Capítulo 66: "♫¡A galopar!♫"

Cuando avanzamos por este maravilloso sendero llamado vida, solemos cambiar de rumbo según vamos realizando nuestra aventura, y he aquí que podemos decir, que la razón de Léa se encontraba en plena transmutación. Sus deseos de simplemente viajar por el mundo en libertad antes de casarse, comenzaban a llenarla de una ansiedad desconocida, pues sus prioridades estaban cambiando. Si bien, ella siempre quizo gobernar justamente el reino de Shion desde sus inicios, la variedad de experiencia adqurida en el viaje, le demostró que debía madurar antes de realizarse tal hecho, y por supuesto, así había pasado gracias a sus diversas aventuras. La alguna vez insegura heredera, había sido pulida, y ahora brillaba tan maravillosamente como el mismo sol; su estus no podía ser mejor.

Antes de marchar al siguiente punto del mapa, los catalizadores, la gata Persia y la princesa, deberían usar nuevamente esos disfraces que les impedían ser quienes realmente eran. Reciclando las vestiduras que alguna vez Melba les había entregado, ellos otra vez se hicieron pasar por piratas, por lo que solamente les faltaba el barco. La líder del grupo, pidió prestada una pequeña embarcación que poseían los habitantes de Acutis, la cual les era más que suficiente para surcar el vasto cielo. A nuestro guaperas del grupo, no le tomó mucho tiempo aprender a ser un timonel, y aquello hasta a Iris le pareció un gran logro.

—Bien hecho Alik, ahora estamos listos para zarpar —la más baja le dio una fuerte palmada en su espalda, y fue tan dura, que casi le saca un pulmón a nuestro pobre como atractivo catalizador.

—¡Ugh! ¡Oye, no puedes ser más refinada! —se quejó el más alto enderezándose.

—¿Qué quieres decir con eso? —dijo ella frunciendo el ceño, pero fueron interrumpidos por la risa de la princesa.

—Ya extrañaba sus peleas chicos —dijo la rubia.

—Sí, nya, parecían llevarse demasiado bien últimamente nya —aclaró la gata gauchesca mientras sonreía con diversión.

—Antes de irnos, debo decirles algo chicos —anunció su alteza, quien se acercó a la punta del barco, mientras el viento la golpeaba. Momentos después, ella colocó sus manos sobre sus caderas, y luego se giró con seriedad enfrentando al viento—. Ahora mismo, no podremos concentrarnos en la Nota Vanguardista, y mucho menos en Zaid, nuestro querido compañero. Sin embargo, eso no significa que los hayamos abandonado —cerró su mano en el aire—. Sé que Zaid cuenta con nosotros, y por eso primero tenemos que detener los planes de Hakim Vitali antes de que sea demasiado tarde. Al no tener pistas sobre la Nota, me temo que no nos queda de otra que simplemente luchar contra nuestro enemigo —anunció ella.

—Así que... ya ha llegado el momento nya —dijo tragando saliva Diamant, y Léa asintió.

—¿Crees que somos lo suficientemente poderosos como para ya darle caza? —preguntó Alik.

—No estoy del todo segura, pues nos enfrentamos a un zorro milenario, a Zaid, a sus lobos, y... a esa mala copia de mi báculo —anunció Léa—. Pero si los demás reinos creen en nosotros, debemos tener fé de ello —todos asintieron—. Bien, es hora de irnos. ¡Hacia la comarca de los corsarios! —después de despedirse su grupo de las valkirias, las sirenas, y unicornios, su viaje por el cielo comenzó.

Navegando intrépidamente entre las nubes vaporosas, nuestro grupo de aventureros, se empeñó en traspasar la frontera que los dividía de la comarca de los corsarios. A los héroes de esta aventura, les tomó medio día llegar a semejante sitio, por lo que la noche fue la que los recibió junto a una gran cantidad de vino y música a todo volumen proveniente de esas mismas tierras.

Aterrizando en uno de los tantos espacios para las naves, Léa le pidió a sus tripulantes que se movieran con extremo cuidado, y que siempre se trasladaran en grupo, pues la cantidad de personas que allí se encontraba, era descabellada.

—Esto es impresionante —dijo la dulce Iris, quien caminaba junto a la gata Persia, y ésta le seguía cargando su instrumento a sus espaldas.

—Nunca vi en mi vida tantos piratas y vaqueros nya —dijo la gata gauchesca.

La ciudad de corsarios y saqueadores de naves, estaba llena de un descontrol poco usual, por lo que se encontraban de vez en cuando a algún que otro borracho por ahí o charcos de cerveza en la zona por la que paseaba la gran mayoría de individuos.

—¿Estás segura que dentro de este lugar lleno de gente tan salvaje, encontraremos a Melba? —Alik se había acercado a Léa, y le había susurrado esto, pues el lugar le daba una gran desconfianza.

—No hay de otra. Es el único sitio que se me ha ocurrido para ir a buscarlo —mencionó ella con cierta angustia, y de pronto, todo el grupo se detuvo al escuchar unas estruendosas carcajadas venir de una taberna.

—Nya... esa risa nya —Diamant se adelantó a los chicos y fue hacia la taberna.

—¡Ah! ¡Espera Diamant! —le dijo Léa, pero ella siguió su camino, y entonces no tuvieron otra que seguirla.

Detrás de una ventana bastante amplia, con sus vidrios sucios por la obvia falta de higiene, podía apenas discernirse unos rostros familiares, los cuales festejaban con una estruéndosa y animada música de salón. Cuando se dieron cuenta de quienes eran, los chicos asintieron al mirarse entre ellos, y procedieron a entrar al sitio con discreción.

—¡Me siento tan mal! —se escuchaba a un hombre gritar por su extrema borrachera; ese era Melba, quien aún tenía su máscara puesta, y babeaba un poco por la comisura de sus labios—. ¡No entiendo por qué Diamant decidió dejarme! ¡Hip!

—¡Calmese capitán! ¡Sea fuerte! —alegó uno de sus hombres, quien tenía un periquito en el hombro, y que en cuyo ojo destacaba un parche.

—¡Sí, sí! ¡Debe calmarse, aparte, siempre hay muchos peces en el mar! —dijo otro, quien poseía una pata de palo—. Aunque debo decir que en este caso serían gaviotas en el cielo.

—¿A quién le llama gaviota nya? —dijo enojada Diamant al escuchar la conversación, especialmente porque esos sujetos hablaban a los gritos, y cuando estuvo a punto de acercarse a ellos, Léa la agarró del hombro evitando que ella misma fuera a golpearlos por su falta de respeto.

—Calmate Diamant, luego podrás reprocharle si quieres, ahora él parece estar en no muy buenas condiciones —le dijo la rubia.

—Quizás deberíamos volver dentro de una hora. Mientras tanto, ¿por qué no buscamos un lugar para pasar la noche? —preguntó Iris.

—Es una buena idea —mencionó Alik asintiendo.

—Sí —Léa repitió el gesto del guaperas—. Pero tengan cuidado, ¿de acuerdo? —Léa salió con sus camaradas afuera de la taberna, y les entregó una bolsita con dinero—. Ustedes dos vayan, nosotras nos quedaremos aquí, y si no nos encuentran, esperenos en donde dejamos el barco. Es mucho más seguro que esta parte de la ciudad —sus catalizadores asintieron, y se retiraron por su cuenta, mientras tanto, la princesa y la gata gauchesca, permanecieron a los alrededores de aquel lugar.

Las oleadas de gente iban y venían en esa gran ciudad de vaqueros, lo cual mareaba a la pareja de catalizadores, quienes tuvieron que preguntar sobre un lugar para pasar la noche a algún que otro transeúnte, cosa que los llevó a un lugar inesperado.

—No creo que este sea el sitio, Alik —dijo avergonzada Iris.

—¡No es mi culpa! ¡Estoy seguro que escuché bien a ese viejo! —señaló al frente de él mientras miraba a su novia ruborizada hasta las orejas. Justo delante de ellos, estaba una zona roja, mejor conocida como la calle de los moteles. La senda se mostraba tan animada como el resto de la ciudad, y había el doble de gente borracha por los alrededores.

—Ugh... Alik, no quiero estar aquí —dijo ahora angustiada, no sólo avergonzada.

—No tenemos de otra... nadie parece conocer otros hoteles más que estos —le respondió.

—¿Piensas entrar a uno de esos? —se expresó alarmada y tomándolo del brazo—. ¡De ninguna manera! ¿Qué diría Léa?

—Probablemente le dé igual porque simplemente estaremos de paso —hizo una leve pausa, la cual incomodó mucho a Iris, e hizo que ambos se apenaran—... por más mal que suene.

—¡No bromees! —ella se pusó bordó por la broma desubicada.

Ambos catalizadores se quedaron atrapados en este tipo de encrucijada, por lo que se pusieron a discutir sobre lo correcto e incorrecto del asunto, pero al final... se cansaron, pues era obvio que no les quedaba de otra, además, ya había pasado una hora por estarse peleando.

—¡Ni modo! ¡Vamos a hacerlo de una vez! —Iris soltó un suspiro notablemente fuerte, y caminó con decisión hacia una de las cadenas de hoteles.

—¡Esperame! —estiró su mano hacia ella el pelinegro.

Una vez dentro del dichoso e indecente lugar, fueron directamente al recibidor en donde un hombre con esmoquin los atendió.

—Hola, queríamos solicitar dos cuartos —mencionó Alik.

—Lo siento Mesie, pero me temo que los cuartos pueden ser alquilados por dos o más personas —la cara de Alik e Iris lo decían todo, estaban notablemente incomodos, y aunque ellos no habían alcanzado a hacer nada en el bosque aquella vez, desde ese día no están durmiendo juntos, más que nada porque esa niña se volvió un poco más vergonzosa.

—... ¿No te molesta? —le preguntó al final a la mocosa.

—Ah... qué de otra —suspiró a ojos cerrados.

—Bien, que sea entonces una para cuatro personas: un chico y tres chicas —mencionó él.

—¡Oh Mesie! ¡Debo decirle que es todo un ganador! ¡Hasta ahora no habían traído semejante cantidad a este hotel! —gritó sorprendido el hombre mientras se llevaba una mano a su pecho.

—Bueno... ¿qué podría decir? ¡Soy demasiado irresistible! —alegó él con egocentrismo, pero no tuvo la oportunidad de decir más, porque recibió un buen golpe en el estómago por parte de la celosa Iris, y el cual provocó que éste cayera al suelo tomándose con ambas manos la panza.

—Enana... desgraciada —en lo que temblaba, apenas y logró decir aquello por la falta de aire.

—Ya denos la llave de una maldita vez —gruñó Iris en lo que le mostraba su mano al hombre.

—Sí... Madmuasel —dijo con nerviosismo.

La diversión no parecía acabar nunca con estos dos, pero tampoco el romance, especialmente, porque muy pronto una persona que tenía suaves orejas sobre su cabeza, reviviría algo que no había tenido en cuenta hasta ahora. 

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