Capítulo 11:

Gracias por leer.❤️

¿En qué momento perdí el control sobre mis actos?

—¡¿Madre!? —Exclama mi amada, bastante alterada por la presencia de su progenitora en la habitación, la impertinente mujer se queda suspendida en el tiempo cubriendo su boca abierta con ambas manos, las condiciones en las que nos acaba de atrapar no son las mejores—. ¡¿Qué hace usted aquí!?

—Señora Bennet sea usted bienvenida a esta humilde morada...—parloteo muy nervioso levantándome de prisa, aliso mi traje y acomodo mi cabello mientras Lizzy se levanta de un salto de la cama—. Por favor pase y póngase cómoda...

—¡¿Qué creeís que estáis haciendo, Elizabeth!? ¡Acostada de esa manera tan impropia en el lecho de un hombre libertino! ¡Ten compasión de mis pobres nervios! —Lloriquea entre lamentos mi futura suegra.

—¿Libertino...? —Reclamo, sin poder evitarlo.

—Madre por favor guarda la compostura, ¿estás sola? ¿Mi padre le acompañó? —Lizzy se muestra bastante alterada, mientras se ata el listón de su vestido de forma correcta.

—¡¿Acaso quereís matar a mi querido señor Bennet!? ¡No lo quise traer para que no presencie su desvergüenza, Elizabeth! ¡¿Cómo se le ocurre pasar la noche en la morada de su prometido!? ¡Seré la burla del pueblo! ¡Oh cuán desdichada soy! ¡Tengo por hija a una completa insensata que se deja llevar por las bajas pasiones! —La señora Bennet está empeñada en formar un gran escándalo.

—¡Detente, madre! —Lizzy está furiosa por el proceder de la mujer que la trajo al mundo.

—Señora Bennet permítame presentarle mis más sinceras disculpas...—murmuro con la paciencia al límite de lo prudente.

—¡No permitiré una ofensa tan ruin contra mi linaje, señor Darcy! ¡Primero tendréis que pasar sobre mi cadáver! ¡Usted también estáis siendo cruel con mis pobres nervios, señor Darcy!

—¡Madre estás colmando mi paciencia! —Advierte Elizabeth con severidad, mi ángel ha desaparecido en el aire.

—¡Usted guarde silencio, jovencita desvergonzada! ¡Perdió el derecho de dirigirme la palabra por su mal proceder! —La señora Bennet agita su mano cerca de su rostro al borde del colapso—. Señor Darcy es mi deber comunicarle que aunque tema por las represalias que usted tomará en contra de mi amadísimo señor Bennet, debe responder como es debido.

—Señora Bennet usted no... —me quedo en silencio a causa del último farfulleo de la detestable mujer—. ¿Responder como es debido?

—Usted debéis casarse con mi hija a la brevedad, es la única manera de enmendar su grave ofensa —sentencia la madre y por primera vez en mi vida me alegra escuchar su chillona voz.

—¡¿Qué?! —Lizzy se exalta evidentemente alterada por la decisión de su madre—. ¡No! ¡No pienso hacerlo así me alquilen en este preciso momento! ¡No me casaré antes de mi querida Jane!

Por primera vez en mi historia el azar me juega una trampa inmensa burlándose completamente de mi buen juicio, y estoy a punto de pronunciar las palabras que jamás pensé articular...

—Estoy completamente de acuerdo con usted, señora Bennet. Ofendí a su legado de la forma más ruin que se pueda perpetrar, soy un completo insensato de mala calaña. Es preciso casarme con su hija para lavar el honor de su respetable familia —me paro derecho frente a mi futura suegra, por más que intento mostrar seriedad fracaso en mi cometido—. Mande a llamar al cura o al clérigo zopenco, y de inmediato se efectuará la boda.

—¡¿Usted...!? ¡¿Está de acuerdo con mi madre, señor Darcy!? —La expresión de Lizzy no tiene precio, escandalizada y roja de furia cubre su frente con su temblorosa mano—. Esto es inaudito...

—¡Oh cuán dichosa soy, señor Darcy! Jamás dudé de su buen juicio, me figuraba que un noble caballero como usted no se negaría, lo sabía. ¡Estoy feliz! —La conveniente madre se apresura a salir de la alcoba soltando gritos de júbilo.

—¡¿Qué ocurre, mi buen amigo Darcy!? ¿Por qué tanto alboroto a estas horas tan impropias de la mañana? —Charles hace su aparición aletargado casi sonámbulo, está bajo los efectos terribles de la resaca, ni bien percibe la presencia de la invitada endereza su postura muy nervioso—. ¡Honorable señora Bennet! ¡Qué agradable sorpresa!

—¡Oh mi querido señor Bingley! Tengo la venturosa oportunidad de anunciarle que la boda del señor Darcy y la señorita Elizabeth se efectuará esta misma noche. ¿No le parece maravilloso?

—¡¿Usted se casará hoy, señor Darcy!? —Charles está a punto de caer en el sofá por la impresión, pero luego recobra el temple y junta su frente a la mía, enojado—. ¡Traidor, villano de lo peor! ¡Ese no fue nuestro acuerdo!

—¿A cuál acuerdo se refiere usted, señor Bingley? —Mi ángel enojado hace su aparición triunfal en el salón principal.

Lo único que me faltaba...

—¡Dios santísimo es la yegua! —Exclama Charles sorprendido, se vuelve pálido y sudoroso—. ¡Perdón! ¡Señorita Elizabeth! ¡¿Qué hace usted aquí!?

—No le preste atención a mi buen amigo Bingley, amada mía. Está bajo los efectos del alcohol que perduran en su sistema sanguíneo, ¿cierto, señor Bingley? ¿Le duele la cabeza, amigo? —Aprieto su cuello utilizando mi brazo con disimulo para no alertar a las damas presentes, y él comienza a temblar—. Por que si no le duele yo se la partiré con sumo placer, señor Bingley.

—¡Me apena comunicarle a todos que no habrá boda! —Aclara mi ángel terrenal, enrojecido por el coraje.

—¡¿Qué!? —Gritamos todos al unísono.

No otra vez. Tanto. Una palabra simple de usar en el dialecto y escritura, pero que encierra un universo de significados.

Jamás me había sentido tan perdido... Tan vacío. En ningún momento de mi vida había experimentado tanta tristeza, ni siquiera la primera vez que rechazó mi afecto con tanta entereza. El simple hecho de imaginarme alejado de Elizabeth Bennet me ocasiona tanta desesperación... Mi gran anhelo es poseer un hogar propio, una familia de verdad, crédulo llegué a pensar que lo había conseguido la noche anterior. Sin embargo, nada fue tan doloroso como ahora porque ahora sé lo que es amar y ser amado. Disfruté de la magia de sus brazos envolviendo mi cuerpo y me sentí en casa.

Y de pronto acontece que pierdo la capacidad del movimiento corporal, olvido el acto inconsciente de respirar, el traidor ritmo cardíaco me abandona aquí mismo, de pie en medio del hermoso salón de Netherfield.

—Respetable señor Darcy... No... No respiro...—la voz agonizante de Charles me regresa a la escena del crimen, el mío. Grande es mi sorpresa cuando descubro a mi amigo siendo estrangulado por mi brazo diestro, lo suelto con rapidez—. ¡Dios santo, señor Darcy! ¿Qué clase de raro perfume francés se roció esta mañana?

—Me unté el exquisito perfume que usted jamás en su despreciable existencia tendrá la dicha de oler de cerca, aunque cuenta con un frasco de la misma gama aromática, señor Bingley —mascullo entre dientes mientras mi amigo se acomoda el traje y el peinado correctamente—. ¿Usted está cancelando nuestro compromiso, señorita Elizabeth?

—¡No, de ninguna manera lo permito! Usted debió guardar la prudencia, Elizabeth. ¡Pero usted es tan porfiada que lastima a mis pobres nervios! No se debe retozar en el lecho del prometido cuando todavía no corresponde, ¡insensata! Mandé a una criada a levantar la evidencia del delito y la desvergüenza, ¡la boda se efectuará a más tardar mañana en las horas vespertinas! —Sentencia mi futura suegra.

—Es mi deber, como futura esposa, exponer mi parecer y considero que acabo de consumarlo. El señor Darcy aquí presente conoce bien mi razón para tomar tal decisión. Madre, yo no voy a hurtar a mi querida Jane su glorioso día. La felicidad de dicho enlace debe ser sólo suya, personal, al igual que la mía. ¡No acepto una boda doble, como tampoco una boda con antelación! Mi hermana es la mayor, por tanto le corresponde por herencia el privilegio de casarse primero —se defiende mi adorable futura esposa.

—¿Delito? Me tendrán que disculpar, pero no entiendo a qué desvergüenza se refiere, respetable señora Bennet —Charles se muestra confuso en medio de la discusión de las damas, y no pudo aguantarse la curiosidad.

—¡Oh mi querido señor Bingley! Es un acto tan vil que dudo mucho que un caballero tan sensible y noble como usted tenga la imprudencia de cometer —la detestable mujer se lanza a los brazos de su otro futuro yerno, lloriqueando desconsolada—. Aquí su amigo presente, el señor Darcy, cometió una gran infamia contra mi linaje, sedujo a mi pobre inocente hija Elizabeth, y la convenció de pernoctar en sus aposentos dando rienda suelta al pecado. ¡Oh cuán desdichada soy, señor Bingley! ¡Soy la burla de la sociedad respetable! ¡Qué alguien me clave una estaca, y arroje mis restos al fuego!

—Es mi deber, como futuro yerno, cumplir los deseos de mi parentela política. Con todo gusto cumpliré ese último deseo suyo, señora Bennet —me ofrezco encantado por tan dichosa noticia.

—¡Señor Darcy! —Me regaña Lizzy.

—¡Infame! ¡Villano de lo peor! ¡Un pavorreal no permitiría semejante barbarie bajo su tejado, señor Darcy! —Charles se levanta muy enojado y por primera vez en la historia de nuestra querida hermandad, me enfrenta—. ¡Es mi deber retarlo a un duelo por el honor de mi familia, señor Darcy! ¡Elija su arma!

El amor tiene un efecto muy peculiar en los caballeros obstinados.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top