Extra III
Acepta a las personas por como son, no por lo que quieres que sean.
La pequeña Alicia de diez años se encontraba en la escuela en la hora del almuerzo columpiándose con todas sus fuerzas de sus piernas, se columpiaba tan alto que hasta ella sentía que podía tocar el cielo. Alicia sentía libertad cada vez que se columpiaba.
Alicia sonrió al ver una mariposa azul pasar enfrente de ella. Ella se preguntaba que se significaba las mariposas color azul, ya que desde muy pequeña siempre las a visto.
Alicia se columpio más rápido y no se resistió saltar del columpio mientras esta en lo alto, Alicia cae al suelo y se empieza a reír.
Murmullos se empiezan a escuchar a su alrededor. Alicia no comprendía el porque de la criticaban y burlaban con cual minúscula cosa que hacía. A ella no le tomaba importancia a ello, mientras se burlaban de ella aprendió a que si se rían de ella por ser diferente, ella se reía de ellos por ser todos iguales.
Tampoco le importa no tener amigas, ella le gustaba su soledad—A ella le importa más a su amigo Peter, que es confiable y la deja ser como es, y los más importante no criticaba lo que hacía.
Cuando jugaba ella podía crear su propio mundo, reglas y los guiones.
Vivía en su propia burbuja de la felicidad.
Alicia no entendía como a los de su edad no tenían ni una pizca de imaginación. Excepto en las bromas y algunos juegos, eso si.
Alicia se sacudió la tierra que tenía en las nalgas mientras ve a sus compañeros que la miran con negación. Llevó su vista hacía abajo donde estaba una mariposa muerta, Alicia la miro con tristeza y la tomo entre sus manos. Camino hacia el jardín de la escuela, hizo un agujero con manos terminando con tierra en las uñas. Dejó la mariposa en el agujero y le hecho tierra encima, por último le puso una pequeña flor.
Alicia se vuelve a sentar en el columpio, pero esta vez se columpia más despacio.
Un niño de cabello castaños se sentó en el columpio de alado de Alicia.
Alicia lo vio con interés.
—¿Qué?—preguntó el niño.
—Nada, solo que la mayoría no se acerca a mi—contestó Alicia.
—Pues yo no soy la mayoría—dijo el niño viendo a Alicia.
—Ya somos dos—murmuró Alicia.
—¿Y por qué no se juntan contigo?—preguntó curioso el niño.
—Porque piensan que soy rara, aunque la verdad es que soy diferente a ellos—responde Alicia con la vista clavada en suelo.
—¿Por qué piensan que eres rara?—cuestiona el niño a su lado.
—Porque creo en cosas poco creíbles—contesta Alicia.
—¿Cómo cuales?—pregunta el niño.
«¡Pero cuantas preguntas hace este niño!» pensó Alicia.
—Un país de las maravillas, donde las hadas y sirenas existen, los gnomos amables que viven en una pequeña pero gran casa. Las flores y hongos son del tamaño de árboles. Donde los peces pueden nadar en el aire, osos de peluche tocan instrumentos. Y un árbol donde tiene puertas donde te pueden llevar a distintos mundos—terminar de decir Alicia.
—¡Ah! Y me gustan los lagartos, anfibios, los insectos. Y leo libros por diversión—agregó Alicia—Al parecer eso es raro.
Alicia desde muy pequeña demostró un gran interés por la lectura, así que a temprana edad quiso aprender a leer para leer ella misma las asombrosas historias que contenían los libros.
El niño la mira con el ceño fruncido y los ojos abiertos. «No me mintieron mis amigos, de que si le falta un tornillo» dijo el niño para si mismo.
–Crees que estoy loca—dice Alicia frunciendo los labios.
—Oh, claro que lo estas—dijo el niño—pero sabes, las mejores personas lo están.
Eso hace sonreír a Alicia.
El niño le regala una sonrisa reconfortante.
—Me llamo Alicia—se presenta Alicia extendiéndole la mano al niño.
El niño vio la mano de Alicia por unos segundos. «Saluda de mano, como los adultos» pensó el niño viendo la mano extendida de Alicia.
A Alicia se le estaba cansando la mano y por un minuto pensó que no sabría el nombre del niño preguntón.
—Mucho gusto Alicia—estrechan las manos—Yo soy Alex.
Alex llevo a Alicia a jugar con sus amigos. Ellos al principio no la aceptaron, pero Alex les dijo algo que los hizo cambiar de aparecer.
Alicia se divirtió mucho ese día conviviendo con los demás niños. Y principalmente porque era el inicio de una amistad.
🦋
Al salir de clases el papá de Alicia fue por ella a la escuela. Se fueron caminando a casa mientras Alicia le contaba su día a su padre, él escuchó con atención cada palabra y detalle que contaba la niña.
Alicia sintió que alguien la seguía así que se dió la vuelta y chillo de ternura al ver un pequeño gatito de pelaje negro.
El gato maulló pidiendo comida.
Alicia se arrodilló y el gatito corrió a ella. Alicia acarició a la gatita con ternura.
—¿Papi nos la podemos quedar?—le pregunta Alicia a su padre con un puchero.
El padre de Alicia se mantiene callado viendo al gatito.
—Por favor—suplica Alicia—mira, tiene hambre y esta solito.
—Está bien—murmuro su padre con una sonrisa.
Alicia sonrió ampliamente y cargo al gatito.
En el camino a casa Alicia se imagino una vida con el gatito, viviría en su habitación, lo alimentaria, le daría amor. Serían como mejores amigas.
«Que suerte hice dos amigos hoy» dijo Alicia.
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