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Jeonguk salió del ascensor mirando descaradamente el trasero de la empleada a la que cortésmente le había cedido el paso. Bien peinado y de traje como acostumbraba andar se dirigía a su oficina con su maletín.

—Buenos días, señor —Lo saludó la secretaria al verlo llegar.

—Buenos días —Devolvió encantadoramente—. Me he retrasado un poco, supongo. ¿Tengo mensajes?

—Uno, de...

—¿La señoras Son ya están aquí?

—Sí, de hecho el mensaje es de la señora Son Chaeyoung. Están en la sala de juntas ahora mismo. Llegaron temprano para la reunión con un potente inversionista. Dijo que lo esperarían.

—Cierto que era hoy, lo olvidé por completo —Fingió lamentarlo—. Enseguida voy para allá —dijo antes de re direccionarse con prisa al segundo piso.

Pero la prisa solo le duró hasta regresar al ascensor. Allí sonrió con burla al ver las nueve llamadas perdidas de su ingenua socia en su teléfono. Realmente poco y nada le importaba asistir a esas tontas reuniones, para eso se había asociado con Son, para que ella y su infiel esposa se encargaran de todo y él solo tuviera que disfrutar de las ganancias.

Cómo le encantaba el dinero, la noche y el alcohol, pero no más que el sexo, el sexo era su verdadero vicio. La pecaminosa carne era lo que impulsaba su punto fuerte, pero también era su punto débil y esa noche podía significarle peligro.

De pronto la imagen explícita de la esposa de su amiga siendo follada en su oficina el día anterior aparecía en su mente y empezaba a excitarse. Buscó los videos en su celular y justo las puertas del ascensor se abrieron.

—Maldición.

Guardó el aparato y silbando por lo bajo se dirigió a la sala de juntas. Desde unos metros de distancia vió a Chaeyoung estrechándole la mano a un hombre, el inversionista suponía, y a Mina con la cabeza gacha a su lado como un perro faldero.

Antes de que se le ocurriera una idea para no ser visto ya había sido descubierto. Solo quedaba buscar un pretexto como las veces anteriores.

—Lamento no haber llegado puntual. Es que el tránsito de veras... —Ya era mediodía y Jeonguk seguía excusándose por su retraso como si de verdad le importaran los asuntos de la empresa.

—Ya te dije que no pasa nada. Pero la próxima semana si te quiero aquí a primera hora para firmar el contrato. ¿Entendido, dormilón?

El hombre asintió y Chaeyoung le invitó una manzana de las que solía traer de su casa.

—Por cierto, ¿dónde fue Mina?

—Se sentía muy cansada así que le insistí en que fuera a casa —Le dió un bocado a su almuerzo—. Ha estado trabajando muy duro —Suspiró ahora preocupada—. Sabes, creo que trabajar en casa sería mucho más cómodo para ella. Me lo pidió una vez pero no tomé muy en serio sus palabras. Qué tonta soy —Hizo una mueca.

—Sí, me lo comentaste —Apretó la fruta con sus dedos—. Si me lo preguntas... —Se levantó del asiento opuesto al del escritorio de su socia. Su mandíbula se había endurecido y una vena se le había marcado en la frente—... creo que antes de tomar cualquier decisión deberías considerar lo importante y necesario que es que una empresa joven como la nuestra cuente con el manejo presencial de sus jefes. Yo adheriré a lo que decidas.

—Jeonguk...

—Si me disculpas, quedé en almorzar con unos ejecutivos amigos de mi padre. Hasta luego.

La mujer no pudo ni siquiera despedirse, pues su socio se había ido casi azotando la puerta de su oficina. Confundida, terminó el almuerzo que le había hecho su querida esposa.

Si bien el punto de su amigo y socio era razonable, también lo era anteponer la salud de Mina y si ella prefería trabajar desde casa para no sentirse estresada entonces se lo concedería con gusto.

No la veía muy bien últimamente, radiante y llena de vitalidad como solía mostrarse hasta hace meses. ¿Era su culpa acaso? Ahora que lo pensaba la veía muchas veces llegar a altas horas de la noche o salir temprano o de imprevisto, pero recién ahora lo entendía. Mina solo estaba siendo responsable, eficiente y comportándose como una verdadera empresaria para asegurarse de que el negocio marchara bien. Entonces, ¿estaba esforzándose y dándolo todo de sí, incluso descuidando su propia salud para cumplir el sueño de Chaeyoung? Y ella dándole importancia a cosas banales, como la falta de cariño que acostumbraba recibir de su parte.

Apretó los palillos y sus cejas se fruncieron con inquietud. Sus labios se apretaron. Mirando el recipiente personalizado con las letras iniciales de sus nombres enmarcados en un corazón, sus ojos se humedecieron.

No lo permitiría, no permitiría que siguiera así. Valoraría y correspondería por multiplicado todo lo que hacía su leal y adorada esposa de ahora en adelante. Mina era realmente muy especial, el ser humano más especial y bondadoso de todos.

Una sonrisa conmovida se formó en sus labios al ocurrírsele una linda forma de mimar a su esposa mientras miraba esas letras; invitarla a cenar, la última vez que habían salido ya se veía lejano así que sería una buena idea. Todavía sonriendo, agarró su teléfono y reservó una mesa en el restaurante con la mejor vista de la ciudad.

Las frías y pálidas manos sujetaban con nostalgia el retrato en su regazo, la fotografía matrimonial de algún modo la transportaba mentalmente al día más feliz de su vida.

Retroceder el tiempo era lo que más deseaba; despertar como una doncella enamorada, abrir las ventanas y cantar con los pájaros su alegría, más tarde alguien vendría a ayudarla con el peinado, el maquillaje y el vestido, luego se pondría los zapatos y partiría en su carruaje a reunirse con Chaeyoung. Esa noche dormiría bajo la protección de sus alas y con el corazón latiendo pacíficamente contra su pecho. Si cerraba los ojos podía revivirlo todo cuantas veces fuera, podía ser feliz una vez más, pero al abrirlos la pesadilla continuaba y solo quería llorar y gritar del horror, y al hacerlo todo sería peor porque su esposa se daría cuenta de que algo andaba muy mal, por eso tenía que reprimir su locura.

La imagen de las dos mujeres sentadas alrededor de una fuente, sonriéndoles a la cámara mientras sujetaban un ramo de rosas blancas era mojada con sus lágrimas. Ella no quería llorar pero sus ojos ya estaban goteando.

El ruido que hacía la puerta al cerrarse la devolvió a la realidad de golpe. Se apresuró a secarse lágrimas con un pañuelo de papel y se dirigió al vestíbulo, seguramente era Chaeyoung ya que le había dicho que saldría temprano del trabajo para estar con ella.

Qué equivocada estaba.

Sus tristes ojos se abrieron con espanto al encontrar a ese monstruo apoyado en la puerta. Todavía luchaba con los repulsivos recuerdos de todo lo que le había hecho la mañana anterior en la oficina, de todo lo que la obligaba a hacer y no podía respirar el mismo aire que él sin sentir asco.

¿Pero cómo... cómo había entrado a su casa?

—Sabes, la gente normal y decente le pone seguro a la puerta. Pero qué sabrás tú de decencia.

Mina bajó la vista y se puso a temblar del miedo. Su cerebro y corazón estaban tan abatidos que había olvidado girar la llave al llegar de la empresa, ahora estaba en problemas, ¿ahora qué haría ese infeliz con ella?

—T-Te lo ruego, vete —Su voz salió más temblorosa que otras veces.

—Qué sabrás tú de ser normal —Avanzó lentamente como un depredador—. Eres una puta en celo, una perra que deja la puerta abierta para que algún hombre entre a darle placer a su sucio cuerpo —La mujer intentó retroceder pero su verdugo la sujetó del cuello con crueldad. Con la otra mano la agarró del cabello— , deseosa de que se la follen por adelante y por detrás. ¿Por qué lloras, lindura? ¿Acaso no estás contenta? Lo conseguiste, tu estúpida esposa dejará que trabajes aquí en casa, donde te follé en sus narices en su aniversario de bodas.

Mina no podía respirar, lágrimas de sofocación caían por sus mejillas y se estaba poniendo morada. Recién cuando estuvo a punto de perder la conciencia la soltó empujándola contra la pared. La pobre mujer se sobó el cuello tosiendo, usando de soporte a la pared mientras iba inhalando con fuerza en busca de aire.

—Ramera. Te gustó eh —dijo tomándola del cabello otra vez para que lo mirara— , te gusta que sea rudo contigo —Ya estaba excitado, oler el temor en su víctima lo excitaba de sobremanera—. Está bien, concederé tus deseos, esta noche nos divertiremos mucho —Le apretó el mentón—. Ahora de rodillas —Ordenó, pero la mujer apenas lo miraba desorientada y eso lo enfadó—. ¡He dicho de rodillas! —La tiró al piso y la obligó a quedar en esa posición.

—No-No me siento bien... —Susurró pálida y con ganas de vomitar— Por favor...

Quería suplicarle una vez más que se fuera pero no tenía voz, y el desgraciado ya había bajado el cierre de su bragueta.

Chaeyoung dejó escapar un largo suspiro al mirar la hora por tercera vez en el aparato móvil, nueve y media de la noche. Las parejas charlaban y reían tan alto en las otras mesas que ver luego vacía la silla de su acompañante la hizo sentirse muy sola.

Volvió entonces a chequear su teléfono por si había recibido un nuevo mensaje de su esposa pero el chat permanecía igual que hace cuarenta minutos. Lo último que le había escrito era que estaba en camino.

Se arrepintió entonces por dejarse convencer y no pasar por ella a la casa. Luego de llamarla desde su oficina para invitarla a cenar y que no le contestara ni una de las llamadas, la preocupación hizo que guardara sus cosas para correr al lado de su Mina, pero justo un mensaje entrante la detuvo. En él, la mayor decía que había ido a la casa de su madre, que no podía hablar porque estaba ocupada ayudándola con unos quehaceres de su tienda, pero nada que requiriera mucho esfuerzo para no preocuparla. Chaeyoung le comentó de la cena que había reservado a las nueve y, aunque se había negado en un principio, Mina finalmente cedió, pero pidió ir por su cuenta para que la menor no condujera mucho con el cansancio del trabajo. Durante las siguientes horas siguieron así, comunicándose por escrito aunque las respuestas de la mayor fueran tardías.

La botella de vino seguía intacta en el centro de la mesa y el mozo se acercó una vez más a preguntar si quería que sirviera la comida, y de nuevo Son le contestaba que esperaría un poco más a que su esposa llegara.

No quería parecer desesperada con sus llamadas, ya se había pasado toda la tarde escribiéndole para saber cómo estaba o si necesitaba algo, no quería ser molesta o estresarla más, además en el remoto caso de que algo inesperado sucediera Mina se comunicaría con ella de inmediato, de eso estaba segura. Mina nunca le ocultaba nada y confiaba plenamente en su esposa, y viceversa.

—Disculpe, señora. ¿Desea que su cena sea servida ahora?

—Esperaré un poco más.

—Si no va a consumir nada tengo que pedirle amablemente que desocupe la mesa ya que otras personas están a la espera de su reservación.

—Entiendo —Suspiró—. Le pido solo cinco minutos más por favor.

—Está bien. Con su permiso.

Chaeyoung miró la hora por última vez antes estirar la mano para agarrar la botella y abrirla con un cubierto. Llenó una copa de vino y lo bebió de un trago sin esperanzas de que el amor de su vida apareciera, luego se sirvió más.

Minutos después se hallaba conduciendo a baja velocidad en dirección a su casa. Por momentos sonreía para disfrazar su tristeza, miraba la sortija en su dedo y sus ansias de abrazar a su cálida esposa se hacían más grandes. ¿Dónde estaba? En casa seguramente, dónde más, tal vez no había sido una buena idea cenar afuera esa noche, probablemente estaba sola esperándola para comer juntas en el acogedor comedor como la familia que eran.

Se había ilusionado al ver el vehículo de su esposa estacionado afuera, pero al entrar a su hogar no encontró a nadie. Las luces de todos los cuartos estaban apagadas.

Frustrada, decidió marcarle, ya no a Mina sino a su suegra. Estaba decepcionada también y una luz roja se encendió dentro de ella cuando la señora le aseguró que no veía a su hija desde hace días. ¿Dónde estaría entonces? ¿Con quién? Si su vehículo estaba ahí era porque había tomado otro transporte o alguien había pasado a buscarla.

Sacudió de inmediato la cabeza, ¿qué clase de pensamientos eran esos? ¿Cómo se atrevía siquiera a cuestionar la actitud de su hermosa otra mitad? A lo mejor había ido a lo de una amiga. De ser así, ¿por qué no le había avisado?

Dentro de la cocina se sirvió un vaso de agua y volvió a llamarla inútilmente. Le marcó a todas sus amistades y nadie conocía su paradero. Fue el momento quizás en que el destino se compadeció de ella y mientras caminaba preocupada de un lado a otro hizo que pateara sin querer el bote de basura.

—¿911? —Se agachó nerviosa, sin despegar el teléfono de su oreja, a parar el bote volcado.

—Sí, ¿en qué podemos ayudarle?

—Mi esposa, ella... —Algo no orgánico en el fondo del cesto llamó su atención—... ella... —Lo sacó y era un papel arrugado.

—¿Qué le sucede a su esposa?

Dejó el celular entre el hombro y la mejilla para arreglar la hoja y poder leerla.

—¿Señora, sigue ahí? ¿Necesita auxilio? Hábleme por favor.

"Infracción de tránsito", comenzó a leer en su cabeza, "Día, mes y año: 7 de abril de 2023", siguió, "Apellido y nombre: Myoui Mina. Vehículo, número de patente: ××××. Hecho que configura la infracción y lugar: Estacionamiento indebido. Ruta ××××, Hotel Pleasure".

—¿Señora?

El aparato cayó al suelo.

"Dicen que un hecho vale más que mil palabras y yo te juro que cumpliré con cada una de mis promesas."

Los brazos de la mujer se aferraban al volante con desesperación mientras su pesada respiración denotaba sus arduos esfuerzos por mantener la cordura.

¿Qué estaba haciendo ahí? Ni ella misma estaba segura. Luego de que arrugara la papeleta su corazón tomó el absoluto control de su cuerpo y con la mente borrosa y confusa subió hasta la habitación a abrir la caja fuerte que había detrás del cuadro colgado en la pared. Acto seguido, fue a introducirse a su automóvil. Sus manos no dejaron de sudar desde entonces, su cabeza daba muchas vueltas y sentía extraños escalofríos recorriéndola desde los pies hasta el último cabello. El número de esa ruta y el nombre de ese lugar se repetían insoportablemente en su cabeza.

"Te prometo confianza. Siempre podrás confiar en mí y yo jamás dudaré de ti."

La infracción tenía fecha de hace exactamente una semana a la noche. Hace una semana el vehículo de su esposa había sido mal estacionado frente a aquel inmueble.

Sus globos oculares se movían de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, sus labios estaban violetas de tanto apretarlos, su cara enrojecida por contener la respiración en un intento de aguardar la calma.

¿Por qué seguía ahí? ¿Qué esperaba encontrar? Hablábamos de Mina, la mujer más digna, fiel y respetable que había conocido, su esposa por dios, seguramente todo se trataba nada más que de una absurda confusión. Entonces, ¿por qué no pisaba el acelerador y se largaba de una buena vez? ¿No quería? No podía. La semilla de la duda ya había sido sembrada en su pecho.

Con pasos sinuosos, descendió del auto y se dirigió a las puertas de aquel edificio color crema de dos plantas. Pasó inadvertida por los empleados de la recepción y como un alma en pena arrastró los pies por el largo pasillo.

La pantalla rota de su celular se prendía y apagaba mientras se producía la llamada. Subió por las escaleras y cuando faltaba tan poco para llegar al final, tan poco para retornar con su sombra a la salida... tuvo que escucharse esa canción.

Chaeyoung se detuvo y su mente se puso en blanco.

"Te prometo protección. Me aseguraré de que no exista mal que te aceche mientras yo esté viva, siempre te cuidé y siempre voy a cuidarte, más que a mí misma."

Le tomó varios segundos mover los músculos de su cuerpo para girar y quedar delante de esa puerta. Con un nudo en la garganta, sujetó temblorosamente el picaporte. Sentía agujas en el cerebro, una angustia en el pecho, algo le decía que se fuera pero ya era demasiado tarde.

[Parte censurada]

[Parte censurada]


He censurado partes del capítulo para evitar inconvenientes con la app (13/08/23). Si les interesa leerlo completo otra vez pueden escribirme por dm.

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