Capítulo 16:
—Yo deseo... Deseo una esposa, una compañera de vida, una noble confidente personal con defectos, virtudes, altos y bajos. Quiero que pelee nuestra dicha, que luche por nuestra felicidad, que defienda nuestro hogar, nuestro apellido que le entregaré confiado. ¿Y si vienen hijos? ¿Qué clase de desdichados serán con una madre sin voluntad...?
—Señor Darcy...
—Paso a retirarme, señorita Bennet. Es preciso volver a Pemberley por unos días... —cierro mis ojos con fuerza queriendo capturar en mi memoria la imagen completa de la mujer que amo, giro en dirección a la blanca madera y sostengo la perilla con suma dificultad. Duele de una manera horrible, capturo el aire, lo retengo por breves minutos y luego lo expulso con fuerza. He de morir alejado de esta mujer—. Hasta pronto, Elizabeth...
—¡No...! ¡No! ¡No se vaya, señor Darcy...! —Para mi asombro siento sus delicadas manos sujetar mis brazos con fuerza, y me obliga a girar de golpe para enfrentarla. Lizzy cae al suelo de rodillas a mis pies en medio de un llanto sonoro que me parte en añicos el corazón—. Por favor no me deje... Perdón... Le ruego que usted me perdone...
—Elizabeth...—murmuro consternado, ella se sujeta de mi pantalón apretando la tela con furia.
—Amor, mi amor... Estoy aquí, ¿no ves? Si usted se marcha... Si usted no vuelve... Haga de cuenta que Elizabeth Bennet dejó de existir por su ausencia... No le quiero perder, no más, William.
—Te amo, Elizabeth...—me inclino para sostener su rostro, pero ella está tan aferrada a mi prenda inferior que se me cae el pantalón justo frente a su rostro, el cual se pinta de un rosa delicioso al descubrir mi vigor erecto frente a sus ojos. Esto es muy embarazoso—. Creo que haces latir algo más que mi corazón, amor mío...
—¡Dios mío...! ¿Esa es su histeria...? —Mi avergonzada prometida se queda embrujada observando fijamente mi vigor presto a dar batalla—. ¿Le duele...?
—Mucho...—sonrío.
—¿Puedo ayudarle a sanar? —Lentamente ella acerca la punta de sus dedos a mi hombría y lo toca fugazmente, como si quemara. Mi sonrisa se ensancha.
—Concédale el paso al interior de su boca, cariño...
He de tentar a la suerte este día en Netherfield. Y finalmente estoy por cumplir lo que tanto me ha torturado en sueños, ella abre más los ojos mientras no consigue dejar de admirar mi erección.
—Elizabeth...—jadeo, inclinándome hacia atrás dejando mayor evidencia mi deseo por ella—. ¡Mi Dios!
Suspiro devorando con los ojos a mi prometida, mi mujer. ¡Sí! ¡Mi mujer! Lizzy es toda mía, le pediré que me susurre eso en el auge del clímax. No recuerdo cuándo comencé a imaginar que un día tendría a esta mujer totalmente desnuda y excitada en mi cómoda alcoba vacacional. Una dama que un día consideré que no era lo suficientemente bonita para tentarme. ¡La vida es sorprendente! ¡Todo cambia tan rápidamente! Lo interesante es que, más allá de lo que pueda suceder, el cuerpo delicado de Elizabeth Bennet resalta más en esta habitación de estilo innovador, con figuras de ángeles y almohadas importadas que yo mismo sostuve hace poco. Pretendo ser el macho destacado en toda su magnitud, pero la cruel verdad es que estoy temblando como un reverendo torpe. La visión de su rostro colorado por el pudor me quita el aliento, y luego me acelera la respiración. Pero en otras ocasiones, ¿ella no me causa ese mismo embrujo?
Mis pasadas aventuras amorosas no son nada comparado con lo que siento por esta hermosa y fuerte mujer que está arrodillada ante mí, lo que nos une es tan poderoso que pocos lo entenderían. Cuando poseo su cuerpo tengo la certeza que ella ha nacido para ser mía. Solo tengo conciencia de Elizabeth, de nosotros tan unidos, realmente nos tornamos uno solo. Con dificultad ella levanta la mirada apreciando mi abdomen, llega a mi pecho musculoso que sube y baja acelerado a causa de mi respiración alterada. Vuelve a bajar la vista y se detiene mirándome, sé que ella tiene ganas de besarme allí, de la misma forma que yo lo hice con su cuerpo, Lizzy contempla mi vigor de tal manera que, sin darse cuenta, se humedece los labios.
—Es impresionante, señor Darcy... Mágico... —mi tierna prometida sostiene mi hombría entre sus delicados dedos, y no puedo evitar soltar un impropio gemido—. ¡Y late...!
—Elizabeth...—vuelvo a llamarla con la voz torturada, y ella se estremece.
En ese exacto momento sus ojos me encuentran, descubro mi mirada reflejada en sus ojos y la misma necesidad de ser poseída. Duele... Porque estas ganas de unirme a ella son algo mayor que un intenso deseo, será la entrega de todo lo que soy y siento. Y continuará siempre así, Elizabeth me completa... Incluso después del amor estaremos siempre unidos. Intento aproximarme a ella.
—¡No! Quédese donde está...—me pide rápido. Yo me freno, sorprendido.
—¿Por qué...? Te quiero tomar ahora —de inmediato, sus preciosos ojos oscuros son atraídos por mi erección, ella no tiene la menor idea de cuánto la amo.
—Anoche usted... Usted curó todos mis males de una manera... Me sujetó y... —Lizzy se sonroja violentamente, y vibra al recordar cómo acabé con sus ansias, puedo notarlo.
Y al recordar su sabor cierro los ojos controlándome para no tomarla en mis brazos, y hacer todo de nuevo. Respiro profundo y entreabro los ojos febriles, sonrío seductoramente. Ella acaba de despertar mi lado malo...
—¿No le gustó? —La provoco, ella se ruboriza más y desvía la mirada—. Amada, mírame por favor...
Al oír mi voz ronca, Lizzy me mira. Late mi entrepierna al revivir lo que hice con ella, esta mujer despierta mi desenfreno. Cada vez que me tomo el atrevimiento de develar las delicias del amor ella no se resiste, hace lo que yo quiero porque lo quiere de la misma manera.
—Todo lo suyo me gusta, señor Darcy. Y estoy segura que cualquier cosa que venga de usted, será maravilloso...—sus palabras acaban de sonar como una sentencia, pero es una sentencia placentera que me conduce a un placer vertiginoso.
Y eso sucede no solamente porque soy un amante excepcional, también porque deseo alcanzar el amor sexual y el amor emocional en la misma proporción a su lado. Por esa razón es raro y completo. Sin embargo, la señorita Elizabeth que yo amo es tímida y siente vergüenza de cómo la llevé al gozo con mi irrespetuosa mano. Mientras tanto ese hecho no disminuye las ganas inmensas que tengo de repetir dicho proceso de curación. Pero antes... Antes quiero superar otra barrera. Comencé a hacerlo la vez anterior que la amé sin mesura, a pesar de la vergüenza esta vez podré llegar hasta el final. Observo su mirada volverse firme, y nuevamente dirige sus ojos hacia mi torso para admirar mi cuerpo hasta detenerse en mi erección. Vuelvo a tener la intención de ir hacia ella.
—¡Espera! Yo quiero hacerlo... Deseo curar su malestar...—dice misteriosa.
Elizabeth desea tomar la iniciativa y eso es algo maravilloso, estoy ardiendo por descubrir lo que pretende. Debo parecer una estatua de tan inmóvil que estoy, absolutamente asombrado, mi corazón está acelerado. Debe ser difícil para ella, porque yo la miro intensamente, mi dulce prometida todavía no está segura con relación a su cuerpo, puedo deducirlo. Una vez más, Elizabeth Bennet vence sus inseguridades y se muestra ante mí, porque de mi amor no tiene duda alguna. Acompaño cada movimiento, hechizado, para mí es la mujer más hermosa, la más perfecta. Mi mujer, mi mayor tesoro, me emociono al ver cuánto me ofrece con aquella actitud al igual que lo hizo la noche anterior. La observo ávidamente, el calor y el olor de su cuerpo me embriaga.
—¿Qué pretende, bruja maligna? ¿Otro conjuro sobre mí...? La verdad ya no me importa cuanto me ates a ti...
Elizabeth se levanta sin dejar de mirarme, sube los brazos y pasa sus dedos entre mis cabellos.
—Permanezca quieto, por favor... —Lizzy habla con una voz temblorosa—. Quiero conocer su cuerpo como usted conoce el mío...
Quiero refutar algo, entonces sus ojos oscuros, brillantes de deseo, atrapan los míos y olvido lo que iba a decir. ¡Elizabeth es deslumbrante! Tímida y al mismo tiempo tan sensual, inocente pero al mismo tiempo atrevida. ¿Será siempre así? ¡Arrebatadora!
—Le pido que me deje llegar hasta el final... —añade mi hechicera muy sugerente, asiento obediente, hipnotizado.
Entonces, ella desciende lentamente sus manos por mi cuello, hombros y por mis brazos hasta llegar a mis manos, que tiemblan. La observo fijamente esperando que ella se queme con mi mirada ardiente, y nuestras manos se entrelazan. Lizzy cierra los ojos buscando vencer la vergüenza, se aproxima y presiona su cuerpo contra el mío. Sus pechos excitados pegados en mi pecho fuerte, y su vientre contra mi vigor que punza caliente.
—Amor mío...—me encuentro rígido, gimo de una manera muy vergonzosa, y contengo la respiración, exhalo intentando controlarme. Elizabeth se coloca en puntas de pies, y con ese simple movimiento acaricia mi hombría, aprieto sus manos y jadeo. Ella me besa detrás de la oreja, y aspiro su perfume delicado que me enciende, respira muy cerca de mi lóbulo y lo besa succionándolo leve y repetitivamente—. Elizabeth...
Reacciono de inmediato, me estremezco e intento soltar sus manos para poder tocarla. Lizzy se siente lujuriosa, busca venganza.
—Quiero darle placer como usted lo hace conmigo, señor Darcy...—me susurra al oído.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top