Capitulo 10.
Siento tantos nervios que ni siquiera he podido unirme a la conversación, muevo el cono de helado en mi mano mientras veo como se derrite. Miro como hablan entre ellos hasta que me encuentro con unos hermosos ojos oscuros que me estudian desde el otro lado de la mesa, hago el intento de sonreírle pero siento y estoy segura que salió más como una mueca al ver como se ríe, yo niego e intento comer de mi helado antes de que se vuelva nada en mi mano.
— ¿Qué te parece? —yo frunzo el ceño y levanto la mirada para ver que todos me están viendo.
— ¿De qué hablas? —Katia sonría y coloca su mano en mi hombro.
—Hablamos de ir a la playa después de presentar nuestros proyectos y liberarnos de la universidad—mi mirada se va hacia Laura y ella se encoge de hombros.
—Suena agradable, además Max va a estar para esas fechas y quiero disfrutar con mi hermano—eso encendió una alarma en mi mente y mi mirada se fue hacia Dominic para luego evitarla completamente.
—Vamos Al, no puedes negarte ¿o piensas quedarte sola en tu casa? —Lo pensé un momento, sabiendo que esa era la opción más atractiva para mí—no, ni lo pienses—era difícil decidir algo con tantos ojos encima.
—Está bien y ya, dejen de mirarme—podía sentir como una sola mirada no se movió y mis nervios volvieron—v-voy a tomar aire, ya regreso—no dije nada más y apresuradamente salí de la heladería, necesitaba respirar porque su mirada solo me hacía pensar en su mano con la mía y en sus labios, debía alejarme de todo eso como pudiera.
Debía concentrarme en lo importante, estaba cansada y por una vez no quería pensar en tener nada con nadie. Me senté en la acera para ver los autos pasar.
—Algo me dice que huyes de mi mirada—me sobresalte y me levante para quedar delante de Dominic.
—No, claro que no—respondí de forma atropellada—solo quería aire, aunque no lo creas, mis amigas pueden ser muy asfixiantes cuando quieren.
—Lo noté, estoy seguro que hubiesen seguido insistiendo—me reí porque eso es totalmente cierto.
—Pero las amo y agradezco que no dejen que me desmorone nunca—vi el cielo y suspiré.
— ¿Cómo te siente? —lo volví a mirar y negué.
—Es difícil pero quiero avanzar—sonreí muy por encima de la grieta que está abierta en mi interior—gracias por ayudarme—él negó—sí, porque no tenías que hacerlo pero igual hiciste todo eso por mí, te lo agradezco enormemente—suspiré y me volví a sentar en la acera.
—Ni siquiera sabía que eras tú, créeme que lo hubiese hecho por cualquier persona—sentí una espinita clavarse en mi corazón—aunque de otra forma hubiese llamado a una ambulancia pero—pude sentir su mirada en mí y voltee a verlo—tú no querías eso y yo solo te ayude, nada más—hice un amago de sonrisa y asentí.
—Lo entiendo, gracias de todos modos—quité mi mirada de él y puse mi mirada en el cielo que hoy se veía mucho más naranja que otras veces, era el atardecer más alegre que había visto en mucho tiempo.
— ¿Por qué? —Fruncí el ceño y voltee a verlo— ¿por qué dejarte de un cobarde? ¿Por qué permitir que te ponga una mano encima? —yo negué bajando la cabeza.
—Lo preguntas como si yo no hubiese luchado para que no lo hiciera, quizás al principio fui una masoquista creyendo en sus mentiras pero las veces que me ha agredido siempre he peleado ¿o por qué crees que lo deje? —Suspiré—han pasado muchas cosas pero nunca me quedé sentada esperando recibir un golpe pero lastimosamente me encontraba en desventaja frente a un hombre con mucha más fuerza que yo—recordar siempre abre ese agujero—hasta cuando intento...—negué sintiendo mis ojos cristalizarse—ya no importa.
—Discúlpame por cuestionarte, es claro que jamás he estado en desventaja y no lo entendería—asentí y me levanté.
—Mejor entremos ya—no deje que agregara nada más y caminé hacia la puerta pero una mano en mi brazo me detuvo.
—Quizás no nos conocemos mucho y tampoco somos los mejores amigos pero puedes estar segura que si me necesitas, estaré allí para ti—yo miré su mano en mi brazo para luego verlo a la cara y sonreírle.
—Gracias por eso—me devolvió la sonrisa para después soltarme, sentía un hormigueo en mi brazo, justo donde había estado su mano y aun cuando ya estaba sentada de nuevo con mis amigas, esa sensación seguía allí.
Y aun cuando dos horas después me dejaron en mi casa y después de ya estar en mi cama, el calor de su mano en mi brazo seguía allí, quemándome. Como si fuera un recordatorio de lo que me hacía sentir, era agobiante pero de alguna forma excitante porque jamás me había sentido así en presencia de ningún chico, era diferente.
Escucho una notificación de mi teléfono y suspiro, seguro es una de las chicas para preguntarme como estoy, me estiro en la cama para agarrarlo de mi mesita de noche y frunzo el ceño, sin pensarlo mucho abro el mensaje y un agujero lleno de mariposas crece en mi estómago.
Estaba muy nerviosa pero tampoco podía no responderle, no era capaz de hacer eso.
Desconocido:
Hola, soy Dominic
Alice:
Hola ¿Cómo conseguiste mi número?
Dejé mi teléfono a un lado con la idea de no responder más pero en cuanto sonó, lo tomé apresuradamente, podía reírme por lo tonto que esto es.
Dominic:
Se lo pedí a Clara, quien estuvo muy encantada al dármelo.
No podía creerlo, tenía a unas amigas increíbles porque yo jamás me hubiese atrevido a pedirle su número y si me lo pedía él, le hubiese dado mil vueltas para que se le olvidara.
Me había quedado en blanco, normalmente siempre me pasaba y mis amigas siempre comprendían que si dejaba de responder es porque ya no tenía nada bueno para decir pero esta vez quería hablar pero no sabía que decir, se me dificultaba pensar en algo lógico. Mi corazón se aceleró cuando la pantalla de mi teléfono se alumbro.
Dominic:
Buenas noches Alice, que duermas bien.
Sonreí y suspiré, este hombre parecía más un sueño que otra cosa. Dejé mi teléfono a un lado y cerré mis ojos mientras me perdía en imágenes de Dominic a mi lado, sonriéndome solo a mi hasta que me quedé completamente dormida.
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