✿ Especial: Día de la madre

HoSeok

Mi mano se dirigió al otro lado de la cama y esta vez ya no pude rodear por completo a TaeHyung. Su barriga de ocho meses y medio me impedía siquiera abrazarlo y eso la verdad era algo muy estresante, pues adoraba hacerle mimos a mi esposo.

Levanté mi brazo para llegar a la cima del vientre, pero al colocarlo en ese lugar, recibí un zape de parte de TaeHyung.

— ¡Déjame dormir! — gritó.

Abrí mis ojos de inmediato para darme cuenta que solo era las tres de la mañana, mi mano dolía y la verdad, ya sentía normal el hecho de ser golpeado por la persona a quien amaba.

Miré a un lado y me di con “la bella imagen” de mi esposo babeando y con la barriga descubierta. Sonreí y dirigí mi mano, por segunda vez, a su vientre. Sentí un pequeño golpe desde dentro, mi hijo o hija se hacía notar, y TaeHyung volvió a gritar:

— ¡Déjame dormir, HoSeok!

Me sobresalté y alejé mi mano de su vientre antes de volver a ser golpeado. TaeHyung se había vuelto más irritante y violento al paso que su barriga crecía. Y claro que como su esposo, tenía que sufrir las consecuencias de sus violentos ataques de rabia.

MinHo como Taehee fueron los menos afectados, pues TaeHyung siempre estaba feliz al compartir momentos especiales con ellos, pero no era lo mismo conmigo.

Con un gran suspiro, volví a acostarme y darle la espalda a mi esposo. Ya no quería ser golpeado.

Logré conciliar el sueño por unas horas antes de sentir unos golpes en mi rostro y movimientos en la cama. Mantuve mis ojos cerrados, mientras una de mis manos se dirigía a no sé qué lugar para detener los constantes, pero suaves golpes. No lo logré, al contrario, se intensificó y al escuchar unas risas suaves, caí en cuenta de que se trataba de mis hijos.

Abrí mis ojos con mucho pesar y me di directo con el precioso rostro de mi nena. Sonreí sin pensarlo. Pero aquella sonrisa desapareció al escuchar los gritos de MinHo.

— ¡Mami! ¡Mami! — gritaba mi hijo. — ¡Fe-feliz día! — ese grito y palabras hicieron que mis ojos se abrieran en par y terminara por colocarme de pie.

A un lado mío, todavía, podía ver como TaeHyung descansaba con la baba seca en su barbilla y mejilla. Quería reír, pero no lo hice, en cambio, cogí mi móvil y observé la fecha en el calendario.

«Día de las madres»

Me maldije mentalmente y miré a Taehee, ella ya tenía tres años y sus pequeños dientecitos blancos eran mostrados en una preciosa sonrisa, muy parecida a la de TaeHyung.

— Hoy es el día de mami — gritó mi hija, levantando sus manos en el aire y apoyando, posteriormente, su cabeza en mis rodillas. Seguía sonriendo.

— ¡Mami! — seguía gritando MinHo hasta que logró despertar a mi esposo.

TaeHyung se levantó a medias y apoyo sus brazos en la cama para luego mirar en mi dirección y sonreír. Taehee se alejó de mi regazo y al igual que su hermano, se subió a la cama y comenzó a saltar mientras gritaban.

— ¡Feliz día mami! — volvieron a gritar ambos para luego arrodillarse en la cama y abrazar el vientre de TaeHyung.

Yo, en cambio, no estaba tan alegre como ellos, pues no tenía ni un solo regalo para Tae y lo peor era que ya sabía el gran discurso-reproche que me daría.

— ¡Mila mami! — dijeron mis hijos al unísono para luego entregarle tarjetas que, claramente, ellos mismos habían decorado y coloreado.

Solté un bufido, mientras veía que hasta mis hijos tenían un regalo para Tae y yo no tenía ni palabras que decirle.

Mi esposo miraba con atención los “regalos” de MinHo y Taehee, mientras una sonrisa se instalaba en su rostro. Me crucé de brazos, teniendo un poco de celos y al final decidí salir de la habitación a toda prisa.

Al estar en la primera planta me atreví a llamar a JungKook.

Un tono.

Dos tonos.

Tres tonos.

Y logré escuchar la voz de mi mejor amigo.

— ¡Dime qué le puedo comprar a TaeHyung! — musité con firmeza.

— También lo olvidaste ¿cierto? — su voz era burlona y a la vez preocupada.

— Tú también lo olvidaste, ¿cierto?

JungKook no contestó nada, tan solo suspiró. Respiré hondo sin saber qué hacer. Era el día de las madres y tenía un esposo embarazado que lograría matarme si no le entregaba un regalo.

— JiMin me matará — aseguró.

— TaeHyung hará algo peor conmigo — confesé antes de colgar. No tenía ni una sola razón para seguir hablando con el tonto de mi amigo.

Mordí mi labio inferior con fuerza, mientras pensaba en una posible solución a este “gran” problema.

Una desesperación embargaba mi cuerpo y comencé a caminar de un lado a otro mientras golpeaba mi cabeza con el celular en mano.

— ¡HoSeok! — gritó Taehyung desde la segunda planta. Detuve todo movimiento pero no conteste absolutamente nada. — ¡HoSeok, ven aquí ahora mismo! — volvió a gritar mi esposo con mas urgencia que antes.

Respiré hondo y corrí escaleras arriba. Al llegar a la habitación, observé como mis hijos se peleaban entre sí.

Taehee le jalaba una oreja a MinHo, mientras que este último le jalaba uno de los mechones castaños a mi hija.

— ¡Los niños se están peleando! — gritó TaeHyung, mientras intentaba separarlos. Intentaba, pues su gran barriga se lo impedía.

Volví a respirar hondo y me encaminé hacia la cama, donde mis hijos habían decidido armar su “guerra civil”.

— ¿Y esta vez, por qué fue? — mis manos se aferraron al pequeño torso de mi hija, tratando de alejarla de su hermano.

— No preguntes y solo ayúdame — fue la única respuesta que recibí.

Rodeé los ojos y volví a jalar del cuerpo de mi hija, pero ella era muy persistente, por lo que no dejó libre la oreja de MinHo y este último ya había comenzado a llorar. Taehee al mirar aquello, imitó la misma acción: comenzó a llorar.

El típico rostro de desesperación de TaeHyung se hizo presente y en un momento dado, soltó a MinHo para agarrar su vientre. Temí lo peor, pues TaeHyung ya había tenido dos amenazas de aborto durante este embarazo y la única recomendación que habíamos recibido para lograr tener a nuestro tercer hijo en manos fue reposo absoluto al igual que la falta de golpes o exaltaciones. Juro que ese día fue uno de los peores que llegué a vivir. No podía ni imaginar el hecho de perder a un bebé, no quería ni siquiera pensarlo.

Solté a mi hija y me dirigí a mi esposo, que respiró hondo y luego sonrió con dificultad.

— Tae, bebé, ¿Te encuentras bien? — dije al llegar a su lado y acariciar suavemente su espalda.

Él forzó una sonrisa delante de nuestros hijos, quienes ya habían dejado de pelear al ver a TaeHyung de esa manera, y asintió.

— Niños es mejor que vayan a su habitación — advertí.

Tae no estaba bien y por más que dijera lo contrario, no le creía. Podía reconocer todas las expresiones de mi esposo y la que mostraba en estos instantes era una de miedo completo, que trataba de disimular con una sonrisa.

— Ho-HoSeok, n-no es necesa... — él mismo se detuvo para respirar hondo. Sabía que esto no era nada bueno.

— ¡Niños regresen a su habitación! — grité con más temor en mis palabras.

MinHo y Taehee no me hacían caso y yo solo me dedicaba a mirar el rostro de TaeHyung, sin percatarme de la razón por la cual mis hijos me estaban desobedeciendo.

— ¡Diablos! — grité exasperado. — ¡Ya deben irse! — miré a mis hijos y pude darme cuenta del porqué no se marchaban. Ellos miraban atentamente como los pantalones de TaeHyung, su “mami”, se manchaba de a poco con sangre. Mis ojos se abrieron en par y todos los miedos que tenía en mi cabeza se hicieron realidad.

Temí por la vida de mi bebé, por la vida de mi esposo y de mí mismo al haber tratado de esa manera tan bruta a mis dos pequeños tesoros.

— HoSeok... no es n-nada — susurró Tae, pero no pensaba hacerle caso. Tragué grueso y negué con la cabeza.

Como pude, tome entre mis brazos a mi esposo y lo llevé lo más rápido que mis piernas pudieron hasta el auto. Nuestros hijos gritaban y MinHo ya estaba llorando, seguido por Taehee.

— Los niños — musitó mi esposo.

Mi pequeña estaba descalza y fuera de la casa mientras que mi hijo se encontraba llorando y aferrado al marco de la puerta principal. No sabía qué hacer, TaeHyung perdía sangre y mis hijos se encontraban asustados.

Miré a todos lados, tratando de hallar una respuesta, pero al no encontrar nada, solo opté por lo más confiable: mi mejor amigo. Marqué el número de JungKook y al escuchar su voz, logré tranquilizarme un poco.

Cada palabra que pronunciaba era rápida y poco me importaba si JungKook me entendía o no, lo único que necesitaba era de su ayuda por unas horas.

Solo con escuchar el “estaré ahí en cinco minutos” me atreví a subir al auto.

— N-no los d-deja-remos.. — volvió a decir Tae.

— TaeHyung, estás mal — dije, dándole la contra por su bien.

Él se negó y desabrochó su cinturón para tratar de bajar del auto. Lo impedí, colocando el seguro por dentro.

— ¡No dejaré a mis hijos solos! — volvió a gritar TaeHyung. Su decisión había sido tomada al igual que la mia.

— JungKook vendrá dentro de poco — aseguré.

— ¡No! — volvió a gritar mi esposo.

Nuestros hijos seguían cerca a la puerta principal de la casa y lloraban sin consuelo alguno, pero temía más por la vida de mi tercer hijo.

— TaeHyung, lo perderemos — Dije casi al borde del llanto. Él también se encontraba llorando, pero negó con la cabeza.

— No los dejaré solos — susurró.

Miré sus pantalones, estos ya estaban llenos de sangre. Iba a perderlo o perderlos.

— Por favor, no — rogue. Él me ignoró por completo y miró por la ventana, exactamente hacia nuestros bebés.

— Déjame bajar, HoSeok — sus mejillas estaban repletas de lágrimas y su mirada denotaba súplica y dolor a la vez.

— Perdóname TaeHyung — arranqué lo más rápido que pude el auto, obteniendo un insulto de parte de mi esposo.

No avance más de dos cuadras cuando reconocí el auto de mi mejor amigo, que iba en camino hacía mi casa. Le agradecí mentalmente a JungKook.

— JungKook los cuidara — afirmé. Tae no me dirigió la mirada, solo se dedicó a agarrar su vientre y acariciarlo, le dolía demasiado, de eso estaba seguro.

Al llegar a emergencias, armé un alboroto, que fue innecesario, pues la doctora de TaeHyung lo recibió y se encargó de él.

Nuestras manos se mantenían unidas mientras él iba en la camilla. Podía distinguir el anillo de bodas que ambos compartíamos, no quería perderlos.

— HoSeok — me llamó. Dejé de admirar los anillos y preste atención a la persona que más amaba en toda la faz de la tierra. — Q-quiero q-que él o ella vea la luz del día.

Me detuve en seco y analicé sus palabras. Él estaba anteponiendo la vida de nuestro bebé a la suya.

Al regresar a la realidad, corrí detrás de la camilla hasta que me detuvieron. Esta vez no podía entrar al quirófano, esta vez no era un parto; era una decisión entre la vida y la muerte.

Dirigí mis manos hacia mis cabellos y los jalé en un acto de desesperación. Ya estaba de más decir que me encontraba preocupado y con cierto temor a perderlo todo en cuestión de segundos.

[🐯]

Estuve sentado en la sala de espera por un largo tiempo, incluso había recibido una llamada de JungKook, avisándome de la situación que afrontaban mis mellizos. Tanto MinHo como Taehee no habían dejado de llorar, razón por la cual me vi en la obligación de mandarlos a traer. Necesitaba de su compañía, al igual que de pedir un claro perdón.

Ya eran las cinco de la tarde y no sabía nada de Tae. Se suponía que este día empezaría con un regaño de parte de él al ver que no tenía su regalo y luego todo mejoraría, nuestros hijos le harían reír con sus ocurrencias y al final del día, terminaríamos reconciliándonos con un beso y promesas bonitas; se suponía que eso ocurriría en un día tan festivo y alegre como este.

Baje la mirada y apoyé mis codos en ambas rodillas. Estaba cansado, no había comido nada y más que todo, la preocupación no abandonaba mi cuerpo.

Pensaba llorar por tercera vez en el día cuando escuché los gritos de mis hijos. Levanté la vista de inmediato y volví a mirar a mis dos principales tesoros. Taehee y MinHo se lanzaron a mis brazos mientras que JungKook solo me miraba con seriedad. Abracé a mis hijos, disfrutando de la poca calidez y tranquilidad que estos me entregaban.

— ¿Qué pasó con TaeHyung? — preguntó mi amigo.

Mantuve a mis hijos cerca mientras volvía a bajar la mirada.

— Es la tercera amenaza de aborto que tiene durante todo el embarazo... Tengo demasiado miedo. — por más que trataba de ser fuerte, no lo lograba, lágrima tras lágrimas corrió por mi mejilla y en ese momento recibí otro abrazo. Ninguno comparado al de TaeHyung, pero al menos era una forma de apoyo.

— Tae es fuerte, lo logrará. — me animó. Sonreí apenas, mientras tomaba la mano de mis bebés. Solo esperaba, en lo más profundo de mi corazón, que las palabras de JungKook se cumplieran.

Me mantuve al lado de mis hijos hasta que la doctora de mi esposo hizo acto de presencia. El traje celeste que traía estaba lleno de sangre y eso ya era una mala señal.

— ¿Cómo está él? — dije a la vez que me colocaba de pie y cargaba a mi hija ya dormida. Ella sonrió y asintió. Juro que en ese momento mi alma regresó a mi cuerpo.

— El bebé está bien y a pesar de que TaeHyung perdió mucha sangre, logramos estabilizarlo y en estos momentos pueden verlos.

MinHo bostezo y se apoyó en mi pierna para tratar de dormir.

De inmediato miré a JungKook y él no necesito de palabras para extender sus brazos y recibir a Taehee.

— ¡Eres el mejor amigo del mundo! — le grité una vez que ya me encontraba caminando junto a la doctora.

Él solo se alzó de hombros y se sentó en una de las sillas para cargar, esta vez, a mis dos hijos adormilados.

— Es un lindo niño — me dijo la doctora.

Sonreí sin pensarlo y di el primer paso: girar la perilla y abrir la puerta de la habitación. Lo primero que visualice fue a TaeHyung acostado en la típica cama de la clínica y luego la incubadora.

Caminé a paso lento hasta mi esposo y giré alrededor de la cama para ver a mi segundo hijo hombre. Era hermoso, podía notar el gran parecido que teníamos y la nariz que había heredado de TaeHyung.

Toqué el cristal de la incubadora y la acaricié lentamente, mientras pensaba que todo lo que vivimos TaeHyung y yo sí valía la pena, realmente valía la pena sí vería a un ser tan indefenso y tierno como él en mi vida.

— Lo logré — me exalté de inmediato y miré a mi esposo, que tenía el cabello alborotado y su rostro adornado por una sonrisa boba.

— Lo logramos — me apresuré a decir para luego tomar su mano derecha. Nuestros anillos volvían a estar juntos, mostrando esa fuerte unión que nos juramos para toda la vida.

— ¿Por qué lo hiciste? — fue la pregunta que le hice. — Pusiste en riesgo a nuestro tercer hijo.

TaeHyung miró hacia la incubadora, donde nuestro hijo descansaba y...

— Soy la “mami” de MinHo como de Taehee y ahora también seré la “mami” de JungSu, y como su madre, tengo que comportarme como tal, protegerlos hasta el final y velar por su felicidad. Yo los amo más que a mi vida, Hoseok y daría todo por ellos, son lo más preciado que tengo y que pienso cuidar con el alma enterq, porque eso hacen las madres, te educan, se preocupan y anteponen el bienestar de su hijo antes que el suyo. Yo quiero ser como esas madres y ser el orgullo de mis tres hijos. Quiero que estén orgullosos de mí, que siempre me sonrían y se peleen por llamar mi atención. Quiero que sepan que a pesar de no ser una mujer, puedo ser una madre igual o mucho mejor que las de sus compañeritos. — Presté atención a cada una de sus palabras y no lo interrumpí en ningún momento. — Es por eso que hice eso, es por eso que te dije aquello y que actúe de esa manera al ver como nuestros pequeños lloraban a las afueras de nuestra casa. Es por eso que se celebran los días de las madres ¿No?... Para festejar lo maravillosas que son todas esas mujeres como hombres que dan la vida por sus hijos.

Jamás pensé que TaeHyung pensara todo aquello y tampoco que sus palabras fueran tan bellas.

— Gracias por darme el mejor regalo de toda mi vida, HoSeok.

Sacudí mí cabeza, regresando a la realidad y mirando a mi esposo con confusión.

— Yo... Yo olvidé tu regalo e incluso en este día tan impo...

— No — sentenció con un apretón en mi mano. — el mejor regalo que me has dado es el de convertirme en madre y padre de esos pequeños tesoros. Ese es el mejor regalo que me pudiste o me puedes dar.

Sonreí y rápidamente me dirigí a besar los labios de mi esposo.

Disfrutamos de nuestra pequeña muestra de afecto y al separarnos, pronuncié:

— JungSu estará muy alegre de tenerte como madre y padre. — aseguré el nombre de nuestro tercer hijo, al igual que nuestra felicidad mediante esa palabras.





[🐯]

Este especial debió ser publicado en el día de las madres, pero por ese tiempo estuve en parciales y no pude hacerlo, así que lo lamento mucho.

Por otro lado, espero que les haya gustado este especial.♥

Nota actual:

Ya está bebés, oficialmente la historia ya culminó, así que solo me queda decirles que disfruté mucho editando esta historia y que el trayecto fue aun más divertido con ustedes comentandoz votando y dándole una oportunidad a esta historia. Las adoro y gracias por todo. ♥

En lo personal, no me gusta tanto este especial, pero posiblemente haya chicas a las que le gusta, fue por esa razón que lo subí.

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