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CAPÍTULO 43
Cansancio.
Lina.

Me sentía como cuando tenía quince años, igual de tonta y tímida, aún no entendía porqué no lo había hecho, Olivia literalmente  me había dicho que quería que otro beso sucediera entre nosotras y yo no hacía nada, era tan fácil, solo debía tomar su mano, llevarla a algún baño, abrazarla de la cintura y estampar mis labios sobre los de ella, pero no lo hacía, solo caminaba en silencio a su lado hacía la cafetería ya que estábamos en el receso del almuerzo, tras de eso iba a pasar los minutos más incomodos de mi vida. ¿Por qué? Porque no sabía decir que no, debí decirle que comería con Lentes, pero ella me miró con esa tonta sonrisa en el rostro y yo asentí tan pronto que hasta pena me daba, así que ahora comería junto a Susan, Charlie, Lentes y ella, genial, parecía como la que sobraba en ese grupo de gente buena y decente.

—Estoy deseando mi batido de fresa.—comentó mientras nos incorporábamos a la fila.

—Yo también estoy deseando algo.—susurré.

—¿Qué cosa? ¿Helado? Podríamos comprar para mañana.—me dijo, soltó un leve bostezo y acomodó un mechón de su cabello detrás de su oreja.

—Sí, helado. ¡Yey!—Fingí alegría, toqué los piercing de mi nariz, había olvidado quitármelo antes de entrar al instituto, aunque ya me daba igual, ningún profesor me había dicho nada.—¿Siempre nos quedaremos con ese tema complicadísimo?

—Sí, el proyecto de química debe quedar perfecto.—contestó y gruñí. —¡Hola María! ¿Me podrías dar lo de siempre?

—Ya lo tengo listo, linda.—le dijo, lo puso sobre la barra y luego me miró a mi.—¿Qué quieres tú, Lina?

—¿Hay hamburguesas?—pregunté y ella asintió.—También quiero papitas y un jugo de manzana, por favor.—Puse el dinero completo sobre la mesa, ella lo tomó y pronto regresó con mi pedido en una bandeja.

Ambas caminamos en silencio hasta donde nos esperaban, era su mesa, me sentaría allí, juro que estuve apunto de retroceder, pero me contuve al ver como Susan me saludaba, Lentes ya estaba sentada junto a ellos, Charlie de hecho estaba hablando con ella y Lentes parecía que estaba apunto de sufrir un colapso, pobre, no se le daba muy bien eso de socializar.

—Buenas.—saludé, me senté al lado de Charlie (porque no me quedó de otra, Olivia se sentó al lado de Susan) y mi vagancia era más fuerte y no iba a rodear toda la mesa para sentarme al lado de Lentes, agarré mi jugo de manzana y tomé un sorbo.

—¡Al fin llegan!—comentó Susan.—Ya Charlie me iba a volver loca, llevo desde temprano escuchándolo hablar sobre un científico raro.

—No es raro, es asombroso.—se quejó él.

Saqué mi hamburguesa del envoltorio de papel y le di un leve mordisco, la mirada de todos se posó en mi y fruncí el ceño. ¿Había hecho algo malo? Comí un bocado más y siguieron viéndome, Olivia soltó una leve risita y le restó importancia mirando su comida.

—Bueno, lo haré yo esta vez.—dijo Charlie de repente, mordí mi labio inferior para no reírme al verlo cerrar sus ojos y posar su cabeza gacha.—Gracias Dios por los alimentos del día hoy, por tener nuevas y increíbles personas en nuestra mesa, te pido que cures a Álvaro pronto porque ya lo extraño, Susan igual y te agradezco por mantenernos sanos y a salvo este día. Amén.

—Amén.—dijeron las tres chicas después de él, ¿Lentes también era religiosa? ¿Por qué no lo sabía? Pero si ya había almorzado varias veces con ella y no hacía estas cosas.

—¿Siempre hacen esto?—pregunté, miré a Olivia y ella estaba bebiendo de su batido de fresa.—Pero Marcus no lo hace y tú nunca lo hiciste cuando hemos comido juntas.—comenté, Olivia empezó a toser descontroladamente y Susan se empezó a reír mientras le daba leves golpes en su espalda.

—Algunas personas lo hacen, otras no y así.—me contestó Charlie, asentí al escucharlo, mordí mi hamburguesa de nuevo.

—¿Ya estás bien?—le preguntó Susan a Olivia y ella asintió, volví a beber un sorbo de su batido y me miró, sentí el golpe de su pie contra mi pierna por debajo de la mesa y la miré sorprendida.—¿No te incomoda a la hora de comer?—me preguntó, fruncí el ceño sin entender y ella me enseñó su lengua, hablaba del piercing.

—Oh, para nada, a veces hasta olvido que lo tengo.—comenté.

—¿Qué cosa?—preguntó Charlie, yo abrí un poco mi boca y le mostré mi lengua.—Wow. ¿Duele mucho?—Negué con mi cabeza.

¿Quién lo diría? Yo le estaba enseñando mi lengua al ex de la chica que me gustaba, súper casual, cosa de todos los días, después de eso me mantuve en silencio hasta que terminé mi hamburguesa y mis papas, ellos hablaron sobre temas poco interesantes como tareas y demás, sonreí al ver las bandeja de Susan, se había comido toda su comida y ahora estaba bebiendo lo poco que le quedaba de su batido, salí de mis pensamientos al escuchar el largo bostezo que soltó Olivia, ella apoyó sus codos sobre la mesa y posó su cabeza sobre sus manos.

—¿Estás cansada?—le preguntó Charlie de inmediato.

Maldito, se me había adelantado, yo le iba a preguntar primero.

—Dormí muy poco anoche, pero estoy bien.—contestó, yo la patee con mi zapato y ella soltó un leve quejido, fruncí el ceño extrañada, casi que ni siquiera la había tocado, incluso había sido en la rodilla.

—Debo ir al baño. ¿Me acompañas, Olivia?—le pregunté.

Ella asintió, ambas nos levantamos de nuestros asientos, yo dejé mis bolso allí, de todos modos sabía que eran personas de confianza, me estiré un poco, escuché que Olivia les decía que ya casi volvíamos, apenas estuvo a mi lado caminé más rápido.

—No corras.—se quejó agarrándome del brazo.—Oh, no me digas. Es una emergencia roja, olvidé mi bolso, voy a…—la interrumpí.

—No, no es eso.—le dije rápidamente, caminé más lente y ella suspiró aliviada.—Aún faltan varios días para que mi periodo regrese.

—Oh, está bien.

Sonreí apenas entramos a las baños, eran los mismos donde me había enterado que ella no amaba a Charlie, me senté sobre la encimera de los lavamanos y la observé, lo noté, había algo diferente en su vestimenta, ella nunca usaba medias largas y aunque siendo sincera se veía bastante atractiva con las medias negras hasta las rodillas, era extraño verla así, Olivia se cruzó de brazos, iba a decirme algo, pero volvió a bostezar.

—¿Por qué te pusiste esas medias?—pregunté.

—Las cortas estaban sucias.—mintió.

—No te creo, siempre tienes todos tus uniformes organizados.—le recordé, ella soltó un leve gruñido al ser descubierta, yo me bajé de la encimera y caminé hacía ella.—¿Me dirás que pasó o debo averiguarlo por mi misma?

—Lina en serio, estaban sucias, por eso me puse estas.—se quejó.

—Respuesta equivocada.—Me arrodillé frente a ella y la escuché jadear, si hubiéramos estado en otra situación hubiera sido divertido, agarré el dobladillo de una de la medias y la bajé hasta su tobillo, si hubiera sido Jordan no me hubiera sorprendido para nada, pero era Olivia y siendo sincera esos leves moretones no parecían ser de una buena experiencia.—¿Qué rayos?

—Me caí.—Volvió a mentir, alcé mi mirada hacía ella.

Y siendo sincera hacer eso había sido una muy mala idea, rápidamente bajé mi mirada a sus pies, subí la media hasta su rodilla y cerré mis ojos tratando de no pensar en la imagen de sus muslos y esa linda tela azul que tenía entre sus piernas, me levanté rápidamente y me alejó unos cuantos pasos.

—He visto muchas veces moretones así, para saber que el motivo es que estuviste mucho tiempo arrodillada.—hablé, rasqué mi nuca.—Lo que no entiendo es el porqué y no creo que sea por el mismo motivo de Jordan.

—¿Eh?—dijo confundida, subí y bajé mis cejas varias veces y pronto sus mejillas se ruborizaron al entender.—No, definitivamente no fue por eso.

—¿Entonces?

—Estaba rezando, cuando me di cuenta ya había amanecido y yo seguía de rodillas.—comentó finalmente, ella se acercó a mi y sonrío.—Yo me sentía tan cansada, tenía tantos pensamientos que me atormentaban y sentí que eso me ayudaría.

—Pero no fue así.—dije y ella asintió.—¿Quieres decirme algo más?

—¿Crees que Dios me abandonó?

—¿Por qué piensas eso?

—Papá ayer dijo eso, que las personas que…—la interrumpí al entenderlo.

—Tu padre no sabe ni lo que dice, Dios no te ha abandonado y no te va a abandonar nunca.—le dije, acaricie su mejilla con mi mano y le sonreí.—Te ama, eres su hija y eso no va a cambiar por nada del mundo.

—¿Eso crees?

—Te lo aseguro y no solo yo pienso así, muchas personas también, incluso sacerdotes de algunas iglesias.

—Gracias, Lina.

—¿Cómo que gracias? Yo cobro.—bromee.

—¿De qué manera cobras?—preguntó y reí.

—Con besos.

—¡Lina!—exclamó.

—¿Qué? Hablo en serio, mis consejos no son gratis, así que me debes uno.—Le sonreí y dejé de tocar su mejilla.—Los iré contando.

—Te pasas.—se quejó, ella dio un paso más haciendo nuestros zapatos se tocaran.—¿Entonces solo te debo uno?

Asentí, ella también lo hizo, no me dio chance ni de reacción, sus labios estuvieron sobre los míos por milisegundos y se alejó rápidamente de mi poniendo distancia entre nosotras, refunfuñé como una niña pequeña y me crucé de brazos.

—Listo, ya no te debo nada.

—La próxima vez diré que son besos duraderos, apasionados y intensos.—Caminé por su lado y salí de los baños. 

(…)

No me sorprendió para nada que Olivia se quedara dormida en clase, pero sí me sorprendió que la profesora de italiano la viera y no dijera absolutamente nada, ni siquiera me pidió que la despertara, incluso pidió que hiciéramos la practica en silencio, al parecer ser una estudiante ejemplar tenía sus privilegios, ahora yo me estaba muriendo de calor y no me podía quitar mi abrigo, los abanicos del aula no servían, así que estaba jodida, Samantha la chica que se apodaba “Roja” estaba sentada enfrente de mi, ella se giró y miró a Olivia dormir y suspiró.

—¿Pasa algo?—le pregunté.

—Olvidé que significaba una palabra y no quería preguntarle a la profesora.—susurró, asentí.—¿Eres buena?

—¿En italiano? Malísima.—mentí, la chica bufó y se giro para volver de nuevo a su lugar.

No era que no la quería ayudar, simplemente ya había sido demasiado amable por hoy, además de que esa pelirroja no me caía muy bien, casi siempre pasaba haciendo ruido y tenía una voz demasiado insoportable para mi gusto, bueno quizás también tenía que ver el hecho de que ella había besado a Olivia, que había subido una foto a Instagram con ella y que pasaba llamándola “Profesora” cada vez que la veía, era estresante, aún no entendía como Olivia la soportaba.

Olivia no se despertó hasta que las dos clases de italiano terminaron, casi le da algo cuando le dije que había dormido tanto según ella, aún a mi me parecía muy poco esas pocas horas, ella debía dormir más, además de que se veía muy cansada, en serio, sus ojeras estaban más pronunciadas, sus ojos algo irritados y me preocupaba, se suponía que yo era la que debía parecer un oso panda en esta relación, quise golpearme cuando la idea de entrelazar nuestras manos en medio pasillo pasó por mi mente, sentí un cosquilleo en mis manos y rápidamente las oculté dentro de los bolsillos de mi pantalón, me volví a sentir como como una niña de quince años con su primer pareja, solté una risita, pareja, relación, definitivamente ya estaba muy atontada. 


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