Capítulo 1. Advertencia.
Con el reloj marcando las 11 de la mañana, Marcos corría por su casa como un loco. La luz del baño encendida, su celular con música sobre el lavamanos, su madre gritándole: "¡Apúrate, Marcos!". Su morral con una croquera en el suelo, junto a un estuche lleno de restos de carboncillo. Sus jeans gastados sobre su cama sin hacer y un lienzo en blanco sobre un atril, eran algunas de las cosas que se marcaban en su entorno, como también los diversos dibujos, donde en varios aparecían caricaturas de su novia, que estaban pegados en su pared, junto a un gran afiche de la Exposición "Pinceles de Oro" del año anterior.
A sus veinte años, aún no lograba organizarse bien con sus tiempos y mucho menos con la hora de entrada que le exigía el Conservatorio de Artes en el que se encontraba. Podríamos decir que estaba acostumbrado a correr en las mañanas, debido al sueño profundo que tomaba cada vez que apoyaba su cabeza sobre la almohada.
Marcos salió corriendo del baño en ropa interior, directamente a ponerse sus jeans y a sacar una polera al azar. Se arregló su corto cabello frente a un pequeño espejo que encontró sobre su escritorio, al parecer era de su madre, y se sentó para ponerse sus converse. No le interesaba que estuviesen gastadas y algo viejas, eso las hacía apreciarlas mucho más.
Nunca se había preocupado por tener cosas tan ostentosas, puesto que su situación sólo le permitía lo justo y necesario. Había crecido en un ambiente humilde, lo cual había logrado despertarle sus ansias por superarse y poder salir en busca de otros horizontes. Sabía que el camino del artista era algo complicado, pero le encantaban los desafíos.
Tomando su morral junto a una croquera gigante, pasó a darle un beso en la frente a su madre y a regalarle una sonrisa. Aprovechó a robarle un mordisco al pan con jamón que esta comía y se despidió balbuceando que no volvería hasta la tarde.
Aquel día iba a ser diferente. No iba a ser un día común en la vida de Marcos Strauss y él ni siquiera tenía la mínima idea de que todo estaba a punto de dar un enorme vuelco.
Con el sol haciéndole fruncir el ceño, tomó la bicicleta que descansaba en su pequeño garaje. La llevó hasta la entrada y dispuesto a irse con prisa al conservatorio, alzó una pierna para subirse cuando una silueta llamó su atención. Enfocó su mirada en lo que tenía en frente, logrando que sus ojos lleguen a escaparse de la impresión. No era un monstruo, ni un extraterrestre, sino que más bien era una copia de él mismo que parecía haber llegado justo cuando él se encontraba más atrasado que cualquier día.
Tenía su misma estatura, las mismas facciones, los mismos lunares. Su mirada era igual junto a la postura firme que él mismo tomaba cuando algo le inquietaba. Se diferenciaban sólo en la ropa y el corte de pelo. Al parecer Marcos estaba frente a alguien idéntico a él, aunque con un estilo de vida completamente diferente. Era como una versión famosa y adinerada, y con un par de años más. Hasta su piel se veía mucho más suave y un aroma de perfume caro le formaban el aura a este clon. Pero ¿Cómo era eso posible? ¿Acaso estaba soñando? ¿Acaso aún no se despertaba para ir a clases?
Tartamudeó por unos segundos y antes de que logre gesticular alguna palabra, este desconocido habló primero.
—Tienes que cuidar a tu novia, un chico tratará de matarla hoy en la fiesta de su carrera —dijo sin tapujos y acercándose un poco al muchacho, quien trataba de procesar la información.
Se sorprendía al pensar en la buena producción que le estaba brindando su sueño, sin tomar en cuenta la advertencia. Marcos le miró, sin expresión, creyendo que en cualquier momento escucharía el grito de su madre para despertarlo. Pero los minutos seguían transcurriendo y seguía frente a la copia con estilo que no parecía tener intenciones de irse.
— ¿Quién eres? —preguntó, con dificultad, asustado.
—Soy Marcos —respondió su doble, esbozando una sonrisa y estirando su mano para saludarlo.
Sin poder creerlo y volviendo a quedar sin habla, se echó hacia atrás. Estaba asustado y quería despertarse. Para él, su sueño en HD se había convertido en una pesadilla algo retorcida y necesitaba volver a la realidad. Cerró los ojos con fuerza, tratando de despertarse de este posible mal sueño, pero seguía en la misma situación. Observó la villa en que vivía, viendo todas las casas iguales, las mismas calles y hasta los mismos perros que siempre andaban sueltos. Todo parecía indicarle que estaba en la realidad y eso comenzaba a aterrarle.
—Sólo vengo a advertirte — dijo el desconocido, preocupado, tratando de acercarse. Miró para todos lados, atento a que nadie les viera. Al parecer su visita sería corta y trataría de que pase inadvertida para los demás vecinos. —Me gustaría quedarme y explicarte todo esto, pero creo que llegará el momento preciso para eso. Hoy necesito que estés en esa fiesta y salves a Natalia.
— ¿Cómo sabes su nombre? —Preguntó Marcos, respirando agitado.
—Sólo sálvala. —Exigió, serio y sincero.
Marcos sin decir nada, observó como este desconocido se fue cruzando la calle y se subió a una gran Hummer negra. Se limitó a pensar lo carísima que esta era y trató de recomponerse. Levantó su bicicleta y se quedó mirando fijo como su "doble", que era como le había llamado, se alejaba de la villa.
¿Qué había sido eso? Arañó su brazo y dio un pequeño grito de dolor. Un rasguño que le hizo comprobar que no estaba soñando y que había tenido un encuentro con alguien inquietantemente igual a él. Esas cosas no ocurrían. El era un fanático de la ciencia ficción, la fantasía y los sueños, pero haber tenido esa experiencia lo había dejado mudo.
¿Quién era ese personaje? Se llamaban igual, eran iguales. ¿Acaso era un holograma? ¿Cómo había llegado hasta su casa? ¿Cómo se daba una explicación concreta que le deje tranquilo? Se dio por vencido y con el rostro más blanco que de costumbre, se dispuso a subir a su bicicleta. Estaba en shock.
Antes de partir su celular recibió un mensaje. Con las manos algo temblorosas, por aquel encuentro que no lograba descifrar, lo quitó del bolsillo de su jeans y leyó las letras de la pantalla. Era Natalia.
"Hoy no hagas planes, Amor.
Tenemos fiesta en la noche.
Te amo, te veo en el conservatorio"
Tragó saliva y guardó el artefacto en su morral. Sus latidos aumentaron y un pequeño escalofrío le recorrió el cuerpo. Dio un suspiro algo entre cortado y decidió avanzar hasta el conservatorio. Estaba más que atrasado y necesitaba despejarse. Olvidarse.
En sus clases se mantuvo en silencio y no participó en ninguna, lo que sorprendió a algunos de sus profesores. Marcos siempre había sido un preguntón y sus ganas por saber más, le hacían participar en clases mucho más que a sus otros compañeros. Su mente estaba con aquel extraño y con esa advertencia que le había dejado. Aunque trataba de concentrarse en alguna materia, se le hacía imposible. Volvía a recordar todo, una y otra vez. Fue así, como decidió dibujarlo en una pequeña croquera, destacando todos los detalles que había visto, hasta incluso la patente de la Hummer. Necesitaba recordar todo tal como había ocurrido. Si ese copión era real, intuía en que no iba a ser la última vez en verlo. Al parecer, conocía a Natalia y podía notar cierta preocupación por ella. ¿Acaso se conocían? ¿Y si este había sido algún ex novio? ¡Qué prototipo más marcado! Pensó algo inquieto.
Con su mente aún más confundida, esperó a su novia, como de costumbre, a la salida del conservatorio. Apoyado en su bicicleta, seguía agregando bocetos de aquel encuentro, anotando lo que éste le había dicho sobre aquella fiesta.
— ¿Qué haces? —Se escuchó una dulce voz, que hizo que dejase un pequeño rayón en su hoja.
Al instante, Natalia se acercó para entregarle un cálido beso en los labios. Marcos algo retraído, se limitó a sonreír y a guardar su croquera.
Ella con veinte años, al igual que él, era dueña de una postura segura y con una personalidad emprendedora y aventurera. Por esto, Marcos siempre se alegraba de ver a su novia, quien parecía haber nacido bajo los encantos del carisma y la belleza. Sus cabellos rubios caían a cada costado y sus ojos verdes parecían sonreír cuando se encontraban con los de su novio. Era imposible imaginar en que alguien quisiera hacerle daño a una de las mejores bailarinas de la carrera. O ¿Acaso eso podría haber generado envidia dentro de sus compañeros? Todo parecía llenarlo con más y más preguntas.
— ¿Te parece si vamos a tu casa? —Propuso Marcos, en un suspiro.
—Claro. —Afirmó Natalia, para luego analizarlo con la mirada. — ¿Pasa algo?
— ¿Ah? No. Nada. —Sonrió, nervioso.
—Marcos te conozco, no me mientas. —Dijo Natalia, siendo abrazada por la cintura.
— ¿Y si no vamos a esa fiesta y nos quedamos en tu casa? —Propuso Marcos, a centímetros de su boca. —Podemos ver alguna película de terror, comprar pizzas o sushi, lo que tú quieras. También podemos hacer tacos y beber algo de tequila, hacemos una noche mexicana.
— ¡Ay, Marcos! —Sonrió algo conmovida. —Es mi segundo año aquí, siento que esta vez sí debería asistir. Y qué mejor que los dos juntos.
— ¿De verdad es tan importante? —Preguntó Marcos, viendo alguna posibilidad.
—En la mitad de la fiesta, un grupo de primer año desafiará en baile a un grupo de segundo. —Contó Natalia, entusiasmada, para luego hacer una pausa y mirar directamente a su novio. —Yo voy a estar a enfrentándome a los de primero, con un estilo entre clásico y hip-hop. Incluso estaré con Paula y Joaquín.
Natalia sonrió, viéndose algo tímida, puesto que era una sorpresa. Pero al ver a su novio tan indeciso, había decidido contarle. Paula y Joaquín eran los amigos con los que compartían sus salidas a pubs, a cines o simplemente los que siempre estaban presentes en momentos importantes. Los cuatro habían formado un muy buen equipo.
— ¿Qué me dices? —Preguntó la rubia, ansiosa.
— ¿Por qué no me lo habías dicho, Naty? —Preguntó Marcos, abrazándola y dándole un beso en su frente. —Lo que para ti es importante, para mi también. Obvio que estaré ahí.
Marcos la acercó mucho más hacia él, dando un suspiro de preocupación. ¿Y si realmente alguien iba a hacerle daño a su novia en esa fiesta? Muchas hipótesis pasaron por su cabeza durante las horas antes al evento. Volvía a recordar a aquel extraño y su advertencia. Él no iba a permitirlo. Se quedaría a su lado como un guardia y no la perdería de vista en ningún momento. Iba a necesitar que todos sus sentidos estén más alerta que nunca. Sus intenciones de quedarse en un lugar seguro habían fallado, por lo que tendría que estar atento a todos los detalles y averiguar quién sería capaz de asesinar a Natalia.
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