Capítulo 3
El primer período de clases había llegado a su fin. Los estudiantes salían de las aulas, corriendo por llegar a la cafetería.
— Nos esperan en nuestro escondite en el campus – fruncí el ceño ante lo que me dijo Kian de camino a su casillero
— ¿Cómo que en el campus? – me recosté mientras lo veía abrir su casillero.
— Ryan, me dice que pidieron pizza y para que no nos descubran nos esperan allá
Sonreí. No era la primera vez que hacíamos eso. Cada cierto tiempo pedíamos comida de fuera y nos íbamos a la parte más recóndita del campus. Mi favorita fue cuando pedimos una orden de McDonalds para cada uno.
— Amor... – le miré. Me había perdido en mis pensamientos.
— Lo siento, ¿qué me decías?
— ¿En qué estabas pensando? Estabas sonriendo...
Me abrazo por los hombros, mientras yo lo abrazaba por su cintura.
— Estaba pensando en la vez que pedimos McDonalds, ¿te acuerdas?
— Tú y tu McDonalds
— McDonalds es vida, al igual...
— Al igual que Krispy Kreme – termina por mi – Lo sé. Deberías trabajar en uno de los dos
— No. Yo debería de casarme con el hijo del dueño. ¿Te imaginas McDonalds gratis de por vida?
— Si quieres hablar de eso, mejor ve con Laura, es tu mejor amiga
Paré de caminar justo en la entrada del campus. — Tú eres mi mejor amigo, Kian. Puedo hablarlo contigo también
¿Por qué sentí que algo dentro de mi se rompió cuando dijo eso?
— Lo sé, mi amor. Pero ustedes que son mujeres se entenderán mejor
Tomo mi mentón y dejó un beso en mis labios. — Vamos, tengo hambre
≈
— ¡Aaliyah, no! ¡Para! ¡Mami!
Una sonrisa de nostalgia apareció en mi rostro al verme con tan solo ocho años, hacerle cosquillas a Kian.
Después de salir del colegio, lo único que quería hacer era encerrarme en mi habitación.
¿Por qué razón? En cuanto escuché lo que Kian me dijo, me sentí mal. No sé porqué la verdad, pero no quería hablar con nadie.
Quería estar sola.
Al llegar a casa, ni siquiera saludé a mi madre, sólo subí directo a mi habitación y busqué entre mis archivos y me puse a ver vídeos de cuando Kian y yo eramos pequeños, que sus padres y los mios grababan para nosotros.
—Eres la peor amiga del mundo
—No. Soy la mejor amiga de todo el mundo
—Tienes razón. Te quiero.
—¿Hacemos una promesa?
—Si. Lo que quieras
—Vamos a prometer que pase lo que pase seremos mejores amigos para siempre, aunque tu tengas una novia a quién le des besitos y todas esas cosas.
—Lo prometo. Nunca dejarás de ser mi mejor amiga. Te quiero, Aaliyah
—Te quiero mucho, Kian
Una lágrima traviesa se paseó por mi mejilla, cerré mi Mac y me acosté en mi cama, sintiendo cada vez más como las lágrimas salían de mis ojos.
¿En serio estoy llorando por esto? ¿Qué te pasa, Aaliyah?
Aparte de las mentiras, lo que más me molesta en esta vida es que rompan una promesa. Es muy importante para mi que si yo prometo algo con alguien, esa persona sienta la importancia de dicha promesa para mi.
¿Será que Kian se olvidó de nuestra promesa? Digo ¿quién se tomaría en serio una promesa de unos niños?
Yo sí lo haría. ¿Pero y él?
— Cariño, ¿estás despierta? – la suave voz de mi madre se escuchó desde el otro lado.
Me levante mi cama y corrí hacia el baño a lavarme la cara para que no se me note que estaba llorando.
— ¿Aaliyah?
— Puedes pasar, mami
Sequé mi rostro y me senté en mi cama. Mi madre entró y cerró la puerta detrás de si.
Le di una pequeña sonrisa y ella se sentó a mi lado.
— ¿Qué le pasa a mi princesa?
— Nada. ¿Por qué? – mentí
— Tus hermanos están preocupados por ti, dicen que en el colegio estuviste un poco desanimada. ¿Todo bien entre Kian y tú?
— Si. Todo bien. Estoy bien mamá, solo me dolía un poco la cabeza, eso es todo
— La misma excusa que usé yo en mis tiempos cuando estaba vuelta un desastre
Baje la mirada. No hay nadie que te conozca mejor que tu madre.
— ¿Qué pasa, cariño?
— No es nada, mamá. Es sólo que...
— ¡Familia, ya estoy aquí! ¡Traje sushi! – y ese fue mi padre quien acaba de llegar a casa.
— ¿Vamos a cenar y luego hablamos?
— Mamá... No tengo hambre...
— Vamos – me tomó de un brazo con fuerza y así me sacó de mi habitación.
Después de saludar a papá, nos sentamos a cenar.
— ¿Estás bien? – me susurra Alexis quien esta sentado a mi lado.
Asiento y le doy una pequeña sonrisa.
Mis padres y hermanos se fundieron en una conversación en la cuál yo no era parte. No estaba prestando atención.
¿Le estaba dando demasiada importancia a este tema? ¡Es absurdo, Aaliyah!
— ¡Aaliyah!
Me asusté ante el grito de mi hermano. — ¿Qué? ¿Qué pasó?
— Kian, está al teléfono – Alexis me extiende el teléfono
No, por favor.
Negué. No quiero hablar con él, no ahora.
— No le diré que no estás, ya te escuchó – lo fulmine con la mirada.
— A ver, pasa – mamá tomó el teléfono y lo coloco en su oído – ¿Kian? Yo estoy bien, cariño. Deberías de venir a pasarte por aquí... Si... Aaliyah no se siente bien en este momento, le diré que te llame ¿está bien? Si... Me saludas a tus padres, adiós.
Solté un suspiro de alivio. — Gracias, mami
— Cuando te pregunté que si todo estaba bien entre Kian y tú, me dijiste que sí, Aaliyah.
Joder.
— Y no te mentí...
— Si lo hiciste, Aaliyah. Si todo está bien ¿por qué no quieres hablar con él?
Miré a mi padre. En este tipo de situaciones él era mi salvador y convencía a mamá de que aún no estaba lista para contárselo.
— A mi ni me mires – gracias, papá
— Aaliyah, habla. Ahora
Me acomodé en mi asiento y jugué con mis manos nerviosa. Todos tenían su vista en mi persona, esperando que hablara.
— En una conversación entre nosotros, salió un tema y... – ¡Demonios! No sabía como explicarlo – Él y yo estuvimos hablando y pues, en un momento él me dijo que yo debería de hablar ese tema con Laura, me dijo que ella era mi mejor amiga y que entre mujeres nos entendemos mejor... Y pues yo...
Estoy siendo una dramática con esto, ¡dios!
— Yo le dije que podía hablarlo con él, pues es mi mejor amigo también y no sé... Me sentí mal, porque lo que dijo me hizo pensar que se había olvidado de que antes de ser su novia, fui su mejor amiga... Y sé que estoy siendo una dramática pero no sé. Creo que de alguna u otra forma, me dolió lo que dijo
— En verdad, si estás siendo una dramática – soltó Alexander
— Alexander – lo regañó mamá
— Mamá, es cierto. Hermana, sabes que los hombres por naturaleza, no nos tomamos esto de las promesas en serio, no deberías de darle mente a lo que dijo Kian
— Los dos, a su habitación
— ¿Y yo que hice? – reclama Alexis
— A su habitación dije
— Pero mamá... – se quejaron ambos
— ¡Ahora!
Mis hermanos salieron de la cocina y luego se escucharon sus pasos en las escaleras.
— Primero que nada – empezó mamá – Tienes que hablar con Kian, y decirle todo lo que nos acabas de decir...
— Alexander tiene razón, ma. Estoy dándole demasiada importancia a esto.
— No le hagas caso a tu hermano, cariño. Ya ves que él ni siquiera tiene novia – opina papá
Mamá le da un golpe en el brazo y sigue hablando. — Tienes que hablar con él, cariño. Él tiene que saber que su comentario te hirió, te hizo sentir mal y no creo que Kian piense que eres una dramática. Simplemente, para ti es muy importante todo esto de las promesas. Habla con él ¿si?
≈
— Si vamos a dar este paso, tenemos que prometer algo
Estábamos Kian y yo en su habitación, hace poco él me había llamado diciéndome que tenia que hablar conmigo, urgente.
— Lo que quieras – acarició mi mejilla tiernamente.
— Si vamos a hacer novios, quiero que no nos olvidemos de lo que nos llevó a esto ¿si? Quiero que no nos olvidemos que antes de ser novios, fuimos, somos y seremos mejores amigos ¿está bien?
— Entendido. – se acercó y rozó nuestros labios. Una hermosa sonrisa estaba plasmada en su rostro, sus lindos ojos brillaban como si miles de linternas o estrellas estuvieran en ellos. — Prometo no olvidar lo que nos trajo hasta aquí – sus suaves labios tocaron los mios con lentitud.
Era la primera vez que él y yo nos besábamos de esta forma, era una forma distinta a los pequeños besos que nos dábamos cuando eramos niños. Y no es que esté comparando, ningún niño pequeño besaría así — eso creo — pero era una sensación diferente.
Me besaba como si mis labios fueran de cristal y tuviera miedo de romperlos. Tremenda comparación ¿no?
— Te quiero mucho – sonrió aún sobre mis labios, acariciándolos con los suyos.
— También te quiero
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Laura Cooper en multimedia
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