40
CAPÍTULO 40
Desastre familiar.
Olivia.
Marcus regresó antes, no sabía el motivo, pero lo recibí alegremente en la mañana, era miércoles, tenía clases dentro de poco, pero no me importó, lo abracé fuertemente y él se quejó aún con sus maletas en mano, me sorprendió, que toda su vida universitaria cupiera solo en dos pequeñas maletas, pero no pregunté nada y lo dejé pasar, él dejó las maletas en la sala y caminó al comedor, yo lo seguí por detrás, mamá apenas lo vio fue a abrazarlo, me senté en mi lugar, papá no se levantó, pero si dejó su periódico de lado y frunció el ceño desconcertado, mi hermano se acercó, le besó la frente y se sentó en su lugar, mamá fue a la cocina y pronto regreso con desayuno para él y café.
—¿Hijo, qué haces aquí? Aún falta bastante para las siguientes vacaciones.—habló papá finalmente, Marcus tomó un sorbo de su café y dejó la taza sobre la mesa.
—Lo dejé.—comentó simplemente, agarró una de sus tostadas y la comió.
—¿Dejaste qué?—preguntó mamá.
—La universidad.—susurró apenas para que lo escucháramos, jugué con un mechón de mi cabello nerviosa al ver la expresión de papá.
—¿Por qué?—le preguntó él.
—Porque estaba estudiando algo que ni siquiera me gustaba.—le contestó.
—¿Así de simple? Decides perder tanto tiempo de carrera porque de repente no te gusta.—Marcus asintió.—Nunca te quejaste, te dije que esa carrera funcionaría para que trabajaras en la empresa y solo lo aceptaste.
—Porque no quería hacerte enojar, porque quería que me aceptarás, lo hice solo para hacerte sentir bien.—Marcus nunca dejó de verlo mientras hablaba.—¿Sabes? Una profesora hace unos días me dijo "No sé que haces aquí" y yo le pregunté el porqué. ¿Sabes que me dijo?
—No, no lo sé.—contestó papá, él empujó su plato del desayuno hacía el frente, ya no iba a comer más.
—Que no tenía ese brillo, que cuando hablaba sobre lo estúpidos números parecía triste, pero cuando hablaba de lo que más me apasiona lo veía, veía a ese chico increíble que quería mostrar su talento al mundo.—Su voz se quebró al final, posé mi mano sobre la suya y le sonreí a pesar de que no me estaba viendo a mi.—¿Alguna vez me prestaste la suficiente atención para notar que no tenía ese brillo?
—Levántate, recoge tus maletas y vuelve a la universidad.—Le ordenó, miré a mamá, ella mantenía su cabeza gacha sin decir ni una sola palabra, mordí mi labio inferior para mantenerme callada.
—No.
—¿No?—Papá se levantó de su silla y lo miró completamente molesto, sentí miedo.
—No, no voy a regresar.
—¿Qué harás entonces?—le preguntó, él rodeó la mesa y se posó frente a él.—¿Piensas que te vamos a mantener el resto de tu vida o qué?
Mi mano tembló sobre la mano de Marcus, él se giró a verme, me sonrío, soltó mi mano y se levantó de su silla también, ambos quedaron frente a frente, Marcus intentó tocar a papá del hombro y él lo alejó.
—Vamos a tu oficina, estás asustando a Olivia.—le dijo, papá dejó de mirarlo y su mirada se posó en mi, tragué saliva, papá regresó su mirada a Marcus.—Por favor.
—Ve a clase, llegarás tarde y tú ve al auto, espera allí.—Nos dijo mientras salía del comedor.
—Marcus.—lo llamé antes de que se fuera.
—Estaré bien, papá no es malo, solo está alterado, tranquila.—Besó mi frente antes de irse y seguir a papá.
(...)
No había podido comer nada después de eso, antes de que llegara Marcus apenas iba a empezar a comer, así que lo único que tenía en mi estomago era un poco de jugo de manzana, pero estábamos en el receso del almuerzo y yo no dejaba de jugar con mi comida, me dolía la cabeza y estaba preocupada, no sabía nada, Marcus no había hablado conmigo, le había escrito a mamá y me había dicho que todo estaba bien, pero no le creía, Camila de nuevo no había venido a clases y aunque se supone que no era mi problema también me preocupaba, porque no quería que sufriera y sentía que Armando la alejaba cada vez más de nosotras, no había podido hablar con Lina en toda la mañana porque ella tenía sus audífonos puestos desde la primera clase y parecía que estaba en su mundo, Charlie y Álvaro se habían ido a la biblioteca para avanzar con una tarea de no se qué y Susan parecía que me estaba imitando moviendo su comida de un lado a otro con su tenedor.
—¿No has recibido noticias?—preguntó, negué con mi cabeza y ella suspiró.—Deberías comer.
—Tú también.—le contesté.
—Se supone que soy yo la que tiene problemas alimenticios.—se quejó, agarró un poco de arroz y ensalada y se lo llevó a la boca.
—Lo dijiste.—dije sorprendida después de un rato.
—¿Qué cosa?
—Que tienes un problema, Su.—comenté, ella negó con su cabeza, yo miré detrás de ella, Lina y Valentina venían hacía acá.
—¡Hola!—Apenas llegaron Lina se sentó a mi lado y a Valentina se sentó junto a Susan.—¿Cómo están?
—Bien. ¿Y tú? Creí que te ibas a volver asocial.—comentó Susan.—Olivia dijo que anduviste con tus audífonos toda la mañana y que ni participaste en clase.
—¿Debería sentirme acosada?—me preguntó Lina y reí, ella miró mi plato y frunció el ceño.—¿Por qué no has comido nada?
—Está preocupada.—le contestó Susan.
—Marcus llegó hoy en la mañana.—le dije finalmente, Lina se quedó callada y sacó su celular del bolsillo de su pantalón rápidamente.—¿Qué pasa?
—Con razón. Creí que Harold estaba molestándome, tengo veinte llamadas perdidas de él.—comentó, vi como ella rápidamente le marcó y colocó su celular sobre su oreja.
Todas nos quedamos en silencio esperando, Lina se rascó su frente y suspiró, apartó el celular de su oreja, esta vez vi que le marcó a Joshua, seguí mirándola mientras esperaba, quise darme un golpe, que tonta, debí escribirle a los chicos, seguro ellos si sabían algo de Marcus.
—Hola. ¿Qué pasó?—escuché que dijo, se hizo un largo silencio, Lina maldijo en un susurro.—Está bien, está bien. No, no lo sabe, sí, le diré.—se quedó en silencio un gran rato.—Okay, nos vemos.
—¡Lina! ¿Qué pasa?—le pregunté al notar que se levantaba con su bolso sobre su hombro, mis manos temblaron pensando lo peor.
—Lo que pasa es que tu padre es una porquería de hombre y no voy a permitir que lo vuelva a tratar así jamás. Y si vas a venir, apúrate que pronto se acaba el receso y no podremos salir.
Lina ni siquiera me esperó y empezó a caminar fuera de la cafetería, yo apenas agarré mi bolso y salí corriendo detrás de ella, antes le grité a Susan que le dijera a Álvaro que me pasara sus apuntes, apenas ambas estuvimos en la entrada del instituto, el guarda no le dijo absolutamente nada a Lina y nos dejó salir.
—Lina no puedes faltar a clases.—Me asusté al recordar que había dicho que no le iban a aceptar más faltas.—Lina en serio, es mi hermano, solo dime a donde ir y tu ve a clases.
—¡Es mi amigo!—exclamó, me detuve al verla tan alterada, ella se detuvo también, me miró y respiró y exhalo para calmarse.—Lo siento, jamás creí que esto fuera a llegar tan lejos, creí que tu padre solo lo regañaría, esperaba máximo que lo echara de casa, pero. ¿Golpearlo?
Saqué mi celular de mi bolso sin pensarlo al escucharlo, busqué el número de papá y le marqué sintiendo como mis manos temblaban, no contestó a la primera, ni la segunda, tercera y cuarta vez, mi cabeza dolía, sentía un nudo un mi estomago, mi garganta seca, me sentí mareada, Lina acortó los pocos que teníamos entre nosotras, me quitó el celular de las manos y me agarró del brazo, no presté mucha atención, Lina consiguió un taxi y cuando estuvimos dentro, durante todo el recorrido me mantuve en silencio.
Lo había golpeando, mi padre había golpeado a una persona, a su propio hijo, el hombre al que abrazaba cada mañana, el mismo que me sonreí y besaba mi frente, él que me había visto crecer, el que me decía te amo, el que dijo que siempre nos protegería y cuidaría de todo mal, él le había hecho daño a su hijo y de paso a mi, porque toda esa pirámide en la que lo tenía se fue derrumbando, se hizo pequeña y solo pude verlo a él, un hombre por el que había hecho tantas cosas que no quería y no lo merecía, porque ahora solo podía ver a un padre que era capaz de golpear a su propio hijo. ¿Qué me quedaba a mi? ¿Cómo reaccionaría él si se enteraba de todo lo que había hecho este año? Lina tocó mi hombro haciéndome reaccionar y yo me alejé rápidamente chocando contra la puerta del taxi, lo noté, ella también lo hizo, no dijimos nada, simplemente bajamos de ese auto y nos acercamos a una pequeña casa color azul.
—Es la casa de Jordan.—susurró apenas Lina abriendo la puerta y entrando como si nada, la seguí en silencio por el lugar.
Solo una pequeña sala, cocina y supuse que al otro lado por el pasillo estaban las habitaciones, Lina caminó hasta el patio trasero y ahí los vimos, Marcus estaba sentada sobre un banco mientras Joshua limpiaba su mejilla con algodón, Harold se movía de un lado a otro en el lugar, Jordan estaba sentado en el suelo y apenas nos vio nos dio un asentimiento de cabeza como saludo, sentía la tensión, la molestia de todos, los entendía, Marcus miraba al suelo pero apenas vio mis zapatos frente a él, alzó su mirada, yo le quite el algodón a Joshua de su mano y yo misma me dedique a limpiar su mejilla, tenía un leve raspón y la zona se veía hinchada, seguramente tendría un gran moretón mañana al despertar.
Lo detalle bien y me di cuenta que una de sus manos estaba vendada, ¿también lo había golpeado allí? ¿Qué más había hecho? ¿Por qué había reaccionado así? Tanto que él nos había hablado sobre la violencia, que tuviéramos cuidado, que eso no traía nada bueno y él había actuado exactamente como esas personas peligrosas que él varias veces juzgaba.
—Olivia estoy bien, no es nada.—habló finalmente.
—¡¿Qué no es nada?!—exclamó Harold.—Ni siquiera te defendiste y él siguió. ¡Enséñale tu abdomen, Marcus! ¡Maldita bestia!—Lina lo detuvo poniendo sus manos en su pecho al ver que él se iba a acercar a nosotros.
—¡Basta! ¡Te calmas o te calmo!—le gritó Lina.
—No entiendo, dijiste que todo iba a estar bien. ¿Por qué?—Lo agarré del mentón y hice que me mirara a los ojos.
—Es mi culpa, yo lo llamé y hice...—Marcus interrumpió a Jordan.
—No es tu culpa, no hiciste nada malo.—le dijo, luego regresó su mirada a mi y suspiró.—Cuando estábamos en la oficina Jordan me llamó, saqué mi celular, pero él me lo arrebató, contestó y Jordan me saludo como siempre lo hace creyendo que era yo.
—Y eso lo enfureció.—susurré.
—Creyó que era gay, fue mi culpa, lo provoqué.—comentó, Lina soltó a Harold y se acercó a nosotros mientras negaba con su cabeza.
—No, no es tu culpa, no te culpes por las acciones de tu padre.—Ella se agachó y colocó sus manos sobre las rodillas de Marcus para apoyarse.—Si eres hetero, gay, lo que sea él no debía reaccionar así, no está bien, es vil y monstruoso, nadie debe hacerlo algo así a alguien solo por ser diferente. ¿Lo entendiste?
Marcus asintió y yo dejé caer el algodón en el suelo, tapé mis rostro con mis manos y solté un gritito de frustración, de enojo, tristeza, todo mezclado, porque lo entendí, si papá había reaccionado así solo porque Marcus había dicho algo así y él ni siquiera era gay, ¿qué me haría a mi? ¿Me mataría? Me había gustado besarla, tocarla, esa chica que estaba a pocos pasos de mi era mi perdición, me dolía la cabeza y escuchaba un leve pitido en miss oídos, no me sentía bien, nada bien y tenía miedo, estaba aterrada y no podía llorar porque ni para eso tenía fuerzas, apenas tuve tiempo de agarrar el brazo de Joshua que seguía detrás de mi antes de desplomarme en el suelo.
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