Capítulo 4

Conversaba a menee con mi amiga Javiera, y ambas aún alucinadas con todo, mi mamá estaba igual que nosotras. Claudio me miró y me ofreció un trago, sin importarle que mi madre estuviera ahí y yo lo miré seria. Lo detesté más.

El problema con Claudio era que no era sincero, decía una cosa y a los momentos cambiaba de opinión. No demostraba ser quien era realmente y eso era lo que me tenía harta de él ¡No era para nada sincero!

—No quiero. Gracias...

Le respondí cortante y seguí continué charlando con mamá y Javiera y Claudio furioso, se levantó y fue a pedir un trago. Mi mamá lo observó.

Claudio se volteó y vio que nosotras estábamos muy distraídas, y rápido, sacó un pequeño sobre de su bolsillo.

No lo pude creer, y todos igual de anonadados, ellos actuaron como si nada y buscaron una mesa para sentarse.

Todos nos reímos y miramos alucinados a su mesa. Joey se levantó las gafas y nos saludó. Mi corazón volvió a brincar de emoción.

— Pero ¡¿Qué están haciendo ellos aquí?!

— ¡Esto es mágico! ¡Europe aquí, justo en el mismo pub, que estamos nosotros!

— De seguro vienen a relajarse un rato.

— ¡Qué gran casualidad! ¡Iré hasta su mesa! — dijo Priscilla y se levantó de la mesa.

— ¡No! ¡Espera, Priscilla!

— Pero ¿Por qué?

— No queremos espantarlos.

— Pattie tiene razón, dejémoslos descansar.

— La verdad, me muero por acercarme otra vez a ellos — exclamé.

— No Stephanie, o si no, ellos se irán — me dijo Javiera.

— Es verdad...

Muriéndome de ansiedad, me reí sola. No podía dejar de mirar a su mesa y todos se reían por mi pensamiento y traté de mantener la compostura; seguí conversando con Javiera y Claudio me miró con enfado.

Sentía arder mi cara; estaba a un borde de un ataque cardiaco y no podía dejar de sonreír. Javiera me abrazó y seguimos charlando.

De pronto, Joey me miró con disimulo.

— Amiga, Joey está mirando hacia acá.

— ¡Ay no! Ahora si me muero, Javiera.

— Cálmense y traten de actuar lo más natural — nos indicó mi mamá.

— ¡No podemos, mamá! — ella se largó a reír.

Reí, me ladeé un poco y miré a Joey con simulo; él me miró, me sonrió y bebió de su trago. Casi morí de dicha por ese pequeño contacto de ambos...

Volví a mirarlo y mis ojos brincaron de amor por él. Joey estaba tomando, John Norum se reía libremente e Ian le seguía el juego. Era increíble verlos así de lo más normal y no actuando en un escenario.

Joey lucía tan guapo, se había cambiado de ropa; se había puesto una camisa, pantalones negros y su infaltable chaqueta de cuero.

— ¡No lo soporto más! ¡Iré a su mesa! — exclamó Priscilla.

— ¡No espera, Priscilla!...

Ella no nos hizo caso y fue de todos a su mesa. Todos la miramos y a mí me invadieron. Pensé que me iba a desmallar de la impresión.

Priscilla los saludó, así con toda su personalidad y ellos le sonrieron. Ella se colocó al lado de John Norum, se tomaron una foto y nosotros nos miramos entre sí y no lo dudamos más y nos acercamos también a ellos.

Los saludamos, yo miré a Joey con nervios y él volvió a sonreírme...

Todos nos tomamos, una vez más, fotos con ellos; Joey se colocó sus gafas, yo le sonreí perdidamente y él me miró. Me puse a su lado y mi hermano nos tomó la foto.

No queríamos que ellos se fueran por nuestra interrupción, y conformándonos, nos despedimos y volvimos a nuestra mesa.

— ¡Aún no puedo creer que estén aquí!

— Yo tampoco.

— Bueno amigos, ahora actuemos de lo más normal, aunque por dentro nos estemos muriendo de emoción.

— ¡Sí!...

Algunos pidieron más trago y yo seguí con el que tenía; riéndonos, charlamos y seguimos de lo más normal y Europe se quedó ahí en su mesa, embriagándose algunos y otros disfrutando y descansando.

— ¡Amiga, no lo puedo creer, ahí están Joey y los demás! ¡Tú Joey!

— Así es, Javiera – lo miré con amor.

— ¿Estás segura de que no quieres otra cerveza?

— Si, tranquila. Sabes que no soy muy buena para tomar.

— De acuerdo. Yo iré por otra...

Mi hermano se había ido al baño, algunos habían vuelto al casino a jugar, puesto que ya habían conseguido lo que querían y los otros estaban dispersos por ahí por el pub, pero mi amiga Javiera y yo permanecimos en la mesa. Yo no quería por nada del mundo despegarme, no al menos esa noche, de Joey, aunque fuera a distancia y Javiera me acompañó.

De pronto, a mamá le sonó el celular y salió a contestar afuera, porque no quería que yo la escuchara...

Claudio me vio sola en la mesa y se me acercó...

— Stephanie ¿Quieres bailar está canción conmigo?

— No, gracias, Claudio. Además, yo no sé bailar... — Joey nos miró.

— ¡Oh vamos, Stephanie! ¿Por qué te comportas así conmigo? Sí tú me simpatizas mucho.

— Claudio en serio, no tengo ganas de bailar.

— ¿Es por qué él está aquí cierto?

— ¡¿Qué?! ¡¿De qué estás hablando?!

— No sigas fingiendo. Te voy a demostrar que puedo ser mejor que ese tipo.

— ¡Detente, Claudio! ¡ Solo estás haciendo el ridículo!

— ¡Tú ya lo has hecho bastante alucinando con ese tipo!

— ¿Sabes qué? No me importa ¿Y te digo otra cosa? Deja de molestarme, porque ya no te soporto.

— ¡No me soportas!

— ¡Así es! No te encuentro para nada sincero. Eres un mentiroso y es lo que más me molesta de ti.

— Ya verás niñita, ya verás...

Enfurecida, me urgí al pensar que Joey seguía ahí y lo miré. Él estaba conversando con los demás de lo más normal, y yo suspiré.

Esperé a mi mamá y a Javiera; él bebió de su trago y volvió a mirarme. Había visto toda la discusión con Claudio...

— ¿Todo bien, amiga? — preguntó Javiera.

— Dentro de lo que cabe sí.

— ¿Te hizo algo ese tonto?

— No, por suerte – Javiera miró a la mesa donde estaba Joey y sonrió.

— Aunque al parecer, de cierta manera, estás bien cuidada por aquel guapo sujeto, que está allá, y que sabes quién es, pero que yo no quiero decir su nombre — me morí de nervios, y temblando, lo miré con disimulo y Joey volvió a mirarme.

— ¡Ay no, Javiera! ¡Qué vergüenza! ¡Debe haber visto todo con Claudio!

— ¡Ya, amiga, cálmate, si no está mirando para acá! ¡Además, mejor que los haya visto, así te sientes segura por él!

— ¡¿De qué estás hablando, amiga?! ¡Si Joey está con sus amigos! ¡No está pendiente de mí! ¡No sabe que existo!

— Cálmate, amiga.

— ¡Qué vergüenza! Necesito tomarme un trago.

— ¡No! ¡Estás loca! ¡Tú misma dijiste que no tomas! ¡Así que no!

— Debo salir. No quiero que me vea.

— Bien, salgamos un momento...

Nos vio salir y sonrió intenso y bebió de su trago, mientras que sus demás compañeros insistían en reír y balbucear.

Claudio también nos vio salir y aún molesto por mi rechazo hacia él, vio mi bebida en la mesa. Se aseguró de que nadie lo viera, se acercó a nuestra mesa y sacó el pequeño sobre de su bolso; lo vació completo en mi bebida, y sonriendo, Joey lo observó con detención.

— Ahora no me rechazarás, niñita. Verás de lo que soy bueno...

Se alejó rápido de la mesa y actuó como si nada...

Vi a mamá discutir por su celular y me imaginé cual sería el motivo. Mi amiga me tocó el hombro y mi mamá se volteó y nos miró.

— Tú padre quiere que nos regresemos a casa, ahora.

— ¡Él no es mi padre! ¡Te lo he dicho miles de veces! ¡¿Por qué rayos no quieres entender?!

— ¡Stephanie, espera...!

Mi amiga me siguió, y yo solo deseé llorar, pero pensé que Joey aún se encontraba dentro del pub y recobré las fuerzas y me sentí lista para volver a entrar.

El novio de Javiera la llamó a su celular, así que entré sola...

Advirtió cuando yo entré y miró a Claudio y este irradiaba una sonrisa de maldad...

Los nervios me dominaban por completo, de modo que no quise voltear a su mesa; temía el encontrarme otra vez con su mirada y él me observó con detención.

Miró a Claudio, el que sonrió con más gozo, y yo ida, esperé a que volviera Javiera y sentí los acelerados latidos de mi corazón, por encontrarse Joey a unas mesas de mí; tomé el vaso y él se levantó rápidamente y sus amigos lo miraron extrañados.

— ¿Amigo, a dónde vas?

— Vengo en un momento...

— ¡Pero, Joey! ¡Joey! ¡¿A dónde vas?!...

A punto de beber de mi bebida, mis ojos y corazón quedaron perplejos y Joey me sonrió; casi caí desmayada en sus brazos, y nerviosa, solo tendí a volver a saludarlo con mi sonrisa de oreja a oreja.

— Hola.

— Hola — me miró.

No podía creerlo, ahora si estaba soñando. Era Joey quien estaba frente de mí y yo solo lo miré y actué como tonta, mientras que mi pobre corazón latió todo descontrolado.

— Ven, vamos a otro lugar.

— ¿Qué? – le pregunté y sonreí más nerviosa y él volvió a mirarme coqueto y vigoroso.

— Quiero invitarte a un trago – le sonreí aún más nerviosa, y amándolo, temí el alejarlo.

— Gracias, pero yo no tomo... — él ahora, nervioso, sonrió.

— Entonces, te invito a una bebida. Ven sígueme...

Tomó mi mano, me morí de nervios, y solo sonreí otra vez, más plena de lo que ya me sentía, e ida total, lo seguí; seguí feliz sus pasos y su enorme espalda y Joey me sacó de allí frente a Claudio, quien se enfureció al ver que había fallado en lo que deseaba.

No le importó que sus amigos lo hayan visto tomarme de la mano y llevarme con él. Yo me sentí inmensamente feliz.

<< Soy tan feliz. >>

<< Joey está tomando mi mano, mi Joey. >>

<< Ni en mis más sueños locos vi esto. >>

<< Me quiere invitar a un trago. >>

<< Ahora sí que no entiendo nada, pero no importa, soy muy feliz. >>

Vio un pub desocupado y sonrió y volteó a verme.

— ¿Te parece este?

— Si, es decir, creo que está bien.

— Bien, entremos aquí entonces...

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