Epílogo
Las cosas habían marchado tal y como habían imaginado al revelar su relación, por lo que no estaban sorprendidos con las opiniones divididas respecto a la noticia. Si bien el retiro de Minho, y su última pelea ganada, habían sido aún temas que se mantenían en tendencias por la magnitud de cometarios que habían provocado entre los internautas, al igual que las nuevas marcas de las cuales Jisung encabezaba para promocionarlas y las sesiones de fotografía que había preparado con tanto tiempo para poder publicarlas, ambos eran de por sí bien hablados.
Hasta que revelaron su relación.
No era novedad, en la vida de Minho ya no podía afectarle al estar retirado, mas que un par de marcas que no estaban del todo a favor de tener a un boxeador homosexual porque ya no daba la apariencia de intimidante y atractiva como lo requerían; mientras que con Jisung... la historia estaba siendo más pesada para su vida.
El rechazo que estaba teniendo era algo que ya estaba preparándose para lidiar, pero tener tantos contratos anulados a la par porque no lo creían lo suficientemente bueno para manejar su propia imagen y la gestión de ella, decidieron cancelar todo tipo de contrato. Seungmin le había informado que no todo estaba perdido, había otras marcas interesados en él puesto la nueva imagen que brindaba, pero eso no quitaba que se sintiera apartado solo por sus preferencias.
Sabía que no todos iban a ver de una manera positiva su atrevimiento por saltar a los brazos de su novio y confesar a todos que estaban en una relación desde hace tiempo; pero tampoco podía negar el gran alivio que se había quitado sobre sus hombros cuando los portales y los internautas ya no estaban dándoles caza en busca de su secreto más escondido. La cuenta principal que los estaba alentando a la desesperación por hacer pública su relción ya no tenía nada que ofrecer, puesto que ellos mismos dieron ese paso y Jisung no pensaba que se iban a revelar por una página tan mediocre.
Si iban a hacerlo público, por lo menos él quería que fueran ellos mismos quienes lo hicieran, no una cuenta cualquiera.
El tiempo pasó, las calles de donde vivían ya no se sentían tan seguras como alguna vez lo fueron, por lo que Jisung no se negó cuando Minho le preguntó sobre quél le parecía vivir fuera del país. ¿Lo que convenció al castaño de mudarse? Fue escuchar como su novio decía que el matrimonio entre parejas del mismo sexo en Hawaii había sido aprobado hace tiempo, así que ¿Por qué no mudarse a un lugar donde pudieran ser bien recibidos? Además el castaño había aceptado con la ilusión que el ex boxeador le estuviera haciendo una propuesta de matrimonio de manera indirecta.
— ¡Que les vaya bien! — Seungmin agitó mano tan pronto como cruzaron hacía la parte del aeropuerto donde ya no tenían permitido acompañarlos. Estaban a punto de subir al avión y las despedidas habían sido un tanto agridulces. Extrañarían demasiado a sus mayores, a quienes más los habían apoyado cuando iniciaron esa aventura, pero ya no se sentían parte de ahí.
— ¡Los llamaré cuando lleguemos! — Gritó Jisung sobre su hombro, agitando su mano de regreso antes de perderlos de vista.
Para cuando habían tomado sus asientos respectivos en el avión, una parte de ellos sentía casi imposible imaginar que realmente estaban viajando a otro continente para poder vivir allá. Tener sus papeles legítimos entre sus manos, pensar en que al llegar no se hospedarían en un hotel, sino en una linda casa que habían comprado entre los dos para vivir tanto como les fuera posible en dicho estado, y saber que ya no tenían que ocultarse parecía un sueño.
— Creo que podrías pellizcarme en este momento porque siento que nada de esto es real. —Mencionó Minho mientras recargaba su cuerpo contra el respaldo del asiento, cerrando los ojos.
Con una mirada divertida, Jisung se inclinó lo suficiente para pellizcar su muslo y Minho soltó un quejido de dolor, abriendo los ojos y arrugando la frente mientras veía la gran sonrisa en el rostro de su novio.
— ¿Qué? Tú lo pediste. — Sonrió de manera inocente antes de envolver su brazo contra el ajeno, pegando su mejilla contra la piel expuesta. — No puedo esperar para llegar.
— Lo sé, cariño. Una vez que lleguemos ya no tenemos de qué preocuparnos mas que de disfrutar, solo seremos tú y yo por el siguiente tiempo, ya no hay nada porqué regresar ni nada de qué ocultarnos. — Depositó un beso sobre la cima de su cabellera e inhaló, sintiéndose cálido por su sola presencia.
El resto del trayecto en el avión había pasado como un borrón al estar dormitando en ratos. La parte más pesada no había sido el moverse hasta su nuevo hogar, sino el pensar en llegar y tener que empezar a decorar y desempacar todo. Desempacar les había tomado el resto del día y parte del siguiente, sintiéndose aún demasiado cansados por el viaje que decidieron tomarse el día libre de organizar su nueva casa.
Al día siguiente desayunaron en uno de los restaurantes más cercanos, habían ido de compras y recibieron un par de sus cosas que Seungmin y BangChan se habían encargado de mandárselas. Los días pasaron volando, por lo que se sorprendieron cuando tomaron asiento en el sillón de la sala y vieron a su alrededor, la mudanza había terminado al fin.
Jisung casi se echó a llorar al hacerse a la idea de poder comenzar una nueva vida en Hawaii, aquel lugar con el que había soñado pasar unas vacaciones a lado de Minho. Claramente jamás imaginó irse a vivir ahí, pero la idea no le asentaba mal porque podría disfrutar sin ningún límite de las maravillas que el lugar les ofrecía. Por otro lado, Minho se encontraba nervioso conforme los días iban pasando, excusándose por las mañanas de ir a trotar como parte de su rutina diaria; y aunque no todo era mentira, tampoco contrastaba su verdadero fin.
Fue cuando cumplieron su primer mes de vivir en Hawaii cuando Minho alentó a Jisung para tener una cita. Se habían alistado, sin esperar que el azabache se adelantaría al lugar pero se aseguró que contratar a un chófer para que pudiera llevar al castaño a su destino. Jisung se encontraba nervioso por lo que sea que Minho estuviera preparando para ellos dos, por lo que se emocionó al ver como habían llegado al restaurante donde habían comido la última vez que había visitado la ciudad. El detalle era que no había personas, solo estaba él adentro cuando vió al azabache salir de la cocina con un trapo entre sus manos.
— Buenas noches, señor Han. Por el día de hoy estoy a su servicio, un placer servirle. — Le mostró una sonrisa completa, provocando una leve carcajada por el contrario, pero le siguió el juego.
— Buenas noches, ¿Puedo saber su nombre, caballero?
— Min, Lee Minho.
Jisung fingió pensar su nombre antes de asentir. — El placer es todo mío, Minho.
¿Qué es lo que me espera el día de hoy?
— Primero, déjeme guiarlo a su mesa asignada. Tiene una vista fabulosa al mar, me aseguré que la iluminación fuera lo suficientemente buena para usted y hacerlo sentir cómodo. Si tiene problemas con la temperatura, puede hacérmela saber. — Le guiñó un ojo antes de guiarlo hasta su mesa, tal como había prometido con vista al mar y presenciando consigo la puesta de sol. — En un momento regreso.
Lo vió alejarse a la cocina, aprovechando para sacar su celular y capturar el momento de la puesta de sol. Para cuando estaba comprobando las fotos, Minho volvió a aparecer con dos copas y un vino que Jisung reconoció al instante al ser uno de sus favoritos. Miró complacido la escena mientras el líquido era vertido sobre la copa y observó como se alejaba, ahora regresando más rápido que la vez pasada para trasladar la comida de su cita hasta la mesa.
— No sabía que la persona que me está atendiendo pueda sentarse a comer conmigo. — Murmuró con diversión, tomando un ligero sorbo de la copa.
— Es parte del servicio. — Se excusó, destapando los platillos. — En vista de que la última vez que estuvimos en Hawaii disfrutaste de la comida que hago en lugar de la de un restaurante, decidí combinar los dos. La comida está hecha por mí, pero decidí que era necesario salir un rato de nuestra casa.
— ¿Cómo conseguiste este lugar para nosotros? — Cuestionó con curiosidad.
— Digamos que tengo un par de contactos que me debían un par de favores, así que aproveché de ello para poder reservar todo el restaurante para nosotros lo que resta de la noche.
— ¿Y a qué se debe todo esto? ¿Estamos celebrando algo en particular?
Minho lo pensó por un momento antes de contestar. — ¿Qué te parece si primero comemos y luego te digo el verdadero propósito de esto?
Jisung entrecerró los ojos, pero terminó asintiendo. — Está bien.
La comida y la conversación fluyeron sin problema, el vino estaba haciendo efecto en sus sistemas y cuando menos esperaron la noche había caído, sus platos estaban completamente vacíos al igual que la botella que reposaba a cada costado de sus copas. Habían reído por algo que Minho había dicho y Jisung estaba tratando de alejar lo sofocado que se sentía por tanta risa cuando vió como Minho se levantaba de su asiento.
— ¿Por qué te levantas? — Cuestionó con una sonrisa, desabrochando el saco que llevaba puesto en busca de algo de alivio ante su pequeño bochorno.
Minho no contestó, solo se concentró en retirar los platos y copas vacías para llevarlos a la cocina antes de volver a aparecer, atenuando más la iluminación del restaurante antes de quedarse de pie a un lado de Jisung y ofrecerle su mano.
— ¿Qué te parece un baile? Desde la última vez juro que me sale mejor. — Sonrió con diversión al recordar el desastroso baile que tuvieron la última vez.
Jisung no dudó y aceptó su oferta, escuchando como una clásica melodía sonaba por los altavoces del lugar y provocaban un ambiente cálido y casi romántico, de ensueño. Caminaron al espacio que se reservaba como una pequeña pista de baile y cuando sus manos se acoplaron al cuerpo del otro, comenzaron a moverse al ritmo de la música. Sus miradas chocaron desde el primer momento, sin poder despegar los ojos del rostro ajeno por los siguientes minutos, sintiendo como sus corazones latían a la par y aquella conexión que habían formado con el tiempo creía reforzándose. El castaño envolvía una de sus manos con una del azabache, la otra acoplándose a su hombro mientras acaricaba el cabello detrás de su nuca; la otra mano del azabache encajaba a la perfección a la altura de su cadera, sonriendo cuando la canción acabó y una nueva comenzó.
Había llegado el momento.
— Si me hubieran dicho que estaríamos de esta manera cuando nos vimos por primera vez, diría que sería imposible porque yo era todo lo que aborrecías en ese momento. — Comenzó a hablar, obteniendo toda la atención de Jisung. — Pero, ahora que hemos pasado por tanto a tal grado que ya no tenemos que ocultarnos de nadie, también pensé que no podría imaginarme una vida que no sea a tu lado. En muchas ocasiones en el pasado enfrentamos adversidades, muchas de las cuales me cruzaron por la mente que fácilmente podría haberse terminado ahí, sin embargo seguimos juntos y aún estamos aquí, viéndonos como si fuera nuestra primera cita. A diferencia de esa cita, sé que mi amor y devoción hacía ti creció aún más de lo que pude imaginar en ese entonces, el escenario es distinto y solo tengo un propósito en mente en estos momentos.
— Minhonnie... — Jisung intentó hablar, pero fue interrumpido.
— Necesito seguir antes de que me ponga más nervioso y se me olvide todo. — Soltó una casta carcajada antes de continuar. — Han Jisung, eres el ser más puro y magnífico que pude conocer y tener en mi vida. Me enseñaste lo que es la devoción, lo que es amar y ser amando con la misma intensidad que yo lo hago, me enseñaste a ser paciente y poder valorar cada pequeño detalle que la vida nos da. No puedo imaginar una vida sin ti porque todo lo que veo en mi futuro es a ti, verte sonriendo cada mañana al despertar y verte tranquilo cada noche al ir a dormir. Eres mi primer pensamiento cuando inicio mi día, y mi último pensamiento cuando acaba, por lo que solo confío plenamente que quiero sellar nuestra promesa de amor de la manera más sagrada y preciosa que la vida nos puede otorgar, así que hoy, estoy parado ante ti como Lee Minho, no como el boxeador que un día aborreciste, sino como el hombre que cayó por ti desde el primer momento que nos conocimos, tomándote y entregándote mi corazón en bandeja para que hagas lo que quieras con él. Han Jisung, eres el hombre con el que anhelo pasar hasta el último día de mi vida, ¿Aceptarías a este pobre hombre enamorado por el resto de tu vida?
Jisung no dudó un solo segundo antes de caer entre sus brazos, acunando su rostro entre sus manos antes de besarlo con pasión y anhelo. Lágrimas caían sobre su rostro pero nada de ello importaba, solo quería demostrarle al hombre frente suyo que desde hace tiempo su corazón también le pertenencía y no podía imaginar un futuro sin él, sin su sonrisa, sus caricias, sus palabras y aquella exquisita y adorable personalidad que poseía.
— Sí, por supuesto que acepto. — Pronunció tan pronto como se separaron del beso, juntando sus frente al necesitar sentirse cerca. — Maldición, ¿Por qué tardaste tanto? Estuve esperando por esto desde el primer momento que dijiste que en Hawaii es legal el matrimonio del mismo sexo. Estaba dispuesto a llegar directamente a casarnos antes de darle forma a nuestra casa.
Ambos rieron ante ello, Minho aún más divertido ante la situación. — Aunque lo pensé, quería que primero nos hiciéramos a la idea que esta es nuestra nueva vida. Aquí ya no tenemos ninguna atadura, ninguna máscara frente a todos, solo somos nosotros mismos y quería que pudieras disfrutar de esa libertad, no solo anhelarla.
— No importa cuánto tiempo pase, no podría acostumbrarme a esto, me sigue pareciendo imposible que tengamos un mes aquí. — Confesó con un leve rubor sobre su rostro.
— A mi también, cariño. Pero estamos haciendo lo mejor de nosotros, así que ahora piensa que aquí está nuestro futuro por delante, solamente aquí.
— Entonces, ¿Cuándo podemos hacerlo oficial? Espera, ni siquiera me haz dado un anillo. — Frunció su ceño al descubrir su particular dedo anular descubierto sin ninguna joya.
— Eso quería hacer, pero me agarraste de sorpresa. — Sonrió divertido antes de dirigir su mano a la bolsa de su pantalón, sacando una cajita de terciopelo. Cuando la abrió, observó una sofisticada sortija de color plateado, viendo como su nombre estaba incrustrado en el interior del anillo, mientras que en el exterior resaltaba un lindo diamante sin que se viera grotesco, siendo rodeado por diamantes más pequeños que hacían relucirlo contra la luz.
El dedo anular recibió la sortija, resaltando sobre los demás anillos que poseían sus manos y haciéndolo sonreír encantado por el contraste contra su piel. Casi se puso a chillar y a saltar de la emoción al ver que uno de sus sueños se estaba haciendo realidad, realmente la idea de casarse con Minho se estaba asentando en su sistema, casi creyéndolo imposible.
— Entonces, señor Lee, concédame esta siguiente pieza en celebración de nuestro compromiso. — Volvió a posar sus manos sobre su cuerpo antes de acercarlo contra su pecho, provocando que Jisung plantara sus manos contra su pecho.
Sintió una leve voltereta en su corazón al escuchar como se refería ante él, asintiendo totalmente complacido con su propuesta.
— Tomemos este baile como un ensayo para nuestra boda, debe de ser perfecta.
— Lo único perfecto que habrá en nuestra boda serás tú, con eso será más que necesario. Apuesto que nadie podrá quitarte la mirada de encima, te conozco y por lo menos no puedo anhelar en poder presenciarte en un traje de boda.
— Entonces deberemos de apresurar esa boda porque también quiero verte con un traje. — Se mordió el labio, provocando un escalofrío en el contrario.
— Te amo más que a mi propia vida, Jisung.
— Te amo más que a mi propia vida, Minho.
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