🦉La carta🦉

Una joven miraba por la ventana de una habitación, bastante descuidada, había más de una cama en el lugar, las paredes tenían un tapizado desgastado y caído.

La jovencita cepillaba su cabello mientras observaba el día lluvioso que había afuera.

-¡¡Es hora de la cena!!-

Ruby dejó su cepillo a un lado y intentó salir de su habitación para ir a comer.

Una señora mayor, vestida con el uniforme del lugar la detuvo.

-¿Que haces aquí Ruby?-

-Voy a comer.-

-No, no, tu estás castigada, no debiste haberle pegado ese puñetazo a Hugo-

-Lo sé, lo sé, es que estaba molestando a una niña pequeña-

-Lo siento cariño.. ya sé te traeré algo más tarde pero si te ven fuera, te van a castigar aún peor.-

Ruby regresó a su habitación con cierta alegría.

La mujer con la que acababa de hablar era ni más ni menos, la persona que la habia encontrado en primer lugar, era una mujer de 32 años llamada María.

Según María, ella había aparecido una noche en la puerta con una nota.

Una nota que Ruby conservaba hasta el día de hoy...

La había leído infinitas veces, en la nota ponía que algún día entendería algo, pero no sabía que se suponía que debía de entender, ni cuando lo haría.

Maria le había dicho que eran puras excusas, no había nada en especial en esa nota, solo unas personas con poca responsabilidad, o, poco dinero para criar correctamente una criatura.

Sin embargo, Ruby siempre pensó que había algo extraño en esa nota.

Cómo si hubiese un gran secreto escondido detrás de las palabras escritas con tinta...


-

¡PUM!-

Un estrépito se escuchó contra su ventana, Ruby se cayó del susto, cuando miró hacía la ventana, vio que había un animal repiqueteando la ventana, como queriendo entrar.

Era un búho.

...

Ruby abrió bien grandes los ojos con sorpresa.

-¿Que demonios hace aquí un pájaro?-

Ruby abrió la ventana, y el animal entró, dejó un papel sobre su mesita de luz y se marchó por donde había venido.

La jovencita, curiosa, tomó lo que parecía ser una carta, y le echó un vistazo al sobre.

Para la señorita Harper

Calle 2004,Charing Cross
Londres.
(La de la cama de arriba)

Ruby, intrigada, abrió la carta con curiosidad, ¿Cómo sabían que dormía en la cama de arriba?
En la carta se leía con una letra muy prolija:

Querida señorita Harper:
Nos complace informarle que usted posee una vacante en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
Por favor, obtenga los útiles y los equipos necesarios.
Las clases comienzan el 1 de septiembre.
Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.

Suya sinceramente:

Minerva McGonagall
Subdirectora.

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERIA

Director:Albus Dumbledore
Orden de Merlín,Primera clase, Gran hechicero, Jefe de Magos, Jefe Supremo, Confederación Internacional de Magia.

-Ja, esto debe ser una broma de mal gusto...-

Ruby intentaba buscarle una explicación razonable a esto, pensaba que era una broma de sus compañeros, ¿Pero como podrían ellos tener acceso a una lechuza? ¿Cómo podrían entrenarla para eso? Tenía muchas preguntas, y pocas respuestas,

Espera...¡Eso es!

Ruby corrió hasta su mesa de luz, abrió el gabinete y sacó un pedazo de papel.

Era aquella carta que traía cuando era una bebé y la encontraron.

Algo conecta... estoy segura...

Ruby sentía que aquella carta tenía las respuestas a todas sus preguntas, solo que debía encontrarlas.

¡¡Estaba tan emocionada!! De repente, todo parecía cobrar un mínimo sentido..

Tal vez... soy solo yo.. ¿Magia? ¿Colegio de Hechicería? Ja! Que idiota que soy...

Pero Ruby no era de esas personas que negaban las cosas. Por más que lo intentase, tenía una gran corazonada de que ambas cartas estaban conectadas de cierto modo.

>>Siempre confía en lo que te dice el corazón Ruby, pero sin dejar de hacerle caso al cerebro, créeme, las corazonadas me han salvado más de una vez...<<

Las palabras y los ojos grises de Julia resonaban en su cabeza.

Se levantó de su cama.

Sacó una mochila y empezó a meter ropa en ella.

Se abrigó lo más que pudo.

Bajo a la cocina sigilosamente, y entró cuando no había nadie cerca, tomó la cantidad más grande de comida que podía permitirse y la puso en su mochila, no quería dejar a todos muertos de hambre, así que obviamente no iba a llevarse todo.

Estaba harta de esa vida de pobreza.

Ella queria más.

Ella sentía que el mundo tenía más para ofrecerle.

Se iba ir.

Escribió una nota diciéndole a María que se iba a ir, que no se preocupara, ya que volvería, pero que por favor no le dijese a nadie de su ausencia.

Ella sabía que María sería la primera persona que vería la carta, ya que le había prometido traerle un poco de comida.

O al menos eso esperaba.

El día estaba lluvioso, Ruby se escondió bajo un tejado algo roto, estaba en una de esas calles que eran donde vivían los vagabundos.

Pasaban los coches, la gente con paraguas, que se dirigía hacía sus casas o hacía sus trabajos.

Hace ya varios días que había escapado del orfanato.

Tenía mucha hambre, pero había decidido no comer más de lo necesario, era demasiado orgullosa como para pedirle a alguien un poco de comida o dinero.

De repente observó algo verdaderamente extraño.

Un hombre grande y corpulento, entró a un bar cercano, era un señor con mucha barba y algo panzón, pero lo que más destacaba de él era su altura.
Ruby decidió seguirlo, a ver si lograba sacarle algo de valor.
No era un lugar muy grande al que el hombre había entrado, era más bien un lugar muy aburrido y con pocas personas. La mayoría ancianas.

Ruby vió al hombre cerca de la barra, hablando con el bartender, estaba distraído, era su oportunidad.
Estaba extendiendo la mano hacia uno de sus bolsillos, cuando una mano la agarró.

Ella miró hacía arriba asustada.

El hombre la había tomado de la mano y la miraba, al parecer, molesto.

-Eh- y-yo-
Pero a Ruby se le habían atragantado las palabras.

-¿Que tratabas de hacer niña? Yo que tu no metería las manos en mis bolsillos, no sabes que puede llegar a haber- Dijo el hombre mientras la soltaba, como si nada hubiera pasado.

-¿Que haces por aquí? ¿Estás sola?-

Ruby lo miró, dudando de si debía contarle el motivo de porque estaba allí.

-Y-yo, me, escape, de mí orfanato-

El hombre abrió los ojos bien grande.

-¿Y que ahora vives de los bolsillos que asaltas?-

-N-no, solo.. quería una mejor vida para mí.. sentia que no pertenecía allí..-

-¿Y resultó como esperabas..?-

-N-no..-

-Es que, alli..siento que nadie me comprende, no tengo amigos, soy una rarita, todos me evitan porque dicen que soy un amuleto de mala suerte...- Contó Ruby de manera triste.


Extrañamente, sentía que podría confiar en ese hombre, o tal vez después de guardarse durante tanto tiempo sus pensamientos al final salieron solos.

-¿Y porqué te decían así?- Preguntó con un extraño tono de voz el señor.

-Porque..bueno, no me va a creer-

-¿Y por qué no lo haría?-

-Es que.. es muy loco...-

-¡Jaja! Querida, yo estoy loco, vamos, dime-

-Bien... Cada vez que en enojo mucho.. o me siento muy triste, me suceden cosas extrañas...-

-¿Cómo que?- Preguntó extremadamente interesado el señor.

-Una vez, por ejemplo, un chico le dijo manipuladora a una amiga mía... Y, creo que hice que sus cordones se enredaran. Pero yo no lo había tocado, solo imaginé que debía ser muy satisfactorio que se cayera en ese momento y pues..,se cayó.-

El hombre la miraba asombrado.

-¡Ay, ve por eso no quería contar!-

-De casualidad no te habrá llegado una carta..? ¿De una lechuza..?-

En ese momento Ruby lo miró perpleja.

-¿Cómo sabe que-..?-

El hombre se levantó rapidamente de su silla.

Sabes que querida, ¡Vendrás conmigo!

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