Capítulo Siete
Capítulo Siete – Hambre
Que no cuente mis problemas,
no significa que no los tenga.
—¡Jules! ¡Jules! —agitaba y llamaba con desespero.
—Joder ¿que quieres?—pregunté dormitando.
—¡Llegaremos tarde a nuestras primeras clases!—exclamó.
—Pero, ¿que mierda James?, siempre me levanto a la hora exacta, vuelve a dormir—le regañé aún con los ojos cerrados.
—Jules, son las siete con cuarenta y cinco.
—¿Lo ves? ¿Qué es tan alarmante como... ¡¿Qué?!—me senté de una en la cama mirando el reloj de pared que colgaba encima de la puerta del baño, el cual daba una hora que coincidía con la dicha por James—¡Mierda James!—me levanté totalmente alarmada, faltaban quince minutos para nuestra primera clase—¡¿Por qué no me levantaste antes?!—reproché cogiendo lo primero que vi para entrar al baño.
—¡¿No ves que también me acabo de despertar?!—refutó en el mismo tono.
—¡¿Pero como mierda te despertabas a tiempo antes?!—continué discutiendole ya dentro de la ducha.
—¡Pues con una alarma genia!—respondió obvio—¡Deje de ponerla desde que llegaste, siempre eres quien me despierta!
—Joder—maldije secándome para enrollar la toalla alrededor de mi cuerpo.
—¡Apurate! ¡¿Quieres?!—dijo impaciente.
—¡Eso intento!—respondí poniedo pasta en el cepillo de dientes para comenzar a cepillarme.
—No escucho la ducha, si ya terminaste por favor sal, yo también necesito bañarme—percibí que hablo cerca de la puerta.
—¡¿Acaso estas loco?!—dije después de escupir— ¡Aún no me visto!
—¡¿Estas desnuda?!
—¡No!—contesté con rapidez—En toalla—aclaré más calmada.
—Entonces puedo entrar...—habló seguro.
—¡No!—dije casi en un grito—Joder no le puse el seguro por el apuro—maldije en voz alta y por otra parte dándole paso a James para que entrara, quien quedó justo frente a mi.
—No le veo lo malo—aseguró como si nada mientras quitaba su camisa de pijama.
Suspiré frustrada — James, se que yo soy la agregada en este lugar, pero hablé contigo y pregunté si molestaba en tu privacidad, dijiste que no, y todo fluyó bastante bien hasta ahora. El otro día me dejaste pasar aún estando en toallas, pero lo dejé pasar, no habíamos hablado al respecto, ¿pero esto? ¿Qué es lo que planeas?
Él se tornó arrepentido, sus ojos verdes se entristecieron en culpa —Lo siento, tienes razón, no volverá a pasar.—esta vez me miró intensamente haciéndome poner nerviosa.—Pero...—tomó mi brazo izquierdo y me acercó a él, por esos segundos respiramos el mismo aire.—No te vayas.—susurró y yo tragué con dificultad por su repentina cercanía.
El encontrarme solo con una toalla cubriendo mi cuerpo y a él tan cerca se tornó tenso.
—Déjame salir James.—intenté hablar autoritaria pero la voz me salió en un hilo entrecortado.
Aún quieta en mi lugar vi como acercó su rostro a mi cuello y respiró profundamente allí, oliendo mi cabello recogido en un cebolla desordenada, mechones de cabello sobresalían de esta, por mi frente y cuello —Perdón...—habló en la misma posición, cerca de mi oído, para después soltarme.— Vete.
Y no dudé un segundo, cogí mi ropa y salí con rapidez del baño cerrando la puerta detrás de mi para soltar un largo suspiro, mi corazón martillaba con fuerza dentro de mi pecho, mi respiración era inconstante ¿que había sido eso? ¿Acaso él... siente algo por mi?
No, no tenía sentido, nos conocíamos de pocos días, eso no podía suceder, ¿o sí? Quizás crea que sigo siendo la misma alocada de antes y tiene otras intenciones...
Pero, no, él no parecía ser de ese tipo ¿entonces qué? Mierda, todo era muy confuso, me dediqué a cambiarme y recoger los libros, ya nos había cogido demasiado tarde. Casi terminando de alistarme cuando él salió del baño totalmente listo, no cruzamos palabra y solo nos dedicamos a caminar en silencio.
—Te pido disculpas nuevamente.—habló en mitad del camino.
—¿Qué?
—Qué lo siento por lo de hace un rato, no quise parecer un... bueno, ya sabes, no quiero que pienses mal de mi.—respondió mirando al suelo, un tanto apenado.
—Ya pasó James, no te preocupes.—contesté para que se sintiera mejor.
Dio un largo suspiro y me miró—No.
—¿Qué?—repetí sin entender.
—Que yo... Yo creo que...
—¡Hey!—fue interrumpido por Elena, quien venía corriendo con un tono alarmado hacia nosotros.—¡¿Qué hacen parados como idiotas en medio del pasillo?!—regañó con disgusto ya frente a nosotros.—Van tradísimo—continuó.
—Lo sabemos Elena.—respondí calmada.
—¿Lo saben? ¡¿Lo saben?!—No se si percataron, pero Elena era una dramática.—¡La profesora está rabiando! ¡Sólo faltan ustedes para comenzar el examen!
Bien, recordado esto, Jerry y yo nos pusimos las pilas, se me había olvidado por completo el examen, ni siquiera estudié como podrán suponer, pero bueno, tengamos esperanza.
Después de un buen regaño de parte de la profesora y miradas retorcidas por parte de nuestros compañeros por regresar, retomé mi paz y me concentré en el examen.
Las notas fueron dadas al instante y recuperé mi dignidad siendo nuevamente la mejor calificación, se que a de ser raro para ti que alguien con un pasado como el mío haya mantenido un buen rendimiento académico, eso tiene un muy buena respuesta, fue algo que le prometí a alguien importante, y lo he cumplido siempre.
#
—¡Felicidades amiga!—exclamó Elena dando un gran salto para apretarme en un abrazo.
—Ay Elena, no exageres—respondí entre risas.
—¡En serio! ¿Cómo le haces? O bueno, rectifiquemos, ¿como le hacías para atender tan bien tu vida sexual y a la vez equilibrarlo increíblemente con tus estudios?
—¡Elena!—la reprendí aún riendo.—Es un don—respondí en broma y volvimos a reír.
—¿Siempre son así?—preguntó James mirándonos con cierta gracia.
—Antes las las tres lo eramos—respondió Aayla llegando a nuestro lugar—En las clases la estudiantes modelo y en las noches de fiesta una bomba de descontrol, Jules siempre resaltó en cualquiera de las dos pero nunca tuvimos envidia, en cualquier logro, sea de materias o de nuestra vida sexual nos felicitabamos de esta forma, ahora parece que todo sucedió hace mucho tiempo, pero la realidad es que acabó apenas hace dos meses, Jules cambió, y por ende nuestra relación también.—culminó de explicar—Extraño esa Jules.
—Sus razones tendrá Aayla—le respondió James—Estoy seguro de que si le hubieras dado su tiempo y te hubieras comportado de forma comprensiva ella se hubiese abierto para ti.
—Te doy toda la razón James—apoyó Elena.
—¡Al fin, al fin!—exclamó este de forma repentina.—¡Me llamaste por mi nombre!—la tomó por los hombros mientras saltaba de emoción.
—A veces luces muy gay enano—respondió ella.
James se calmó y volvió a poner una cara seria, algo decepcionado, reímos ante sus repentinos cambios de humor mientras caminábamos hacia el comedor, yo solo las acompañé hasta cierto punto, me desvié hacia la dirección, las clases hoy eran hasta el mediodía por ser sábado así que podía tomarme mi tiempo, pensaba hablar con la señorita Anderson respecto a mi habitación personal, no me molestaba James, y a pesar de que lo perdoné respecto a lo ocurrido, él es un chico, debe tener la privacidad que necesita y más si está en todo su derecho, lo mejor será que hablé con la directora.
Toqué la puerta y me abrió la secretaria, la saludé con respeto, ella hizo una llamada, seguramente a la directora y me indicó que podía pasar, asentí con una pequeña reverencia y entré.
—Buenas tardes Señorita Anderson.
—Buenas tardes estudiante.—asintió observandome—Puede tomar asiento—señaló una de las sillas frente a ella, y me senté.—¿Que desea?
—Verá...—carraspee un poco mi garganta—Tuve... algunos problemas personales en mi actual residencia y me gustaría saber si usted podía cambiarme a una habitación personal.
—¿Que tipo de problemas?—interrogó, yo no respondí, realmente no sabía que decirle. Ella suspiró y se levantó, buscó en algunos estantes y habló.—¿Jules Parking no?—me miró y afirmé, ella prosiguio cogiendo un folleto y volvió a su lugar.—Elena Smith y Aayla Jenner—observó el papel con detenimiento—Tengo entendido que son amigas desde hace tiempo, es más, puedo recordar incluso que ustedes vinieron a mi el primer curso para que las pusiera en la misma residencia a pesar de ser de diferentes facultades, no entiendo que problema puede haber ahora.—cerró el folleto y se inclinó hacia mi entrelazando sus manos sobre la mesa, expectante a alguna palabra de mi parte.
Suspiré —Sí, usted está en lo cierto, pero pasaron cosas personales, como le aclaré al principio, que no me hacen sentir cómoda, por eso pido de favor que usted me cambie.
—Señorita Parking, debo admitir que siento pena por usted tras saber lo ocurrido con su familia, pero eso no va hacer que siempre haga lo que usted pida, sigue siendo una alumna como cualquier otra y creo que debe entender eso.
Reí sarcástica, no podía creerlo —¿Habla en serio?—pregunté esperando que se disculpara o algo parecido, pero nada pasó—Mire Señora Anderson—Sí, señora, porque ella ya no era una jovencita como para que siempre la estuviesen llamando Señorita, si ella no me respetó, pues yo tampoco—No vine aquí con ese objetivo, y si usted tiene tan poco tacto como para pensar que uso algo tan sensible para mis propias comodidades no creo que merezca el puesto que lleva en esta institución, lo que acaba de insinuar no tiene nombre si quiera, pero no se preocupe, ya puedo ver quien es en realidad, y no espere respeto de mi parte, recoja lo que siembra—me levanté con brusquedad y me dirigí a la puerta, pero ella me detuvo.
—Señorita Jules...
—No,—la interrumpí—No le contaré a nadie de su poca moral, no soy como usted—zanjé para retirarme a pasos rápidos del lugar.
No podía creerlo, la verdad es que no, no lo esperaba de ella, y menos después de su comportamiento repentino del otro día, sin duda había algo detrás de aquella amabilidad.
Y para terminar de hacer mi día peor, tenía hambre, y el vino que tenía ya se me había acabado, tampoco podía salir a comprar, nos habían dado la tarde libre pero para auto estudio, así que no dejaban que nadie saliera hasta las ocho, y cabe aclarar, que traía las bebidas a escondidas, eso no era permitido.
Rendida solo vi una ayuda que no terminara de corromper mi orgullo ya que Steve no se había preocupado por su creación en todo el día: Amber.
La llamé un par de veces hasta que colgó, un tanto confundida decidí volver a llamar pero me llegó un mensaje.
Jules, no puedo hablar ahora, pero dime que necesitas.
Perdona que te haya interrumpido, pero tengo un problema, tengo mucha hambre, no tengo vino, no se que hacer.
¿Y tu novio?
¿Pero de que novio hablas Amber?
Ya para con eso, estoy hablando en serio.
Yo también lo hago, no tienes escapatoria, ve a buscarlo.
No puedo Amber, pareceré demasiado necesitada.
¡Lo estás!
Bien, pero ¿que le digo?
Y, no lo sé Jules, ya sabrás tú que decirle. No puedo ayudarte en estos momentos, de verdad, estoy quedando fatal con mi promesa de ayer, pero es una urgencia.
Está bien, no te preocupes, ya veré que hago. Cuídate ¿bien?
Sí, tú también.
Y con eso se desconectó, solté un suspiro y cerré mi teléfono. Resignada me dirigí a la residencia de Steve, rogando porque al menos estuviese solo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top