Capítulo Uno

Capítulo Uno – Un Nuevo Comienzo

Cuanto más perfecto luzca uno por fuera,
más demonios tiene adentro.

Sigmund Freud

—Aayla, deja de insistir de una vez ¡No iré a esa maldita fiesta! —grité un tanto molesta.

—No seas así Jules, apuesto a que será divertido, siempre lo ha sido. —intentó convencerme Elena.

—¡¿Tú también Elena?! ¡¿Pero que les pasa a las dos?! —pregunté ya en frustración.

—¡Es que no lo entiendo! ¡A ti te encantaban las fiestas! ¿Qué ha pasado? —cuestionó Aayla.

—Ya lo has dicho, encantaba, eso es pasado, ya no quiero eso para mi.

—Pues como quieras, yo si iré —Aayla cogió sus cosas— Elena, tu problema si quieres quedarte a escuchar sus caprichos.—culminó para salir de nuestra pequeña habitación.

—Elena, no tienes que quedarte conmigo.

—Lo sé, pero eres mi amiga y no te dejaré sola.—se acercó para sentarse a mi lado— Puedes contarme que pasa sin problema ¿lo sabes?

Asentí— No quiero hablar de eso.—ella suspiró.

—Jules toda la universidad va a ir a esa fiesta.

—Lo sé Elena, lo has dicho un par de veces, además de que es obvio, es la fiesta de bienvenida.

—¿Entonces por que no quieres ir? —no respondí— No te entiendo, de verdad, este es nuestro segundo año en la universidad y estás muy tirada para ser tú, ¡Por Dios Jules! Tú eras esa chica fiestera que se paseaba a cualquier chico con facilidad, asistías a todas las fiestas e inclusive te infiltrabas en algunas de personas que ni conocías, en el instituto eras la reina de todas las celebraciones.

—¿Tenías que recordar todo eso?

—Sí, porque has sido así siempre y ahora de repente ya no quieres nada de eso.

—Elena, somos putas ¿entiendes? Esa es la palabra que nos define, putas.

—¿Desde cuando te importa eso?

—Elena, ya no más, ¿que problema hay con eso? Además tampoco fue de un día para otro, desde las vacaciones de verano estoy así.

—Jules, diste un cambio drástico, y nadie cambia así porque si, además me di cuenta de que fue después de la fiesta de graduación del primer año ¿que pasó ese día?

—Elena no quiero hablar de eso.

—¡Siempre contestas eso! —exclamó alterada— Me estoy cansando, intento ayudar, incluso llegar sutilmente al tema y me respondes así ¿en serio?

—¡Pues vete con Aayla, ella es la divertida ahora! —le contesté con el mismo tono.

Suspiró para calmarse—Jules no.

—Mira Elena ya estoy harta de todo, me voy.—comencé a recoger mis cosas y meterlas en una mochila.

—Jules no, no hagas esto, nosotras somos una familia ¿recuerdas? —la miré, apreté mis labios conteniendo las lágrimas y continué metiendo ropa.

—Estoy sola Elena, no tengo a nadie y lo sabes.

—No, Jules no seas berrinchuda, yo estoy aquí, Aayla también, quédate, estás siendo inmadura.

—No, ya tomé la decisión.—me eché la mochila al hombro y caminé a la puerta.

—¡¿A dónde irás Jules?!—me gritó.

—¡No te importa!—le grité de vuelta.

Se que estaba siendo impulsiva e inmadura como dijo ella pero de verdad no aguantaría afrontar otra vez una situación como esa, no podía contarles la verdad, especialmente a ella, que era como una hermana para mi y eso me carcomía.

Caminaba sin rumbo por los pasillos, pensando a dónde me podría ir sin ninguna respuesta hasta que choqué con alguien.

—¡Eh idiota! ¡Mira por dónde vas!—ya estaba lo suficiente aturdida para soportar otro encuentro.

—Lo siento, de verdad—una voz de hombre resonó en mis oídos y lo miré.

—Quítate, no tengo tiempo que perder con despistados—estaba siendo borde, pero era la única forma de que él se fuera sin tener una conversación más fluida.

—Me llamó James, pero me puedes decir Jerry—rodé los ojos, era justo esto lo que quería evitar—Yo también voy a la fiesta, pero no estoy tan apurado como tú.

Eso me colmó la paciencia—Me dices tu nombre como si me importara y luego me hablas de la maldita fiesta de hoy ¿por qué todos me mencionan esa estúpida fiesta?—protesté.

—Tal vez porque eres la reina de ellas—contestó casual.

—¿Perdona?—pregunté incrédula.

—Si, eres la chica más atractiva, nos llamas mucho la atención.

—¡Oh vaya! ¡Tienes que estar seriamente loco!—me enfadé—¡No soy un objeto mocoso de primer año! 

—Pensé que no sería un insulto para ti, has pasado por tantas manos.

—Eres un...—me contuve dando una larga respiración—Bien pequeño idiota, no tengo por que escucharte más, si tenías alguna oportunidad conmigo, oficialmente la has perdido ¡Partete una pierna "James" "Jerry" o como sea que te llames!—dije para comenzar a caminar.

—¡Te has aprendido mi nombre!

Escuché que gritó, voltee mis ojos en una acción desinteresada pero a la vez una inesperada sonrisa se formó en mis labios.

Caminé hasta mi casillero y metí algunas de mis cosas ahí y entonces me di cuenta de que estaba sola, toda la universidad estaba en la fiesta de bienvenida, incluso los nerds, y bueno el paisaje a mi alrededor no era nada alentador, pasillos desiertos y bombillas apagadas, unas que otras dañadas que prendían y apagaban.

Dejé mi mochila caer al suelo para recostarme en el casillero y dejarme caer a mi también, recogí mis piernas y hundí mi cabeza en ellas para en pocos segundos caer en un profundo sueño.

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—¡Oh!—jadee mientras él continuaba con su brusco ritmo dentro de mi, su boca no dejaba mi cuerpo ni un segundo, y ya estaba doliendo así que me quejé—¡Duele!

—Pero se que te gusta—y no mentía, esto era muy excitante pero el dolor que provocaban sus mordidas no era nada parecido a las que había sentido otras veces.

Poco a poco mi vista se nublaba y todo a mi alrededor parecía desaparecer lentamente hasta que quedé inconsciente.

Cuando desperté, me encontré confundida, a mi derecha había un hombre pero no era con quien había estado anteriormente. Eso no importó del todo después de ver toda su piel descubierta, en especial la de su cuello, anhelaba morderlo y lo hice.

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—Jules ¿has visto lo que hiciste conmigo?—una voz rondaba a mi alrededor—Jules.

—No te hice nada—contesté temblorosa.

—No me lo niegues Jules—lo sentí detrás de mi—¡Me mataste!

—¡No!

—Jules, Jules—agitaba mis hombros.—¡Jules!—gritó esta vez.

—¡Ah!—grité al fin despertando.—¡Joder!—maldije al verle.

—¡Dios Jules! ¡Que parece que has visto un fantasma! No soy tan feo—miré con mala cara al chico de hace un rato.—Venga levántate, es mejor que duermas en una cama.

—¿Qué?—pregunté confundida.

—Sí, vamos a mi habitación.

Reí sarcástica—Estás loco si crees que iré contigo a tu habitación.

—¿Tienes otra opción?

—¡Claro que la tengo!

—¿Ah si? Cuéntame ¿dónde irás?

Dudé un poco mi respuesta—¡Qué te importa!

—¿Es tan difícil confesar que no tienes a dónde ir?—cuestionó en frustración.

—No tienes por qué estar aquí, ni por qué ayudarme, ¿no ibas a la puta fiesta?

—Estás muy desorientada ¿eh? Jules, la fiesta terminó hace horas, es de madrugada ya, y no, no tengo por qué ayudarte, pasaba para ir a dormir y te vi aquí en el piso murmurando idioteces, ¿está mal querer ayudarte en estas condiciones?

—¿Pero que condiciones? ¿Estás idiota?

—Bien me cansé, si.quieres dormir aquí en el piso, en la oscuridad de los pasillos, todo bien, que las cucarachas velen tu sueño—se levantó, ya que estaba en cuclillas frente a mi y comenzó a caminar.

Quedé pensativa mientras le veía alejarse con confianza por el pasillo, la verdad el tenía razón, este no era un lugar ni agradable ni cómodo para pasar la noche, y las cucarachas no eran mi insecto favorito, además de que mis pesadillas no ayudaban del todo. Volví a mirarlo, su mano derecha estaba alzada con sus tres dedos de en medio en una cuenta regresiva.

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—¡Eh James! ¡Tú ganas, iré a tu habitación!

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