Dark Cupid
La alegría y el entusiasmo por la cercanía de tan entrañable fecha contrastaba con el infausto sentir de aquella clase. Para algunos el catorce de febrero ya no sería nunca más lo mismo, el candor y la felicidad en insensible sentimiento y hiel se habían tornado.
Pronto se cumpliría un año desde que Chloe Bourgeois fuera encontrada sin vida sobre el banco de un parque. El día siguiente a San Valentín se había teñido de gris, el entusiasmo del día catorce dio paso a la zozobra de la perdida.
Monsieur Bourgeois haciendo gala de contactos y poder tuvo a lo mejor de la policía de París implicada en el caso de su hija, pero lo único que obtuvo fue una somera noticia que apareció en la sección de sociales de la prensa, en ella se decía que el triste desenlace de la única hija de los Bourgeois se había debido a una severa fibrilación ventricular.
- ¿Acónito? - repetía sorprendido el alcalde de París.
- Así es señor, su hija fue envenenada con acónito, las raíces de esta planta son altamente toxicas y de efecto casi inmediato. Y no fue cualquier variante, el que utilizaron fue la Aconitum ferox una especie altamente toxica que solo se da en la India. El que asesino a su hija quería asegurarse de que muriera. - explicaba diligente el inspector Marcel.
- ¿Asesinada? - soltó en un murmullo, apoyando la frente sobre la palma de su mano - ¿Y la rosa?, ¿que han averiguado de la rosa?. - preguntó recordando aquel detalle, levantando su nublada vista hacia el inspector.
- Tal parece que quien la ases... agredió, - suavizo la expresión al ver la angustia en su cara - debía sentir cierta aversión hacia ella ya fuera por despecho o por celos, de ahí que dejara una rosa negra en su mano. Creemos que quien lo hizo era cercano a su hija ya que se tomó demasiadas molestias, la flor era una rosa negra autentica, estas solo son cultivadas en Turquía y son pocos los establecimientos en Paris que la comercializan, y todos ellos ya han sido investigados y no han vendido ninguna en semanas. - se aclaró la voz antes de continuar - Ejem, hemos omitido todos estos detalles a la prensa porque creemos que quien lo hizo puede volver a hacerlo y es importante que crea que está seguro. Monsieur Bourgeois no escatimaremos en esfuerzos por encontrar a esta persona. - con un formal saludo abandonó el despacho dejando solo y en completo silencio a un padre abatido que aun sostenía escéptico entre sus manos el informe policial.
Sus compañeros, uno rotos y otros incrédulos no daban crédito a lo ocurrido y como uno más estuvieron presentes en el sepelio. Desde los más cercanos hasta los que menos simpatía le tenían no faltó ninguno. Chloe era como era, soberbia, antipática, grosera pero aun así no merecía ese final, ese era el sentir general.
De todos los presentes solo uno se mantuvo sereno, su vista nunca se aparto del féretro de noble madera y ninguna palabra por sus labios salió. La apariencia que Kim daba discordaba con lo que en su cabeza sucedía, en ella todo era un caos de imágenes en retrospectiva donde una y otra vez la misma escena se repetía, una imagen que le arraigaba a su pecho un cálido sentimiento de satisfacción y justicia. El tiempo siempre se encarga de poner a cada uno en su lugar, un día ella cruelmente lo rechazaba, humillándolo y burlándose y al día siguiente aparecía muerta.
Volviendo el tiempo atrás, mientras el sacerdote completaba la homilía, en sus recuerdos volvía a vivir aquel día. Desde temprano la llamó y con el argumento de una disculpa a su regia altura la citó en un céntrico café.
Puntual había llegado al lugar acordado. Impaciente la esperaba, sus manos nerviosas jugaban mientras en la mesa una humeante taza de menta poleo y frente a él un refresco de cola.
- Hola Chloe. - rápidamente se levantaba para caballerosamente ofrecerle la silla.
- Muy bien Kim...agh, ¿no podías haber escogido otro lugar?. - se quejaba mirando con desdén el lugar elegido - En fin, veamos esa disculpa que tengo cosas más importantes que hacer. - con desaire no se molestaba siquiera en mirarlo, toda su atención la captaban la perfecta manicura de sus manos.
- Será solo un momento, - indicaba, suavizando su desagrado - me he tomado la libertad de ordenar, creo recordar que es tu favorito. - ella indiferente desvió la vista hacia la taza que estaba frente a ella.
- Ejem, como te dije por teléfono quiero disculparme por lo de ayer. - entre el arrepentimiento y la vergüenza dejaba caer la mirada - No debí haberte molestado, mal interprete tu amabilidad. - ella lo miraba ahora atenta - No sé cómo pudo pasar por mi cabeza que alguien como tú podría fijarse en mi...así que lo lamento mucho.
Durante unos segundos un frio silencio se asentó entre ellos, ella tomó la taza y dio un pequeño sorbo.
- No es lo que esperaba pero viniendo de ti es aceptable. - respondía con altivez, dejando entre ver una media sonrisa mostraba el orgullo de la humillación.
- Pu...pues es todo lo que tenía que decir. - sumiso se puso en pie y con todo dicho se retiró.
- Patético. - farfulló antes de tomar su taza y apurar su bebida.
Al terminar las clases todos los compañeros especulaban entre sí de como había ocurrido el fatídico hecho de hacía un año. Al ser los más cercanos a ella, preguntaban a Sabrina y a Adrien si habían sabido que Chloe tuviera alguna dolencia cardiaca, ambos respondía los mismo, desconocían que su amiga estuviera enferma.
Apartado del grupo, recargado contra una pared Kim miraba incesante a Alya. Ella se mantenía abrazada cariñosamente por Nino mientras hablaba con Marinette. Un gesto de disgusto comenzaba a tomar forma en su rostro.
- Kim, ¿te encuentras bien?. - Inquirió Max, acercándose a su amigo.
- ¿Cómo? - con un respingo respondía volviendo de su abstracción - Si...si estoy bien, es...es todo esto, que después de tanto tiempo aun no me lo creo. - con una expresión de tristeza y abatido era reconfortado por su amigo.
- Te entiendo y más en tu caso que sentías algo por ella. Vete a casa y descansa, yo te disculpare con los demás.
Con un ademán le daba las gracias y dando media vuelta se alejó cabizbajo pero sin dejar de girarse para volver a ver a Alya.
En completo silencio entró en casa, finalmente podía aligerar la tensión que le desde hacía horas le oprimía, era una sensación constrictora que definitivamente no era para él.
- ¡Kim!, ¡¿eres tú?!. - desde la cocina se escuchaba la voz de su madre.
- Si mamá, me voy a mi habitación. - respondía con desgana.
- He dejado ahí dos paquetes que han llegado a tu nombre.
- Gracias. - apuró su andar al escuchar el aviso.
Con una ropa más cómoda descansaba sobre su cama escuchando música con unos auriculares y con su mirada puesta sobre lo que ahora se exhibía sobre la mesilla de noche. En el suelo un par de cajas abiertas y sus resguardos rotos en la papelera, pero donde aun se alcazaba a leer en uno de ellos Halfeti, Turquía y en el otro Darjeeling, India.
Quizás Ladybug purificara el akuma y lo liberara del control de Hawk Moth, pero algo que la heroína no pudo hacer fue curar su trastocada mente y su resquebrajada alma. El había sido humillado, su dignidad herida y todo por mostrar los sentimientos de su corazón a una mujer. Si a él se le había negado el derecho de ser feliz y conocer el amor, en su mano estaba que nadie lo sería y que mejor golpe se puede asestar el amor que destruirlo en su propio día.
Y ahora tocaba liberar a otro pobre siervo del yugo del amor, en su punto de mira estaba desde hacía tiempo su bella compañera de piel canela. Ella pronto tendría un inolvidable San Valentín junto a Cupido Negro.
FIN
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