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CAPÍTULO 4

Batido de fresa.

Olivia.

—Bueno, ¿Cómo te llamas? No te había visto antes.—pregunté a la chica de lentes.

—Valentina, soy nueva.—Le sonreí y me gire para mirar a Lina.

—Soy Olivia.—Me presenté para las dos, seguro Lina tampoco sabía mi nombre.

—Bueno, yo me iré a mi asiento de antes, tú siéntate con lentes.—Lina se volteó y empezó a caminar hacía el fondo del aula, me senté al lado de Valentina, coloqué mis brazos sobre la mesa y recargue mi cabeza allí.

—¿Es siempre así de extraña?—Me preguntó Valentina mientras sacaba un cuaderno de su bolso, me encogí de hombros.

—No soy muy sociable, así que no la conozco mucho.—Decidí dejar las perezas y me acomode mejor, saqué mi celular y se lo ofrecí a Valentina desbloqueado.—Dame tu número, haré un grupo para el proyecto.—La chica asintió, la vi teclear en mi celular, lo devolvió, yo rápidamente cree el grupo y la añadí, ahora solo faltaba el número de Lina.

Me iba a levantar y pedírselo, pero ya habían pasado los quince minutos y el profesor ya había empezado la clase como se debía, había olvidado que el instituto era tan estricto que ni el primer día nos dejaban respirar en paz, saqué un lápiz y mi libreta para hacer apuntes, después de la clase le pediría el número a Lina.

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Estaba terminando de guardar mis cosas cuando vi a Lina pasar rápidamente por mi lado, me levanté aún sin cerrar mi bolso, lo tomé entre mis brazos y caminé detrás de ella para detenerla.

—¡Lina!—La alcancé y al ver que no se detuvo camine a su lado por el pasillo.—¿Me puedes dar tu número, por favor?

—¿Eh? Voy con prisa. ¿Hablamos después? Sí.—Ella habló rápido y se fue aún más rápido.

—Lina pero Olvídalo.—Golpee mi frente con la palma de mi mano, olvidé que tenía mi bolso abierto y todas mis cosas cayeron en el suelo.—Estúpida.—Me insulte mientras me agachaba para recoger todo.

—¿Qué haces ahí?—Susan se agachó a mi lado tomándome por sorpresa porque no la había visto, me ayudó a recoger unos libros y cuando ya todo estaba de vuelta en mi bolso empezamos a caminar a la cafetería, era la hora del almuerzo y la verdad es que si tenía algo de hambre.

—¿Y los demás?—Le pregunté mientras entrabamos a la cafetería.

—Se suponen que ya están aquí.—Susan miró hacía la mesa donde siempre nos sentamos y los señaló.—Mira, ahí están.

—Susan es malo señalar.—Me reí y me acerqué a la fila para pedir lo que quería.—Me imagino que como siempre olvidas algo y por eso no estás con ellos de una vez.

—Sí, me conoces muy bien amiga.—Susan miró el mostrador con desagrado.—Creo que esta vez solo pediré el batido de fresa de siempre, luego en casa comeré algo.

—No desprecies los alimentos sin probarlos, Su.—Llegamos al principio de la fila, miré las opciones que había y suspiré.—¿Me das lo de siempre, María?—La mujer feliz asintió y me empezó a servir, con lo de siempre me refería a puré, verduras y pollo asado y para tomar siempre nuestro batido de fresa, María me ofreció la bandeja, le agradecí, pagué y esperé a Susan.

—¿Segura que solo quieres tu batido?—Le preguntó María a Susan a lo que ella asintió y le aseguró que comería más tarde en su casa, la mujer no muy convencida asintió y le dio el batido, las dos empezamos a caminar a nuestra mesa, como siempre me senté al lado de Charlie, solo que esta vez Álvaro no estaba sentado a su lado, si no enfrente de él, en el asiento de Susan, él se hizo a levantar para darle su lugar a lo que Su se negó.

—No, tranquilo, solo dame un campo y yo me siento a tu lado.—Me reí de la situación, en vez de Álvaro correrse al asiento que estaba al lado de él, se movió un poco para que Susan pasara y se sentara allí, pero no calculó bien el espacio y el batido de Susan terminó en la camisa de Álvaro y parte de su pantalón.—Lo siento, lo siento, espera voy por servilletas. ¡Ya vuelvo!—Susan tiró su bolso en el asiento y corrió donde María.

—¿Estás bien? Hubieras visto tu cara.—Se burló un poco Charlie, mientras Camila en su lugar no paraba de reírse, yo me reí un poco y luego me dispuse a comer un poco de mi almuerzo.

—Todo bien, creo que iré al baño a lavarme.—Álvaro se levantó, tomó su bolso y cuando estaba dispuesto a irse regresó Susan con varias servilletas en sus manos.

—Oh no, te vas a ir. ¿Estás enojado?—Susan empezó a pasarle las servilletas por la camisa empeorando la situación, Álvaro se quedó quieto sin saber que decir pero luego de unos segundos alejó las manos de Susan de su pecho.

—Tranquila, gracias.—El volteó a vernos, se notaba algo estresado.—Iré al baño a lavarme un poco, nos vemos luego. ¡Provecho!—Le agradecimos y se alejó.

Susan se sentó avergonzada mientras rascaba su cuello, Camila aunque intentó minimizar la situación fue algo imposible, yo no les presté mucha atención y seguí comiendo, luego tendría clase en una de las aulas más alejadas de la cafetería y no quería llegar tarde.

—¿No me esperaste para hacer la oración?—Miré a Charlie confundida hasta que lo capte, incluso había olvidado agradecer por los alimentos, pero no era algo que le diría.

—Lo siento, olvidé avisarte.—Apreté su mano sobre la mesa y luego la alejé para tomar un sorbo de mi batido.—¿Te dejo algo de mi batido, Su?

—Tranquila, luego me compro otro, ahora hasta las ganas de tomar algo se me quitaron, que vergüenza, pobre Álvaro.—Susan tapó su rostro con sus manos y luego peino su cabello hacía atrás, amaba las ondas naturales que se le hacían en las puntas, tenía un cabello muy hermoso.

—No creo que Álvaro esté molesto, una vez le rompí una de sus camisas favoritas y ni se molestó.—dijo Charlie para tranquilizarla.

Miré la hora en mi reloj, 12:38, el tiempo pasaba demasiado rápido, tomé lo que me quedaba de mi batido y me levanté.

—Que les vaya muy bien en la siguiente clase, nos vemos en el siguiente receso.—Besé las mejillas de las chicas, coloqué mi bolso en mi hombro izquierdo y justo cuando me iba a ir Charlie tomó mi mano entre las suyas y se levantó.

—Te voy a dejar a tu aula, vamos.—Empezó a caminar conmigo y no supe como decirle que no era necesario, no era como si me fuera a perder en este instituto, lo conocía incluso mejor que él.

Caminábamos por un pasillo en silencio tomados de la mano, muchas veces eran así cuando estábamos juntos, no teníamos de qué hablar pero estaba bien, ya nos habíamos acostumbrado a que así era nuestra relación, cuando estábamos llegando a mi aula Charlie se detuvo, yo hice lo mismo.

—¿No tienes nada que decirme?—dice, lo miré extrañada.

—¿Yo? No, creo que no.—Tomé su otra mano y la entrelacé con mi otra mano libre.

—¿Vas a hacer el proyecto de química con Lisa?—Fruncí el ceño aún más extrañada hasta que lo entendí.

—Lina.—Lo corregí, supuse que Álvaro le había comentado, fijo me había visto con ella y Valentina en la clase anterior.—Y sí, ya no quedaban más personas, así que haré el proyecto con ella y Valentina. ¿por qué? ¿Te molesta?

—No lo sé, es la primera vez que no me cuentas ese tipo de cosas y esperé que me dijeras en el almuerzo y no dijiste nada.—Se encogió de hombros.—¿Estás cómoda con eso? Si quieres le puedo decir al profesor que me deje hacerlo contigo.

—¿Por qué supones que estaré incomoda? Da lo mismo, es una persona, no se me hace mala, solo es diferente y no te conté porque no se me hizo importante.—Le sonreí algo incomoda.—Estoy empezando a creer que es a ti a quien te incomoda y quiero recordarte que el único que tiene derecho a juzgar a sus hijos es Dios.

—No, no me malentiendas, solo que pensé que no te gustaba la idea de hacer algo con ella, como la vez en el restaurante aquel te comportaste tan extraña.

—Ese día no me sentía muy bien y ya sabes estoy preocupada por Camila, no quiero que por estar siendo rebelde con sus padres cometa un error.—Intenté cambiar de tema.

—Entiendo, bueno, se nos hace tarde.—Charlie me dio un corto beso en los labios y se fue.

Mordí mi labio con un poco de fuerza, me sentí molesta, ¿Cómo Charlie se ponía a suponer cosas así? ¿cómo creía él que me conocía? Si ni siquiera me conoce realmente, solo le muestro muy poco de mí y la verdad es que no creo que gran parte sea verdad, ni siquiera yo misma sé quién soy o lo que siento, él no podía llegar a intuir que una persona me cae mal solo porque sí, caminé lo poco que me quedaba para llegar al aula y entré, al menos está vez me pude sentar al frente.

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