TEAM LOVE: Amor o Trabajo
En el bufete López & Hidalgo, el más grande del país, dónde yo llevaba siete años siendo abogada, había una máxima: Trabajamos para ganar.
Desde que me gradué y entré allí yo había cumplido con ella. No había dejado de trabajar, incansablemente. Había ido ascendiendo y ahora, mi nombre sonaba para la vicepresidencia.
Todos mis compañeros daban por hecho que me harían socia pues Benjamín López, mi mentor, no ocultaba sus preferencias.
Pero Javier Hidalgo, el otro socio, de repente dijo que tenía otro candidato para el puesto. Un fichaje estrella sacado del segundo bufete del país.
Todo el mundo empezó a especular... Soraya Benedicto sonaba con mucha fuerza, tenía muy buenas credenciales, aunque no mejores que las mías.
Benjamín me citó en su despacho.
—Alana, confío en ti. Eres nuestra mejor abogada, ya lo sabes; pero no depende solo de mí. Y dado que deberás... competir con él, le he pedido a Javier que te lo presente antes que a los demás.
—¿Él? —dije asintiendo con sorpresa.
No le dio tiempo a responder, porque Javier entró en el despacho acompañado de un hombre alto, delgado, moreno y con una barba de tres días que le daba un aire sexy que yo conocía muy bien.
—¿Martín? —no pude contenerme, ante la sorpresa.
—Un placer volver a verte, Alana —me dijo clavando sus oscuros ojos en los míos, con un deje de picardía.
—¡Ah! ¿Ya os conocéis...? —dijo Benjamín con sorpresa.
Asentí descolocada, sintiéndome torpe y nerviosa de repente.
Me excusé lo antes que pude, y salí hacia mi despacho mientras Javier se encargaba de presentarle al resto de compañeros.
—¡Bfff! —resopló Irene, mi procuradora, entrando en nuestro despacho como un huracán —. ¡Cómo está el "nuevo", nena! Pedazo de bombón.
—Tampoco es para tanto —dije con frialdad. Tratando de que no se me notara lo que sentía de verdad.
Volver a verle había aflorado todos los sentimientos que en el pasado me hizo despertar. Nuestra historia se había quedado inconclusa... aunque ni siquiera se podía considerar historia; sólo fue un beso. Pero ese beso me removió el alma.
Martín se acomodó muy deprisa en la oficina. Era simpático, atento y trabajador.
No me pasó inadvertido el leve flirteo que inició conmigo casi enseguida. Estaba claro que yo también le había causado cierta impresión en el pasado.
Y aunque técnicamente estábamos "compitiendo" él no perdía ocasión para preguntarme dudas o comentar algunos casos.
También empezó a comer con Irene y conmigo de forma asidua.
Ella fue quien me advirtió:
—Alana, sé que Martín está como un queso... pero confraternizar con el enemigo te traerá problemas. No puedes mantener una relación con él si quieres la vicepresidencia.
Tenía razón. Debía elegir, aunque mi corazón lo tenía claro. Y cuando iba a dimitir, recibí un mensaje suyo.
"No puedo callar más. Ese beso nos marcó a los dos. No he podido olvidarte aunque lo he intentado. Reencontrarte ha sido una señal y quiero hacerle caso. Además eres mejor abogada que yo. Dimito.
M. "
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