Mi novio.

(los personajes no me pertenecen)

Realmente Garu se preguntaba lo que tenía con la persona que le profanaba amor por la eternidad. 
Para todos Garu era su novio,  pues ella se había encargado de hacerlo saber en todo Sooga.  En cambio,  él nunca le dijo nada. Garu no tenía tiempo para eso. Tenía que entrenar,  devolver el honor a su familia.

Sin embargo,  ese pensamiento parecía doblegarse con el paso del tiempo. Y odiaba a Pucca por ello,  ¿qué no entendía,  esa muchachita que tenía cosas más importantes que unos besos sin sentido?  Al parecer durante mucho tiempo no lo entendió.

Era cierto que ambos había crecido,  ya no eran unos niños ni unos adolescentes (por suerte esa etapa ya había acabado), el tacto que Pucca tenía con él ya no era tan brusco como antes, en cambio  era delicado,  lleno de amor y ternura que hacia que Garu mandará todo al carajo y se dejará mimar. 

Escarbando en su memoria, Pucca siempre lo había tratado de la misma manera,  con ese amor que caracteriza su extraña relación. Recuerda bien cómo lo vió por primera vez,  sus ojos más grandes de lo normal,  y esa pequeña risa que sonaba algo nerviosa. Después de eso,  Pucca lo declaró cómo su novio. Cuándo ambos eran niños no se preguntó mucho sobre que sentía por ella,  Garu pensaba que sería una etapa y tarde que temprano se cansaría de él,  vaya que le sorprendía mucho. Después de muchos años ella seguía firme a conquistar su corazón. 

Suspiró frustrado. Fue un camino muy largo.  Volvió a reprocharle a su acosadora sobre ponerlo en esta situación, al entrar a la adolescencia todo cambio. Ambos dejaron de ser unos niños y Garu empezó a ver a Pucca de otra manera.  Ya no como una niña fastidiosa,  sino cómo una señorita enamora de él, ella siempre lo visitaba y le daba besos en la mejilla y uno que otro en los labios,  los besos y abrazos forzados desaparecieron y Garu disfrutaba aquello.  Nunca observo a nadie cómo observo a Pucca,  a parte ella nunca dejó que otra mujer se acercaba a él y volvía de recalcar le que él era su novio. 

Y todo volvía cómo al inicio.  Pucca era una mujer tan hermosa,  humilde,  alegre,  espontánea,  amable,  valiente  que fue doblegando al pobre de Garu.  Hace más de un mes,  Garu empezó a aceptar lo que que llevaba sintiendo desde la adolescencia, hasta tal punto que había besado ÉL mismo a Pucca. Nunca olvidará lo ojos de ella al separarse. 

Al fin estaba listo para darle su corazón en su totalidad.  Nadie se lo tenía más que merecido que su amada Pucca.
Después de eso,  Pucca se veía más feliz y él no podía estar más orgulloso por ello. 

Aunque su honor ya sé había restablecido, y ambos podían hablar no hacia falta.  No hablaban si no era necesario.  Garu aún era muy tímido y era un novato en el tema del amor,  nunca creyó que fuera capaz de sentir eso,  siempre fue tan cerrado ante eso,  tan seco que no imaginaba pasar por aquello. 

Garu miró el horizonte.  La hora casi se acercaba.  Pensó en las veces que intentó alejar a Pucca,  cuando aún no entendía ese sentimiento que ella le provocaba al verla. Le asustaba mucho.  Perdía el control de sí mismo y se escondía más de lo normal de ella. 
Fue lo más estúpido que pudo hacer en aquel entonces, pues,  para su mala suerte Pucca (al parecer), siempre lo ha visto como un libro abierto. Ella siempre ha leído a la perfección Garu y cuando vió que él la alejaba no vió otra cosa más que amor. Un amor que crecía dentro de él por ella,  fue entonces cuando no se separaba del pobre Garu lo abrazaba, lo besaba tan dulcemente que no podía más que callar y aparentar desagrado total.

Confundiendolo más.  Evitando que ese amor se quedará en el interior,  olvidado y oculto.  Así fue como Garu sintió paso a paso el amor.  Su acosadora se metió en su mente por todas partes.

La gota que derramó el vaso fue sentir lo mismo que ella.  Sentir la necesidad de espantar a cualquier hombre que se acercara a ella,  cómo lo había hecho ella hace mucho tiempo atrás. 

Camino con el corazón en la mano. Al final de cuentas,  para todo el pueblo siempre lo fueron pero para él no.  Era el momento de hacer lo que debió hacer hace mucho tiempo. 

Hacer algo que quizó hacer desde la adolescencia pero no podía,  con miedo y el honor sin restaurar,  imposible. 

Ahora,  ya los dos concientes del amor que sienten,  sin deberes más haya,  son libres de amarse. 

Garu divisó a Pucca en aquel árbol dónde la besó por primera vez.  Su corazón latía con fuerza y su respiración cada vez más acelerada.  Se sentó junto a con ella y con una mirada se armó de valor y dijo lo que todos sabían pero ellos no. 

— ¿Quieres ser mi novia?

Al fin de cuentas,  él nunca le dijo nada a su loca y hermosa acosadora.

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