta.

—Nosotros... no es lo que creen, en serio. Noso...

—¡CÁLLATE! Demonios, por una vez en la vida cállate Royce —exclama Ella.

—Yo... nosotros...

—Sabemos que la mataron, a Kelly Robinson.


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Aquí yo: ¡Apuchulis! ¿Qué tal andáis? ¿Todo bien? Eso espero. Pues... ya ven, nuevo capítulo aquí.

Cosas reveladoras, ¿no?

¿Ustedes... que pensáis sobre todo esto?

Dejadlo por aquí.

Sí aman las preguntas de Ella, dejadlo por aquí.

Sin más que decir, os dejo:

Apuchurros:

Camille Mugs

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