Salí de los vestidores  con la nariz sangrante, no me habían golpeado tan fuerte, lo que más me habían golpeado era la cara y para ser exacta mi nariz, que ahora la traía roja e hinchada y me sangraba.
Logre salir y me fui a la enfermería que siempre estaba sola, agarre alcohol y mucho rollo.
En eso llegó corriendo Dom, que al verme, corrió hacia mí y me abrazo.
—Estoy bien.
—Dai, esto no esta bien, te han golpeado, tenemos que decirle a un profesor no podemos pasar esto por alto, nadie merecer ser tratado de esta manera.
—No, no le podemos decir a nadie, si no nos iría peor.
—Dai, te he fallado.
—Claro que no, tú no puedes estar en todos lados, además eres el mejor amigo que he tenido.
—¿Por cierto que tú novio no debería de estar aquí? —Dijo enojado.
—Tal vez no se ha enterado.
—Te quiero mucho amiga.
—Y yo a ti amigo.

Ojalá ese día hubiera dicho algo, ojalá no me hubiera quedado callada por miedo a decir que me hacían bullying, porque cada palabra, cada golpe dolía y mucho.
Pero en ese momento era tan frágil y asustadiza que deje que esos cobardes hicieran lo que quisieran conmigo, eso fue un gran error.