Capítulo Ocho

Capítulo Ocho – Te Necesito.

Atención.
Este capítulo tiene contenido sexual explícito, si no te gustan este tipo de narraciones no estás obligado a leerlas, si pasas de ella no te pierdes de ningún detalle de la trama de la historia. Con esto aclarado si decides leerlo aún así no me hago cargo de las consecuencias.
 

Las malas lenguas hablan,
las buenas dejan las piernas temblando.

De forma repentina me sentí débil, mi mano comenzó a temblar mientras sostenía la manilla de la puerta, y no ciertamente de nervios, estaba comenzando a sentirme mal de manera extrema, desde que empezó el nuevo año no consigo soportar mucho, sentía que me desmayaría en cualquier momento.

La puerta se abrió de forma repentina, haciendo que cayera tendida en lo brazos de quien suponía que era Steve.

—¡Jules!—exclamó en una liga de sorpresa y preocupación mientras me sostenía.—¿Que pasa?—me llevó en brazos para recostarme en la cama aún en sus brazos.

Quise hablar, pero increíblemente no me salían las palabras, no entendía por qué con exactitud, pero lo que estaba claro era que pronto quedaría inconsciente si no comía algo.

—Jules dime.

—Te...ngo~

—¡¿Qué tienes Jules?! ¡Joder!—preguntó ya exasperado.

—Ham...—Dios, esta sensación de no poder hablar me estaba matando.

—¿Hambre? ¡¿Tienes hambre?!—asentí a duras penas—¡Mierda! ¡Haberlo dicho antes!—en otro momento eso habría sonado estúpido, pero esto ya se tornaba lo suficientemente serio.

Entonces, sentí el toque suave de sus labios, se me hacía difícil corresponderle pero aún así hice el intento de al menos mover mis labios. Me concentré en la nueva sensación, todos los besos que había tenido con Steve habían sido bruscos, desenfrenados, este en cambio, era tierno, con una necesidad diferente, suave, se podría decir que incluso significativo.

Mordió mi labio inferior, al punto de herirlo y hacer que saliese sangre de el, la trague y saboree, y me sentí con un poco más de fuerza, el solo sentir el líquido en mi boca hizo que mis instintos despertaran, así que ahora, sí estaba besandolo, con un poco más de lujuria, él me correspondió de la misma forma mientras me recostaba completamente sobre la cama para colocarse sobre mi sin aplastarme, poniendo sus manos en mi cintura, y yo coloqué las mías en su cuello para continuar profundizando el beso.

Estuvimos un rato en esa posición, sin darnos tiempo de ni siquiera respirar, ya yo estaba lo suficientemente caliente así que me atreví a comenzar a desabotonar su camisa.

—¿Que haces?—se separó repentinamente, a lo que quedé notablemente confundida, él se dedicó a reír de lado para volver a mirarme.—¿Volvió la Jules atrevida?—habló en su cínico tono de mierda, y fue la gota que rebozó el vaso.

Chasquee la lengua en disgusto y lo empujé para levantarme de la cama decidida a salir de allí, aún no me sentía totalmente bien, esas pequeñas gotas de sangre no me habían llegado a ningún lugar, pero no me quedaría aquí a soportarle.

Continué mi camino hacia la puerta, hasta que él me detuvo, sosteniendome de la cintura en un fuerte agarre.

—Me estaba encantando.—habló en mi oído, su voz ronca siempre fue algo muy característico de él, pero que me hablara así, justo allí, no sabría explicarlo.—No te vayas Jules...—rogó apartando algunos mechones de cabello de mi cuello para dar un beso mojado allí, erizando mi piel.—Te extraño, se que te dije que, aquella fue la peor noche de mi vida, pero lo único malo fue el convertirte, estar contigo me encantó.—di un largo suspiro, él definitivamente era otro bipolar.

Y sí, la Jules cuerda se habría ido por su orgullo, pero la Jules que estaba allí siempre se mostraba igual ante él, siempre terminaba obedeciendole, era mi gusto culpable.

Así que la Jules con bragas mojadas y casi al borde de la inconsciencia dejó que todo sucediera.

Giré mi rostro para ver el suyo aún en la misma posición, él me brindó una sonrisa, pero no ladina, no sarcástica, no con burla, una sonrisa sincera, que nuca esperé ver en él. Le besé la mejilla sin pensarlo dos veces, se veía demasiado tierno, no fue algo que pude controlar, lo que provocó otra sonrisa de su parte. Entonces me giró completamente para quedar frente a frente y tomar mis mejillas en una suave caricia acercándose a mi.

—Cuando estoy contigo me siento diferente, libre, confiado, que puedo ser yo mismo sin miedo a lo que puedan decir ¿por qué Jules? ¿Por qué con solo tu presencia me siento de esa forma?

Bien, la realidad era que no entendía nada, desde que llegó se había comportado como siempre, indiferente, autosuficiente, burlón, sarcástico, y ahora ¿se supone que está sacando su lado tierno? ¿O está hablando en serio? 

—Me gustas.—zanjó, y me besó sin darme tiempo tan siquiera de responder.

Me recostó en la pared y profundizó más el beso, volviéndolo  apasionado, proseguí quitándole la camisa color blanco que llevaba, era la camisa del uniforme, nuestra hermosa y preciada directora había puesto un día de uso de uniforme, uniforme mandado hacer por ella misma, uniforme que tanto para hombres como para mujeres era bastante sexy, así que eso solo alimentaba nuestras ganas.

Mis manos comenzaron a subir y bajar por su abdomen algo formado haciéndolo respirar de forma incostante, Dios, Steve estaba riquísimo, ahora recuerdo porqué me acosté con él en el pasado.

Él subió mi pierna derecha a la altura de su cintura y me atrajo más a su cuerpo, sentí toda su erección en mi feminidad ya mojada, gemí por lo bajo ante ese satisfactorio contacto, dos meses sin sexo, ¿acaso alguno puede imaginar como me sentía en este momento?

Prosiguió entonces a desabotonar mi blusa, también blanca, mirando fijamente cada parte que sobresalía con cada botón expulsado, mi corazón se me iba a salir del pecho, esto era una tortura. Tras haber terminado apartó mi cabello de la zona de mi cuello y no dudó en probarlo, su boca húmeda rozaba toda esa piel sensible, lamía, besaba, chupaba, todo tan desesperatemente lento.

Fue bajando con la misma lentitud por el camino medio de mis senos y dejó besos mojados sobre la piel descubierta de estos, me hizo girar para que quedara frente a la pared, y por ende, de espaldas a él, quitó la blusa de una vez, para comenzar a besar mis hombros, la parte trasera de mi cuello, bajando dando lamidas hasta el broche de mi sostén, lo desabrochó y sus manos recorrieron mis brazos mientras culminaba de quitarlo por los tirantes, lo vi caer al suelo.

Su mirada permaneció fija en mi, y noté que sonrió, en serio no se que pasaba con este chico pero me estaba volviendo loca.

Recogió la prenda del suelo y la colocó sobre su nariz, respirando con profundidad —Joder, incluso aquí hueles increíble.—maldijo para mirarme—¿Ya te dije que eres hermosa?

Mierda, de nuevo su voz ronca estaba haciendo que mis bragas se bajaran solas, no se por qué me ponía tanto. Me giré con fiereza y totalmente harta de la lentitud de sus acciones, lo tiré en la cama y me subí a horcajadas encima de él, comencé a moverme sobre su erección con rapidez, de delante, hacia atrás, era demasiado satisfactorio aquel roce, sus manos tomaron mi cintura y me guiaron a continuar mientras disfrutaba escuchando sus jadeos roncos.

Me acerqué a sus labios y los besé con necesidad, nuestros labios mojados encajaban a la perfección, su lengua y la mía jugueteaban con la misma fiereza, sin duda estábamos perdiendo el control, bajé por su mandíbula, su cuello, y su torso desnudo, besando y chupando cada parte de estos. Él se sentó en un movimiento repentino, provocando que nuestros rostros chocaran, sonrió con malicia esta vez y tomó la parte trasera de mi cuello para volver a besarme con la misma locura, y con su mano sobrante bajó hacia mis senos, comenzó a cogerlos con toda su palma, luego a manosearlos, y tomar mis pezones.

Su boca húmeda en movimientos bruscos sobre la mía, su lengua queriendo dominar la mía, y su mano pellizcando mis pezones me iban a llevar a la gloria allí mismo, sentía que el líquido en mi entrepierna ya estaba incluso resbalandose por mi muslo. Mis gemidos se hicieron presentes sin ningún tipo de vergüenza y quise darle placer a él también, quité el cinto y botón de su pantalón con desesperación y bajé el cierre dejando salir su erección de allí, metí la mano dentro de su bóxer y disfruté saber que no era la única gravemente afectada por este asunto, mi mano resbalaba con exquisitez por su miembro haciéndolo gemir como respuesta, todo era demasiado placentero, ¿hasta cuando sería esta tortura?

En una acción rápida, al parecer, escuchando mis plegarias internas, se dio la vuelta quedando encima de mi, es decir, tomando el control nuevamente, bajó mi falda y quitó su pantalones por completo, abrió mis piernas y comenzó a rozar su intimidad con la mía por encima de la tela.

—¡Steve!—exclamé en un jadeo—Acaba con esto ya por favor.

Ni siquiera me tomó en cuenta, volvió a mis senos y esta vez los tomó con su boca, dando lamidas placenteras, alrededor y en mis puntos sensibles, de verdad creo que voy a colapsar, bajó por mi estómago en un recorrido con su lengua y llegó a mi vientre, comenzó a jugar con mis bragas, con intenciones de quitarla con la boca, mandando cosquilleos por toda la zona, quitó la última prenda de una vez, y besó la zona, dejando un rastro hasta a el lugar, ese lugar, que debe encontrarse ya entumecido.

—Joder Jules, estás mojadísima—comentó observando el lugar con detenimiento.—Mierda, ya quiero follarte.

Dicho esto tomó mis piernas y su cara se introdujo por completo en mi feminidad, en el momento en el que sentí su lengua haciendo contacto allí casi me orgasmeo ahí mismo, ¡mierda! Se sentía explosivamente placentero.

—¡Mierda Steve!—maldije en un gemido.—¡No pares!—tomé su cabello en un puño y lo introduje aún más allí, en el lugar exacto, santo cielo, ya venía.

Pero no, Steve se detuvo, bajó su bóxer por completo, tirandolo en cualquier parte y se posicionó, por un momento creí que al fin iba a terminar con esto, pero no, comenzó a rozar de nuevo, esta vez piel con piel, y te juro que si no me vine antes, me vine ahora, no pude evitarlo, era demasiado.

—Ni te creas que esto acabó.—sacó un preservativo del bolsillo de su pantalón (no me pregunten por qué razón llevaba uno allí)  y se lo puso, entrando de una estocada en mi.

—¡Oh Steve! ¡Muevete!—ordené totalmente rendida.

Él se inclinó y se acercó a mi oído.—Promete que sólo te alimentaras conmigo.

—Lo prometo.—respondí en desesperación.

Y esa palabra fue lo que le puso fin a mi sufrimiento, sacó sus colmillos y me dio una fuerte mordida en la clavícula para comenzar a moverse rápido y bruscamente dentro de mi, si antes sentí que iba a explotar, esto no tenía ni siquiera una explicación, era fantástico, sentí mis ojos llenarse de sangre y eso era una señal, ya me había convertido, lo mordí también, sus penetraciones y nuestras mordidas eran algo de otro mundo, este era el mejor sexo de mi vida, estuvimos tanto tiempo disfrutando que ni siquiera supimos en que momento nos quedamos dormidos.         

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