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Valencia estaba en su cuarto, sentada en la cama, hojeando un viejo libro que siempre la había inspirado. Sin embargo, esta vez no fue el caso. Intentó escribir en su computadora, pero la hoja permanecía completamente en blanco. Su peor miedo, el famoso bloqueo del escritor, se había hecho realidad.

No había sido su mejor día. Se enteró de que su novio quería terminar la relación, una relación que, en realidad, nunca fue de las mejores. Él era bastante frío: no le gustaba que lo abrazaran, que lo besaran ni siquiera que le tomaran la mano. Su excusa siempre fue que era su primera relación, pero para Valencia, que amaba dar cariño, esas diferencias eran insalvables. No había sido algo terrible, simplemente no fluía.

Su sonrisa se desvaneció al recordar los momentos juntos. A pesar de todo, realmente quería que funcionara. Amaba a James. Sus pensamientos se interrumpieron cuando notó la hora: las 3 de la madrugada. Había olvidado un detalle importante: la fiesta de cumpleaños de su compañera. En su ensimismamiento, el compromiso había quedado en el olvido.

Decidió llamar a una de sus mejores amigas, Claire Scott, una pelirroja de ojos verdes a quien conocía desde hacía años. Claire era de esas personas en las que Valencia confiaba y amaba profundamente. Mientras esperaba ansiosamente su llegada, apagó la computadora y comenzó a arreglarse.

—¡Estoy aquí! —gritó Claire desde la entrada. Sabía que Valencia era tan distraída que, probablemente, había perdido su celular, así que no quedaba otra opción más que gritar.

—¡Ya voy! —respondió Valencia, abriendo la puerta con un gran abrazo. Claire traía consigo un ramo de tulipanes blancos, las flores favoritas de Valencia.

—Bien, veamos qué tenemos aquí —dijo Claire, entrando a la habitación. Revisando el armario, sacó un vestido rojo de seda con una gran sonrisa.

—¿Estás segura? Hace años que no uso un vestido ajustado. No me siento muy cómoda con esto.

—¡Vamos! Además, tienes que estar más diva que nunca. Ya sabes, por James.

Valencia quedó helada por un momento. Sabía que quizá esa noche terminarían, pero todavía lo quería. Bajó la mirada, sin saber qué decir.

—Sé que será doloroso, pero llegarán mejores chicos… o chicas. Solo es cuestión de tiempo. Tranquila —intentó consolarla Claire, sonriendo con seguridad.

—Es que no lo sé, Claire. Siento que mi vida se está desmoronando —murmuró Valencia, cubriéndose la cara con las manos.

—Sabes que siempre estaré aquí para ti, Valen. Eres una gran persona y no mereces que te traten así. De hecho, sería mejor que terminaran; él nunca fue, ni será, un buen candidato —aseguró Claire, sentándose a su lado.

—Gracias por siempre estar aquí, Claire. Eres muy importante para mí —dijo Valencia con sinceridad. Aunque le doliera, sabía que su amiga tenía razón.

—Por eso creo que deberías ir a la fiesta. Podrás hablar con James, y si no sucede, al menos disfrutarás de la noche. Si decides irte, nos iremos juntas, ¿vale? —Claire le dio un apretón de manos, tratando de transmitirle confianza.

Después de pensarlo mil veces, Valencia decidió arriesgarse.

—Está bien, pero prométeme que no te irás sin mí— Había expresado con una sonrisa

Con una sonrisa cómplice, ambas comenzaron a prepararse. Valencia optó por un vestido marrón con una sola manga larga y unas botas blancas de tacón bajo. Dejó que su cabello suelto enmarcara su cintura. Claire, por su parte, llevaba un vestido verde que hacía resaltar su cabello pelirrojo.

—Estás hermosa —comentó Claire.

—Gracias. Tú también —respondió Valencia, dirigiéndose hacia la puerta.

Afuera, el viento gélido de la noche las obligó a caminar hacia una esquina para comprar chocolate caliente mientras esperaban el taxi. Para Valencia, la comida siempre sabía mejor cuando la compartías con alguien especial, aunque sonara tonto creia en esa teoria.

Cuando llegó el taxi, se sentaron en el asiento trasero. Claire, extrovertida como siempre, conversaba con el conductor, mientras Valencia miraba las calles a través de la ventana, sumida en sus pensamientos.

—Ya hemos llegado —anunció el taxista, un hombre mayor que parecía el típico abuelo que contaba anécdotas.

La fiesta se celebraba en una casa enorme. A su alrededor, algunos invitados ya estaban demasiado ebrios; unos vomitaban entre los arbustos mientras el olor a alcohol se mezclaba con el perfume de Valencia.

Al cabo de unos minutos, Valencia se separó de Claire para buscarla, pero no tuvo éxito. En cambio, algo llamó su atención: James estaba besándose con su mejor amiga.

El corazón de Valencia se detuvo. Sus ojos se llenaron de lágrimas y sus puños se cerraron con fuerza habia visto lo peor que le pudiera haber pasado. Se dirigió al bar, las luces parpadeantes y el ruido de la música la hacían sentir mareada. Sentada en una silla, con los ojos rojos de ira, suspiró profundamente. Si ellos no recibían su merecido, ella se encargaría de hacerlo
















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Holaa sean bienvenidos a esta versión espero que tengan lindo día y les guste esta versión :)

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