Capítulo 3
Desperté justo en el peaje y me alarmé. Miré a mi hermano y a Javiera, quienes dormían plácidos. Ella sostenía con sumo cariño el calendario de ellos y yo advertí que había amanecido; miré la hora en mi celular y me alarmé otra vez.
Llegamos a Santiago, volvieron en mí las ansias, nervios y con la sonrisa de oreja a oreja, desperté a mi hermano y Javiera también despertó.
— ¡Llegamos! ¡Ya llegamos a Santiago!...
Los tres entusiasmados, nos bajamos del bus y caminamos más que rápido por los andenes de buses y la gente nos miró.
No importaba que aún fuera muy temprano, o que hiciera frio, nosotros solo queríamos llegar a nuestros hogares, descansar un poco y alistarnos para viajar hasta el Casino Monticello y ver una vez más a nuestros Europe.
Con una gran sonrisa, caminamos rápido hasta el metro. Yo tenía frío, pero la adrenalina y felicidad, que sentía, era mucho más fuerte. Me sentía como sí hubiera ingerido una droga, una droga muy estimulante.
No había dormido en toda la noche y me sentía completamente cargada, con todas las pilas puestas. La ansiedad, anhelos y dicha eran la mayor fuerza que me tenían aún en pie, junto con mi inmenso idilio y motivación por seguir adelante, por estar con mi querido Joey Tempest.
<< Se vendrá un gran y maravilloso tercer día. >>
Eso pensé en cuanto nos subimos eufóricos al vagón. Teníamos, los tres, fijos la misma meta.
Eran las ocho con diez minutos y ya no podía más del ansia; la gente en el vagón nos miraba, pero a mí no me importaba, nada me importaba más que verlo a él y estar al menos unos agradables momentos a su lado.
Llegamos por fin a la estación Vespucio Norte y corrimos a las escaleras mecánicas. Salimos lo más deprisa que pudimos y tomamos el bus a la intermodal...
Reímos casi a toda boca, nos bajamos del bus, y yo eufórica total, solo pensé en Joey y en que lo había visto a él y a Europe anoche allá en Viña y crucé la calle del paradero. Di salto por la calle y canté, toda feliz, una de sus canciones más recordadas "Superstitious". Podía despertar, quizás a los vecinos, pero no me importó; mi hermano me miró y rio.
Llegué casi a brincos a la casa; mamá nos esperaba, yo le sonreí de oreja a oreja y le conté todo con detalles. Ella me escuchó atenta y entusiasta y yo sonreía a cada momento cuando nombraba a Joey.
Me invadieron otra vez los nervios y corrí a darme una ducha, no sin antes, ver los matinales, en la tele, por sí mostraban a Europe en el festival. Busqué en todos los canales nacionales, anhelaba que mostrarán, al menos, un trozo de su increíble presentación.
El corazón me latía acelerado, pensé en él y recordé su perdura sonrisa y me metí rápido al baño para alistarme y ahora sí tener un encuentro con él.
Me miré una y otra vez en el espejo para ver como lucía para cuando lo viera y le pregunté a mamá. Ella me sonrió.
— Estás perfecta.
Miré una foto suya en mi pared y no pude evitar volver a sonreír con ilusión y sueños.
<< Esto va a ser inolvidable para mí, Joey. >>
Bajamos deprisa, los tres, de la estación "Baquedano" y yo corrí toda eufórica por las escaleras. Teníamos que reunirnos con los demás, a las once, en la plaza, porque de ahí nos llevarían en dos van hasta el Casino Monticello, que quedaba en Rancagua.
Llegó Claudio, y yo vi de pronto a mi amiga, Javiera y corrí a abrazarla. Ella tan feliz como yo, también me abrazó.
Faltaban pocos minutos para que fueran las once y no encontrábamos la van. Fuimos a una enorme plaza y ahí tampoco estaba, y yo nerviosa, trataba de calmarme, pero los nervios ya me tenían toda una histérica.
Mi amiga, Pattie me indicó la calle donde se encontraba la van y los cincos corrimos, según por el GPS de mi hermano, pero aún no podíamos encontrarla.
Caminé acelerada por un largo pasaje, y siendo esa la dirección, escuché a lo lejos a Pattie y la vi junto a las dos van, lo que me volvió loca; corrí y bajé, torpe, a la calle sin pensar en otra cosa que en verlo a él y pasó un auto y mi madre y Claudio me tomaron del brazo; reaccioné con la bocina del auto y mi corazón brincó de dicha y a la vez de susto. Podrían haberme atropellado.
Vi a Pattie junto a las dos van, y urgida, tuve que esperar para poder cruzar.
En la van, rumbo al Casino Monticello, mis anhelos estaban a flor de piel. Rememoraba una y otra vez su show en la Quinta Vergara.
Charlábamos con el conductor que Europe había sido lo mejor de la noche, de su presentación y del gran carisma de Joey. No dejaba de recordar en su inolvidable show en la dulce simpatía y empatía de Joey frente al público; me llené de sueños con él y miré por la ventana y empezó a sonar en la radio una nostálgica canción del fallecido cantante Tom Petty "Learning to Fly".
Esa canción era una de mis favoritas y me hizo recordar con más sentimientos cada detalle vivido con ellos y me provocó nostalgia.
— ¡Escuchen! ¡Esa canción es de Tom Petty!
Mencioné a los demás, pero ellos no me prestaron mucha atención y yo volví a mirar por la ventana y me dediqué a escuchar la canción, la que se convirtió en más especial para mí, porque la relacioné con mi travesía con Europe y Joey Tempest.
Vimos a unos pocos metros el Casino Monticello y supe que ya habíamos llegado.
Nos bajamos de la van, nos juntamos con los demás, que iban en la otra van y miramos el gran casino. Mis ilusiones y sueños con verlo se hicieron más fuertes.
Mi madre y hermano estaban igual de sorprendidos que todos corrió un fresco viento.
Pattie, les pagó a los encargados de las van y ellos nos desearon buena suerte y que la pasáramos súper bien, y luego se fueron, para regresar por nosotros a las cinco de la madrugada.
Entramos al casino y nos fijamos en cada detalle de este, el que nos pareció grande e increíble. Era sorprendentemente maravilloso y muy lujoso.
Vimos el anuncio de su recital frente a nosotros y nos acercamos a mirarlo...
Todos hicieron un grupo para ver lo de la fila cuando tuviéramos que ingresar y yo solo tenía algo en mente y Javiera y Claudio se acercaron a mí.
—¿Aún estarán allá en Viña?
— Por lo que vi en el Facebook, de uno de los del staff, Europe va a llegar aquí como a las una de la tarde.
— ¿Estás segura, amiga?
— Si amiga. De modo que ya deben venir viajando para acá.
— Entonces, vamos a esperarlos.
— Sí, pero no sabemos precisamente a donde van a llegar.
— No creo que lleguen aquí al casino precisamente.
— Es cierto.
— Yo sé cómo llegar al hotel Monticello. – mencionó Claudio y las dos lo miramos atentas — ¿Se acuerdan cuando les conté que vine a ver a otra banda el sábado pasado? Pues en la noche me fui a dar una vuelta por el hotel.
— ¿Y queda muy lejos de aquí?
— No mucho, solo hay que rodear el cerro.
— Pero aún no sabemos si Europe llegará justamente por allí.
— Es verdad, pueden llegar por cualquier otro lado.
— Amigos, yo no sé ustedes, pero yo iré a buscarlos. No me quedaré aquí esperando.
— Vamos todos.
No sabíamos porque lugar llegaría Europe; miré a los del grupo, que charlaban y Claudio nos dijo que fuéramos nosotros hasta el hotel, que él sabía cómo llegar.
Le avisamos a los demás, pero ellos no nos prestaron atención y salimos los cinco fuera del casino.
Vi pasar un bus a lo lejos...
<< Sí que nos encontramos lejos. >>
Pensé y sonreí con más entusiasmo. Tenía toda la fe del mundo que ahora sí mi sueño se volvería a realizar.
Corría un fresco y rodeamos el cerro...
— Tenemos que meternos por aquí – dijo Claudio.
— ¿Estás seguro?
— Si. Así lo hice ese día...
Llegamos a un lugar sin salida y yo entré a desesperarme...
— Creo que me equivoqué...
— Pero ¿Cómo? No dijiste que conocías el camino.
— Claro que lo sé, pero a lo mejor me confundí.
— Genial...
— Esperen. Hay una puerta ahí...
— ¿Podremos pasar por ahí?
— Vamos...
Llegamos a las partes de atrás del casino, y yo con mi corazón pegado al pecho, caminamos a prisa, teniendo, todos, la misma duda ¿Por dónde llegaría Europe?
De pronto, vimos a una joven ordenar unas cajas. Al parecer, estábamos en la bodega del casino y Javiera se le acercó y yo la seguí.
— ¡Hola! ¿Europe llegará por aquí? – la joven le sonrió y nos miró a los cinco.
— Mira la verdad no lo sé, pero por aquí te lo aseguro que no. Es la entrada de carga – Javiera le sonrió.
— Muchas gracias...
— Les digo que hay que ir hasta el hotel, muchachas – mencionó Claudio.
— ¿Y si no llegan por ahí? Quiero verlos.
— Mira, Steffi, allá hay un guardia, vamos a preguntarle – Claudio hizo un gesto de negación.
— No creo que él nos diga nada de Europe.
— No perdemos nada con preguntarle, vamos Javiera – él se rehusó.
Llenas de entusiasmo y nervios, por mi parte, nos acercamos a la caseta del guardia, en tanto Claudio continuó caminando con mi hermano.
— ¡Hola! – el guardia nos miró.
— ¿A quién o quiénes estaban buscando, jovencitas? – hablamos al unísono.
— A Europe.
— Si, queremos saber por dónde van a llegar, por favor – el guardia le sonrió a Javiera.
— Los famosos siempre llegan por el living del hotel. El hotel está arriba del cerro, deben rodearlo por este mismo camino y así llegaran allá – le sonreímos de oreja a oreja y mi felicidad fue inmensa.
— Muchas gracias, muchas, muchas gracias...
El guardia nos sonrió, nos guiñó el ojo, y yo le agradecí, y seguimos ahora más que entusiastas por el camino, que llevaba al hotel en el cerro.
Hacía mucho calor, faltaba el aire y mi hermano con Claudio nos llevaban la delantera; casi llevábamos la mitad del camino y nos faltaba poco para llegar arriba del cerro.
Me sentía exhausta, ya casi no podía más y viendo de pronto a lo lejos una van, blanca, mi hermano con Claudio comenzaron a correr. Rolando me hizo señas con la mano que me diera prisa y yo empecé a correr hasta no dar con mis pies.
Ellos dos se alejaron y yo corrí y corrí; casi me quedé sin aire, la mochila en mi espalda estaba muy pesada y vi a lo lejos que la van se había estacionado.
<<¡No, Joey! >>
<< ¡No voy a llegar! >>
Traté de correr más rápido pero mi respiración y pies ya no daban más.
<< ¡La van sigue muy lejos! >>
<< ¡Es como si no pudiera a llegar a ella! >>
Pensé desesperada y más me urgí. Solo pensaba en ellos y en mi amado Joey.
Llegué al fin y casi sin aliento, mi hermano y Claudio me sonrieron. Yo miré la van, pero y para suerte mía ellos no venían en ella. Eran los del staff de la banda (En eso, habían llegado mi mamá y Javiera a duras penas)
Miramos el hotel Monticello y mis ilusiones se reactivaron. Nos acercamos a la entrada y un guardia nos detuvo en seco...
— Les voy a pedir que se retiren. Ustedes no pueden estar aquí.
— Pero si no estamos haciendo nada malo, señor.
— No pueden estar aquí. Se los advierto, sí siguen aquí, se le prohibirá el ingreso al concierto...
Nos cerró la puerta en seco y nosotros no le tomamos atención a su estúpida amenaza y nos quedamos ahí, en el loving del hotel, a esperar pasivamente a que llegaran nuestros héroes.
Nos sentamos en la baranda, de cerámica, del loving y comenzó la espera...
Hacía dEmmasiado calor, entraba y salía gente del hotel y mis ansias y anhelos estaban al borde de un colapso. No podía pensar en otra cosa, que en ver a Joey.
De pronto, vimos llegar a la odiosa productora, la misma que no nos dejó verlos en el aeropuerto y ella nos miró.
— No. Aún falta mucho para que vean lo que quieren ver...
— Pero ¿Europe va a llegar por aquí? – preguntó mi amiga y ella nos sonrió.
— Si, falta poco...
Eso nos alegró y ella entró al hotel...
— Eso quiere decir que Europe va a llegar por aquí, amigos.
— Sí. Fue lo que nos dijo esa mujer.
— No fue nada pesada con nosotros ¿Se fijaron?
— Si, así fue.
— Ella debe actuar así por su trabajo – dijo mi mamá.
— Debe ser, pero y si no es verdad lo que nos dijo.
— No creo. Tenemos que averiguarlo...
Salieron los del staff y nosotras nos alarmamos.
— Ellos deben saber de Europe.
— ¿Y si nos acercamos y les preguntamos?
— Vayan, niñas – nos dijo mi mamá y nosotras nos miramos.
— Me da vergüenza.
— A mi igual...
— Hay que averiguarlo, Javiera, tú sabes más ingles que yo.
— Pero Steffi.
— Vamos, yo te acompaño...
Ambas nerviosas, nos acercamos a ellos. Los saludamos en inglés y ellos nos devolvieron el saludo.
—¿Europe is the hotel? – los del Staff sonrieron y nos dijeron que Joey y compañía estaban en la playa, allá en Viña del mar.
El corazón otra vez se me alborotó y el Staff entró al hotel, entonces, con más ganas continuamos esperándolos.
— Eso quiere decir que aún están allá en Viña.
— Es verdad.
— ¿A qué hora creen que se venga para acá, entonces?
— No lo sé, pero yo me quedaré aquí a esperarlos si o sí. No me importa que esté todo el día aquí, los veré. Tengo que verlos.
— Yo también me quedaré.
— Y yo...
— Amiga, hay que avisarles a las demás.
— Pero si ya les avisamos y ellas no quisieron venir.
— ¿Pero y sí Europe y ellas no están? No nos van a perdonarlo nunca.
— Lo sé, pero no va a ser nuestra culpa, Javiera. Nosotras les dijimos y ellas no nos quisieron oír.
— Lo sé, pero tenemos que avisarle igual que ellos llegaran por aquí – solté suspiro.
— Está bien, avisémosles...
Javiera comenzó a llamar a Pattie...
<< Estamos tan bien solo nosotros cinco. >>
<< Si llega más gente, ellos quizás no puedan compartir con todos, o peor, que los escolten por otra entrada. >>
Volví a urgirme.
Vi el lejano cielo y las banderas al viento y sonreí, soñando con Joey. Con su dulce sonrisa y sus mágicos ojos maduros.
Habíamos llegado a la una de la tarde al loving y ya eran más de las dos de la tarde y todavía no sucedía nada, pero nuestros ánimos no cesaban.
Riéndonos con Javiera, Claudio me miró y los dos elogiaron mi playera negra, la que tenía por supuesto el logo de uno de los discos de Europe. Había mandado a arreglarla con la modista; la achicó un poco (me quedaba enorme) y le sacó parte de sus hombros, para que lucieran descubiertos. Claudio tocó parte de mis mangas, lo que yo ignoré y solo sonreí. Javiera río.
De pronto, Staffan, el mánager, salió del hotel, ambas nos sobresaltamos y él nos vio y saludó. Lo saludamos y él me miró y me dijo algo que yo no pude entender y nos quedamos los tres callados, luego él se marchó.
— ¿Qué fue lo que me dijo?
— Amiga, no pude entender.
— Creo que te dijo algo respecto a que te vio anoche allá en la quinta Vergara, pues apuntó tu playera – dijo mi mamá.
— Si, eso debe haberme dicho – dije con entusiasmo y Javiera me sonrió...
Había pasado otra hora y todos miramos a Staffan y a la productora conversar tras los vidrios de aquel hotel y yo me tomé el relicario con su foto y pensé él. Solo quería verlo pronto y oír su voz.
Hacía más calor que cuando llegamos y aún no pasaba nada. Soltamos un suspiro con pesadez y cansancio, pero los ánimos seguían conectados en todos. Ese ánimo que por fin los veríamos.
Javiera volvió a llamar a Pattie y yo las vi acercarse rumbo al hotel, lo que no me agradó mucho.
Pasó otra hora y yo vi que el loving estaba invadido por todos los del fan club; miré a Javiera y las dos opinamos lo mismo...
— Esto no va a funcionar, amiga.
— Hay mucha gente, Europe no tendrá tiempo para todos.
— O peor, que los escolten por otra entrada.
— Ahí sí que me muero... no puedo no ver a Joey. No, nos puede pasar lo mismo que en el aeropuerto...
No corría nada de viento; volví a mirar las banderas en lo alto y vi a mi hermano, que se había sentado en el suelo a descansar. Estaba exhausto y yo lo imité y seguimos con nuestra larga espera.
El celular marcaba pocos minutos para las cinco de la tare y todos cansados, incluida yo, nos sentamos con Javiera y Claudio de nuevo en la baranda.
Yo no había comido, ni dormido nada, pero mis anhelos y euforia estaban más que conectados y a flor de piel. La ansiedad y nervios, que sentía en esos momentos era inmensa a todo. No podía pensar en otra cosa que no fuera en Joey...
Estábamos con mi amiga al punto de no dar más, y muertas de sueño, Pattie nos tomó una foto con Claudio al medio de las dos. Estábamos muy cansadas y esperando, ya no dábamos más, cuando vi de pronto acercarse rápidamente una van blanca. Supe de inmediato que Joey y los demás venían en ella y me puse rápido de pie y Javiera me imitó.
—¡Ya llegaron!
Grité a los cuatro vientos y todos alarmados, se prepararon y nosotras, ansiosas, nos acercamos a la van, fue ahí que más nervios y dicha sentí. Los esperamos anhelantes e Ian fue el primero en bajar.
—¡Hy, Ian! — le salude.
—¡Hy guys! — saludó Javiera y Claudio le estrechó la mano y le pasó sus discos, para que Ian se los firmará.
Bajó Mick, después John Leven y mi madre me pidió que le tomara una foto junto a él.
—Colócate ahí con Johh, mamá — le dije nerviosa y ella se puso a su lado, pero había otros fans junto a los dos.
Alterada, le tomé la foto y yo también quería una con John; lo saludé y abrasé. Él estaba mucho más simpático que en el aeropuerto y me abrasó y posó junto a mí con una sonrisa.
Mi hermano también quería una foto con él, y justo Pattie se colocó al otro lado de John, y yo les tomé la foto.
Sin dejar de sonreír, me volteé y mis ojos se iluminaron al ver a mi querido Joey Tempest junto a la van tomándose fotos, firmando discos y sonriendo como siempre lo hacía. Estaba vestido de sport, con un suéter azul, jeans, su gorra y las infaltables gafas de sol.
Me acerqué como imán a él y él me miró y mi corazón se paralizó de dicha.
— ¡Hy, Joey!
— ¡Hy! – me devolvió el saludo y yo le sonreí de oreja a oreja, mientras que mi corazón latía desesperado de felicidad.
Estaba otra vez con mi querido Joey, después de seis años, de la primera vez que lo conocí, y me sentía igual o más idiotizada que aquella vez.
Mi mamá por otro lado estaba asombrada con él. No podía creer que se trataba de Joey Tempest, el mismo Joey de quien yo siempre le había hablado y que era mi eterno amor imposible y cantante preferido. Le tocó el brazo y Joey le sonrió.
—Que lindo es, que lindo es — exclamó asombrada feliz y mi mamá y Joey sonrió apenado.
—Oh, thanks, Oh, thanks — le agradeció y yo morí al verlo en esa actitud.
Lo abrasé, mi mamá lo tomó del brazo y yo sin evitarlo, y por inercia, le acaricié su enorme espalda. Joey no se inquietó, al contrario, se dejó querer y todo risueño y coqueto, posó con nosotras y mi hermano nos fotografió con él; luego nos tomó otra foto más y yo no podía dejar de acariciar su enorme espalda. Estaba transpirado, pero no me importó, de hecho, fue lo que más me gustó y motivó a que lo siguiera acariciando. Él no puso objeción.
—Es tan lindo — volvió a decirle mamá y él le entendía perfectamente.
—Oh, thanks — volvió a agradecerle apenado y yo lo miré con destellos.
—Si, mamá. Joey es muy lindo — le dije a ella y él más se apenó.
—Oh, thanks — nos agradeció y yo lo encontré muy tierno.
Yo quería más fotos con él y lo tomé del brazo, lo aparté y Joey sonrió. Le dije a mi hermano que ahora quería una foto sola con él; Joey me miró, yo me apoyé en su hombro y lo abrasé muy feliz. Volví a acariciarle su transpirada espalda, Joey se inclinó junto a mí y los dos posamos para mi hermano y él nos fotografió. Fue una dulce y perfecta foto.
—Yo también quiero una – me dijo mi hermano y Joey sonrió otra vez.
Traté de decírselo a Joey en inglés, pero me puse nerviosa y se la dije mal y no acabé la frase. Joey rio y mi corazón estaba al borde un ataque cardiaco; el brazo temblándome, les tomé la foto a mi hermano con él.
Mi mamá y yo volvimos a su lado y él feliz volvió a posar al medio de ambas para otra foto.
Los demás también querían fotos con él, pero yo no quería aún alejarme de su lado, quería otra foto sola con él y le dije a mi hermano, pero Joey me dijo un sencillo y suave "No" y yo reí nerviosa.
Joey procedió a fotografiarse con mis amigas y yo lo seguí. A toda costa quería más fotos y él se fotografiaba con las demás. Yo lo observé unos momentos.
Si que era lindo y guapo. Miraba sus facciones y entre más lo miraba, más guapo y atractivo lo encontraba. No podía dejar de mirarlo, me tenía hipnotizada.
Logré llegar otra vez a su lado y volví a mirarlo así idiotizada y él solo sonrió.
Se había quedado solo, mis amigos solo estaban rodeándolo y Joey solo posaba en medio de todos; yo levanté mi cámara, él me sonrió, posó para mí y yo le tomé la foto.
Mi amiga Javiera se le acercó y yo también volví a acercármele. Lo abrasé y Joey sonrió. Nos fotografiaron a las dos con él y mi hermano aprovechó de tomarme unas tres fotos más.
Joey empezó a caminar; yo lo vi irse y él entró al hotel y yo lo seguí. El guardia, que estaba en la puerta, me miró serio y yo me apoyé del vidrio. Ahí estaba Joey; se había sacado las gafas de sol y se las puso en la cabeza. Por fin pude verlo sin ellos y lo contemplé embobada. Vi sus ojos claros y el corazón más se me aceleró.
Se veía tan guapo, y él serio, estaba conversando con Staffan. Yo amándolo más y más, me sentí tan feliz y realizada, que podría haberme quedado pegada tras el cristal solo viéndolo. Deseé que en algún momento volteará y me viera, pero eso nunca ocurrió.
Joey se marchó y me vino toda la emoción de haber vuelto a verlo y haber compartido esos preciosos momentos junto a él y mi mamá y amigas me consolaron. Yo emocionada solo pensaba y recordaba, una tras otra vez, que había vuelto a estar con mi querido Joey Tempest. Fueron cortos minutos que estuve a su lado, pero fueron los minutos más felices de mi vida.
Vimos la hora y todos corrimos de regreso al casino para el segundo show de nuestros Europe.
Abrieron por fin las puertas; había mucha audiencia, y nosotras emocionadas, corrimos al escenario.
Era mi primera vez que vería a Europe en cancha, me sentía tan emocionada y feliz, más luego de que había vuelto a estar con Joey. Ya no podía ser tanta la alegría que tenía. Mi sueño se había vuelto a realizar, pero este era mucho mejor que la vez anterior.
Toda alborotada y ansiosa corrí a todo lo que dieron mis piernas hasta el escenario, ya que quería tener la mejor vista para el show. Lo que más ansiaba en ese momento era poder quedar frente a su micrófono blanco. Estar en frente de Joey.
Advertí que ya se había llenado la primera fila, y urgida, busqué un cercano lugar, no, quería estar frente a Joey; vi el lejano micrófono y me abalancé a él y me tropecé con Emma Tempest.
<< No puede ser mi mala suerte. >>
Ella me miró con enfado.
—¡Cuidado! ¡Ten cuidado! — me dijo abrazando a su hija y yo las miré a ambas apenada.
—Lo siento, es que estoy muy emocionada — su hija me sonrió y ella me ignoró.
Javiera llegó a mi lado y mi mamá y hermano se colocaron detrás de las dos, mientras que Claudio se colocó junto a mí.
Ansiosos los cinco, esperamos a que el show diera comienzo.
Soñaba con volver a verlo, mi corazón estaba completamente idiotizado con el corto reencuentro que había tenido con Joey y esperé con ilusión a que pronto saliera al escenario. Lo vería muy cerca, cantando, cantándome a mí...
Se apagaron las luces, nos alarmamos de emoción y comenzó a sonar esa ya reconocida melodía de su último disco "Walking the Earth".
Ian se sentó en la batería, Mick en el piano, John Leven en el bajo, John Norum en la guitarra y, por último, él apareció entre la oscuridad. Pude reconocerlo y mi mamá también.
—¡Oh que es lindo! — exclamó con asombro y a mí me pareció divino su comentario.
Joey tomó su micrófono y comenzó a cantar.
Me sentí otra vez volar al verlo, ahora, cantar tan cerca de mí y todos aplaudiendo, él sonreía alagado y modesto. Hacía maniobras con el micrófono y yo lo miraba perdidamente.
Mi amiga lo grabó con su celular y yo lo seguía con la mirada. Joey se deleitaba con todo su público, cantaba todo entusiasmado.
No podía dejar de volar, su música y voz eran tan espectaculares y todos saltaban y alzaban sus manos. Yo era inexperta en la cancha y tendí a desesperarme un poco por todo el apretón de la gente y Javiera me sostuvo. Ella me ayudó a que a no me tiraran hacia atrás.
Era increíble estar en cancha y tan cerca de ellos, sin duda era una linda y mágica experiencia de la que nunca me iba a olvidar.
Coreando su canción, advertí que John Leven, el bajista, nos estaba viendo y yo me alarmé un poco. Quería que Joey me mirara, pero él estaba al otro extremo del escenario; lo seguí con la mirada, mientras que Emma cantaba y hacía todo el ridículo posible, peor que yo.
Joey se acercó junto a nosotras, yo temblé de dicha y él nos acercó el micrófono. Estiré el brazo para lograr tocarlo y Emma, desesperada, hizo lo mismo. Yo lo miré de pie a cabeza; el corazón y alma se me elevaron y encontré una vez más, que era el hombre más atractivo de todos. Había esperado tanto este y los demás momentos y por fin se estaban cumpliendo. No podía ser más feliz.
Joey saltaba y cantaba otra canción de rock y nosotras dos lo imitamos y nos pusimos a saltar; después nos abrazamos y Claudio se aprovechó y también me abrazó, me tomó por la cintura y yo detesté que lo hiciera. Mi pensamiento y mirada eran solo Joey y me desprendí bruscamente de sus manos e ignorándolo, volví a mirar a Joey.
Joey nos miró y volvió a acercársenos y nosotros gritamos con euforia; estiramos los brazos, esperando algo, pero Emma le extendió una gorra, como las que él solía usar y se la recibió y se la colocó a uno de los guardias. Esa fue una muy buena humada, de parte suya, pero no fue nada divertida para el guardia.
Estaba extasiada por su voz y encanto de hombre. Joey era todo un artista profesional en show, y risueño, corría y bailaba de un extremo a otro en el escenario, frente a su público, incluyéndome. Nos sentíamos abducidos por su talento.
John Leven volvió a mirarnos, y Emma aleteó con las manos, pero Joey no la tomó mucho en cuenta.
<< Mejor para mí. >>
Eso pensé con burla de ella.
Joey saltó con el micrófono y todos lo imitamos. Él sonrió, yo contemplé las facciones de su rostro y después tomó la guitarra; ya sabíamos la canción que cantaría, de modo que nos preparamos y él tocó la guitarra y cantó "Open you heart".
De pronto, algo sucedió, a Joey no se le escuchaba y todos comenzaron a pifiarlo porque no se le oía, y él tocando la guitarra y cantando, nosotras nos miramos y preocupamos. Tratamos de hacerlos callar, pero fue obvio, nadie nos tomó en cuenta.
Miré a Joey y él tratando de aparentar, siguió cantando, pero estaba muy nervioso.
No podía creer que algo así le sucediera, lo que me angustió y él no dejó de tocar.
— Pobre Joey.
— Esto no es justo...
Después de ese incomodo momento, el publico volvió a entusiasmarse con otra gran canción y volvieron a corear y a salar. Joey sonrió, no del todo cómodo, y continuó con el espectáculo.
Empezó a sonar "The final countdown" y supimos que el fin ya estaba cerca. Me rehusé a aquello; no quería que aún se fuera. Mi sueño no podía acabarse ahí, pero ya era momento de volver a la realidad.
Él publico esperaba, típico, a que tocara esa canción, que supuestamente era la más conocida, de ellos, como banda y todos saltamos como locos. Nosotras también saltamos y la cantamos a todo pulmón, pero era con otro sentimiento, un sentimiento de tristeza.
Acabada la canción, Joey, junto con los demás, comenzaron a despedirse y después yo los vi marcharse, ahí supe que ya había llegado el adiós.
Salimos del recinto y yo no perdía las esperanzas de que volvería a verlo. Reí por aquello y comentamos del show.
Nos juntamos con los demás del fan club y regresamos al casino...
Había mucha gente, faltaba poco para que fuera media noche, y todos prendidos, yo lo buscaba a él con la mirada, por si lograba verlo a él, y a la banda en sí, en uno de los pubs de aquel casino.
Nos dieron un cupón gratis para jugar en el casino y todos entramos y lo recorrimos. Después nos pusimos a apostar en uno de los juegos, el que por cierto yo perdí.
Nos fuimos a comer en uno de los tantos restoranes...
Yo me había desanimado un poco, pero no perdía las esperanzas, y en eso, Claudio se sentó a mi lado, me miró con intensidad, lo que me enfureció, por cierto. Su presencia ya me tenía más que harta. Mi mamá y hermano notaron mi cambio de humor, y yo molesta, Claudio no quería alejarse de nosotros por nada, me tenía más que colmada.
Salimos a buscar un pub, que estuviera abierto para tomarnos algo y Claudio se fue a mi lado. Javiera lo miró y nos detuvimos los tres.
— El show estuvo increíble.
— Si, fue lo mejor. Bueno, en viña también fueron los mejores.
— Si y Joey es tan lindo.
— Si me fascina. Te fijaste que John Leven nos miraba a cada rato.
— Si, amiga, nos miraba mucho. Fue genial.
— ¡Sí!
— Si yo fuera John Leven y ustedes mis novias, no las dejaría por nada... — dijo Claudio todo coqueto y nosotras lo miramos. Yo fruncí el ceño.
— ¿Y eso a qué vino?...
— Que alucinado eres — agregué a punto de estallar.
Javiera le resultó gracioso lo que le dije a Claudio y él me miró y se sintió avergonzado. Se quedó callado.
Aún faltaba mucho para que las dos vans nos fuera a buscar y se terminará todo ese bello sueño, y recorriendo todo el casino, a Claudio se le ocurrió que podríamos ir otra vez hasta el hotel, y yo casi no lo toleraba. Su comentario me irritó y mi mamá lo notó.
Me había entristecido, porque aún seguía soñando con que me encontraría con Joey en uno de los tantos pubs del casino, pero en el fondo sabía que eso no sucedería y solo recordé con ilusión y amor cada momento junto a su lado.
A esa hora estaban casi todos los pubs cerrados y vimos uno abierto y todos fuimos allá y nos servimos algo.
Tomando, conversábamos del show, de ellos, y todos reíamos. Mi mamá y hermano también estaban ahí, y todos coincidíamos en lo mismo, que Europe había dado un excelente recital, tanto allá en Viña, como en el Casino Monticello.
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