Capitulo 17. Paris
El arte es para consolar a los que están quebrados por la vida.
Vincent Van Gogh.
Sábado 30 de abril.
Camino por el jardín, llego al porche y toco el timbre que esta aun lado de la puerta. Espero unos segundos y luego en un instante la puerta se abre.
La madre de Alicia me recibe con una sonrisa.
—¡Hola!—saluda.
—Hola, ¿esta Alicia?.
—Si, esta en el patio de atrás. Pasa.
Entro a la casa y me guía hasta la puerta trasera.
Llego al patio trasero y lo primero que miro es Alicia que está de espalda sentada enfrente de un caballete que sostiene un lienzo la cual ella esta pintando algo en el.
Tiene el cabello recogido, tiene la mirada sobre la pintura, mueve el pincel despacio sobre el lienzo.
Lleva audífonos puestos y tararea la canción que está escuchando.
Camino a paso despacio hacia ella.
Mientras camino llegando mas cerca a ella puedo ver lo que esta pintando. Es una un jardín de rosas rojas y en ellas hay una sola rosa blanca.
Toco su hombro izquierdo con mi dedo índice.
Ella voltea hacia mi y sonríe.
—Hola—murmuro.
—¡Hola!—saluda.
Se quita los audífonos y los deja alrededor de su cuello.
—¿Cómo estás?—le pregunto.
—Muy feliz—contesta con una sonrisa.
—Me alegra—murmuro.
—¿Y tu?—cuestiona mientras sigue pintando.
—Bien bien.
Asiente con la cabeza y sonríe.
La gatita Moon llega a nosotros, se acerca a mi y me pongo de cuclillas para acariciarla. La gatita ronronea, frota su cabeza en mi mano en forma de caricia.
«Ahora ya te agrado Moon.»
Moon se va con Alicia, empieza a enredarse en sus piernas buscando atención. Maúlla hacia Alicia, ella voltea a verla y le acaricia la cabeza.
—¿Me preguntaba si quieres salir algún lugar? ya que es sábado—me pongo de pie—Bueno yo no tengo nada que hacer y estaba aburrido. Y me preguntaba si podríamos salir algún lugar juntos—le digo muy rápido.
«Espera... ¿Tartamudee?»
Sonó como si la estuviera pidiendo que saliéramos como una cita.
Alicia deja de pintar.
—Si, ¿a dónde?—dice sin voltearse a verme, sólo mira hacia su pinturas.
—No lo sé—murmuro. Me quedo mirando el jardín, camino hacia el columpio de neumático, me siendo en el y me columpio.
«Wii»
Veo que Moon se acosto aun lado del banco donde Alicia está sentada.
—¿Quieres ir a la casa del árbol?—propone Alicia.
—Si, sólo hay que comprar comida—le comento mientras me columpio.
—Esta bien, sólo termino de pintar y nos vamos—continua pintando.
Ella tiene un gran talento y paciencia para pintar. Sabe si lo esta haciendo bien, y cuando lo hace mal sólo lo mejora. Pone todo de ella en sus pinturas, tanto como esfuerzo, pasión y significado.
A los minutos Alicia termina el lienzo, la ayudo a lavar y secar los pinceles, también a cerrar algunas pinturas que dejó abiertas.
Ella agarra el lienzo y un maletín donde guarda los pinceles y pinturas. Mientras yo cargo el caballete y el banco.
Entramos a la casa y dejamos las cosa en la habitación de Alicia. Moon nos sigue por detrás en todo momento.
Alicia deja con cuidado su lienzo en el caballete.
—Te quedo muy bonito—le comento.
La rosa blanca siendo la única del jardín lleno de rosas rojas tiene que tener algún significado para ella.
—Gracias—murmura sonriendo.
—Bueno espera aquí, sólo me lavo las manos—levanta sus mano llenas de pintura—y le aviso a mi mamá y nos vamos.
Asiento con la cabeza, ella sale de la habitación y yo me siento en la silla giratoria que esta aun lado del escritorio.
Doy vueltas en la silla para entretenerme un rato.
🍄🍄🍄
—¿Quieres jugo?—me pregunta Alicia.
—No, agua por favor.
Estamos comprando galletas, jugos y sabrías para llevar a la casa del árbol.
—No sé cuales llevar—me muestra unas papas con queso y la otra con chile.
—Lleva las dos—me encojo de hombros.
—Esta bien.
Compramos todo lo necesario y nos vamos al bosque en bicicleta.
Lo que me gusta de este pueblo es que es muy tranquilo, el aire fresco, las aves, la naturaleza que hay alrededor y en las casas. En la cuidad donde vivíamos, es bonito pero no me gustaba salir por los ruidos de carros y las personas. No me gusta estar en un lugar donde hay muchas personas. Si voy al cine y miro que hay muchas personas, me voy y regreso otro día. En el parque era el lugar donde había más árboles, era el único lugar donde me sentía bien, además de estar en casa.
Pasan unos minutos y llegamos al bosque.
Nos bajamos de nuestras bicicletas y las dejamos en el suelo.
—Alicia, tengo varias preguntas que necesitan respuestas. ¿Las podrías responder?—comento de golpe.
—Si es sobre como convencí al alcalde, no te lo dire—responde seria.
—Eso ya lo sé.
—¿Entonces de qué?—pregunta.
—Son sobre las puertas que están en el gran árbol. Ya que tu ya entraste a la mayoría o todas. Tengo la curiosidad a donde llevan.
—¿Quieres que te diga o quieres averiguarlo por ti mismo?—propone.
—Por mi mismo—respondo sin dudar—pero a tu lado.
Ella sonríe y se sonroja un poco.
—Okey, iremos después de comer todo esto—señala la bolsa tejida donde hecho la comida que compramos en la tienda.
Asiento y empezamos a caminar hacia la casa del árbol.
—¿Cómo sabes dónde queda la casa del árbol?—cuestiono.
—Por las flores de color morado y hongos que crecen. Si los sigues llegas dan un camino que llega al portal y a la casa del árbol—contesta.
Alicia camina pisando cualquier rosa que se le atraviesa en el camino. Luego se sube a un tronco largo que esta en el suelo, extiende sus brazos a los costados para estar en equilibrio.
Observo cada movimiento que hace, sus pasos, las botas cafés que lleva puestos, la cara de concentración mirando el tronco y calculando sus pasos.
Cada parte de ella tiene mi corazón como loco queriéndose salir de mi pecho.
¿Sería buena idea confesarle lo que siento por ella? No quiero arruinar nuestra amistad, apenas volví con ella no la quiero volver a perder.
¿Ella sentirá lo mismo que yo?. «Pues el otro día intento besarte.»
¡¡Cierto!!
Alicia siente mi mirada en ella. Nuestros ojos se encuentran, sus mejillas se tornan un rojo intenso, luego en un instante resbala y cae del tronco quedando en el suelo.
Reacciono de inmediato, rodeo el tronco y llego a ella.
Alicia esconde su cara en sus piernas mientras se agarra el tobillo con ambas manos.
—¿Estás bien? ¿Quieres que te lleve al hospital?—pregunto preocupado.
Alicia empieza a reírse y frunzo el ceño confundido.
—¿Por qué te ríes?.
—Rio para no llorar—responde.
Levanta la mirada, tiene los ojos cristalizados.
Acaricio su espalda con mi palma de la mano mirándola preocupado.
—¿Te llevo al hospital?—repito.
—No, estoy bien.—murmura—Solo... espera que se pase el dolor.
Me siento en el suelo a su lado. Dejo que recargue su cabeza en mi hombro, la abrazo de lado. Así quedamos por unos minutos.
—Ya no duele—murmura.
Me pongo de pie primero para ayudarla a ponerse de pie.
—Sube—me volteo dándole la espalda, me pongo de cuclillas.
—No, así esta bien.
—No, no esta bien, sube—le pido.
Silencio.
—Si caminas te vas a lastimar mas—añado.
—Esta bien—contesta—Te advierto que estoy pesada.
—Tengo suerte que me haya puesto pantalón—añade.
Alicia rodea mi cuello con sus brazos y se acomoda en mi espalda, la tomo de las piernas para sostenerla bien y no se caiga. Despacio me pongo de pie con Alicia en mi espalda.
«No mentía cuando dijo que está pesada»
—¡Arre caballo!—grita Alicia.
Hago como hacen los caballos y ella se suelta a reír.
Empiezo a caminar por el bosque con Alicia en mi espalda.
—Peter—me llama Alicia.
—¿Eh?
—¿Te gusta la vida?—pregunta seria.
La pregunta me sorprende pero así es Alicia, no te pregunta tus gusto o que quieres ser de grande, siempre pregunta cosas como estas. Y eso es bueno.
—Un poco, ¿y a ti?—respondo.
—Si, un poco. Hay algunas cosas son buenas en ella—murmura—¿sabes? Si te pones a pensar, la vida es como un libro. En el esta todo lo que hemos vivido, niñez, infancia, escuela. Así como cuando vas leyendo y vas en un 1/8 del libro es un misterio el final, hay muchas páginas y mucho por vivir para llenar esas paginas en blanco que sobran con cosas buenas y malas de la vida. Es nuestro libro.
Parpadeo varias veces reflexionando lo que dijo Alicia.
—Que profundo—murmuro—Me gusta como piensas Alicia.
—Gracias, mi mente es mi mayor tesoro.
Sigo caminando con ella en mi espalda. Me dice en qué dirección ir, platicamos en el camino.
A los minutos llegamos a la casa del árbol. Bajo con cuidado a Alicia, ella pone los pies en el suelo.
—¿Estas mejor?—pregunto.
Ella asiente con la cabeza, camina en busca del gancho para poder sacar las escaleras y subir a la casa.
Encuentra el gancho y le ayudo en cargarlo y abrir la puerta de la casa. Las escaleras salen de inmediato cuando abro la puerta.
Dejo el gancho donde estaba, lo cubro con hojas y luego ayudo a Alicia a subir.
Al entrar a la casa del árbol Alicia sacude un poco el polvo que hay en los cojines de esponja y abre una ventana mientras yo meto la escalera y cierro la puerta.
Ambos tomamos asiento en los cojines enormes de esponja.
Alicia suspira, luego busca en la bolsa regida y saca las galletas, Sabritas, juegos y agua.
Pongo música en mi celular y empezamos a comer.
Alicia tararea cada canción que reconoce mientras sigue comiendo.
🍄🍄🍄
—Peter, ¿te acuerdas cuando teníamos 8 años y que queríamos dinero para comprar dulces y juguetes, y que nos pusimos a vender piedras pintadas con ojos movibles?—comenta Alicia con una sonrisa.
Suelto una carcajada asintiendo ante su pregunta.
—Ganamos mucha plata gracias a esas piedras—dice Alicia.
—Y por los niños que tenían ese dinero—agrego.
—Si—dice mientras ríe.
De repente Alicia se calla de golpe.
Voltea hacia la ventana, sigo el trayecto de sus ojos. Hay un pájaro picoteando la puerta de la ventana.
Alicia observa atentamente el pájaro con el ceño fruncido y la boca entre abierta.
No puedo descifrar su expresión, está asustada y a la vez enojada.
—¿Qué sucede?—le pregunto confundido.
—¿Has cometido algún error?—pregunta sin verme.
—Somos seres humanos, claro que he cometido errores—respondo.
—Uno de los míos fue aprender código morse—murmura.
— ¿Qué? ¿Por qué?
El pájaro se va volando.
Alicia baja la vista.
—Porque casi todas las mañanas o durante la tarde los pájaros picotean en mi ventana o en cualquier lugar diciendo: Se aproxima el día.
Frunzo el ceño.
Ella abraza sus piernas haciéndose bolita en el asiento.
—No sé que quieran decir. Pero todos los días tengo miedo que ese "Se aproxima el día" algún día llegue.
—Es por eso que cuido muy bien del portal, presiento que tiene algo que ver—añade.
Me siento en el cojín de esponja que esta aun lado de ella, la abrazo de lado. Ella acepta el abrazo y recarga su cabeza en mi.
Lo que acaba de decir si sonó un poco perturbador.
—No es lo único raro que me pasa—continúa—Hay algunos días que escucho voces en mi cabeza.
—¿Y qué dicen?
—Gritan—murmura—Son gritos de tristeza y de enojo. Al principio pensaba que eran mis padres discutiendo o algo así, pero no.
—Mis padres ya no discuten—añade.
—¿Pero cómo van a discutir,? si se miran que son muy felices y enamorados—comento.
Se me dificulta pensar que los padres de Alicia discutan, ellos son muy felices, entre ellos se miran con amor. Son muy graciosos y divertidos.
—Lo sé, sólo que algunas veces pelean por algunas cosas—murmura—Las voces que escucho no son ellos, porque voy a confirmarlo. Cuando escucho esas voces provoca que me tiemblen las manos, que respire con dificultad, que no pueda dormir y no pensar con claridad.
—Ya no discuten—repite—prefiero escuchar las voces que ellos gritándose entré sí.
La escucho, la consuelo abrazándola y acariciando su hombro.
La comprendo en el caso de no dormir con claridad y de que te tiemblen las manos cuando escuchas gritos, y más si vienen de tus padres.
—Una vez le conté a mi padre que quiero ser una artista, pintar, dibujar, diseñar, escribir—cambia de tema—Pero él además de apoyarme me regaño porque él no quiere que sea artista. Él quiere que sea doctora para que salve vidas y para que me paguen bien. Y especialmente porque él siempre quiso serlo.
—Me ve como su segunda oportunidad. Sólo porque él no pudo cumplir su sueño no se significa que tenga que arruinar el mío para cumplir el de él—dice casi gritando.
Niego moviendo la cabeza mientras la sigo abrazando.
Odio ese tipo de personas que ven a sus hijos como segunda oportunidad y manipulan como si los hijos fueran los títeres y los padres los titiritero. Ni siquiera saben cuales son sus sueños.
—Él no sabe lo que quiero—murmura.
—¿Qué es lo que quieres?—pregunto en un murmuro.
—Quiero ser feliz—murmura.
—Quiero ser artista, quiero pintar paisajes, dibujar animales, escribir libros de fantasía—suspira—Quiero vivir en una casa lejos de la civilización en el campo aun lado de un rio con un jardín hermoso, tener una granja, y tener tiempo para leer y pintar todos los días.
—Lo tendrás—le seguro.
La abrazo fuerte contra mi. Ella sorbe su nariz y se limpia un par de lágrimas de sus mejillas.
No sabia que Alicia pasaba este tipo de cosas. Ella siempre es alegre y feliz, una que otra vez se mira seria pero normalmente es muy alegre.
—Si te cuento que estoy mal, es que confío en ti. Para los demás siempre estoy bien.—murmura—Cuando me siento mal me alejo de los demás, la casa del árbol es mi refugio.
—Cuando no te sientas bien. Siempre me tendrás a mí para desahogarte, estaré para ti—le murmuro.
—Yo también estere para ti—me susurra.
Duramos minutos abrazados al uno y otro. La tranquilizo haciéndola reír con algo que paso en mi antigua escuela y recuerdos de nosotros dos cuando estábamos pequeños. A los minutos volvió la alegre, loca y rara Alicia.
Ahora estamos comiendo galletas y Sabritas.
—¿Cómo sigue tu pie?—le pregunto.
—Bien, ya no duele—mira su pie.
—¿Si puedes caminar?
Alicia se pone de pie y empieza a caminar con el poco espacio que hay en la casita.
—Si, si puedo.
—Entonces ¿si podremos ir a las puertas?
Alicia asiente.
—¡Si!—festejo.
Tengo mucha curiosidad sobre lo que hay adentro de las puertas y más de lo que me a contado Alicia.
Antes de ir al portal, Alicia y yo jugamos un rato al UNO. La dejé que ganara unas cuantas pero al final termine ganando yo.
Ahora estamos caminando a travez del bosque hacia el portal.
—Sólo entraremos a las puertas que son mas seguras—aclara Alicia.
—Esta bien.
Quedamos en silencio y seguimos caminando.
—Alicia, está bien que cuides del portal, pero es mejor que vivas tu adolescencia.—le comento.
Ella voltea a verme seria.
—Si, lo sé. No me preocupa que lo descubran porque si entran y luego salen lo van a olvidar, y si toman fotos, desaparecen. Sólo algunos somos dignos de recordar.
—Lo que me preocupa es que el portal sea destruido—agrega.
—Por eso estabas haciendo lo imposible para que no construyeran el centro comercial—explico.
Ella asiente.
Llegamos al portal y entramos en el lentamente. A los segundos estamos en el gran árbol.
—Bueno, escoge una puerta y yo te digo si se puede o no—dice Alicia.
—Amm.. veamos—empiezo a caminar entre las ramas, Alicia camina atrás de mi mientras escojo una puerta.
—Ajedrez no ¿cierto?—pregunto.
—Nop, ajedrez no.
—¿Y Paris?—le pregunto volteando hacia ella con ambas cejas arriba.
—Tal vez—murmura.
—Esta bien, Paris será—Alicia me regala una sonrisa ladeada.
Me doy la vuelta y camino hacia la puerta que tiene la Torre Eiffel en ella.
—Hola Pushin—habla Alicia.
Volteo hacia ella y luego sigo el trayecto de sus ojo. La bolita de pelos, alias perrito, gato, conejo, algodón. Está en un par de ramas mas arriba de nosotros. Pushin levanta las orejas y se va corriendo.
Encontramos la puerta que nos llevara a Paris en 1900. Me hago aun lado para que Alicia pueda abrirla, abre la puerta con la llave que usa de collar.
Luego entramos.
🍄🍄🍄
—¿Porque esta tan obscuro?—pregunto en un murmuro.
El lugar donde estamos esta obscuro y pequeño.
—Espera—susurra Alicia.
Escucho movimiento y abre una puerta, ambos salimos y caemos al suelo.
Ambos nos quejamos por la caída.
Volteo por donde caímos. « ¿Estábamos en un armario? Hay dios. »
Me pongo de pie y ayudo a Alicia a ponerse de pie.
—¿Alicia?—escucho preguntar.
Ambos volvemos.
Una mujer joven, castaña y ojos verdes vestida con un vestido azul nos mira con el ceño fruncido.
—Volví—dice Alicia sonriendo.
La mujer niega con la cabeza y con ambas manos en la cintura.
—Por lo que veo también con compañía—añade la mujer.
—Si, él es Peter, mi amigo—me presenta.
Saludo agitando la mano y dando mi mejor sonrisa.
—Mucho gusto Peter, yo soy Isabel.
La mujer empieza a caminar y se va de nuestras vistas.
—¿Qué esperan? Síganme.
La seguimos y llegamos a una habitación llena de trajes, vestidos y zapatos.
—Cámbiense—nos pide—No pueden salir a las calles de Parias vestidos así.
—No estarán a la moda—bromea y se va de la habitación.
—¿Acaso bromeó?—pregunta Alicia.
Asiento riendo por el chiste.
Alicia va directo en busca de un vestido y yo un traje.
—Isabel es de nuestra época. Es una hada que cuida el armario por donde salimos—comenta.
—¿Es cómo la hada del cuadro que estaba en la biblioteca?—cuestiono.—Ya que es una hada del mismo tamaño de un ser humano.
—Si—murmura.
Escojo un traje y un par de zapatos, luego entro a una pequeña habitación a cambiarme.
Cuando termino de cambiarme me miro en el espejo.
—Que elegante—me susurro para mi mismo.
—Te ves muy bien—comenta Alicia.
Me doy la vuelta para verla.
Me quedo helado y mas enamorado al verla vestida con un vestido largo color rosa pálido con blanco, tiene el cabello recogido y un sombrero color crema en su cabeza.
—¿Algún problema?—pregunta Alicia alzando una ceja.
—N-no—tartamudeo.
—Que hermosa te ves Alicia—comenta Isabel cuando entra a la habitación.
Isabel voltea a verme fruncido el ceño.
—Te queda bien el traje, pero ese cabello—comenta Isabel.
—¿Qué tiene mi cabello?—cuestiono.
—Se ve bien, pero para tu época, pero aquí no—dice Isabel.
Isabel chasquea los dedos y de repente llega pequeñas hadas a mi lado acomodando y peinando mi cabello.
—Mucho mejor—dice Isabel a mi lado viéndome a travez del espejo.
—¿Quieren que los acompañe?—pregunta Isabel.
Ambos asentimos.
Ofrezco mi brazo hacia Alicia con el mentón en alto, ella lo acepta y caminamos juntos siguiendo a Isabel.
Pasamos por toda la casa y llegamos a la salida.
Al salir de la casa se escuchan los autos y carretas, personas pasan caminando.
Es de día y el sol brilla demasiado.
—Me siento como viajero del tiempo—le murmuro a Alicia.
—Si—contesta riendo un poco.
Seguimos a Isabel y nos subimos a una carreta.
Veo por la ventana los edificios, las calles, cada persona que pasa.
A los minutos la carreta se detiene y bajamos.
Estamos enfrente de la Torre Eiffel.
Ni con mis ahorros iba a poder ir a Paris en mi época, pero aquí estoy en Paris en 1900 sin pagar pasaje.
—Wow—murmuro contemplando la Torre Eiffel.
—La Torre Eiffel se construyó en un tiempo récord. 2 años, 2 meses y 5 días. De finales de enero de 1887 al 31 de marzo de 1889. —nos hace saber Isabel.
Caminamos hacia la Torre Eiffel. Hay muchas personas alrededor.
No me gusta cuando hay muchas personas a mi alrededor. Me da ansiedad al ver y estar rodeado de muchas personas.
Alicia lo nota, porque me abraza de lado y me planta un beso en la mejilla.
—Tranquilo—pronuncia en un susurro.
Abro los ojos como naranjas por lo que acaba de hacer. No la volteo a ver por que se que tengo las mejillas como tomate.
Gracias al beso en la mejilla no les doy importancia a las personas a mi alrededor. Camino con Alicia agarrada de mi brazo con una sonrisa.
Contemplamos la Torre Eiffel y caminamos por los lugares cerca de allí. Caminamos por las calles de Paris, luego Vamos al El Louvre, admiramos las pinturas y horas de los artistas. Observamos de lejos el Arco de Triunfo, construida por Napoleón.
La noche llega y las luces se hacen presentes.
—Por cierto va a ver un baile esta noche ¿Quieren ir?— propone Isabel.
No me gusta bailar en publico, pero Alicia luce emocionada por la idea así que asiento.
Nos volvemos a subir a la carreta.
Que bueno que Alicia y yo estamos vestidos muy elegante, pasables para un baile.
En el camino Alicia se quita el sombrero y se arregla el cabello y el vestido.
La carreta se detiene y bajamos.
Estamos enfrente de un edificio grande y lujoso.
Hay muchas personas bien arregladas y elegantes entrando al edificio.
Le ofrezco mi brazo a Alicia con caballerosidad, ella lo acepta y caminamos juntos hacia la entrada.
Isabel nos indica que no tenemos que hablar con nadie y que tenemos que actuar discretamente.
Entramos al edificio, el lugar es muy elegante, lujoso y hermoso. Música suena por el lugar y personas están bailando en el gran salón.
Isabel se va con un hombre de su edad a bailar.
Alicia y yo nos quedamos en silencio. Volteo a verla de reojo, ella esta admirando el lujoso salón.
Me pongo enfrente de ella, Alicia voltea a verme.
—Mi lady, ¿Quieres bailar?—Le extiendo mi mano con caballerosidad hacia ella.
Alicia sonríe y asiente poniendo su mano encima de la mía.
Sonrió ampliamente, aprieto el agarre de nuestras manos y caminamos hacia la pista de baile.
Cuando llegamos observo a las demás personas que bailan para ver como tengo que sujetar a Alicia y como bailar.
Alicia toma mi mano derecha y la pone en su espalda baja.
Quedamos muy cerca, cara a cara.
Luego toma mi otra mano y la pone sobre la de ella, después pone su otra mano sobrante en mi pecho. Alzamos el brazo que tenemos las manos entrelazadas a la altura de los hombros.
—No se bailar—le advierto.
—Yo tampoco—alza los hombros.
Nos miramos fijamente a los ojos y empezamos a movernos de un lado a otro.
—Divertirte es mucho más importante que el miedo de hacer el ridículo.—añade.
Bailamos mirándonos fijamente a los ojos.
Una que otra vez Alicia me pisa, se disculpa y se ríe.
Nos reímos por no saber bailar bien, pero eso es lo de menos porque enserio nos estamos divirtiendo.
El vestido de Alicia se mira hermoso cuando le doy vuelta, regresa a mi con una sonrisa.
Mientras bailamos avanzamos entre las personas, en un punto llegamos en donde hay unas cortinas enormes y descubrimos hay mas del edificio por allí.
Levantamos un extremo de la gran cortina y entramos.
Atrás de ellas hay un pasillo semi oscuro, con poca luz que proviene de las grandes ventanas que hay allí.
Al darnos cuanta Alicia y yo nos volteamos a ver con una sonrisa.
La música sigue sonando resaltando el violín. Empezamos a bailar por el pasillo, de un lado a otro.
Reímos, nos soltamos, bailamos en pareja y luego solos dando vueltas a lo loco.
Hago que Alicia gire mientras sostiene mi mano, luego vuelve a mi y hago que se incline un hacía atrás, la sujeto bien mientras nos miramos fijamente, así quedamos por unos segundos.
Sus ojos brillan.
Corto en espacio que nos separa.
—Hé, ils ne peuvent pas être ici!—nos grita un señor.
(Ey, no pueden estar aquí)
Ambos volteamos hacia el señor con uniforme. «Es un guardia.»
—Corre—murmura Alicia.
Nos incorporamos y empezamos a correr buscando una salida.
Alicia toma parte de su vestido para correr más rápido.
Reímos mientras huimos del guardia.
Exitosamente encontramos una salida y volvemos a la mista de baile.
Tomo de la mano a Alicia y la guió hacia el centro de la pista.
Ambos con la respiración agitada, empezamos a bailar.
—Creo que ya lo perdimos—logro decir.
—Si—suspira recuperando el aliento—Vaya que me canse corriendo y más con estos tacones—voltea a ver sus zapatos.
Rio.
—¿Sabes francés?—cuestiono.
Me imagino que tiene que saber porque dijo que corriéramos cuando el guardia nos descubrió e interrumpió.
Estábamos muy cerca, otro momento bello interrumpido.
—Si, un poco—responde.
Seguimos bailando por unos cuantos minutos hasta que llega Isabel y nos dice que ya es hora de irnos.
Volvemos a la casa de Isabel y nos volvemos a poner la ropa que traíamos antes.
—Ha sido muy divertido—comento.
—Me alegra. También me alegra que Se hallan portaron bien—contesta Isabel.
Caminamos hacia la habitación donde esta el armario por donde salimos.
—Adiós—se despide Isabel.
—Adiós—decimos ambos.
—Adiós Paris—murmura Alicia.
Avanzamos hacia el armario, Alicia abre las puertas y entra primero.
—¡A Narnia!—grito antes de entrar al armario.
Alicia suelta una carcajada.
Luego cierro las puertas del armario.
Salimos de la puerta de Paris y volvemos estar en el gran árbol.
Alicia suspira y luego sonríe.
También sonrío. La tomo de la mano y caminamos hacia otra puerta.
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