Cuatro


Recuerdos Tormentosos.

Narra Leyla.

Regreso de haber bajado a la planta baja para ir a la capilla de información, cierro la puerta de la habitación y pongo las llaves encima del escritorio.

Me doy cuenta de que no cae agua de la ducha y ya pasó tiempo desde que Elle entro al baño a ducharse. Voy hasta la puerta de este y pongo en la madera fría mientras doy dos golpes con mi puño, nadie contesta.

—¿Elle? ¿Estás allí? —nadie responde.

Cuando se colma mi paciencia decido abrir la puerta de una vez y cuando lo hago lo primero que veo es el espejo roto, como si le hubieran dado un buen golpe, y también manchado con un tipo de pintura roja y...

Sangre.

Este último elemento me preocupa más que todo lo demás.

¿Qué le pudo pasar a Ella?

Confundida miro por todo el baño y no encuentro a mi amiga por ningún lado.

¿Y por qué presiento que le pasó algo muy malo?

Rápidamente salgo del pequeño cuarto de baño y acto seguido de la habitación. Tengo muchas ideas en mi cabeza de lo que pudo pasar, cada una peor que la anterior.

A paso rápido doy una vuelta en el pasillo hacia la zona del ascensor.

Y ahí la veo, gracias a dios. Corro hacia ella y me arrodillo a su lado. Esta agitada y llorando, sentada contra la pared, hecha un ovillo.

—No... pu‐edo respirar —dice mientras el pecho le sube y baja con monstruosidad, oh no, está teniendo un ataque de pánico.

—Elle, mírame a los ojos —le pido levantado su rostro hacia mí.

—¡No! N-no puedo respi-pirar. ¡Lo saben! ¡Lo saben! —tartamudea con exasperación—. Yo... ¡no puedo respirar!

—Shh, mira, tranquila respira conmigo, ¿vale? Nada va a pasar, vamos a estar bien, ¿sí? Vamos, respira conmigo.

Inhalo y exhalo aire de manera sutil mientras le tomo las manos a Elle para que me siga, las siento sudorosas.

Había aprendido a ayudarla con sus ataques de pánico desde que éramos adolescentes, muchas veces sus familia me llamaban a mí cuando ocurrían sucesos de esa manera, también les había escuchado decir que les preocupaba mucho, que sí pasaba eso en medio de un evento importante no sabrían lo que se harían, nunca se lo he dicho a Elle, porque estoy consciente de que le dolería mucho.

Estos ataques suelen ocurrir cuando se somete a situaciones de mucha presión y algo le preocupa demasiado.

Cuando siento que ya se va tranquilizando su respiración dejo que siga respirando tranquilamente y me siento frente a ella, quitándole un mechón de pelo de su rostro.

—¿Ves? Todo está bien. No te preocupes —digo sonriéndole.

Siento como relaja su respiración poco a poco y a la vez se abraza a ella misma.

—Lo siento.

—No lo sientas, tú no tienes la culpa. ¿Qué te parece si vamos para nuestro habitación?

Elle mira a nuestro alrededor como hace usualmente para comprobar que no haya nadie. Luego asiente con la cabeza.

Entonces me paro y a la misma vez la ayudo a levantarse, vi sus nudillos ensangrentados y con varios cortes. Le iba a preguntar que paso pero en ese instante se abrieron las puertas del ascensor y de ahí salieron nada más y nada menos que los Fontanier.

En vez de "salvada por la campana", salvada por dos idiotas.

Pero mira quienes está aquí, hermanito. Las chicas súper poderosas —se dirige a su hermano

—Las chicas súper poderosas son tres, imbécil —le corrijo.

—Ya lo sé, por eso, tú, Mika y la amargura —se burla mientras le toca el hombro a Cassu, que no le está prestando atención ya que está leyendo.

Muy buena lectura por cierto, "Caraval" de Stephanie Garber.

—Si nos permiten, nos largamos de aquí —mascullo mientras me doy la vuelta junto a Elle, que intentaba esconder lo más posible su mano para que no vieran que estaba herida.

—¿Qué te pasa, Quiroga? ¿Acaso olvidaste tomar hoy tus pastillas? —al escuchar eso me detengo abruptamente, cierro los ojos acumulando cada pisca de paciencia que hay dentro de mí.

Me doy la vuelta y miro a Royce a los ojos, también me doy cuenta de que Cassu está prestando atención a la conversación por primera vez.

—No sé de qué pastillas me hablas, pero ¿por qué lo dices? ¿Necesitas? Si quieres te puedo decir donde venden viagras sí es que te hacen falta —digo y me doy la vuelta alejándome de ellos.

Camino junto a Elle a paso apresurado por los pasillos hasta que por fin llegamos a nuestra habitación.

—Las llaves —le pido a la rubia.

—¿Qué llaves? Sí las tienes tú —me dice y me alegra que haya recuperado el aliento.

Nos quedamos unos segundos mirándonos con caras acusatorias hasta que llegamos a la increíble conclusión de que se quedó la llave dentro.

—¡Joder! —maldigo.

—¿Bajamos a recepción?

—Sí, ¿no tenemos otra opción, no?

Juntas damos la vuelta y volvemos a recorrer los pasillos por los que acabamos de pasar. Por lo menos yo, rezo porque se hayan ido los idiotas Fontanier.

+++

¿Por qué se tardaban tanto en traer dos cafés?

Me hacia esa misma pregunta desde hace siete minutos atrás, más exactamente desde que esperaba los cafés que pedí.

Como si Dios me hubiera escuchado la mujer a la que le hice el pedido se acerca con los dos recipientes, uno en cada mano y luego los pone sobre la mesa.

—Gracias.

Ella no me responde, pero, ¿Qué pasa con la gente?

Ignoro lo que acaba de pasar y me dirijo a la mesa donde está sentada Elle.

—Aquí traigo los cafés —aviso mientras me siento.

—Ya era hora, ¿por qué tardaste tanto?

—Cosas que no vale la pena me mencionar —suelto y deslizo su vaso con cappuccino hacia ella.

—Gracias —me agradece tomando el vaso y llevándoselo a la boca—. ¡Ay! —se queja.

Deja el vaso en la mesa y examina su mano herida, la cual ahora está envuelta en una venda.

—¿Me puedes decir qué pasó con el espejo y tu mano?

Elle me mira a los ojos para luego suspirar.

—Me estaba duchando y cuando salí de la ducha vi escrito con pintura roja en el espejo la frase: "no puedo entender que tengas espejo, ¿acaso no te asquea tu reflejo?" Entonces eso me dio mucha rabia y me enfadé, le di un puñetazo al espejo, rompiéndolo, y luego de eso no podía respirar. Comencé a llorar, no sé ni como pude ponerme el pijama. Luego salí porque la habitación me ahogaba y fue que termine allí —me cuenta con la mirada baja.

Le tomo la mano en señal de apoyo. Elle no merece lo que le está pasando. Nosotras no lo merecemos. No le deseo esta mierda ni a mi peor enemigo.

Supongo que el universo siempre devuelve las malas acciones, de una forma u otra, en algún momento.

—Elle, somos fuertes. Podemos con esto y más. Y sé que en algún lugar, nos espera una vida plena, repleta de amor y felicidad. Porque aunque ahora no lo creas, nos merecemos eso.

—No. Nos merecemos lo que nos está pasando. Merecemos todas las dificultades.

—¿Por qué te sigues torturando así, Elle? —interrogo con el ceño fruncido—. Hicimos cosas mal pero todo humano lo hace.

—¿En serio crees eso?

—Por supuesto —respondo con una sonrisa un tanto triste.

Mi amiga baja mirada al suelo y relamé sus labios.

—Yo... Leyla, debo mostrarte algo —suelta.

—Claro, ¿Qué es?

—Está en la habitación. Terminamos y subimos, debo enseñártelo.

—Sí, sí. Estoy al terminar.

Al instante que ambas acabamos con nuestro café. Que por cierto, estaba escaso de azúcar, al menos el mío.

Pésimo servicio.

Salimos por la puerta del Café y nos encaminamos hacia el auto de Elle. En silencio llegamos hasta el frente de la residencia.

—¿También crees que son ellos? —me pregunta Elle.

—No tengo idea. Debemos estar seguras antes de hacer cualquier acusación.

—Claramente, pero, ¿tú crees qué son ellos?

—Sospechosos son —hablo asintiendo con la cabeza.

Llegamos frente a la puerta de nuestra habitación.

Elle saca su llave y abre cuidadosamente. Cuando entramos todo está igual que siempre, la cama de la rubia recogida, la mía hecha un desastre.

—¿Qué querías enseñarme? —inquiero.

Ella me hace una señal indicándome que espere. Busca algo en su armario y yo me siento en el escritorio porque siempre vaga nunca no vaga.

—Aquí está —menciona caminando hacia mí.

Y veo lo que tiene en sus manos, y lo reconozco como si de algo mío se tratase.

—No puede ser —exclamo totalmente estupefacta.

—Lo logré tomar antes de... ya sabes.

No podía creer lo que Elle tenía en sus manos.

Parecería estúpido pero me alegraba verlo, ver que... todo no había desaparecido.

—Ahora podremos estar un poco más cerca, siempre —habla Elle.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top