1/2
Shion:
Sigo sin creer esto. ¿Solo nosotros sobrevivimos? Ya han pasado unos días desde que volvimos del inframundo, pero mi cerebro todavía no logra asimilar completamente lo que pasó. Todo fue muy rápido, iban cayendo uno tras otro...
Por ahora voy a dejar esos pensamientos, es mejor que empecemos a reparar el Santuario y el pueblo.
Me acerco a él, que esta viendo el Santuario desde la casa de Aries. Luego volteo a mirarlo, y, como siempre, mantiene su sonrisa que me da fuerzas para continuar. En ese momento un nuevo pensamiento llega a mi mente: ¿Y si él también moría y me quedaba yo solo? Miles de respuestas surgen, una peor y más deprimente que la otra.
Dohko es quien le pone alegría a todo. No puedo imaginarme una vida sin él. Ya el hecho de perder a mi maestro Hakurei y a mis compañeros es muy devastador, pero ¿Si además lo hubiera perdido a Dohko y me hubiera quedado completamente solo? No sé que hubiera pasado conmigo... Mis días ya no tendrían alegría.
Él es mi mejor amigo, es mi confidente, es como mi otra mitad. Él es todo lo que tengo ahora y lo que nunca pienso perder.
Dohko:
Si que tenemos realmente mucho que reparar. ¿Y si contamos el pueblo? Ja! Es muchísimo trabajo, no lo vamos a terminar rápido. Sí, sé que tengo que ir a Rozan, pero mientras nos recuperáramos puedo ayudar a Shion.
¿A quién engaño? Solo uso eso de excusa para estar con él más tiempo. Lo sé, lo sé. Acabamos de tener una Guerra Santa, tenemos que vigilar por posibles ataques, y debo irme. Pero quiero pasar el tiempo que queda con él.
(Narrador)
-Tantas cosas por hacer que no sé ni por dónde empezar - Exclamó riendo, a la vez que giraba para mirarlo. Pero ni bien puso la vista en su acompañante, su expresión cambió- Shion, ¿Qué pasa? ¿Por qué estás llorando?
Apenas en ese momento el Ariano se dio cuenta que unas pequeñas lágrimas habían caído de sus ojos debido a las trágicas escenas que creaba su mente.
-¿Qué? - Se apresuró a secar las pocas lágrimas que tenía -No es nada. No tiene importancia
-Claro que tiene importancia. Si para mi - Habló en un tono seguro
-No te preocupes, estoy bien. Tenemos que empezar, ésto no se reparará solo
Shion dio por terminada la charla, mientras que Dohko se quedó un rato mirándolo, en tanto arreglaban el lugar, puesto que esa respuesta no lo convenció.
Después de largas horas de trabajo y charla, llegó la noche y la reconstrucción se detuvo
- Oye Shion
-Dime
-Saldré a caminar un poco, vuelvo en un rato
-¿Te irás a Rozan verdad?- Dijo casi en un susurro con tono de tristeza y la mirada apagada
-No, aún no. No iré muy lejos, pero si tanto te preocupa que me aleje de ti, puedes venir conmigo - Habló en un tono coqueto y guiñándole un ojo como era costumbre.
-El ariano se sonrojó - (Creí que solo lo había pensado... ) N-No. Tengo algunas cosas que hacer
-Seguro que lo único que tienes por hacer es pensar en mi - Sonrió. Le gusta hacerlo sonrojar -
-¡Dohko! ¿Qué acaso no sabes todo lo que tenemos que hacer?
-Si, si, esta bien. Nos vemos en un rato - Se despidió con un gesto de su mano y se fuee
El Ariano se dirigió a la Sala del Patriarca para ducharse y preparar la comida. Cuando tuvo todo listo se sentó en una pequeña mesa y se dispuso a degustar su preparación... Aunque, siendo sinceros, Dohko cocina mejor
Unas horas habían pasado y Dohko no volvía. Él siempre fue relativamente puntual. Shion comenzó a preocuparse por lo que intentó hablarle mediante la telepatía. Al no recibir respuesta bajó hasta Aries, pero no lo encontró. Más preocupado aún, salió a buscarlo. ¿Sus pensamientos de la mañana se estarán cumpliendo? Eso era lo que más temía.
No sentía ningún cosmos encendido, tampoco una batalla y eso lo calmaba de cierta forma, pero no iba a tranquilizarse hasta saber dónde está.
Llegó al Coliseo y allí lo encontró sentado en un pilar caído. Lo miró desde la distancia y notó que estaba dormido. Soltó una pequeña risa y se sentó a su lado.
Al sentir una presencia, su inconsciente hizo que despertara.
-¿Shion?
-Tardaste mucho y...- Fue interrumpido
-¿Tanto me extrañaste que viniste a buscarme?- Dijo frotándose un ojo mientras se estiraba
El ariano ladeó su cabeza sorprendido por la respuesta
-Ya deberíamos volver, es hora de cenar algo - Si, acababa de comer, pero aún tenía hambre.
- ...
-¿Te pasa algo?
- Suspiró y tomó las manos del tibetano, a lo que este se sorprendió - Shion, siempre hemos estado juntos, apoyándonos en todo, aunque desobedeciéramos ordenes. Yo siempre valoré mucho tu compañía. Todos los momentos que pasé contigo fueron los mejores de mi vida. Al ir creciendo me di cuenta que nuestra amistad era hermosa y única. Pero la verdad es que hoy, después de todo lo que tuvimos que pasar, llegué a la conclusión de que un amigo vería en ti confianza, seguridad, amistad, amabilidad y cariño a tal grado que llegaría a considerarte un hermano, pero yo no veo eso. Yo en ti veo mi mundo entero
El ariano lo miró a los ojos con aún más asombro. Su mente no le permitía decir palabra alguna, y sus oídos no daban crédito a lo que escuchaban.
-Cuando estoy a tu lado, siento que no necesito nada mas que a ti para ser feliz. Porque, incluso después de esta guerra, si estoy contigo no puedo pedir nada más- Soltando su agarre de una de sus manos, lo tomó delicadamente de la mejilla y le dio un tierno y corto beso lleno de todo su amor- Eres mi vida entera y te amo más que a nada en este mundo.
El muviano se quedó helado, no podía creer lo que había escuchando. Creyó que escuchar esto nunca iba a ser posible.
Tras unos segundos, el ariano reaccionó. Lo que ocurría era real y él podía arruinarlo todo. Su reacción fue casi involuntaria: Sonrió con más felicidad de la que pudo haber imaginado tener, y se abalanzó sobre él abrazándolo.
El libriano lo envolvió entre sus brazos manteniendo una gran sonrisa y dejando un beso sobre su cabeza
Shion acercó su rostro hacia él, donde fue recibido con un beso.
-Te amo - Dijo acompañado de una leve risa
-Y yo a ti - Se sonrojó. Él no era así, pero ese "maldito chino" lo hacía actuar de manera diferente. Se acurrucó en su pecho, sintiendo por primera vez que su amor era correspondido, y cerró los ojos con gran alegría
Por su parte, el chino acariciaba el suave pelo de su, ahora, novio, con una felicidad que jamás se imaginó que iba a sentir. Aunque la guerra los tuvo tristes unos días, ahora tenían motivos para sonreír
Definitivamente era el mejor día de sus vidas. Estaban más unidos que nunca y seguirían estándolo eternamente
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top