CAPÍTULO 18

NINAT'T

Antes del alba me dirigí a la parte escondida de la playa en donde solía encontrarme con Neteyam cuando nos conocimos y esperé tranquilamente a que él llegara; pasar tiempo con mi familia me devolvió las fuerzas y ahora me sentía mucho más tranquila, tan llena de esperanza que eso se sentía reconfortante y esperaba que ese sentimiento durara.

-          Princesa – escuché a mis espaldas y me giré levemente con una sonrisa

-          Ya era hora de que llegaras – dije sin dejar de sonreír y volví a girarme para continuar mirando el océano

Neteyam tomó asiento a mi lado y me acurruqué contra él con suavidad dejándome llevar por el calor que desprendía su cuerpo; sin duda el lugar en el que me sentía más cómoda era al lado de Neteyam y era el lugar en donde siempre conseguía sentirme segura.

-          Algún día viviremos aquí... - murmuré con lentitud – Con Tekay y con... nuestros hijos...

-          Lo haremos, princesa – respondió con dulzura y me acurruqué aun más contra él

La visión que nos mostró Eywa estaba fresca en mi mente y siempre que lo necesitaba evocaba ese recuerdo para darme fuerzas; algún día Neteyam y yo estaríamos en paz, algún día viviríamos tranquilos en la aldea Metkayina con todos nuestros hijos; veríamos a Tekay crecer y volverse una joven fuerte y hermosa, veríamos a nuestros niños jugar en el agua y tendríamos una vida sin dolor ni tragedias.

Algún día... la guerra llegaría a su fin...

Algún día... podríamos dejar de correr y de luchar...

Mientras veía el océano empecé a preguntarme si efectivamente algún día la guerra terminaría; por como iban las cosas no podía ver el final y honestamente no podía evitar preguntarme que quedaría una vez que la guerra terminara.

¿Cuántas vidas se perderían? ¿Cuántos clanes podrían terminar como lo hizo el clan Hulanta? ¿Qué tanto perderíamos? ¿Qué tanto quedaría destruido? ¿Qué tanto nos cambiaría la guerra? 

-          Hablé con mis padres... - murmuró Neteyam atrayendo mi atención

-          ¿Sobre qué?

-          Les conté lo que ha ocurrido en el bosque y también les hablé sobre las alianzas

-          ¿Qué te dijeron al respecto?

-          Se mostraron contrariados por la situación y bastante afectados... - murmuró con cansancio – Mis hermanos no saben nada al respeto de lo que sucedió con el clan Hulanta – dijo y suspiré

-          Mis hermanos tampoco lo saben y francamente no sé si deberían o no saberlo

-          Tampoco lo sé... - murmuró y lo escuché suspirar - Mis hermanos también mencionaron al clan Tawkami, no escuché de ellos cuando estábamos hablando con Tarsem y Valkay

-          Es un clan pacífico, rechazan la idea de la violencia; el clan se mantiene apartado y se especializan en el uso de plantas para la curación, viven más allá del territorio de los Kekunan, entre las montañas en una jungla exuberante; es un clan pequeño y tanto Tarsem como Valkay descartaron la idea de hablar con ellos; no seríamos bien recibidos si acudíamos a su territorio; ellos... perdieron mucho durante la última guerra y durante los años siguientes...

-          No lo sabía – respondió y asentí con lentitud

-          No es un tema del cual se hable mucho; además es un clan que prefiere mantenerse apartado de los demás, por más que su ayuda sería útil, sería imposible convencerlos

-          Suenas demasiado segura

-          Ali'kay lo intentó... yo fui con él... - mencioné en voz baja – Ni siquiera nos permitieron hablar, en cuanto nos acercamos nos echaron de su territorio; para ser un clan pacifico, si que pueden ser temibles – dije con una sonrisa

-          Mis padres y yo también hablamos de otro tema... - murmuró y me giré para mirarlo

-          ¿Qué otro tema? – cuestioné al notar sus nervios

-          Hablamos sobre el clan de ceniza

-          Neteyam... - murmuré con seriedad

-          Antes de que comiences a gritarme, escúchame por un segundo – pidió e intenté con todas mis fuerzas mantener la calma – La guerra está siendo cada vez peor, pese a que los clanes se han unido no sé si podremos ganar... - dijo con lentitud y tragué con dificultad – Además, una vez que la guerra termine no tengo idea de como serán las cosas; ya se han perdido muchas vidas y se perderán aun más; el clan Hulanta fue masacrado, aldeas enteras han sido destruidas... - mencionó y mi corazón se detuvo por un momento, porque él tenía razón y eso no podía negarlo – Sé que el clan de la ceniza es un riesgo muy grande, sé que fueron crueles y despiadados en la antigua guerra, sé que es peligroso recurrir a ellos, sé que no te gusta para nada la idea, pero hay algunos riesgos que deben correrse en determinadas situaciones y puede que el clan de la ceniza sea lo que necesitamos para poder ganar en esta guerra

-          También podrían ser nuestra perdición – refuté y él asintió

-          Es cierto, pero puede que las cosas sean diferentes

-          ¿A qué te refieres? – cuestioné sin entender

-          Esa guerra ocurrió hace mucho tiempo, todos pueden cambiar, princesa; incluso los miembros del clan de la ceniza; ¿No crees que vale la pena intentarlo? Nadie los ha visto o ha hablado con ellos desde que fueron desterrados a esa pequeña porción de su antiguo territorio; nadie sabe como son ellos en la actualidad, tal vez podamos convencerlos de ayudar, tal vez ya no sean como sus antepasados

Está bien, puede que Neteyam tuviera algo de razón y puede que los miembros del clan de la ceniza no fueran iguales a quienes estuvieron presentes en la antigua guerra, pero aun así recurrir a ellos era una idea horrible que no me entusiasmaba en lo absoluto.

-          Solo te pido que lo pienses, medita la idea – pidió y suspiré dándole una pequeña sonrisa

-          Voy a pensarlo, te lo prometo – aseguré y por fin dimos por finalizado ese tema

Neteyam y yo nos quedamos acurrucados hasta el alba y cuando finalmente fue el momento de levantarnos para regresar a la aldea, tomó con fuerza mi mano y me sonrío como solo él podía hacerlo.

Aun teníamos cosas que hacer antes de regresar al bosque y no teníamos tiempo que perder, así que decidimos empezar con todas las tareas pendientes y mientras que Neteyam se encargaba de hablar con los guerreros para saber como habían ido las cosas durante las vigías, yo me dirigí en busca de mi padre ya que necesitaba hablar con él acerca de unos cuantos temas.

Lo busqué durante algunos minutos hasta que finalmente lo encontré junto a Jake Sully y otro par de guerreros del clan; me acerqué tranquilamente a ellos y cuando entré en el campo de visión de mi padre dio por terminada la conversación que estaba teniendo con aquellos guerreros y tanto él como Jake Sully me prestaron su total atención mientras comenzaba a hablar.

La verdad es que estaba preocupada por los ataques que estaba sufriendo el clan Metkayina y les pedí que me contaran a detalle lo que había sucedido, así como las estrategias que tenían en mente para luchar contra las personas del cielo; mi padre y Jake Sully ciertamente habían implementado muchos planes y algunos de ellos estaban dando resultados, pero dado el alcance de los últimos ataques que habían sufrido, las cosas estaban complicándose demasiado.

Hablé durante un largo rato con mi padre y con Jake Sully acerca de todo lo que podía hacerse para ayudar al clan y para reforzar sus defensas, además les hablé sobre la posibilidad de empezar a trabajar en conjunto junto a los clanes del bosque para armar una buena defensa entre todos y aunque debíamos ir poco a poco con el tema de la alianza, la posibilidad de empezar a trabajar unidos, era algo que nos daba esperanza.

El resto del día Neteyam y yo nos encargamos de ayudar en todo lo que nos fue posible y junto a los guerreros que nos acompañaron ayudamos a los miembros del clan Metkayina a curar a los heridos, arreglar las armas, las tiendas y a cazar algo de alimento para tener unas cuantas reservas.

Al caer la noche cenamos todos juntos, tanto con mi familia como con la de Neteyam y compartimos un momento agradable entre todos; fue relajante disfrutar de un tiempo en familia sin las presiones de la guerra y sin tener que lidiar siempre con los problemas; fue divertido ver a mi hermano discutir con Lo'ak, ver a Reya hablar y reírse con Kiri, así como ver a Tuk jugando con Neteyam; todo se sintió tan real y dulce que desearía poder tener a Tekay aquí y permanecer en la aldea por un largo tiempo, pero no podíamos quedarnos, teníamos que regresar al bosque y continuar luchando. 

Una vez que Neteyam y yo estuvimos solos en nuestra tienda las preocupaciones volvieron a surgir y ya que ninguno de los dos deseaba pensar en todo lo que nos agobiaba, nos dejamos llevar por la sensación de tener un momento a solas y nos permitimos ceder ante nuestros deseos para disfrutar de una noche cálida en los brazos del otro.

No dormimos ni un solo segundo y disfrutamos de cada momento que teníamos juntos; Neteyam me tocaba con necesidad, me besaba con pasión y al mismo tiempo con dulzura; no dejaba de repetirme lo mucho que me amaba y escucharlo llamarme princesa cada vez que su boca recorría mi piel era la sensación más placentera que podía llegar a experimentar; lo amaba, lo adoraba y me encantaba tenerlo a mi lado; él era mío y yo era suya, no importaba que sucediera a nuestro alrededor, no importaba cuán difícil fuera el camino, todo estaría bien mientras nos tuviéramos el uno al otro.

-          Te amo, princesa – susurró contra mis labios y jadee al sentirlo contra mí

-          Te amo, mi chico del bosque – respondí apegándome a él y simplemente me dejé ir

El único lugar en el que me sentía segura era en sus brazos; el único momento en que me sentía yo misma era cuando estábamos juntos y mi amor por él no hacía más que crecer; Neteyam y yo éramos perfectos el uno para el otro, nosotros encajábamos y nos complementábamos, definitivamente Eywa no se había equivocado al unir nuestros caminos.

Cuando el sol volvió a alzarse, Neteyam y yo ya estábamos listos para partir al igual que Raltaw, Sulkan y los otros guerreros; me despedí de mis padres y de mis hermanos, recordándole a Tsireya que se mantuviera a salvo y que no se dejara arrastrar a situaciones que pusieran en peligro su vida; también me despedí con un fuerte abrazo de mi madre pidiéndole que me comunicara cuando naciera mi hermano y después de una larga despedida tanto hacia mi familia como a la de Neteyam volvimos a montar en nuestros Ikráns ya que era el momento de volver y retornar a la caótica realidad que nos aguardaba.

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