2|¿Sabes hacer twerk?
Me quedo sin palabras ante lo que estoy presenciado, Elliot ha puesto música para bailar y parece que no le importa que lo mire, porque lo hace fatal, pero no le importa, él está sumido en su mundo moviendo el trasero o cómo él dice: moviendo el culo.
Ese chico es un torbellino.
—¡Bájate de ahí, ya!
Me llevo ambas manos a los costados de mi cabeza. El chico se sube a las mesas para seguir bailando.
—¡Venga, tía! ¡Únete a la fiesta!
Prefiero ser espectadora, gracias.
—¡No seas quejica, Leti!, sino sabes bailar, no hay por qué avergonzarse, yo puedo enseñarte —me lanza un beso en el aire y blanqueo los ojos.
—Alguien vendrá.
—¿Sabes hacer twerk?, cada vez que lo intento parece que me está dando un ataque epiléptico y eso no es llamativo para el resto de las nenas.
Con ese comentario ha conseguido hacerme reír y al parecer él me sonríe triunfante. De repente, se distrae y pierde el equilibrio ocasionando que su cuerpo se fuera de espaldas para luego estrellarse en el suelo, enseguida mi alarma dentro de mi cabeza se activa y corro para socorrerlo, sin embargo, comienza a reírse.
—¡Joder, pero que buena hostia me he dado!, hasta me duele el culo con ganas.
Me arrodillo para ayudarle, sin embargo, no le ayudo a ponerse de pie enseguida a pesar de que trata y se lo impido, sujeto su celular para ponerle pausa a la música y luego se lo devuelvo para que lo guarde en sus bolsillos.
—Fui voluntaria en primeros auxilios y por tu bien, es mejor que te quedes quieto un momento, hasta que el dolor sea mínimo.
—Mierda, debes pensar que soy un completo friki.
—No eres un friki, Elliot.
—No te creo —frunce la nariz y se restriega las palmas de las manos encima del rostro frustrado —no creí que esto fuera complicado, ¿sabes qué difícil es hacer que te acepten?
—Tranquilo, para ti es duro, pero vas a acostumbrarte a tu nuevo ritmo de vida, tienes chispa, chico. Seguro en un rato ya estarás mejor y la verdad, no debes esforzarte para que los demás te acepten, sé tú mismo.
—Solo espanto a las personas, como a ti.
—No me has espantado, solamente eres fastidioso eso es todo —le comento a modo de broma y sonríe —¿Te sigue doliendo la espalda?
—Ya no —le tiendo una mano al instante que comienzo a ponerme de pie, tiro de su brazo para que pueda sentarse y de ultimo se pone de pie —gracias, Leti. ¡Ahora que siga la diver...! —suelta un quejido y se lleva una mano detrás de la espalda baja —creo que sí me duele después de todo. Oye, ¿te cuento un chiste?
—¿Tengo otra alternativa?
—Nop. Y dice: ¿Dónde cuelga Superman su supercapa?
—¿Dónde?
—¡En superchero! —A pesar de que quiere reprimir la risa, no puede más y comienza a reírse —¿Entendiste? —Se limpia las lágrimas que han logrado escaparse. —¿Por qué no te estás riendo? ¿Te cuento otro?, porque tengo bastantes.
—Yo tengo mejores —alzo la cabeza con orgullo.
—Vale, quiero escucharlos.
—Abuelo, ¿por qué estás delante del ordenador con los ojos cerrados? —Elliot me echa un vistazo de manera ansiosa. —Es que Windows me ha dicho que cierre las pestañas.
Dentro de mi cabeza suena un: Ba dum tss.
Espero la reacción del chico, pero no hay carcajadas, mientras tanto dice:
—Si que damos pena ajena, tía —niega con la cabeza y mi sonrisa se desvanece y blanqueo los ojos —¿Cuánto más falta para irnos?
Rápidamente desvío la mirada al reloj que hay en la pared arriba de la pizarra y lanzo una maldición en mis adentros, mientras que él le echa un vistazo a su celular.
—Una hora más —dejo escapar un suspiro y me dan ganas de dejar caer mi cabeza sobre la mesa.
—Joder, esto es una tortura, ¿es la primera vez qué te castigan?
—Sí, primera y última.
—Tienes una suerte, en cambio, yo soy un imán de caos.
—Me imagino —vuelvo a bromear y él me lanza una mirada de pocos amigos y se sienta encima de una mesa y balancea los pies en el aire —estoy bromeando. Desde mi perspectiva, eres una gran persona, solo ha pasado una hora para darme cuenta y lo reconozco con sinceridad. De alguna manera me has salvado del aburrimiento.
—¡¿En serio?! ¡Entonces vamos a bailar!
—Todo menos eso, por favor.
—Eres aburrida.
—No lo soy.
—Demuéstramelo, Leti.
—No tengo porque hacerlo, no me retes, soy cinta negra en karate.
—Y yo campeón en ver televisión todo el día, ¡vamos, tía! —Choca las palmas con emoción y se levanta de un salto para caminar en mi dirección con esa sonrisa tan coqueta. Enseguida se opta por una posición de defensa flexionando las rodillas —adelante, ataca, conozco la técnica de la serpiente y el tigre, soy ágil, arrr.
—No quiero presumir, además, estoy segura que esto terminará siendo luchas libres que karate y no quiero enviarte al hospital.
—¿Lucha- qué?, como sea, anda levántate y pelea.
Niego varias veces. Aunque está muy seguro de los trucos que dice saber, no quiero averiguarlo, si algún profesor nos sorprende con una pelea, la situación será peor y prefiero que no llamen a mis padres, ellos están bastante ocupados en su trabajo como para interrumpirlos.
Elliot me reta con la mirada, dejo escapar un suspiro y me vuelvo a poner de pie y retrocedemos hasta la parte despejada del aula, trago saliva, estoy muerta de nervios por dentro, sin embargo, hago una reverencia y hago caso omiso el hecho de que llevo falda, llevo los brazos delante de mi torso a modo de defensa y separo las piernas mientras las flexiono.
—¿No tienes miedo de lastimarme? —Le pregunto antes de poder comenzar.
—No voy hacerlo, nena. Es más, te daré ventaja.
Me rio, pobre chico, no sabe lo que le espera.
—Ya cantaste —finalizo y cuento hasta tres para luego iniciar y dejo las manos empuñadas—adelante, ataca primero.
—No, primero tú, por favor —asiento con la cabeza y comienzo acercarme a él sin dejar de mover las piernas como me había enseñado mi entrenador y sin quitarle la vista a sus movimientos.
Mantengo el mentón ligeramente hacia atrás, torso recto con los hombros hacia atrás y al instante lanzo una patada lateral en dirección hacia su cintura, él lanza un chillido que me pone la piel de gallina.
—¡Hostia!
—¡Lo siento, lo siento! —Él niega y me pide que me aleje.
—Calma, estaba empanado, por eso no vi venir tu patada, muy buena, por cierto —me regala una sonrisa forzada a pesar de que se resiste el dolor.
—Ya no quiero... —de la nada intenta hacer una movida con las manos, sin embargo, antes de que su mano pueda darme en el hombro, la esquivo y respondo lanzando un manotazo en dirección a su rostro, todo pasa tan rápido que no puedo detenerme cuando hago contacto con su nariz y lanzo un grito cuando cae al suelo —¡Ya lo maté! ¡Ya lo maté!
Mis huesos se congelan cuando veo el líquido rojo salir de su nariz y comienzo a sentirme muy mal.
Elliot se lleva una mano al rostro y abre los ojos cuando se percata de lo que tiene en las yemas y me mira asustado.
—Lo siento, lo siento, la he regado, no he medido mi fuerza.
—¡Eso ha sido fantástico, Leti!
—Mierda —comento sin querer y voy rápido por mi mochila y rebusco entre toda la basura algún pedazo de papel, casi, casi llevo Narnia aquí dentro —bien.
Le alcanzo el papel y le ayudo a detener la hemorragia.
—No te muevas.
—¡No lo hago, tía! ¡Está que me lleva la...! —Sin embargo, no finaliza su palabrota, porque al instante la puerta se abre dejando ver a una directora bastante aterrorizada cuando nota la sangre.
—Pero, ¿qué ha pasado aquí?
Quiero hablar, pero las palabras se me quedan atoradas en la garganta, mientras tanto, Elliot habla al notar lo que me pasa, estoy entrando en un estado de angustia.
—Ha sido una hemorragia, nada más —lanza un chillido cuando trato de presionar con suavidad su nariz —Leti me está ayudando, ella es buena en primeros auxilios.
—¡De inmediato tenemos que llevarte a enfermería!, ayúdame a levantarlo, Leti —me dice la directora y hago caso.
—Estoy bien —me dice, pero ni le creo.
Salimos del aula lo más rápido, mientras la directora se encarga de nuestras pertenecías. Es un alivio cuando la enfermera lo hace pasar de inmediato, por otro lado, yo me quedo en la puerta, ahora mismo parezco un león enjaulado caminando de un lado a otro. A pesar de que la directora ha levantado el castigo y me ha retirado, he decido quedarme hasta saber cómo sigue Elliot.
Puedo liberar el aire de mis pulmones cuando él sale de la enfermería con una bandita y gazas en las fosas nasales. Su nariz es roja como la de Rodolfo. Reprimo una risa, soy una descarada.
—Si piensas que estoy cabreado contigo, no es así —comienza a decir y le tiendo su mochila —gracias, ¿así qué te has quedado esperándome?, que maja —Realiza un baile ridículo con las cejas.
—Lo siento.
—Que va, ya. Es mi culpa por querer sorprenderte —alzo las cejas sorprendida —olvida lo que acabo de decir, sonaba mejor dentro de mi cabe..., ya, me callo.
Echamos andar hacia la salida como el resto de los alumnos. Es un alivio que ésto ha acabado o eso es lo que me imagino.
—Oye, ¿qué es eso de lucha libre?
—¿Me estás tomando el pelo?, ¿qué nunca has ido a uno?
—Chavala, solo llevo dos semanas en ciudad de México, lo único que he podido conocer es mi piso.
—¿Y qué piso tienes? ¿De madera, cuarzo...? —Elliot frunce el ceño sin saber de lo que estoy hablando —¿A qué te refieres con piso?
—Al lugar donde vivo.
—Ah, ya capté.
Que tonta soy.
—Tengo una loca idea —comenta interponiéndose y comienza a caminar de espaldas —ya que soy nuevo en la ciudad y no he hecho amigos, ¿te gustaría darme un tour por la ciudad?, me gustaría conocer las luchas.
A mis padres les daría un ataque de risa si les digo que quiero ir a una lucha.
—No creo que pueda.
—Que mal y yo que quería invitarte a una paella en casa.
—¿Paella? ¿Y eso qué es?
—Te diré si te animas a darme un tour por la ciudad —comienzo a reírme y nos detenemos en la parada del bus —nadie le dice que no a una paella, en especial cuando mi madre es una excelente chef.
La idea suena tentadora, pero no puedo decirle que sí cuando apenas llevo un día de conocerlo. Elliot es lindo, lo admito, tiene una manera distinta de ver el mundo que le rodea y eso me llama la atención, sin embargo, no me fio.
—Te puedo pasar el número de mi móvil si gustas —rápidamente comienza a sacar un bolígrafo y un pedazo de hoja de libreta magullada y apunta el número con todo y lada y me lo entrega —estaré esperando tu mensaje, Leti. Ya me tengo que ir, ahí viene mi padre —señala un auto rojo —cuando vea mi aspecto, le dará un susto. ¿Nos vemos luego?
Miro la hoja que tengo en mi mano y asiento con la cabeza y le miro.
—Dalo por hecho, Elliot.
—¡Así se habla, tía!, adiós.
Pero qué día más raro he tenido el día de hoy, sin embargo, ¿cómo iba a saber que esto era solo el principio de la diversión? Y Elliot sí que está dispuesto a seguir con la fiesta.
ツ ツ ツ
Leti en multimedia: Milie Brown.
¿Qué les ha parecido el capítulo?
Ya saben, nunca reten a una persona sin saber karate u otra arte marcial o les pasará como Elliot. :v
¿Les ha caído bien los personajes? ❤
¿Qué piensan de ellos?
No soy fan de la Mili, pero la verdad estuve buscando a una chica que se asemeje a la Leti que me imagino dentro de mi cabeza y ella cumple con mis expectativas. :3
¿Cuales son sus jergas españolas favoritas?
¿Y mexicanas?
¿Desde qué país leen la historia?
Muchas gracias por su apoyo. Mañana habrá otro capítulo. ❤
🇲🇽KHYL. 🇪🇸
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top