Capítulo 7. La pista
Una bruma fría penetró en la estancia, llenando el vacío con un gélido aire que congeló sus propias respiraciones, acelerando sus corazones que sucumbían ante el temor de lo que estaban presenciando y aquel olor a muerte que comenzaba a impregnar la pequeña habitación en que se encontraban. Ni siquiera se atrevieron a tragar saliva como si con un solo movimiento fueran víctimas de aquel ser causante de este brusco cambio, tenían miedo y eso les paralizó, aún cuando sabían que no podían dejar que el objetivo de aquel asesino desconocido se cumpliera.
No pudieron verle venir, sus movimientos rápidos y anormales les dejaron anonadados, haciéndoles entender que sus habilidades tenían una enorme diferencia. El encapuchado parecía correr por las paredes y el cielo de la habitación como si la gravedad no le afectara.
Marcos respiró agitado sin creer lo que veía, sus piernas estaban paralizadas y sus pies tal y como si estuvieran clavados en el piso. Notó como sus manos temblaban, esto le hizo apretar sus dientes endureciendo su semblante molesto por el miedo que la visión de aquel desconocido le producía, además ¿por qué le parecía haber visto ya a ese encapuchado? No podía recordarlo pero algo le hacía titubear. ¿Acaso podía ser que hubiese sido testigo de la muerte de aquella bailarina que debía conocer? Pero por ahora solo debían evitar que cumpliera su objetivo, sus ojos se movieron en dirección a Laura, quien ahora estaba de pie temblando sin quitar su mirada del oscuro personaje que se lanzaba contra ella. Era el que estaba más cerca de la chica, vio como Santiago y Claudio se lanzaban corriendo para tratar de atraparle pero el extraño personaje pasó sobre ellos llegando a centímetros de Marcos y Laura. Sin pensarlo Marcos se colocó delante de la chica dispuesto a recibir el mortal ataque. Claro que deseaba vivir, quería seguir viendo a su madre, seguir asistiendo a sus estudios, ver a sus amigos y sobre todo poder recordar a aquella chica de las pinturas. Pero su subconsciente se negaba a dejar morir a alguien más, a que otra vez ese encapuchado asesinara a alguien más frente a sus ojos, aún cuando no recordaba en qué momento pasó esto; sentía como una especie de deja vú que había permanecido hasta ahora oculto en su mente.
El encapuchado sacó una hoz dando un grito de ataque pero el arma de aquel hombre se detuvo justo a centímetros frente al rostro de Marcos, levantó sus ojos grises en dirección a quien había protegido a Laura, con una mirada fría y severa. El silencio se hizo eterno, ambos se miraban y sin que ninguno hiciera algún movimiento. Marcos fijó su atención hacia quien tenía frente suyo como tratando de reconocerlo hasta que aquel individuo le sonrió de forma burlesca.
-Humanos. -Musitó y antes de que Marcos se diera cuenta de sus intenciones recibió una patada en el costado de su vientre haciendo que su cuerpo se alejara de aquella escena.
Aturdido se levantó viendo como una hoz enorme que sostenía aquel individuo rebanaba la cabeza de la joven mujer. La sangre salió esparcida por las paredes debido al violento golpe y los ojos quietos reflejaban el dolor y el terror que se apoderó de Laura minutos antes de fallecer, y en su rostro una mueca tal y como si fuera una máscara de una representación teatral de terror. Bárbara se llevó las manos a su rostro horrorizado, temblaba sin creer que lo que estaba pasando fuera cierto y luego su alarido de dolor hizo que el resto reaccionara, aunque ya era demasiado tarde. El encapuchado golpeó a Santiago y Claudio que habían intentado detenerle. Marcos apretó sus puños, sentía rabia, un rencor acumulado contra aquel hombre. Le lanzó un puñetazo que le dio en el rostro pero aquel sostuvo su mano y agarrándole del cuello le inmovilizó contra la pared.
- ¿Qué te hemos hecho? ¿Por qué matas a nuestros seres queridos? -Le preguntó apretando los dientes tratando de buscar explicación ante aquellas muertes tan horribles.
-Una vida por miles. -Respondió el individuo sonriendo con malicia. - ¿Qué elegirías tú? ¿Dejar una vida libre y condenar a miles a la muerte?...
- ¡¿De qué mierdas estás hablando?! -Le miró fijamente tragando saliva sintiendo la rabia apoderarse de su cuerpo aún en su posición de desventaja. - ¿Qué quieres decir con una vida por mil?
-Laura, caso cinco seis tres cero, año dos mil veinticinco, se inmoló en Central Park, EEUU. Víctimas mil cincuenta personas, cuatrocientos ochenta y nueve adultos, trescientos niños, ciento noventa y ocho ancianos y sesenta y tres bebés.
- ¿De qué hablas? -Le preguntó tratando de entender lo que le decía.
-Me caes bien, -murmuró sonriendo -y quiero ver si eres capaz de detenerme la próxima vez, te daré una pista: "navicularis".
- ¿Navicularis? -Ni siquiera sabía qué significaba eso.
-A ver si logras esta vez salvar a mi próxima víctima, Marcos. -Indicó irónico.
-... ¿Cómo sabes mi nombre? -Arrugó el ceño intrigado.
El encapuchado solo sonrió mientras sus ojos grises no dejaban de mirarle y a su alrededor la oscuridad comenzó a invadir a Marcos. A lo lejos se escuchaba una voz que repetía incesantemente: "Reinicio uno cinco dos ocho seis nueve cuatro cinco ocho, Etapa tres. Datos cargados al cien por ciento, falla uno".
-----
- ¡Marcos! Te estamos hablando de algo importante y te has dormido. -Se quejó Bárbara seriamente.
- ¿Y Laura? -Preguntó de inmediato apenas abrió los ojos y poniéndose de pie se puso a buscarla.
- ¿Cómo sabes de Laura si aún no te hablamos de ella? A menos que...-Bárbara se cubrió los labios horrorizada. - ¿Fue asesinada...aquí?
- ¿No puedes recordarlo? -Le preguntó. La mujer negó con la cabeza mientras gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas. - ¿Y vosotros? - Preguntó a Santiago y Claudio, ambos negaron en silencio.
- ¿Cómo puedes tú recordarlo? -Inquirió Claudio con seriedad.
-No lo sé...el individuo aquel me desafió a detenerle antes de que logre asesinar a la próxima víctima. -Arrugó el ceño tomando asiento.
- ¿Te refieres a esa mujer? -Claudio dejó la foto de la mujer de cabellos revueltos encima de la mesa frente a Marcos.
- ¿Quién es ella? ¿Alguien no tiene algo? ¿Alguna pista? -Levantó su mirada interrogante hacia cada uno de ellos.
-Lo sentimos, hemos tratado de averiguar pero nadie la conoce. -Habló Santiago con seriedad.
-Ella podría ser la clave de todo. -Marcos bajó la mirada pensativo.
-O bien una víctima inocente como todos, que desconoce que su fin está cerca. -Bárbara se secó las lágrimas. -No podemos dejar que aquel tipo llegue a ella. ¿Puedes recordar si algo te dijo antes de... asesinarla? -Apretó los labios tratando de verse serena.
Marcos la miró en silencio, tal vez no era adecuado decirle que el encapuchado había señalado que mató a Laura para evitar su acto terrorista del futuro, porque ni siquiera él podía creerlo, ¿acaso aquello de "una vida por mil" también se daba como la causa de muerte de la chica de la pintura? Estaba seguro de que ella jamás sería capaz de aquello, sin embargo Laura tampoco parecía ser una criminal. O aquel individuo le había mentido o algo había pasado en la vida de aquellas personas que les convirtió en criminales capaces de matar a tantas personas como les fue posible. Tragó saliva.
- ¿Estás bien? -Preguntó Bárbara trayéndole a la realidad.
-Sí, lo siento. -La miró de inmediato a la vez que venía otro recuerdo a su cabeza. - "navicularis". -Señaló repentinamente.
- ¿Qué? -Claudio habló observándole con una cierta adustez, sintiendo que se burlaba de ellos con esa palabra tan extraña.
-Es la pista que me dio aquel individuo, -Señaló con seriedad. -puede que eso nos lleve a algo.
Marcos se levantó de su asiento caminando hacia la salida.
- ¿Adónde vas? -Preguntó Bárbara preocupada.
-A la biblioteca, está cerca del área, necesito ver si encuentro algo por internet.
Salió antes de de que le dijeran algo más. Podría ir a casa y buscar aquella palabra en su computador, pero temía por la seguridad de su madre. Tal vez aquellos individuos se darían cuenta de su búsqueda en la red y podrían atacarles para acallarles o peor aún, hacerles desaparecer.
El enorme edificio de color ladrillo y de arquitectura antigua se realzaba con el verde del extenso jardín que lo rodeaba. La entrada principal ubicada a un metro sobre el suelo solo era alcanzada por las escalas de piedra gris. Entró sin más preámbulos y solicitó autorización para utilizar un computador, sin embargo las páginas de búsqueda sólo le devolvían de resultados la definición e imágenes de una planta, arrugó el ceño. ¿Acaso ésta era la pista que le había indicado aquel individuo?
Desilusionado se acercó a la recepción y pidió libros que tuvieran la palabra "navicularis" pero como respuesta solo aparecieron libros de plantas y de algunas partes del cuerpo humano. Suspiró, esto no era tan fácil como se lo esperaba. Pidió libros antiguos que hablaran de viajes en el tiempo, ante la curiosa mirada de la bibliotecaria, Luego se fue a un mesón con los libros relacionados a esto último. Buscó en cada uno de ellos que le trajera esa respuesta y luego suspiró con fastidio al no encontrar nada que pudiera servirle.
- ¡Vaya, Marcos! Qué milagro encontrarte por acá. -Indicó una de sus maestras sentándose a su lado. - ¿Qué estudias?
-Mitología, creencias, ovnis, etcétera. Busco algo relacionado con la palabra navicularis.
-Uhm... hay una planta que se llama así. -Agregó después de pensar.
-Lo sé pero no es eso lo que busco. -Respondió frustrado.
-También hay una parte de la nariz que le dicen así.
-Tampoco es lo que busco.
-A menos que estés confundiendo navicularis con navicularies. -Le sonrió con orgullo.
- ¿Navicularies? -Levantó la cabeza con esperanza.
-Sí, en latín navicularies significa armadores, otros les llaman reconstructores. Según la leyenda se trata de pequeños duendes que se encargan de enmendar los errores humanos, o bien de ayudarte si así lo necesitas, pero así como prestan su ayuda, no perdonan y suelen ser vengativos y crueles. No sé si conoces el cuento de "Los duendes y el zapatero". Se dice que el escritor se basó en el cántico de un pueblo en el que se relataba la vida de pobreza de un viejo zapatero. Los duendes entraban en su tienda y le ayudaban a crear zapatos y remendar los viejos. Se hizo rico y su ambición le secó el corazón encerrando a los duendes para que trabajaran noche y día. Poco tiempo después desapareció, solo encontraron su esqueleto y debajo de éste miles de zapatos construidos con sus vísceras y carne. Pero es solo una leyenda. -Se rió al ver la seriedad de Marcos.
- ¿Cómo puede usted saber eso? -Preguntó sin creer en las coincidencias.
-Bueno, una amiga ha estado investigando sobre ellos. -Le sonrió.
- ¿Estás lista, Francisca? -Preguntó una mujer dirigiéndose a la maestra.
Marcos observó a la recién llegada y abrió los ojos sin creer a quien veía. ¿Era ella la mujer de la foto?
-Hablando de ella, aquí está. -Indicó ella mientras se levantaba del asiento. -Es mi alumno Marcos, hablábamos de navicularies, de tu investigación.
- ¡Qué extraño que alguien tan joven busque información de algo tan antiguo! -Entrecerró los ojos con un gesto de desconfianza.
- ¡Disculpa! Necesito hablar contigo.
- ¿Conmigo? -Arrugó el ceño. - ¿Y qué quieres?
- ¿Podemos ir a un sitio más privado?
-Bien, sígueme. Francisca, nos vemos más tarde.
Le hizo entrar en un enorme despacho lleno de libros. Ahí pudo entender que trabajaba en la biblioteca. Detuvo su atención en los extraños adornos de animales disecados y pinturas perturbadoras.
Marcos apenas volteó hacia ella cuando fue golpeado contra la pared viendo como la mujer, mostrándose amenazadora, ponía un cuchillo pegado a su cuello.
- ¿Crees que ahora me engañarás? ¿Crees que no sé que buscas matarme? Nadie jamás en todos los años que trabajo aquí vino a preguntar por un navicularies. - ¡¿Quién demonios eres?!
-Soy quien busca salvarte la vida...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top