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—Como correr, ya sabes. Dejar de tocar la Tierra por unos momentos y de vez en cuando rozarla. ¿Y tú? —dijo, mientras sonreía de oreja a oreja y la miraba.

Leonor no contestó de inmediato. Se permitió a sí misma dejar que la ilusión la llenase de nuevo y que sus pensamientos emanasen entre susurros desde el fondo de su alma. 

—Como el ancla de un barco. Estar atascada entre unas rocas gigantes que perforan el fondo marino. 

Mario dejó de sonreír y Leonor se concentró en la clase.

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