Una negra silueta con ágiles movimientos se movía por los tejados de París, avanzaba raudo con un único objetivo en su mente, llegar a lo más alto de la torre Eiffel.

El poder mirar al mundo desde tal altura lo hacía verse como un ser privilegiado. Ese sentimiento de libertad que inundaba cada poro de su cuerpo era indescriptible, tal pareciera que su alma había abandonado su cuerpo y ahora se moviera libre sin ninguna atadura.

Era tal el poder que recorría sus venas que no quería volver a ser el de antes y no le importaba ser una mera copia o un simple instrumento que se moviera bajo los designios del mal. Al final todo valdría la pena por conseguir aquello que más anhelaba en el mundo.

Le daba igual su apariencia el verse como su rival era lo de menos, pues sabía que ese era el camino a seguir para conquistar el amor de Ladybug. Ella sería el dulce trofeo a ganar que colmaría sus ansias y complementaría su ser.

Y si para conquistar a la heroína en su camino debía luchar, no dudaría en enfrentarse con cualquiera, en especial con Chat Noir. Deseaba vengarse de ese remedo de héroe que con soberbia le restregó que él tenía lo que en ese momento él más anhelaba.

Era imaginativo, métrico en la plástica, un artista de los pies a la cabeza, solo él podía verla como el fino resalte que la naturaleza creo, una ninfa que había robado todo de él. Como Théo Barbot supo plasmar su imagen y hacer suya su belleza como Chat Noir no dudaría en tomar su corazón.

FIN