CAPÍTULO 6

NINAT'T

Estaba enojada con todos y con todo; no debimos marcharnos, debimos continuar peleando; tal vez si hubiéramos intentado otra cosa, tal vez si hubiéramos llegado antes, tal vez si...

No podía dejar de repetir lo que había pasado una y otra vez en mi cabeza; me sentía impotente, furiosa y culpable; ¿Por qué nunca podía hacer nada? ¿Por qué siempre llegaba tarde? ¿Por qué nunca podía salvar a los demás?

Tenía un nudo en el estómago y una sensación horrible en el pecho; me sentía inútil e impotente, sentía que jamás sería capaz de alcanzar mis objetivos, que nunca podría salvar a los que me importaban; sentía que estaba destinada al fracaso.

Quería golpear algo, quería destruir alguna cosa; quería salir volando para hacer cenizas cualquier cosa; quería dejar salir toda esa rabia que tenía contenida; simplemente... necesitaba salir de aquí antes de explotar.

Se suponía que sería un día tranquilo; que iríamos por los na'vi que quedaban y los traeríamos a las montañas; se suponía que sería un día tranquilo en el cual solo terminaríamos de evacuar las aldeas, pero todo se complicó en un segundo y el día tranquilo que tenía en mente, se volvió todo fuego y cenizas.

Las naves atacaron en cuanto llegamos a la última aldea y sin darnos ni un segundo para reaccionar, lanzaron bombas haciendo estallar todo a su paso; no les importó que hubiera niños, no les importó que estuvieran desarmados, no les importó nada y cuando todo eso sucedió, me sentí exactamente como ese día.

Cuando el fuego comenzó a extenderse y los gritos empezaron a escucharse, me bloqueé; a mi mente regresó ese maldito día en que todo se vino abajo; ese día en el cual perdí a alguien que amaba; ese día en el que no fui capaz de hacer nada.

No dude ni un segundo en comenzar a atacar y dirigí a los guerreros que tenía a mi cargo para enfrentar a las naves, pero estábamos en desventaja y por más que luchamos, si no hubiera llegado Neteyam con los otros guerreros, estaba segura que hubiéramos muerto, pero aun así... cuando ordenó la retirada me sentí furiosa y aun me sentía así.

Parte de mí sabía que salir de ahí fue la decisión correcta y no iba a recriminarle eso a Neteyam, pero también estaba esa otra parte de mí que no podía disminuir la rabia y que deseaba regresar a ese lugar para volver a pelear.

Con cada segundo que pasaba sentía la rabia crecer más y más en mi interior; no lograba tranquilizarme y no conseguía pensar con claridad; mis manos temblaban, mi respiración se sentía pesada y sentía que en cualquier momento saltaría a atacar a alguien, por lo que me retiré al único lugar donde podría encontrar algo de paz en este momento.

El agua

Necesitaba regresar a mi elemento, necesitaba dar un respiro e intentar recuperar el control de mi mente y mi cuerpo; necesitaba que el agua mitigara las llamas de ira que estaba sintiendo y por sobre todo eso, necesitaba algo que me recordara de donde provenía.

En cuanto salí de la tienda de reuniones me dirigí en busca de mi Ikrán y una vez que me aseguré que no tuviera ninguna herida severa acaricié su cabeza con delicadeza y en un instante ella comprendió como me sentía, así que no tardó en inclinarse para facilitarme que subiera y una vez que me vinculé a ella, salimos volando lejos de las montañas Aleluya y rumbo a la laguna más cercana.

Me sentía destrozada y no podía dejar de culparme; si tan solo hubiera llegado antes, si tan solo hubiera podido poner a todos a salvo, si tan solo hubiera podido hacer algo, si tan solo... fuera capaz de hacer más...

Los ataques de las personas del cielo se estaban volviendo mucho más brutales y estaba segura que las cosas solo iban a empeorar; a ellos no les importaba el daño que causaran, no les importaban las vidas que arrebataban ni la destrucción que dejaban a su paso; no les importaba el dolor que ocasionaban y mucho menos les interesaba el balance que nosotros buscábamos mantener en Pandora; a ellos no les importaba nada más que ellos mismos.

Una vez que llegamos a la laguna dejé a Meia a un lado para que se relajara y me sumergí en el agua; no era lo mismo que el océano, no era lo mismo que nadar en el arrecife, pero servía y justo ahora el solo contacto del agua con mi piel era suficiente para recuperar poco a poco la cordura.

Dejé que el tiempo pasara y cerré los ojos intentando apaciguar esa rabia que latía en mi interior, pero por más que pasaba el tiempo, no conseguía tranquilizarme, al contrario, cada vez me sentía más y más desesperada, como si estuvieran ahogándome sin opciones de salir a respirar.

- Princesa... - escuché a mis espaldas y me giré abruptamente

¿Cómo me había encontrado? ¿Cómo diablos había llegado hasta aquí?

Quería gritarle que se fuera y me dejara sola, quería gritarle y desquitar con él toda la rabia que sentía, pero al mismo tiempo no quería discutir ni pelear con él, eso era lo último que en verdad deseaba, así que simplemente permanecí en silencio.

- Princesa – repitió Neteyam llegando hasta donde me encontraba, pero nuevamente elegí el silencio

No confiaba lo suficiente en mí como para hablar sin sonar cortante o brusca; no confiaba lo suficiente en la poca estabilidad que tenía en este momento como para tratar con Neteyam, así que el silencio era mi única opción.

Neteyam se sumergió en el agua colocándose justo a mi lado y ambos permanecimos en silencio, hasta que poco a poco sentí como colocaba su mano sobre la mía y me giré encontrándome directamente con sus ojos.

- No hagas eso... - murmuré con cansancio – No me mires así... - susurré y él acarició mi mano bajo el agua mientras continuaba mirándome con intensidad

- Grítame si quieres, atácame, golpéame, has lo que quieras, pero no te quedes en silencio – respondió y me quedé paralizada

A veces sentía que no lo merecía en lo absoluto; Neteyam era tan bueno, tan amable y sensato; él era mi ancla cada vez que sentía que perdía el control; era... quien siempre me devolvía la esperanza y a veces no podía evitar sentir que no era digna de él.

- Princesa... - murmuró con suavidad – Si estás molesta conmigo...

- No estoy molesta contigo – solté sin dejar de mirarlo

Había algo en la mirada de Neteyam que siempre me hacía sentir en paz, que siempre me hacía sentir que las cosas podían mejorar; había algo en su mirada que siempre me descolocaba y me dejaba indefensa; había algo en la forma como me miraba que siempre derrumbaba mis defensas.

- Me hubiera quedado... - murmuré en voz baja – Hubiera seguido peleando, a pesar de las bajas, a pesar del peligro; me hubiera quedado peleando incluso si mi vida estaba en juego

- Lo sé... - respondió Neteyam bajando la voz, pero aun así continuó acariciando mi mano

- No quería parar, no podía parar; me sentía tan enojada... me sentía furiosa y eso me nubló el juicio – dije y noté que estaba comenzando a temblar – Si no hubieras llegado, hubiera continuado peleando sin importar lo que pasara; quería continuar peleando...

- Lo sé... y no te culpo por eso; lo que ellos hicieron... yo también quería seguir peleando

- Pero no lo hiciste – respondí con pesar – Te detuviste cuando fue necesario, porque era una batalla que no íbamos a ganar

Eso era quizá lo que más me dolía; no podía dejar de pensar que hubiera sucedido si me hubiera detenido; ¿Cuántas vidas de guerreros habría podido salvar? ¿Algo hubiera sido diferente? Era impulsiva y cuando estaba furiosa no dudaba en arremeter contra mi enemigo, pero... a veces esa no era la decisión más sabia y ya una vez por culpa de mis decisiones impulsivas perdí a quien amaba; ¿Qué hubiera pasado si Neteyam no me detenía y continuábamos peleando? ¿Qué habría pasado si también lo ponía en peligro a él?

Cuando estábamos peleando no pensé en él, en Tekay o en mi familia, no pensé en nada más que en la rabia que sentía y me puse en peligro; no actúe de manera sensata, no me detuve a pensar en mis acciones, no hice nada más que ceder ante la ira y si Neteyam no hubiera aparecido, las cosas hubieran podido terminar realmente mal, mucho peor de lo que habían terminado.

- Eres fuerte, princesa y parte de tu fuerza proviene de esa furia que sientes cuando ves a otros sufrir; tu rabia no aparece de la nada, surge de tu preocupación por los demás, de tu deseo de salvarlos y resistir; es noble...

- Hoy no fui noble, Neteyam; hoy me sentí inútil... - murmuré con la voz rasposa

- No fuiste inútil

- Perdimos más de una docena de guerreros y a casi todos los habitantes de las aldeas; hoy perdidos y todas esas muertes...

- Esas muertes no son tu culpa – refutó, pero aparté la mirada

- Si hubiera llegado antes, si tan solo hubiera hecho algo diferente... tal vez...

- No hagas eso, Ninat't – declaró con dureza – No cargues con todo ese peso, no te culpes por algo que escapaba de tu control

- Debería haber podido ayudar, debí poder hacer algo más...

- No podemos hacerlo todo ni salvar a todos

- Deberíamos poder – dije con brusquedad y lo escuché suspirar

- No puedes cargar con el peso de todos por tu cuenta, princesa; no podemos salvarlos a todos por más que queramos hacerlo

- Lo sé... - murmuré con cansancio – Es solo que... - no sabía ni que decir

- Hoy fue un día terrible, pero mañana será mejor y continuaremos luchando, continuaremos resistiendo y ganaremos

- ¿Cómo lo sabes? – cuestioné y sentí como tomaba mi rostro para que lo mirara

- Porque somos fuertes y quizá perdimos una batalla, pero ganaremos esta guerra; no tengo dudas de ello – dijo con tanta seguridad que me dejó sin aliento – Ninguna muerte es tu culpa ni ninguna pérdida; los únicos culpables son ellos y vamos a vencerlos, pero no me apartes, princesa, no importa la rabia, el dolor o la ira que sientes, estamos juntos en esto – dijo acariciando mi mejilla – Ya sea en los momentos buenos, en los malos o en los terribles, ya sea en un día glorioso o uno trágico, siempre voy a estar a tu lado; esta es nuestra guerra, princesa y vamos a ganarla

Neteyam me atrajo hacía él y me apoyé contra su pecho sintiendo el latir de su corazón; él era mi lugar seguro, a su lado me sentía capaz de lograrlo todo y sabía que tenía razón; quizá perdimos una batalla, pero todavía teníamos muchas más por delante y me esforzaría al máximo por no volver a perder; me esforzaría por salvar a todos los que pudiera y no volvería a apartar a Neteyam, porque cuando estábamos juntos éramos más fuertes y no volvería a olvidarlo.

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