18


Fuera de esos muros había un mundo destrozado, en donde nadie podría estar seguro, fuera de los muros el tiempo jamás pasa, todo sigue siendo igual o de alguna forma encuentra la manera de empeorar.

Fuera de los muros las personas mueren y sufren, pero en esos momentos Dust tiene que estar escuchando como dos mujeres hablan de un posible amorío en el pueblo como si fuera lo más trágico que hubiera sucedido en sus vidas.

Tal vez lo es, no parecen tener sangre en sus manos. Pensó distraído, colocando ambas manos sobre los bolsillos de su campera abierta, preguntándose si era momento para subirse la capucha y comenzar a caminar hacia la puerta, si alguien lo notaría.

—¡Hey Dust! Te habíamos perdido amigo. —llamó Mikey, abriendo los brazos de manera alegre, detrás de él Ron y Enid venían hablando.

Dust descubrió con un poco de sorpresa y emoción que ambos estaban tomados de las manos, si pudiera hablar ya se habría asegurado de burlarse de ellos como antes solía hacerlo.

Pero Dust no habla. Se dijo a si mismo, dándole a Mikey una sonrisa de labios cerrados y un asentimiento a modo de saludo.

—Llegamos juntos pero luego te desvaneciste, creo que nos quedó claro que no eres un fanático de las fiestas. —bromeó Mikey, acercándose a la pared en donde Dust se encontraba recargado. El pelinegro tiró del brazo de Dust para acercarlo hasta él y lo rodeó por los hombros—. Debimos atraparte así, como a Enid.

Dust bufó una risa, observando ahora porque Enid y Ron iban de la mano, ella también querría irse.

—¿Por qué te fuiste tan lejos de todos modos? —preguntó Ron, mirándolo con curiosidad.

Todos se encontraban en general relajados y alegres, habían estado parados una buena media hora frente a la mesa tomando todo lo que pudieran según lo que Dust había visto.

En cambio el rubio pasó su tiempo con su otra persona favorita, Sam Anderson, ambos habían probado unas galletas que eran deliciosas.

Nunca en Alexandria solían prepararlas desde cero entonces cuando Dust las encontró en una bandeja en la mesa bastó una sola mirada complice con Sam para decidir tomar la bandeja y esconderse en algún rincón, comiendo tranquilamente.

Dust observó la mirada insistente de los tres chicos sobre él y finalmente decidió sacar sus notas adhesivas, pensando en quién podría pegarlas mientras escribía un simple "estaba con Sam".

Al final decidió estirar su brazo y pegarla sobre la remera de Ron, el cuál solo rió un poco y la tomó.

—Oh, ¿encontraron algo que no querían compartir? —preguntó Ron divertido, a lo cuál Dust simplemente asintió, una sonrisa traviesa cubriendo sus labios—. ¿Y luego porqué no volviste?

Me estaba escondiendo. Escribió Dust en una nueva nota, su letra seguía siendo igual de desprolija que antes, y escribir en el aire sobre su propia mano tampoco lo estaba ayudando demasiado.

—¿De quién te escondes? —preguntó Mikey confundido, ya que la nota había parado está vez sobre él.

—De Carl. —dijo Enid, y pronto los cuatro voltearon la vista hacia donde todos sabían que Carl se encontraba.

El chico estaba hablando de algo con Noah y una chica más, sosteniendo a una pequeña beba en sus brazos y meciendola suavemente.

Carl debió sentir la mirada del grupo ya que volteó a verlos, pero con sorpresa Dust descubrió que Carl solo hizo contacto visual con él, lo cual lo hizo soltar un bufido.

Dust pasó una de sus manos por su cabello parcialmente humedo, sabiendo que debería verse un poco raro ya que no logró secarlo adecuadamente, la culpa la tenía Ron, ya que llegó corriendo hasta su casa para asegurarse de que Dust vaya a la maldita fiesta.

Bajo la atenta mirada de Carl, Dust comenzó a escribir una nueva carta y se la enseñó a Enid sin sacarla de su bloc.

—¿En dónde recomiendan enterrar a Carl? —leyó Enid en voz alta, una sonrisa divertida en su rostro al escuchar las carcajadas de Mikey y Ron.

Dust observó con curiosidad como Carl frunció el ceño ante ello y como Noah empujó un poco a Carl, para que vuelva su atención a ellos.

Por alguna razón, ese gesto de Noah molestó un poco a Dust, pero aún así decidió no hacer nada, después de todo la fiesta de Deanna no era el mejor lugar para hacer un escándalo.

—¡¿Esa es tu preocupación?! —gritó una de las mujeres a la distancia, pronto atrayendo la atención de todos allí, que voltearon a ver de quién se trataba.

Uno de los nuevos.

—Sasha, oye Sasha... —llamó uno de ellos, intentando calmar a la mujer, pero ella gritó un par de cosas más antes de salir echa una furia por la puerta.

Curioso, Dust buscó a Deanna entre la multitud, pero la líder no parecía enojada por aquél arrebato, una mueca preocupada era todo lo que el rubio encontró en su rostro, y por alguna razón lo hizo enojar aún más.

Suficiente. Pensó Dust, guardando la lapicera y sus notas en uno de sus bolsillos.

Sabiendo que su grupo se encontraba distraído, se colocó la capucha de su campera y como lo planeó, comenzó a caminar hasta la puerta dispuesto a salir.

No fue sorpresa cuando sintió que alguien lo estaba siguiendo.

Dust siguió caminando, en dirección a la armería solo por si acaso, no es que realmente planee matar a nadie, sabe que no puede hacerlo y bromas a un lado, no podría enterrar a nadie, si lo ven desaparecido media hora los nuevos darán por hecho automáticamente que fue él.

Lo cuál sería una opción muy acertada, pero aún así, hay demasiadas cosas en Alexandria que me gustan como para permitir que Noah y su grupo me echen.

Este fue mi hogar primero.

Al dar vuelta en una de las casas, decidió recargarse contra una de las paredes, a la espera de que esa persona que lo seguía llegue hasta donde él.

Sabía que cualquiera sea decidió tomar una buena distancia, lo cuál solo significaba que era uno de los nuevos, los Alexandrianos no sabían tener esa clase de cuidado.

Dust bajó la vista hasta sus notas, pero descubrió que en efecto, la noche fue muy oscura como para que él pueda ver y menos escribir.

Tal vez debería...

No.

No.

Por unos segundos, Dust cree haber imaginado que alguien lo seguía, ya que esa persona nunca llegó hasta donde estaba él.

Dust levantó la vista hacia el cielo, esta vez no había estrellas que puedan verse, solo nubes, apenas visibles por la luz reflejada de la luna, cuando bajó la vista Carl dobló, sorprendiendose al encontrarlo allí.

Parecía que Carl iba a decir algo, pero justo en esos momentos la voz de Spencer llegó en fuertes y exagerados gritos, seguidos de la de Aiden, los dos hijos de Deanna.

Las luces de la casa en donde Dust se recargó se encendieron a la par que Carl se acercó un paso más, arrebatandole el bloc de notas a Dust de la mano.

—¿En donde recomiendan enterrar a Carl? —repitió Carl, leyendo la nota ahora que la luz logró alumbrarlos lo suficiente.

Mierda, Dust se había olvidado despegar esa.

Intentó quitarle de las manos a Carl el bloc, el cuál no ofreció mucha resistencia, solo miró a Dust con ojos entrecerrados.

—¿Crees que podrías matarme? ¿Tú? —preguntó Carl con diversión, mirándolo de arriba a abajo, de una manera que logró poner a Dust un poco nervioso o incómodo, no está seguro de cuál de los dos.

Dust se levantó la remera negra un poco, lo suficiente para enseñarle a Carl que en su cinturón tenía atado un cuchillo, a modo de advertencia.

—Creí que no podían cargar armas dentro de Alexandria. —comentó Carl, cruzándose de brazos y recargandose en la casa de al lado, ahora un par de metros separándolos.

Las casas en Alexandria en realidad se encontraban muy cercanas la una de la otra, solo un pequeño pasillo entre ellas que ni siquiera fue vallado porque allí dentro de los muros no lo creían necesario.

Dust se encogió de hombros, para hacerle saber a Carl su opinión acerca de las reglas, a lo cual el castaño solo pudo sonreír un poco, pareciendo divertido.

Rápidamente Dust escribió una nueva nota, asegurándose de quitar la anterior y dejándola caer al césped, más tarde podría levantarla.

Una vez que la nota fue escrita Dust se bajó la capucha y decidió acercarse hasta donde Carl estaba recargado, pegando la nota justo en su cara, en una de sus mejillas.

Carl bufó, quitándosela para leerla.

"¿Estás vigilandome?" Decía la nota adhesiva, Carl simplemente se encogió de hombros.

—Mi grupo necesita que yo lo haga. —le respondió Carl con desinterés, Dust observó como Carl guardaba la nota en uno de sus bolsillos y por alguna razón eso lo motivó a escribir otra.

"¿Y haces todo por tu grupo, huh? ¿Como un buen soldadito?" Decía la nueva nota, una sonrisa burlona y astuta en el rostro de Dust, está vez pegando la nota sobre la nariz de Carl, el cuál lo empujó un poco, suspirando con molestia antes de sacarse la nota y leerla.

—Te sorprendería lo que puedo hacer por mi grupo. —murmuró Carl con seriedad, acercándose un paso más al rubio, una mirada de advertencia en sus ojos azules que solo logró emocionar más a Dust.

¿Oh sí...?

Dust quería escribir una nueva nota, pero Carl fue más rápido y arrojó el bloc lejos, cayendo a un par de metros de distancia.

—Habla.

Dust negó con la cabeza, mirando a dónde habían caído sus notas y después dándole una mala mirada a Carl.

—¿Qué? ¿Te molestó? A ver, dime cuánto. —bromeó Carl, sosteniendo a Dust por los hombros al ver como el rubio quería salir a buscar sus notas—. Hey, quieto.

Y por alguna extraña razón que Dust aún no comprende, cumplió, quedándose quieto. Eso pareció sorprender también a Carl.

—Mataste al padre de Noah. —comenzó a decir Carl, Dust decidió simplemente negar con la cabeza—. Sí, lo mataste y ahora... ¿Planeas matarnos a nosotros? —Dust se aseguró de volver a lo seguro, negando con la cabeza—. ¿Planeas... matar a un par de nosotros?

Dust bufó una risa, apartándose las manos de Carl de sus hombros con un fuerte movimiento.

Sí y comenzaré contigo primero. Pensó el rubio con molestia.

Esta vez Dust asintió, una sonrisa arrogante en su rostro, una de sus manos dirigiéndose hacia abajo, dispuesto a agarrar el cuchillo que le había enseñado tiempo atrás a Carl, por supuesto el chico tenía rápidos reflejos y tomó la muñeca de Dust para detenerlo.

—¿Por qué no hablas... Samuel?

No.

No.

No ese nombre, no.

Dust, Dust.

Dust empujó con fuerza a Carl hasta hacerlo chocar una vez más con la pared, corriendo hasta sus notas.

Dust, Dust, no ese nombre, no ese.

No.

—¡Oye qué te pasa! —se quejó Carl, sosteniéndose la cabeza con una de sus manos, observando como Dust se agachaba para tomar su bloc, guardandolo en uno de sus bolsillos.

Carl observó confundido como Dust se puso a la defensiva en un solo segundo, tal vez sin comprender porqué, pero Dust sí sabía, fue Carl el que lo causó.

Todo estaba bien, porqué dijiste eso...

No... ese nombre no.

Una de sus manos fue a parar al cuchillo y esta vez sí lo sacó de su funda, apuntando directamente a Carl, sintiendo su mente a mil por hora mientras sus ojos se movían rápidamente por el lugar, las luces de la casa de Spencer finalmente apagándose.

Su respiración se sintió entrecortada, su pecho moviéndose en un esfuerzo por intentar recuperarla, su rostro comenzó a sentirse ardiendo, la sangre en sus venas moviéndose con rapidez, todo alertando a su sistema de que había algo mal.

El cuchillo en sus manos temblaba, o tal vez eran sus manos las que lo hacían, la voz de Carl lo sobresaltó.

—Oye, ¿estás bien? —llamó Carl, intentando acercarse un paso a Dust, pero al hacerlo solo consiguió que Dust intente herirlo con su cuchillo—. Hey, ¿qué carajos Samuel?

No, no ese no. Pensó Dust, negando con la cabeza, sus ojos cerrandose con fuerza al sentir como las imágenes volvían a él, como los recuerdos llegaban, como lo perseguían.

Dust, Dust.

—Soy Dust. —dijo él, en un tono bajo de voz, sus ojos abriéndose en ese segundo para darle una mirada cargada de odio, una que gritaba peligro.

Su voz se desvaneció en el aire en tan solo unos segundos y la sorpresa en los ojos de Carl por verlo hablar finalmente lo trajo de vuelta.

Incrédulo Dust también descubrió lo que había hecho, como si no hubiera sido una parte consciente de él quién lo hizo, Dust habló.

No... Dust no habla. Dust no-

—¡Hey! —gritó Carl, pero esta vez no lo siguió al ver como Dust salió corriendo, esta vez con dirección a la armería.

Bien, nuevo plan. Nos vamos de aquí. Dijo para si mismo, su respiración demasiado agitada, sus pasos moviéndose a gran velocidad, como si aquello lo pudiera hacer escapar de lo que en realidad había hecho, de lo que dijo, él habló...

Dust no habla, Dust no habla. Se repitió mentalmente, como si de un mantra se tratara, escondiendo el cuchillo nuevamente en su cinturón, subiendo las escaleras de la armería con rapidez.

Sentía sus manos moviéndose sin control a sus costados, temblores espontáneos por la adrenalina cubriendo su cuerpo, pero aquello no logró sacarlo de la alerta constante que adquirió en el mundo de los muertos.

Alguien estaba en la armería, más de uno, hablando en susurros.

Solo una persona está hablando. Se dijo Dust para si mismo, intento nivelar su respiración, caminando con precaución por el oscuro pasillo que lo dirigía directamente a las puertas de la armería, ya que había un gran pasillo que lo llevaría hasta allí, eso al decidir no tomar la entrada principal.

—Porque si le cuentas, una mañana despertarás y no estarás en tu cama.

—¿Dónde estaré?

Esa voz...

¿Qué carajos?

Ese es Sam...

Estarás del otro lado de la muralla, muy, pero muy lejos, atado a un árbol...

Y entonces, Dust volvió a sacar su cuchillo, alertando a la mujer de que él se encontraba allí.

BUENAS BUENAS!!

Sí lo sé, actualización inesperada, ¿qué les pareció? ¿Dudas, sugerencias, comentarios?

Espero que estés pasando un muy feliz cumple Sofi xoxo

Ahora sí la historia Nothing Left to say queda oficialmente pausada hasta nuevo aviso, pero estoy abierta a sugerencias, ¿les gustaría que escriba de algún personaje en específico? No necesariamente de The Walking Dead.

Si les gustó no se olviden de votar y comentar♡⁠

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