Capítulo 48:

El amor enrevesado se cala en lo profundo de tu ser, tuve el infortunio de cotejarlo por mi propia cuenta, unos días mi dama es sol y otros ella es tormenta. Añoro los días donde Lizzy se convierte en ruido, el resonar de sus risas pizpiretas embargan mi pecho de aleteos de mariposas, descarada se burla de mi afecto, de mi pasión ella abusa, se adueña de mis suspiros sin tomarlo en cuenta, pero desprecio más los días que ella se vuelve silencio. El silencio de Elizabeth le resulta abrumador a mi corazón, es una tiniebla callada. Y acontece precisamente entre mis brazos, mi amada está vuelta silencio a mi lado mientras duerme, sus largos y oscuros cabellos, cual cascada indomable, caen desprevenidos en la suavidad de mis almohadas, sus bellas pestañas cubren el paraíso oscuro que me presentan sus ojos, los oculta de mí, cruel villana, la luna no me favorece esta noche. Un sobresalto me obliga a levantar la cabeza cuando la puerta de mi alcoba se abre muy despacio, una esbelta silueta femenina conocida se forma entre las sombras, el momento de la confrontación está cerca.

—Señorita Bingley... —murmuro extendiendo mi mano para evitar que mi felina se acerque demasiado a mi lecho—. ¿Olvidó los modales que con tanto ahínco cultivé en usted en sus primeras primaveras?

El amor es compañía y a veces largas ausencias. Bien adiestrada, mi felina desliza sus finos dedos por mi pecho en silencio, me acaricia por sobre mi ropa lentamente generando mi nerviosismo, un sudor frío se apodera de mi espalda y frente, me encuentro entre la espada y la pared. Sus afiladas uñas se escabullen por debajo de la tela de la pulcra camisa que estoy vistiendo, desea provocar un profundo malestar en mí y lo está consiguiendo, me tenso, impropio de mi parte, y justo cuando aguanto la respiración para sujetar su mano y alejarla, Katherine se adelanta a mis intenciones y sostiene mi corbata con fuerza para acercar su rostro al mío.

—Usted tiene exactamente cinco minutos para salir de esta alcoba y enfrentar a un gato enfurruñado, señor Darcy, o le juro que bajo este mismo tejado arderá Troya.

Katherine suelta de improviso mi prenda y mi cabeza cae en las suaves almohadas de plumas de cisne, expulso el aire contenido viéndola marcharse contoneando las caderas, como de costumbre. Dirijo mi vista a la bella mujer que todavía duerme entre mis brazos, Lizzy es complicada de amar, lo sé. Unos momentos es una niña prejuiciosa, y otros una mujer seductora, en el calor de mi lecho es desesperadamente inocente, y en otras superficies toda una experta en el arte de tocar. Contemplo a mi amada recorriendo la suavidad de sus mejillas acaloradas, dibujo sus labios suavemente disfrutando de la ternura que ella me transmite, imprudente me tomo la licencia de posar mis labios sobre los suyos, quizá es un adiós o un hasta luego. Los nobles caballeros como yo deben responder ante sus acciones, me aliento mentalmente al corregir mi traje importado, Katherine representa para mí más que una acción, ella es una adicción... Adicción letal que encuentro al abandonar la privacidad de mi alcoba vacacional de la modesta casita de Netherfield.

—La visita al hospedaje se canceló, no queda más por aclarar —me pronuncio cuando mi pelirroja me aborda en el pasillo del primer nivel de mi morada, a paso firme me conduzco al salón.

—¿Ustedes reanudaron su lazo conyugal? ¿Volverá a invitar a la pueblerina a calentar sus sábanas? —Me atropella con preguntas burdas.

—Dichas consultas son asuntos que a usted no le compete enterarse, señorita Bingley. Remítase a sus funciones...—su delgada mano se aferra a mi antebrazo con fuerza, y tira de mí para detener mi marcha.

—¡No convengo esta atrocidad medieval! ¡Yo soy su esposa, William! —Conozco a mi compañía de antaño, y si decido dejarla a sus aires esto se convertirá en un fuerte de guerra, sostengo sus caderas para levantar su anatomía sobre mis hombros y subo los escalones soportando sus estridentes chillidos—. ¡Bájame, vil timador! ¡Libérame ahora mismo!

Suelto el cuerpo enfurecido de mi felina sobre mi lecho del tercer nivel de mi morada, y me monto sobre su piel caliente. Sujeto sus mejillas con firmeza para amansar a mi fiera de fuego.

—De estos mismos labios venenosos salió mi condena, preciosa... Tu esplendido plan de salvación me tiene consumido en una cruel tortura. ¡Cancelaste nuestra boda para salvar el trasero de tu promiscuo hermano menor! ¿Y ahora reclama un título que usted misma tiró por el retrete? ¿Cree que soy su juguete de carne y hueso?

—El coronel matará a nuestro hermano si no acontece una boda pronto, mi señor. ¡Usted lo sabe! No puedo permitir el fin de mi propio linaje, Charles es el único varón de mi familia, es mi deber impedirlo... ¿Quién cuidará de mamá cuando papá abandone este mundo si no cuenta con la providencia de un hijo varón?

—¡Basta! Las mujeres son un caos a la hora de amar, me entregan el cuerpo y el alma jurando sentir amor puro y verdadero. Se entregan completas, y luego me dejan a medias abandonando mis privilegios por el bienestar de sus familias. ¡Y qué familias más nefastas! La primera esposa que compré me rechaza para sostener la boda de su inepto hermano menor, y la segunda esposa me rechaza para procurar la boda de su hermana mayor. ¿De qué clase de burla del destino he sido maldecido? ¿Qué debo hacer ahora? Usted misma me arrojó a los brazos de Elizabeth Bennet, me permitió divertirme como es costumbre, pero ella no es diversión alguna. ¡Lizzy me duele en el pecho!

—No, no es verdad... ¿Amor...? La pueblerina es solo un capricho lujurioso, conozco bien a mi señor... Siempre aconteció igual, es la fiebre de la novedad femenina, lo exótico agrada a los nobles caballeros como usted, pero después dicha fiebre cesa y se vuelve frío.

—Cuando la dama no me quiere me retiro de la contienda, aún con el amor en la piel. Dejé de llorar por las mujeres y escribirles miles de versos, Renée me educó a la perfección en cuestión de amores, fue una excelente maestra... —suelto una risa irónica al bajar de mi lecho, corrijo mi traje frente al enorme espejo y acomodo mi cabellera—. Le prometí a la señorita Elizabeth que pernoctaré bajo este tejado, me pidió perdón con sus ojos repletos de amor sin embargo no es mi pretensión tomarla, está herida y la tristeza nubla el raciocinio humano. Quizá mañana recupere la cordura y se aleje para siempre de mí, será lo mejor para ella... Duerme, no esperes mi calor esta noche.

—¿Ocupará una alcoba de visita? Cese el capricho, usted sabe que no puede dormir sin mí bajo su cuerpo desnudo... Mi señor, venga a mí.

—Cesa de persistir de alejarme de Lizzy, si usted está tan segura de recuperar su título de esposa perdido en la medida de la distancia no debería generar revuelo por una simple pueblerina que no se compara a su categoría. Aquello le resta a su atractivo innato, gatita. Buenas noches.

—¡William!

Oídos sordos para el reclamo de la dama, bajo como alma en pena a la primera planta de mi propiedad y me refugio en los confines del bar dotado de coloridos frascos de licor bien dispuestos a silenciar mis pesares. Sí, debo confesar que soy difícil de amar porque a veces mi forma de hacerlo asusta a las damas. Me enfurece aceptar que no conozco a otra mujer que me soporte el carácter endemoniado mejor que mi felina, ella se ofrece completa, es leal y procura ser hogar. Y hoy en día, dichos privilegios ya no están accesibles para un noble caballero con gustos peculiares como los míos... Prefiero ser imposible de amar que fácil de olvidar, medito mientras engullo otra copa de licor fuerte, requiero nublar los fuertes latidos del corazón y ahogar en espumante las odiosas mariposas de romance.

—Mi querido hermano de otra matriz, ¿qué hace un elegante caballero como usted tan solitario en medio de este deprimente salón casero? ¿Dónde está Kathy que no se ocupa de su bienestar nocturno?

—Ingiero licor como un reverendo idiota para reprimir mis impulsos de calentar el lecho de cualquiera de mis dos esposas... —elevo mi copa de Brandy para celebrar mi inminente derrota—. Una es tan tierna... Tan dulce, tan suave... Ella genera dentro de mí una revolución de sensaciones nuevas, aquí, en este lugar —coloco mi mano en la boca del estómago—. Es amor... He sido cruelmente derribado por el candor de unos tímidos ojos oscuros, y no aspiro a nada más en la vida que verla feliz... A pesar que dicha felicidad de mi amada no esté bajo mi apellido, estoy dispuesto a financiar su dicha marital con otro caballero con tal de escucharla sonreír una vez más... ¡Maldita sea! —Arrojo mi copa y el cristal se estrella en la pared dividiéndose en minúsculos pedazos.

—Dicho amor que a los nobles caballeros nos atrapa no es provechoso, mi estimado señor Darcy... Desearía que mi amor por Fifí fuera suficiente, le vendería mi alma a usted de ser necesario... Sin embargo, esa providencia no me favorece —mi buen amigo Charles se levanta para servir dos copas de coñac, me ofrece el licor y yo acepto complacido—. Usted me ha elevado, es preciso mencionar los años que he presenciado desfilar a una centena de damas bien dispuestas a cumplir sus más ocultas fantasías de cama —el pelirrojo bebe sentado a mi lado y palmea mi espalda en forma de consuelo—. Ninguna ha permanecido en el tiempo como mi hábil hermana. Cese de engañarse, Kathy volverá cenizas los restos de su yegua salvaje, apenas inicia la masacre acostumbrada. La señorita Elizabeth demostró no ser digna de su divina providencia, al primer alboroto se asustó y declinó.

—¿Costumbre...? Su confesión es certera, mi estimado hermano de otra matriz. Quizá la costumbre es más fuerte que el amor... Y tu hermana me tiene tan mal acostumbrado que siempre vuelvo a caer en el vicio de la carne... ¡Maldito marqués! ¿Por qué lo invitó a su boda? ¿Por qué insiste en lastimarme?

—La vida no está hecha para mediocres, William... No lo está. Al igual que yo no estoy en mi alcoba en este preciso momento, tengo el privilegio de la compañía de una bella dama esta noche, y lo único que logré hacer fue huir como un pollo cobarde... Mi mansa yegua insiste en calentar mi lecho corrompido, y cobarde de mí, escapé. Soy un pato muerto. ¡Un pato muerto!

—¿Qué...? ¿Usted tiene el cerebro de un pollo? ¿Cómo se le ocurre perpetrar tamaña ofensa a su esposa? ¡Vuelva a su lecho y compórtese como un caballero viril! —Enfurecido sujeto el cuello de su camisa para arrastrar al pollo ahogado en llanto al matadero.

—¡No...! ¡Piedad! Le imploro que no me obligue, William. No puedo cumplir como varón...—Charles Bingley cae de rodillas rogando por su virtud manchada—. No soy varón con una dama.

Nota: Actualizaciones continúas, bebés. Lo prometido es deuda, les dije que valdría la pena la espera. Gracias por vuestra espera y paciencia.💚✨

Gif de Antón de apertura.❗

Viejo pero coquetón😏🔥

La amistad entre Darcy y Bingley es muy dispareja, uno tan promiscuo con las damas y el otro bien homosexual.😁✨ ¿Que les parece? Quiero leer su amor en comentarios.🤩✨ Gracias para siempre.🙌

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top