Capítulo 62:
El dolor de la soledad habitó dentro de mi pecho como una herida en carne viva, es una sensación conocida para mi mente atribulada por la carencia de afecto en mis años infantiles, quizá suene trillado echar la culpa a los demás de mis demonios alimentados con mis propios vicios de la carne, sin embargo, las irreverentes exigencias de mi madre desde que tengo uso de memoria me han afectado el carácter sobremanera. La misma causante de mi tormento me llevó una fría mañana de Londres hacia la cuna de las más intensas depravaciones, el misterioso instituto de formación especializado en la correcta formación de caballeros de alta cuna como la mía, un aula mater donde forman a los más siniestros varones de alta sociedad dispuestos a cualquier infamia con tal de complacer hasta el más mínimo de sus caprichos, fue en ese preciso lugar dirigido por Donatien De Sade que yo conocí el elixir del desenfreno de la lujuria femenina. Si me duele, es de vital importancia convertir aquel sentimiento en pintura, en poesía, en música, en danza, en arte, incluso en llanto, pero no preciso dejar dentro del corazón ese cruel tormento. Esa es la enseñanza de cualquier centro educativo, pero eso no sucedió en mi prestigiosa escuela. Si me duele debo propinar mayor dolor para conseguir la expiación de mis pesares, saborear una mezcla de dolor y placer derramados sobre un cuerpo femenino caliente debido a la excitación, aquella es la correcta manera de liberar los más aterradores demonios mentales, esa fue mi educación elevada de la mano del sátiro Marqués De Sade, aquella es mi divina manera de ver el mundo y domarlo a mi antojo.
Finalmente hice el intento de explicar mi historia educacional a mi amada mujer, y por la expresión de su rostro no creo que lo haya entendido de la mejor manera posible.
—Eso quiere decir... Para liberar los tomentos que usted alberga en su corazón lastimado —Lizzy desliza sus temblorosos dedos por encima de las tablas de tortura que instalaron para los juegos del Marqués listos a perpetrarse esa misma noche—. ¿El caballero que elegí por esposo le gusta golpear a las damas atadas en estos horribles artilugios del averno?
—No es certera su aseveración, señorita Elizabeth. Este noble caballero no propina dolor en las damas, solo necesito azotar el cuerpo de una fémina conocida que cuenta con mi absoluta confianza, una hermana comprada que le gusta esta clase de juegos en la misma proporción que yo, y disfruta recibiendo la dosis de tortura mezclado con placer que requiero suministrar cada vez que mi mente se oscurece por la rabia contenida —aprieto mis puños que formé debido a la impotencia que amenaza mi serenidad, me siento frustrado, muy enojado—. Es una manera de expiar mis demonios internos, no tiene que comprender mi técnica siniestra de liberación, solo le ruego que entienda mi conducta.
—¡¿Debo entender que el caballero que amo necesita azotar de manera pecaminosa a su perniciosa concubina para ser feliz!? —Elizabeth se aparta de la armazón triple que tiene frente a ella, y me mira con una expresión de decepción—. ¿Cómo puedo digerir semejante crueldad hacia un ser humano de mi mismo género? ¡Esto es horrendo, William! ¿A usted le complace presentarse ante mí como un monstruo?
—Lizzy, le confesé sobre las cerezas de mi pastel, y créame que fui lo más sincero posible. Sin embargo, omití el detalle de testificar que dichas cerezas son venenosas, letales, y nocivamente adictivas. Yo... Con usted... Nunca me atrevería a tomarla con violencia desmedida, eso jamás nace en mis ensoñaciones más íntimas —atribulado sujeto sus hombros para retener su silueta frente a mí por más tiempo antes de que huya de mi lado—. Con usted todo es sublime, suave, delicado, no necesito cometer crueldades. A usted, vida mía, nunca lastimaría de esta manera, lo juro por mi honor... Pero tampoco me puede exigir renunciar al infierno en el que habito durante décadas de la noche a la mañana, no soy un hechicero que borra la memoria por arte de magia... Aunque me encantaría. Tal vez ocurra alguna recaída, y no quiero volver a perderla. Por favor, mi amor... Intenta entender mi suplicio.
—Quiero verlo —declara Lizzy y mi cuerpo entero se estremece por temor a la pérdida—. Deseo presenciar al siniestro caballero Darcy que usted me oculta en acción, es la única manera de descubrir si estoy dispuesta a aceptar este cuento de horror compartido. ¿Usted está dispuesto a revelar al demonio que ha ocultado de mí todo este tiempo?
—De acuerdo —suelto el fino cuerpo del amor, estoy devastado, jamás pensé que las cosas terminarían de esta manera—. Las reglas del juego son explícitas, usted debe estar vestida de odalisca para infiltrarse entre las bailarinas y proteger su verdadera identidad. Prepare la mente para descubrir el mundo varonil de la perversión desmedida, guarde fuerzas porque encontrará a más de un caballero conocido convertido en un demonio lujurioso...
Giro mis talones reprimiendo un alarido de desesperación, la ubicación de los juegos está bien distribuida y la decoración ha superado mis expectativas. El país a donde nos transportaremos llevados por la lujuria es India, y todo está ambientado con los detalles de la tierra de Gandhi, elefantes, pavorreales, un banquete exótico y cabañas personales con una odalisca vestida y preparada para complacer hasta el más exigente de los caballeros citados en esa celebración privada. Pronosticando el fin del amor, dirijo mis pasos en silencio a la celebración de mi buen amigo Charles en el interior de la carpa de los novios, la fiesta se lleva a cabo con elegancia y suma distinción. Jane se muestra radiante, y Charles muy dichoso comparte varias sinfonías junto a su futura esposa. El brandy es repartido a diestra y siniestra, por un lado las damas cuchichean los chismes de vecindario, y al otro extremo estamos los varones platicando sobre asuntos comerciales, política o militar, mientras buscamos embriagarnos para calentar motores por el festín que nos espera. Los pueblerinos están encantados con la presencia real del Marqués, y sueltan elogios exagerados hacia su persona. Si la gente ignorante de esta comarca conociera al Belcebú disfrazado con harapos de la realeza que están elogiando, las cosas serían muy distintas en la celebración de mi hermano.
—Mi señor... —mi gatita me sujeta del brazo para apartarme del grupo varonil, lentamente acomoda mi corbata correctamente—. Las damas oficiales están prontas a abandonar la celebración. ¿Es preciso llevar a los caballeros a la zona de los juegos del Marqués?
—Sí, ordena encender las antorchas del festejo, y el sacrificio de esta noche para el deleite de nuestro invitado —sujeto un mechón de su cabello para acercarme a su oreja—. Necesito un favor, gatita. Te pido disfrazar a Lizzy como una odalisca más para que comparta con nosotros en el banquete de la celebración.
—¡¿La pueblerina asistirá a la fiesta privada!? ¿Perdiste el juicio, hermano?
—Le confesé la verdad a mi esposa, Kathy... Le enseñé nuestros juegos apagados, pero ella precisa presenciarlos encendidos. Por favor, ya estoy hundido hasta el cuello en este fango mortal, ¿qué más podría suceder de malo? —El pesimismo ejerce su poder en mi temple, me acerco con cautela a Kathy para inspeccionar la marca de la bofetada de Lizzy en su rostro que intentó ocultar con maquillaje, acariciando su mejilla enrojecida me lamento de todo lo sucedido—. Debes medir tu lengua viperina, cuando Elizabeth se convierta en mi esposa, usted le deberá obediencia a la dama que tanto desprecia.
—¿Su esposa...? ¿Realmente asegura que la estúpida pueblerina aceptará desposar al desalmado caballero que está a punto de conocer? La dama medieval no resistirá verlo en la tarima del placer, estos juegos no fueron hechos para las damas débiles como Elizabeth Bennet.
—¿Usted habla de mi persona, señorita Bingley? —Para colmo de mis pesares, mi mujer aparece para interrumpir mi plática con Katherine, por prudencia doy un paso atrás para apartarme de mi hermana—. ¿Señor Darcy?
—Usted se presenta en la hora adecuada, Elizabeth. Por favor, tenga la bondad de acompañar a Katherine a los vestidores de las bailarinas y siga sus instrucciones. Le pido encarecidamente a las dos que guarden la compostura, y si desean sumirse en una gresca descomunal, por lo menos aguarden a que la fiesta del Marqués finalice. Muchas gracias, respetables damas.
Me retiro de la evidente batalla de las dos mujeres que marcaron mi corazón, un verdadero caballero no es el más encantador, ni el que conoce más de política, economía o de religión. Un caballero de verdad es el que conoce la dureza de la vida, y saca provecho de ella. Siempre está presto a ayudar a quien más lo necesita, y jamás le dice mentiras a una mujer enamorada solo para ilusionarla. Esta noche he decidido convertirme en ese caballero lleno de sinceridad en los labios, y a pesar que sé que dicha honestidad lastimará corazones no es propio mantenerlas vigentes. En calidad de padrino me toca desempeñar el rol de anfitrión de la fiesta privada, cuando llego al lugar elegido todo el circo, maroma, y teatro está en pleno funcionamiento. La caravana de lujuria desmedida para el placer de Donatien se lleva a cabo en cada enlace nupcial de los caballeros aristócratas más importantes de la región dominante, es una manera descabellada de unir lazos comerciales provechosos para aumentar la riqueza de cada uno de los asistentes. Representa un rito patriarcal deprimente que se sostiene en el tiempo gracias a la misma naturaleza malvada de la humanidad, y se comete las más despreciables bajezas al aire libre.
—Quiero expresar mi sincero agradecimiento por la asistencia de cada noble caballero citado esta noche —subido en el estrado principal sujeto la antorcha encendida que dará inicio a la orgía desmedida, los gritos cavernícolas de los invitados quienes también portan sus antorchas son estruendosos—. Como ustedes saben, esta noche se celebra el rito de sacrificio de un alma en libertad como es el espíritu libre del noble caballero Charles Bingley aquí presente, quien voluntariamente se entrega a las brasas de una unión monógama parental para formar su propia descendencia. ¡Es por ese glorioso motivo que yo, Fitzwilliam Darcy, le pido al real marqués, fundador de los juegos del placer, que se presente frente a sus invitados! ¡Vida eterna al ilustre sabio Marqués Donatien de Sade!
Los aplausos de los varones no tardan en resonar en el lugar, los músicos tocan la marcha ceremonial real, y mi detestable padrastro se presenta ante los gritos de sus admiradores.
—¡Muchas gracias, apreciable concurrencia! Es para mí un inmenso placer despedir a un caballero repleto de bondad, un noble caballero que llegó a las sagradas instalaciones de mi escuela con el miedo reflejado en sus ojos, y se graduó con todos los honores como un semental varonil admirable. ¡Aplausos para el condenado a una insulsa vida de casado, Charles Bingley! —Los alaridos de festejo me ponen cada vez más nervioso, en ese momento Donatien sujeta su antorcha para iniciar los juegos—. En calidad de padrino, respetado señor Darcy, a usted le corresponde brindar el primer asalto de la noche. Elija su arma de placer...
Observo la caja que abre el marqués frente a mis ojos con una sonrisa de victoria, elijo una varilla de manera larga y no tan gruesa cubierta de pequeñas protuberancias que dejarán a la dama elegida unas severas marcas difíciles de borrar de su piel.
—¡Yo elijo la varilla del Centauro! —Empuño mi artilugio de tortura mostrándolo ante la mirada de los cavernícolas que esperan desesperados por las odaliscas, y es entonces que la música anuncia la aparición de las damas a maltratar, la danza de presentación del sacrificio está liderada por Katherine, ella baila para mí frente a todos con elevada sensualidad, muy nervioso observo a todas las mujeres que desfilan bailando por el estrado en busca de mi mujer disfrazada, pero no consigo diferenciarla—. ¡Katherine! Yo elijo a Katherine Bin...
Donatien me interrumpe colocando su mano sobre mi boca, la cual retiro asqueado.
—Esta noche especial usted cuenta con una compañera entrañable, hijo mío. ¡Que entre la dama de iniciación! —Grita el perverso marqués y mi temple me quiere abandonar cuando descubro la silueta de Renée vestida completamente de cuero acercándose al potro de tortura—. ¡La marquesa de Sade será el jugoso sacrificio presentado esta noche!
—¡¿Renée...!? ¿Usted perdió la sensatez?
Nota:
Canción de Katherine y las odaliscas en multimedia.📩
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