Capítulo 65: "♫Unos segundos♫"
Como un inmenso mar, las noticias golpeaban sin piedad a los habitantes de Acutis como a nuestros mismos aventureros, pero mientras tanto, desde el lado de sus enemigos, se llevaba a cabo otro tipo de situación a tener en cuenta. Hakim se había quedado a solas con aquel brujo oscuro, y al mismo tiempo sus dos lobos lo esperaban a fuera, y en esto, Belfry sacó a relucir un tema en concreto.
—Samael —le llamó la atención a éste.
—¿Qué es lo que quieres? —mientras Belfry estaba sentado debajo de la sombra de un árbol carente de hojas, le respondió.
—He estado notando que hay algo diferente en Zaid —le comentó—, es decir, en Zero —se corrigió. Aquel al que le dirigía sus palabras, levantó las cejas ante semejante inquietud.
—¿De qué vas? —le preguntó mientras se giraba hacia él con los brazos cruzados.
—Estoy seguro de que el micrófono que le introdujiste está quizás roto —mencionó en respuesta. Después de lo dicho, Samael de una forma impresionante se rió, aumentando así la tensión entre los dos.
—No sé a qué te refieres —dejó de cruzar los brazos, y abrió éstos en forma desentendida.
—¡No te hagas el tonto! —alegó con enojo—. ¡Estás ocultando algo! ¡Sé que ocultas algo! —lo señaló con su dedo.
—¿A sí? ¿Y qué te hace pensar eso? —se dirigió a él con un tono superior pero también sombrío.
—Zaid se interpuso entre tú y yo aquella vez —le dijo, cosa que provocó como reacción en Samael, que entre cerrara los ojos—. También cuando hice la misión con él, mostró preocupación —expresó e hizo un movimiento brusco con su brazo agitándolo en el aire como si cortara éste—. ¡Él está consciente!
—Aun cuando estuviera consciente, no afecta en nada a nuestros planes, ya que seguirá nuestras órdenes aunque no quiera —aseveró Samael, y mostró una sonrisa perversa.
—Como puedes ser tan... —dijo temblando en su lugar—. ¡Pensé que al menos tendrías una pizca de compasión por él debido a que eres inmune a los efectos de la ausencia de la Nota! —declaró—. Pero ya estoy harto de esperar algo de ti —él se empezó a acercar a su hermano, y le pasó de largo por su lado.
—¿A dónde vas? —interrogó a Belfry.
—Estoy hasta la coronilla —se detuvo, y giró su cabeza gritando a su hermano—. ¡Liberaré al joven Zaid de tu maldición! —terminó de volverse, y cerró los ojos con fuerza mientras seguía vociferando—. ¡Ya llegué a mi límite! ¡No puedo dejar que el amo, y tú sigan esparciendo la maldad sobre éste mundo! —pero apenas abrió los ojos, el peliceleste se encontró al pelirrojo invadiendo su espacio personal.
—¿Y crees que voy a dejarte hacerlo? —le susurró, y entonces Belfry sintió una presión en el pecho que le hizo bajar la mirada.
—¡Qué estás haciendo! —expresó alarmado al ver que su hermano había hecho aparecer uno de los cinco micrófonos, y empezaba a introducirlo en él en contra de su voluntad—. ¡Detente! —él intentó forcejear con Samael, pero sus fuerzas poco a poco se vieron superadas—. Por qué... haces esto... hermano...
—Creí que podría utilizarte siempre y cuando el amo Hakim fuera el que orquestara todo esto —mencionó con calma, cosa que dejó desconcertado a Belfry—. Pero tú... al ser pariente de un ángel, eres inmune a la ausencia de la Nota Vanguardista tanto como yo, y tu alma no es fácil de corromper, así que es mi deber usar esto en tu contra.
—Hermano —la mano tiritante de Belfry se sujetó al brazo de su pariente, y así intentó con todas sus fuerzas, mantenerse consciente de sus actos—. Así que, tu verdadero objetivo es otro... —mencionó aún luchando por evitar que sus ojos perdieran su estabilidad—. ¡Sólo... has usado a su majestad! ¡Uhg!
—¡Ja! ¡Tú y ese zorro son sólo parte de mi plan! —sonrió de lado al ver como el micrófono se adentraba al cuerpo de su hermano, quien empezó a retorcerse en el suelo por el dolor—.¡Muy pronto este mundo volverá a ser como era antes! ¡Nada de amistades entre seres de otras razas; sin ningún hada o bestia sobre la tierra, y los demonios pisando ésta mientras luchan contra sus peores enemigos; los ángeles! —se reía en lo que los gritos de agonía del lobo de agua, se mezclaban en el ambiente—. Que en el pasado hubiera existido una especie de unión, es lo más desagradable que puede captar mi cerebro —señaló con un dedo su propia sien.
—No... el amo... su majestad... —Belfry estiró su mano hacia Samael desde el piso, pero para cuando lo hizo, había caído finalmente bajo su hechizo, realizándose así unas cadenas que aprisionaron firmemente tanto su pecho, como el mismo micrófono; ese fue su final.
—Ahora que estás bajo mis órdenes, estaría bien que empezaras a ser un poco más competente —aseveró, y señaló a la distancia—. Ve a buscar aliados, pues una gran guerra se aproxima, y necesitamos todo el apoyo posible —Belfry, sin siquiera pestañear, se levantó como si nada de la tierra, e inmediatamente después de hacer una reverencia, se retiró.
Casi en el mismo tiempo que se llevaba a cabo su terrible e inescrupuloso encuentro, se escuchó la puerta de la cabaña abrirse, y ahí salió Hakim para volver con ellos. Sin embargo, éste se percató de la ausencia del otro chico, por lo que acercándose a su otro lacayo, no dudó en preguntar.
—¿Dónde se supone que está Belfry? —mencionó directamente.
—¡Oh mi amo! ¡Tú sabes cómo es él! ¡Tan entusiasta cuando se trata de hacerte favores! —alegó Samael—. Él directamente se ofreció para buscar a los aliados que requerimos para esta guerra.
—Él no suele hacer ese tipo de cosas sin antes consultarme —entre cerró los ojos con sospechas.
—Realmente... ¿dudarás de tu fiel sirviente? —se pausó un momento, y miró a su alteza con una sonrisa algo pícara.
La reciente actuación por parte de Samael, empezaba a generar sospechas sobre éste, pero por el momento, Hakim decidió mantenerse al margen, especialmente porque no podría acusarlo sin antes tener pruebas al respecto. Por otro lado, después de entregar el recado que se le fue encomendado a Zero, éste se dio la vuelva con claras intenciones de retirarse.
—Mi tarea aquí ha finalizado —declaró el pelinegro, y saltó hacia unos de los árboles.
—¡Espera! ¡Zaid! —gritó la princesa, quien luego se dirigió a sus amigos—. Aguarden aquí hasta que yo vuelva —volvió a girarse y se fue detrás del zorro, al cual logró perseguir unos metros más adelante, hasta que éste por fin se plantó entre unas ramas.
—No tengo órdenes de pelear contigo ahora mismo, así que deberías ceder tu persecución —le aconsejó a la dama.
—Que considerado, pero no es lo suficiente como para que renuncie a ti, Zaid —le dijo ella frenando a una cierta distancia abajo suyo—. ¡Baja y dejame purificarte Zaid! ¡Hazlo!
—No eres mi ama, no voy a seguir tus tontas órdenes —sin embargo, se bajó del árbol aun de espaldas a ella.
—Pero aun así bajaste —dijo ella satisfecha, aunque también sonriendo.
—Cállate, esto no es... —de repente, cuando estaba por girarse hacia Léa, Zaid escucha la voz de Samael rebotar en su cabeza, y éste le ordena que regrese pronto; era algo que no podía ignorar—. Eres molesta, tengo cosas que hacer —empezó a caminar alejándose de ella.
—¡Espera Zaid! —a paso ligero lo tomó de su brazo, y el zorro enseguida la miró por sobre su hombro sorprendido—. No voy a dejarte ir —le aseguró poniendo su mirada sobre la suya. Ya de por sí, las palabras de Léa habían hecho ruborizar un poco a aquel amable zorro, pero éste desvió sus ojos casi enseguida, pues había notado la belleza de esa guerra, la cual había ignorado hasta ahora por culpa de Iris—. No voy a soltarte hasta quitarte esa maldición —ella se llevó una mano al collar con la intención de hacerlo transformar, pero entonces, el cuerpo de Zaid reaccionó por sí mismo, y en un abrupto movimiento, se quitó a Léa, y por desgracia, para cuando ésta se dio cuenta, el zorro estaba ya trepando nuevamente los árboles, como también a una distancia que le era imposible quebrantar—. ¡Ah! ¡No puede ser! —se dijo a sí misma.
Con decepción, su alteza bajó la cabeza mientras apretaba el collar entre su mano. La idea que quiso llevar a cabo, fue derrotada por ese Zorro, quien no cedió su guardia aun con la ausencia de sus demás amigos. Después de su plan fuera frustrado, ella regresó con sus amigos, quienes la esperaban preocupados.
—¡Princesa Léa! —gritó Alik, quien fue el primero en acercarse, luego lo hicieron las otras dos chicas.
—Lamento haberlos hecho preocupar —dijo ella sonriendo sutilmente.
—¿Qué pasó con Zaid? Fuiste detrás de él, ¿no? —le preguntó Iris, a lo que su majestad hizo su sonrisa aún más destacable.
—Ah, la verdad es que se me ha escapado, pero creo que es mejor así —opinó Léa.
—¿A qué te refieres con qué es mejor así nya? —dijo confusa Diamant.
—Me refiero, a quizás no es el momento de ir detrás de él —la rubia, notó como aún una gran cantidad de habitantes estaba esperando por ella, y entonces Kaki se dirigió a su alteza.
—Princesa Léa. Quiero que sepa que cuenta con nuestra fuerza para esta guerra; si el mundo peligra por esto, entonces todos lo hacemos, por lo que es nuestro deber participar en ella —aseguró la líder de las valkirias.
—Lo entiendo, y por ello voy a encomendarte la tarea de reunir todos los aliados que puedas de esta región. La guerra se llevará a cabo en el reino de Shion, por lo que allí será la base en que plantearemos nuestras estrategias —le aseguró su alteza.
—Recibido. ¡Ya escucharon, la mitad que se quedé aquí y la otra que venga conmigo! ¡Hay que avisar a la reina de las valkirias! —todas asintieron, y se empezó con el audaz movimiento.
—¿Nosotros que vamos a hacer Léa? —se dirigió a ella su catalizadora.
—Vamos a ir a la comarca de los corsarios —dio como aviso ella.
—¿La ciudad de los vaqueros nya? ¿Pero acaso no es un lugar sin ley nya? ¿No es peligro ir allá nya? —declaró la gata.
—Es verdad, pero es el único lugar en el que paran todos los piratas antes de volver a sus navíos —le avisó a Diamant, lo que hizo que la nombrada se pusiera azul.
—Entonces... quieres decir que vamos a buscar... —dijo nerviosa la gata gauchesca.
—¡Así es! Nos reencontraremos con Melba allá —aseguró su alteza con una sonrisa.
—¡Ya estaba enojado conmigo nya! ¡Cuando me vea me asesinará nya! —exclamó ella alarmada y haciendo una escena dramática.
—Realmente no creo que sea la gran cosa —expresó Alik mirando la estupidez de Diamant.
—¡Ese hombre es terrible nya! ¡Tú no lo conoces nya! —le reclamó Diamant.
—De todas formas. ¿Por qué vamos por Melba? —preguntó la pequeña Iris.
—Él es la clave en esta guerra —aseguró la princesa.
Con los bríos a flor de piel, la princesa del reino de Shion, hizo los preparativos necesarios para su nuevo objetivo, el cual era el reencuentro con Melba, aquel "feroz" pirata que habían dejado atrás sin ninguna cortesía. ¿Será que este muchacho que en su mayoría de tiempo es reservado, seguir enojado con Diamant?, eso deberán averiguarlo.
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