Capítulo Cuatro

Capítulo Cuatro – Nuevo Mundo.

no me conoces, solo sabes
lo que yo quiero que sepas.

Por ese instante lo único que pude observar fue su rostro, y lo detallé con descaro, su cabello negro y desordenado caía sin cuidado por su frente y su ojos verdes esmeralda me miraban con algo de asombro, su boca estaba entreabierta y dejaba ver sus labios, ni tan finos ni tan gruesos, James era muy guapo a decir verdad.

Entonces él se alejó por tan repentina cercanía y se dedicó a mirarnos a Steve y a mi, como lo hacían Aayla y Elena, en modo:

¿Que vergas está pasando aquí?

—¿Que hacían ustedes dos encerrados en el baño? —preguntó amenazante Aayla.

Y me quedé en blanco, ¿que mierda podría inventar para algo así? Nos habían atrapado, todo se iría al caño, me quedaría sin amigas y...

—La estaba buscando, como ustedes —habló Steve—. La puerta del baño se quedó atascada y al parecer solo se abría desde afuera.

Aayla iba abrir la boca para protestar pero alguien más la interrumpió.

—Así que aquí están —habló con ese aire autoritario que la caracterizaba.

Todos nos miramos y quedamos en silencio ante su inesperada presencia, nos habíamos metido en un buen lío.

—¿Pueden acompañarme a la dirección por favor? —preguntó con cortesía pero aún así recta.

Nadie habló, ella comenzó a caminar y la seguimos hasta su lugar de trabajo, sí amigos, Thalía Anderson, nuestra directora, nos había atrapado.

—Bien, ¿algo en su defensa? —habló ya sentada en su escritorio bien acomodado, libros y folletos apilados en una esquina, un reloj y un pequeño calendario en otra, porta lápices y si mi vista no me falla diría que tenía nuestros expedientes frente a ella.

Aayla, Elena y yo estábamos sentadas frente a ella y James y Steve, parados detrás de nosotras.

—Señorita Anderson, nunca fue nuestra intención perder nuestros turnos de clase —hablé yo con un tono arrepentido genuino.

—Lo sé señorita Parking, no esperaba esto de usted, su expediente es impecable, así que espero una buena explicación para esto —respondió, claramente esperando respuestas.

—Jules fue al baño —comenzó Elena—, y se tradó más de lo habitual, así que James, Aayla y yo decidimos buscarla por si le había ocurrido algo malo.

—Yo también fui a buscarla —intervino Steve—. Y la encontré, había quedado encerrada en el baño y al parecer este solo se abre por fuera, sin saberlo cerré la puerta, y nos quedamos los dos dentro.

—Entonces ya eran dos para buscar y perdimos la noción del tiempo, disculpenos Señorita Anderson, fue un accidente, no volverá a pasar —habló James.

Aayla ni siquiera se inmutó, fue como si ella también quisiera entender esta absurda historia que nos habíamos inventado los tres sin planearlo si quiera.

—Espero que no Gueller —le respondió a James—. Eres nuevo aquí y este no es un buen comienzo, lo mismo para ti Kim —miró a Steve.

Así que ese era su apellido, eso explicaba muchas cosas, Steve tenía una belleza asiática que lo hacía parecer perfecto.

Él no dijo nada, ni James tampoco, así que solo esperamos lo que fuera que nos haría la directora por nuestra irresponsabilidad, pero me llevé otra sorpresa.

—Informaré a los estudiantes sobre el incidente del baño, no será usado hasta que la cerradura sea cambiada, se los dejaré pasar, es la primera vez que les sucede a los cinco, así que no seré tan dura —nos miró con sutileza mientras se acomodaba en su silla—. Así que ahora vayan a recuperar las materias que les faltan por favor, pueden irse.

Agradecimos y salimos de la dirección, yo estuve dándole vueltas al asunto, ella se tragó ese cuento barato, y tenía muchos fallos, fácilmente yo o Steve pudimos llamar y avisar con antelación y nada de esto hubiera sucedido, algo no encajaba del todo en su inesperada actuación.

—Vaya, que bien, gracias a ustedes casi suspendemos el mes —protestó sarcásticamente James.

—Nadie pidió tu ayuda enano —refutó Elena.

Suspiré pesadamente —. No discutan y hagamos las cosas bien ahora —finalicé y cada uno fue a su respectiva clase.

Yo fui a Biología, si se lo preguntan, estoy estudiando Medicina Legal, y Elena Medicina solamente, pero igual, compartíamos esa materia, así que tuve que evitar sus preguntas respecto a lo que realmente pasó todo el rato.

#

—Jules... —casi lloraba mientras lo decía.

—Elena ya te dije que no volveré con ustedes, no hablé con la directora sobre ello porque no era buen momento, me estaré quedando con James, ¿cuál es el problema?

—Te lo dije Elena, está claro, a ella le gusta Jerry —dijo Aayla y sonrió sin preocupación.

—Ya deja de decir estupideces —la regañé, en Steve se veía claramente el rostro de incomodidad mientras que a James parecía no importarle del todo—. No se que te pasa, pero lo que sí está bastante claro es que estoy prefiriendo dormir con él que contigo al lado —zanjé.

James jugó con una piedra imaginaria del suelo y habló —Me voy yendo, esto huele a pelea.

—Espera, me voy contigo —lo detuve y lo alcanzé para irme con él.

—¡Jules! —Steve me tomó del brazo abruptamente para que no siguiera.

—¡Suéltala Steve! —esta vez gritó Aayla—. ¡¿Qué crees que estás haciendo?! —colocó su mano en la muñeca de Steve, la cual sujetaba la mía, lo sé, estaba de telenovela.

—Vamos Aayla —interrumpió Elena, agarrandola del otro brazo para llevársela de allí, Aayla nos dedicó una última mirada y se fue.

James ni siquiera estaba por todo aquello.

—¿Que quieres Steve? —me solté bruscamente de su agarre repentino.

—¿Por que tan seria? —se acercó a pasos lentos hacia mi.

—Ve al punto ¿quieres? Tus juegos me tienen harta —zanje.

—Bien, si eso quieres —suspiró—. Dame tu teléfono —habló mientras metía la mano en el bolsillo delantero de su pantalón y sacaba su celular—. ¿Que esperas? —me lo extendió.

—¿Que se supone que estás haciendo? —pregunté con una confusión genuina.

—Necesitamos intercambiar números, por si requieres de mis servicios —culminó con un estúpido guiño.

Con mi paciencia ya agotada, le arrebaté el teléfono de las manos y en la misma acción le entregué el mío, añadí mi número, y volvimos a intercambiar.

—Si quieres que esto salga bien, deberías ser más cuidadoso y menos inoportuno Steve —di por terminada la conversación y me volteé para irme.

Caminé por los pasillos en total silencio hasta llegar a la puerta indicada, no quise ser inoportuna tratando de abrir, después de todo esta ni siquiera era mi habitación, así que me limité a tocar.

—¡James! ¡¿Puedo pasar?! —le grité.

—¡Sí, está sin seguro! —aclaró y giré la manilla, en efecto, estaba abierta.

Me adentré en la habitación y cerré la puerta, esta vez, poniéndole seguro, no sé como podía estar ahí con la puerta abierta para que alguien...

—¡James, Dios Santo! —me giré cubriéndome el rostro.

—¿Que pasa? —habló sin entender.

—Estás... Estás...

No terminé de hablar —¿En toalla? —culminó—. No es nada que no hayas visto antes.

Bueno es cierto, quizás había hecho un drama por gusto, él simplemente estaba con una toalla rodeando su torso, como él mismo dijo, nada del otro mundo.

Volví a girarme para enfrentarle y mis estúpidos ojos aliados de mis hormonas lo sabrosearon con la mirada, su cabello negro aún caía sin cuidado sobre su frente, es solo que ahora estaba mojado, una que otra gota le rodaba por el rostro, el cuello, el pecho pálido pero bien formado y...

—¿Jules? ¿Todo bien? —preguntó con cierta picardía, así que me centre de nuevo.

—Sí —afirmé con rápidez, sus ojos verdes me analizaban con detenimiento.

Después de unos minutos de silencio, en los que yo había estado tratando de no mirarlo rondando por "mi cama" él decidió hablar.

—¿Por cuánto tiempo te quedarás? —preguntó.

—No lo sé, hablaré con la Directora en estos días, tengo que esperar a que se le pase un poco el tema este de saltarnos las clases —expliqué.

—Entiendo —asintió con lentitud mientras con otra toalla secaba su cabello.

—Jerry —opté por llamarle—. Tú me birndaste ayuda ayer, no tengo derecho a quedarme aquí, así que si quieres yo...

—No —me interrumpió—. Puedes quedarte —culminó.

—Vale entonces... —dudé un poco—.  Eh... Voy a darme una ducha —cogí lo primero que vi y me encerré en el baño.

Solté una larga respiración, no sabía que estaba conteniendo todo ese aire, joder, James estaba muy bueno.

Dejé mis pensamientos hormonales a un lado y me desvestí para darme una ducha caliente y relajante, este día había sido demasiado loco.

#

Sentí que me estaban tocando el cuello, y había una respiración cerca de el, algo asustada me desperté de una y me encontré con unos ojos rojos que destellaban en la oscuridad, a solo centímetros de mi, me cubrí la boca ahogando un grito de terror, para después darme cuenta de que era el maldito de Steve.

—¡¿Que mierda estás haciendo?! —le reprendí en un susurro.

—Tengo hambre —fue su simple respuesta, en un tono bajo, ronco, perturbador.

—¿Podrías quitarte de encima? —pregunté enojada.

Refunfuñó —Está bien —se levantó y logré sentarme en la cama, él cerro los ojos y después de abrirlos estos ya habían vuelto a la normalidad—. Vístete —ordenó.

—¿Perdona? —pregunté incrédula—. ¿Como entraste aquí? —rebatí.

—Esta es mi habitación ¿recuerdas? —me mostró la llave colgando de su largo dedo índice, esta vez yo refunfuñé en silencio.

Habían pasado dos días ya de su aparición y ni siquiera lo había visto, pensé que había alucinado con su presencia pero no, él si estaba aquí, y ahora mismo, jodiendo mi existencia, ¿cómo pude olvidar que él es quien comparte cuarto con James?

—¿No vas a cambiarte? Estoy algo apurado.

—¿Y yo que tengo que ver? —refuté.

—Vamos a salir —aclaró.

—¿Qué? ¿Estás loco? ¿No te veo hace días y vienes a estas horas para salir?

—Sí, vamos a salir, también estoy loco ¿pensé que ya lo sabías? —hizo un guiño—. Y por último,  ¿a que hora crees que salen lo vampiros? —dijo obvio.

—¿Me estás diciendo que hay más vampiros en la ciudad?

—Sí Jules, hay vampiros por todo el mundo, ¡¿podrías dejar de hacer preguntas y cambiarte?! —interrogó en un regaño.

—Baja la voz estúpido, James está durmiendo —regañé yo esta vez.

—Como sea —volteó los ojos—. ¡Vístete ya!

—Entonces sal de la habitación.

—Ay Jules por favor, ya te he visto antes —aclaró con obviedad.

—No me recuerdes eso —me levanté y lo empujé fuera mientras escuchaba su estúpida risa burlona.

Me dirigí al baño y me di una ducha rápida, la más rápida de mi vida, decidí ponerme un jean negro ajustado, arriba un abrigo holgado rosa que me llegaba justo donde terminaba el jean, y como calzado unas vans negras con detalles en blanco. Me pasé la mano por mi cabello negro para tratar de acomodarlo un poco y lo dejé suelto, me coloqué un labial rosa pastel que hacía juego con el abrigo, rocee algo de perfume y me miré al espejo orgullosa a pesar de la oscuridad.

Me gustaba como era, nada demasiado voluptuoso pero tampoco tan pobre, solo era yo, y eso es lo que importa.

Vi a James, él seguía dormido profundamente, caía como piedra siempre, no me sorprendió en lo absoluto que no se hubiera despertado con los gritos de Steve, por un momento quise darle un beso en la mejilla, se veía demasiado tierno, pero no, alejé esos pensamientos de mi cabeza y me fui hacia la puerta en silencio, la abrí y salí cerrandola detrás de mi.

—Hasta que al fin —salté del susto en mi lugar.

—¡Imbécil! —lo maldije para luego dar un largo suspiro y dedicarme a mirarlo.

Por la oscuridad de la habitación no logré divisar bien como iba, pero la verdad es que era demasiado apuesto, cargaba unos jeans negros y una enguatada gris que le quedaba algo ancha y le llegaba casi a mitad de los muslos, unas botas y su pelo rubio echo un desorden.

—¿Que llevas puesto? —su voz ronca me sacó de mis pensamientos para observarle de brazos cruzados con una mirada crítica hacia mi.

—Ropa ¿no? —comenté obvia.

Bufó —Te quitas ese abrigo en este instante —ordenó.

—Ja —reí burlona—. No voy a quitarme nada, me gusta y tú, no eres nadie para odenarmelo.

—Mira Jules, soy bastante reconocido en el lugar al que vamos y no voy a llegar con una principiante a mi lado cargando un abrigo rosa bebé, si quieres dar una buena impresión el primer día ve a cambiarte el abrigo por uno más oscuro.

Bufé enojada — ¡Hey! —exclamé dispuesta a reclamar—. ¡Tú fuiste quien me convirtió en vam... —fui interrumpida por su enorme mano en mi boca.

—Calladita te ves más bonita Jules  —susurró cerca de mi rostro para luego soltarme—. Debes ser más cuidadosa a la hora de hablar, recuerda que debes guardar el secreto, si no el trabajo de años por nuestros antepasados se irá a la mierda ¿ok?

—Yo no tengo la culpa de tus errores Steve.

—Tienes razón, morderte fue el mayor error de mi vida.

—¿Ahora quien habla de más? —bufé.

—Y hiri quiin hibli dimis —me hizo una mueca—. Mejor ve a cambiarte de una vez —señaló la puerta detrás de mi.

—Infantil —culminé en un susurro antes de volver a entrar a la habitación.

Fui directo a mi mochila y busqué un abrigo con el mismo modelo del que llevaba, los diferenciaba el color, este era rojo vino, me lo coloqué y tuve que volver a pintarme los labios del mismo color.

Con bastante pereza salí de nuevo y lo miré con los ojos entornados.

—¿Contento? —pregunté sarcástica.

—Mucho —me brindó una sonrisa de boca cerrada y se acercó en un intento de besarme, pero lo detuve a tiempo.

—¡Aléjate! —exclamé poniendo mi dedo en su frente para alejarlo en una acción de asco—. ¿Nos podemos ir ya? —pregunté sin una gota de paciencia.

—Claro princesa.

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