Capítulo 16-Emma
-Blas, ¿qué pasa?
Noto que ambos están muy pálidos y tensos. ¿Qué les ha picado?
-La pregunta aquí es -traga saliva-: ¿qué hace él en tu habitación?
-Ha tenido mucha fiebre esta noche y la he estado cuidando.
Blas me pregunta con la mirada y yo asiento. De verdad, estoy rodeada de pervertidos. Al final, ambos sueltan el aire retenido y sonríen.
-¿Y a dónde ibas ahora? -pregunta a Álvaro.
-A traerle algo de comer. Ayer no cenó y tiene hambre.
-Bien. Pues ve. Quiero hablar con mi hermana.
Álvaro sale por la puerta, algo aliviado. Blas se sienta en la cama y me invita a imitarlo.
-Sea lo que sea que quieras decir, suéltalo ya. No estoy para reprimendas.
-¿Estás segura de que sabes lo que haces? Es tu ex, Emmy.
-¿Y? Que yo sepa, nunca me ha levantado la mano, ni me ha hecho daño. No entiendo por qué debería preocuparme de repente.
-Digan lo que digan, la amistad entre ex-novios nunca sale bien. Podréis llevaros mejor o peor, pero no podéis pretender volver a lo que erais antes de salir juntos.
-No lo pretendemos. Álvaro solo me ha cuidado, no hemos hecho un juramento de la amistad.
Blas va a replicarme, pero mi ex entra con una bolsa. Llena de bollos. Lo amo, y amo la comida.
Me la pasa sin decir palabra y empiezo con una napolitana. Estoy muerta de hambre. Mientras, veo como Blas le hace un gesto a Álvaro para que salga con él.
Yo me levanto y me pongo en la puerta. Terminando la napolitana, escucho su conversación:
-Ni se te ocurra hacerle daño, Gango.
-Nunca he pretendido hacerle daño. Sabes perfectamente que yo sigo queriéndola.
-Y también sé que mi hermana ha pasado un tiempo llorando como una descosida por tu culpa. No sé que pasó entre vosotros, pero le hiciste daño y no quiero que eso se repita.
-Descuida.
-Lo que quiero decir -hace una pausa-, es que quiero que te alejes de ella. Estoy agradecido por cuidarla esta noche, pero no quiero que intentéis ser amigos. Ella dice que controla, pero va a volver a sufrir. Así que aléjate, ¿está claro?
-Como el agua -noto un tono de amargura en su voz.
Me siento en la cama, triste y enfadada con mi hermano. ¿Se cree que puede dirigir mi vida? Maldito bastardo...
-¡Hey! -Álvaro me despierta de mis pensamientos-. Yo tengo que irme ya. Recuperate y no hagas ninguna tontería.
-Tú no te vas -le cojo del brazo, autoritaria. Él me mira extrañado.
Blas entra a la habitación y mira la extraña escena: yo agarrada a su brazo y él mirándome con pose graciosamente dramática.
-¿Qué pasa...?
-Que me tienes harto, Blas -le suelto. Sorprendentemente, ya no me mareo ni me duele nada-. Tú no tienes ni un poco de derecho de decidir quién está en mi vida y en calidad de qué.
-Pero...
-¡Ni peros ni leches, joder! Es cierto que Álvaro ha cometido errores, pero tú no eres nadie para decidir nada. Entiende que no voy a volver con él, pero necesito seguir teniéndolo en mi vida. Siendo mi amigo ya soy feliz. ¿No puedes entender eso de una vez?
Nunca había estado en un ambiente tan cargado. Álvaro, asustado perdido, se mantiene al margen; Blas mirándonos cada vez a uno, se le nota molesto; y yo, manteniendo mi cara feroz, aunque estoy acojonada.
-Está bien. Haz lo que quieras. Solo espero que no acabes arrepintiéndote de meterlo de nuevo en tu vida.
Y se va. Es orgulloso, le encanta tener la razón, pero ¿adivinad qué? Somos hermanos, tenemos la misma sangre y somos muy similares. Además, yo siempre gano.
-Siento haberte metido en este problema, Em.
-No es culta tuya, sino suya. Es tonto.
Asiente lentamente. Debe de pensar que he perdido la cabeza. Acabo de defender lo que hizo que rompiéramos delante de mi hermano. Estoy mal de la cabeza.
-Hola -David asoma la cabeza-. Solo quería avisaros de que nos vamos después de comer, pero tenéis que preparar las maletas ya. ¿Os pasa algo?
Negamos a la vez. David suspira y se va. No parece que se haya dado cuenta de que duermo sola y él está de polizón hoy.
Organizamos nuestras cosas en silencio. Al final, apenas he comido, con todo el drama.
-Entonces... ¿amigos? -le tiendo la mano. Álvaro sonríe y nos damos un pequeño apretón.
Nos miramos a los ojos. Adoro sus ojos verdes, sobre todo cuando me miran a mí y brillan. Se hacen aún más bonitos. Si se podía.
-¿Te parece que vayamos a buscar al resto y paseamos por ahí?
-Em, la fiebre...
-Ya me encuentro genial -arquea una ceja-. En serio. La pelea con Blas me ha despejado.
-Ayer te dio fiebre bastante alta. Me preocupaste.
-Pero ya estoy bien. Anda, vamos.
El resto de la mañana se pasa rápido. Nadie menciona mi fiebre, así que supongo que Blas no habrá dicho nada.
Luego, tras una comida en la que me hincho, nos vamos en el autobús del padre de David. Estoy rodeada de ricos por todas partes.
María sigue con More. Parece de verdad que se han hecho muy amigas. Puede que Álvaro diga que no estoy siendo sustituida, pero se equivoca. Este final de trimestre he estado tan concentrada en estudiar y en no cruzarme con Álvaro, que he descuidado a mis amigos. Así que al fin y al cabo, es todo culpa mía. Todo.
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