Capítulo 63: "♫Lo que significa la esperanza♫"

Hay que tener en cuenta que la vida no es sencilla para nadie, especialmente para gente como nuestros aventureros, quienes deben pasar por miles de calamidades, antes de dar con sus objetivos. Sin embargo, la cuestión era simple, y más cuando el propio corazón de la heredera de Shion, latía al son de una melodía nunca antes vista, logrando así, que la corona que guardaba en su interior algunos restos de la Nota Vanguardista resonara con el báculo de Sir Syrkei.

—¡Qué está pasando nya! ¡No puedo ver nya! —gritó Diamant cubriendo sus ojos con ambas manos por la potente luz.

—¡Es muy intenso! —gritó Kaki, la líder de las valkirias.

—¡Esto es... estamos presenciando un milagro! —aseguró Meos con total convicción.

—¿Milagro? —repitió Léa, quien vio cómo su dije se desligaba de ella, y entonces en pleno aire, se transformó. Sin la necesidad de una invocación previa, el báculo se había autoconvocado misteriosamente, pero además, de forma inesperada, una música ancestral se hizo vigente, y acompañada de ésta, el arma empezó a tomar una nueva apariencia. Su alargada forma se hizo aún más notoria, pero el lugar donde se suponía que debería de estar la cabeza del báculo, fue remplazado por una empuñadura de espada, en la cual se veían dos alas de dragón de color añil extenderse majestuosamente. Por otro lado, el resto de la vara se transformó en una filosa hoja, y que en cuyo reverso, se veía extenderse una maravillosa cantidad de escamas de dragón. La nueva herramienta de combate descendió con solemnidad frente a la princesa, y de repente, una voz salió de la misma espada.

—Léa Milenios, futura reina del reino de Shion, aquella también que es conocida por su inquebrantable espíritu, y que ha logrado hacerse con uno de mis más grandes regalos hacia la humanidad, me dirijo hoy a ti desde una de mis creaciones para felicitarte este logro —apenas Meos escuchó la voz proveniente de éste objeto, pidió el mayor respeto, y que todos se arrodillaran ante ella.

—¡Inclínense, pues estamos ante la voz de nuestro poderoso Dios! —aseguró el rey hada, por lo que bien impactados, y sin dudarlo, todos incluyendo Léa, hicieron lo pedido ante la nueva forma del báculo.

—Como dije momentos atrás, he venido a felicitarte por esta magnífica hazaña. No todos los herederos de tu linaje, han tenido la suficiente capacidad como para convertir un arma ajena en algo propio —la espada seguía flotando a unos metros del suelo mientras se escuchaba la voz provenir de ésta en eco.

—¿Propia? —mencionó con confusión su alteza.

—Así es. El báculo ya no es mío, por lo que te concedo este nuevo poder —el arma se acercó a ella y se dejó poseer—. De ahora en adelante, tendrás que darle un nombre, e integrarle una nueva invocación para que así responda a tu llamado. Sé sabía en tu decisión, sin más que decir, te deseo mucha suerte en tu misión —el objeto dejó de brillar e inmediatamente depositó todo su peso entre las manos de la chica. Aún con la sorpresa a flor de piel, todos volvieron a ponerse de pie, pero en última instancia lo hizo la princesa.

—¿Cómo es que yo...? —fue interrumpida por Meos.

—Felicidades, su alteza, ahora podrá enfrentarse a aquello que no ha podido hoy —le comunicó.

—¿Eso quiere decir que podré purificar las tierras dañadas ahora? —preguntó.

—Así es —aseguró—. El Dios Syrkei, le ha entregado ese poder, ahora nada podrá interponerse en su camino.

—¡Qué bien Léa nya! —dijo felizmente Diamant.

—Felicidades su alteza —mencionó Kaki.

—Sí, pero aún no lo entiendo —negó con su cabeza.

—Su valor, y amor por su misión, es lo que ha hecho que el báculo de Sir Syrkei reaccionara con las coronas y le facilitara este gran cambio, lo que significa, que se ha hecho con el derecho total del arma, así que ahora es suya —declaró Meos.

—Así que fue por eso —dijo con una suave sonrisa, y luego miró a sus catalizadores durmientes—. Antes de hacer cualquier cosa, debo salvarlos —dejando la espada a un lado, Léa se inclinó junto sus amigos, y procedió a ponerle los collares que el rey hada le había ofrecido. Luego de su colocación, un pequeño brillo azul se dejó ver alrededor de los dijes, y entonces los ojos de ambos catalizadores reaccionaron: en primer lugar se apretaron, pero más tarde, terminaron por abrirse.

—¡Han reaccionado nya! —Diamant empezó a saltar en su lugar debido a aquel milagro.

—¡Alik, Iris! —una gran sonrisa se extendió por el rostro de Léa, además, unas lágrimas la acompañaron en su felicidad.

—¿Qué pasó? Tuve un sueño muy extraño —declaró Iris mientras se sentaba—. ¿Léa, por qué estás llorando? —le preguntó preocupada.

—Creo que no has sido la única en tener esas raras pesadillas —dijo Alik repitiendo la acción de su novia mientras se tocaba la cabeza.

—¡Eso no importa! —de repente, la princesa los abrazó a ambos con emoción—. Me alegra tenerlos de vuelta —ambos catalizadores se miraron con confusión, y sonrieron al respecto.

Meos se mostró contento ante la forma en que ellos se reencontraron, pero en ese mismo instante, en lugar de ir la gata con ellos, Diamant pareció abstenerse y sus ánimos de felicidad cambiaron a unos de melancolía; su cambio tan abrupto se debía a que algo le preocupaba.

—Me pregunto si podré volverme tan fuerte como ellos nya —dijo Diamant, pues ella no tenía la capacidad para evolucionar como lo hacían los catalizadores, ni tenía un dije mágico con ella para mejorar, por eso le preocupaba quedarse atrás; por supuesto, el nuevo reto parecía querer pasarle por encima.

—Veo que te preocupas realmente por tus amigos —le dijo Meos, el cual no dejó pasar los sentimientos de la pequeña.

—¿Nya? —expresó ella mirando al rey con confusión.

—Voy a darte un regalo —anunció y aplaudió unas cuantas veces para atrapar la atención de los presentes—. Hoy, en este magnífico reino, podrán observar no un solo milagro, sino que de dos.

—¿Dos milagros nya? —Diamant observó confundida al hombre hada, y éste hizo un movimiento de dedos señalando la guitarra de la gata, la cual empezó a brillar en un tono dorado—. ¡Nya! ¡Qué está pasando nya! —dijo sobre exaltada.

—Yo, el rey de las hadas, te cederé una parte de mi poder —todos abrieron la boca a más no poder, especialmente los sirvientes por lo dicho.

—¡Qué está diciendo su alteza, cómo le puedes dar parte de tu poder y sabiduría a una mujer gato! —gritó la pequeña reina que volaba a su alrededor como siempre.

—Este mundo necesita toda la ayuda posible, pues el mal que lo acecha es verdadero —mencionó, y terminando con un movimiento de mano, la guitarra de Diamant se convirtió en un blanco inmaculado.

—¡Wow nya! ¡Esto es genial nya! —dijo ella sosteniendo su guitarra entre sus manos—. ¡Muchas gracias nya! Aunque... ¿cómo es que voy a usar esto ahora nya? —se mostró confusa, pues no sabía cuál sería su nueva habilidad.

—Eso tendrás que averiguarlo por ti misma —aseguró el rey de las hadas sonriendo suavemente.

—Que impresionante. Nunca imaginé que te podrían dar eso —mencionó Alik observando con detenimiento, la guitarra completamente bañada en ese color lustroso.

—¡Ahora podré ayudarlos sin preocuparme de nada nya! ¡Nyahahaha! —dijo con orgullo la gata gauchesca a pesar de no saber nada sobre su función.

—Estoy segura de eso —le dijo la sonriente Iris.

—Eso ha sido muy noble por su parte su majestad —le comentó acercándose a él Léa.

—Oh, no, estoy seguro que ustedes llevaran a cabo más nobles acciones que yo —dijo observando a los alegres catalizadores junto a la chica gato—. Será mejor que retomen su viaje, pues muchas vidas dependen de ustedes.

—Por cierto, ¿acaso podría saber usted...? —pero antes de que Léa preguntase, Meos respondió.

—Aunque yo pueda ver el futuro, a veces las respuestas es mejor vivirlas llegado el momento, ¿no lo cree así, princesa Léa? —le consultó Meos.

—Ah... —al comienzo, ella se quedó sin palabras, y sonrió a ojos cerrados aliviada—. Tiene toda la razón, su majestad.

La princesa Léa había adquirido un nuevo poder junto a Diamant, lo que les brindaría las herramientas necesarias para hacerle frente a su nuevo enemigo y aún considerado amigo: Zero. Pero aun con todas las medidas ya tomadas, las acciones de aquel inescrupuloso grupo no se verían interrumpidas, especialmente, porque aún deseaban tener en su posesión la Nota Vanguardista, y no iban a detenerse por nada del mundo.
Dentro de un extenso paramo, donde cuya vegetación era lo menos importante, se encontraba una choza en mal estado cerca de un lago, y en la cual se les vio ingresar a los compañeros de Hakim Vitali junto a él mismo.

La humedad era fuerte, así como otros aromas que eran difíciles de diferenciar en su interior, es por ello, que en consecuencia, enseguida no dudaron a la hora de tapar sus narices.

—Buenas tardes. He llegado al horario prometido, y he traído conmigo a mis camaradas —anunció el líder de los zorros, quien andaba por delante de los demás.

—Este lugar es desastrozo, y no parece que hubiera alguien viviendo aquí —comentó Zaid mirando atentamente a sus alrededores. Las estanterías estaban: llenas de telas de araña, viejos libros, y algunos frascos con cosas de dudosa procediencia en su interior.

—A mí me da escalofríos —mencionó Belfry tembloroso.

—Ambos son unos cobardes —les informó Samael con una mano en la cintura, mientras que con la otra se cubría del pestilente olor.

—¡Oh! ¡Sean bienvenidos! —esa voz que apareció repentinamente, logró hacer que los dos seres más bondadosos de los cuatro, sufrieran un pequeño sobre salto, en especial por el tono rasposo que poseía el sujeto. De entre una pila de libros, notaron como se asomaba un sombrero, junto a una sombra peculiarmente aterradora, la cual tenía que ver con el dueño del dichoso—. Pasen, pasen, es un honor para mí tener al gran Hakim Vitali en mi morada —el espeluznante ser se rió por lo bajo.

—¿Un brujo negro? —entre cerró los ojos Zaid al ver a ese despreciable ser.

—Esto no me huele bien, y no lo digo exactamente por lo de aquí dentro —mencionó Belfry sosteniendo un pañuelo contra su nariz.

—Ustedes dos, dejen de perder el tiempo y vengan con nosotros —les ordenó Hakim, quien se había adelantado con Samael.

Ambos, sin más opciones, acataron la orden de ese inescrupuloso individuo, y entraron junto a los otros a una pequeña habitación, donde en cuyo interior sólo había una mesa con un par de sillas, y que en cuyo centro, se posicionaba una bola de cristal. El brujo oscuro, se sentó una vez dentro del cuarto, y se puso delante de la esfera.

—¿Qué es lo que puedo hacer por usted, señor Hakim? —preguntó aquel.

—Necesito que me indiques cuál es la posición de la Nota Vanguardista, ya que ésta al parecer tiene el poder de evitar ser rastreada con facilidad —mencionó.

—Ya veo, y cómo prometí, lo haré frente a sus compañeros —el que posía ese curioso sombrero, estiró sus manos hacia el objeto sobre la mesa, y pronto se vio como una neblina espesa, se reflejaba en ella; pasaron varios minutos sin resultados.

—¿Qué es lo que pasa? ¿Acaso no me dijiste que serías capaz de encontrarla? —interrogó con severidad, pues la paciencia del hermano de Zaid, estaba mermando.

—Disculpe su alteza, no es que no pueda, pero voy a serle franco —hizo una leve pausa—. La Nota no va a aparecer así como así —anunció el brujo bajando al fin sus manos.

—¿Qué quieres decir? —se mostró interesado el de cabellos blancos al igual que sus demás compañeros.

—Según lo que he visto, deben llevarse a cabo una serie de acontecimientos... —fue interrumpido abruptamente por un golpe que Hakim le dio a la mesa.

—¡Deja de ser tan misterioso y habla de una maldita vez! —gruñó ya de mal humor.

—¡Sí, mis disculpas! —ya nervioso, se apresuró a hablar—. La Nota Vanguardista tiene vida propia, y sabe que la está buscando para causar males a este mundo, es por eso que se está ocultando de usted —informó—. Pero hay una forma de hacer que aparezca por su propia cuenta —sacó unas cartas y las echó sobre la mesa—. Las cartas me dicen que una guerra es uno de los elementos requeridos para ello, y que... —él posó su mano sobre la bola, la cual mostró imágenes de Léa Milenios en varias situaciones diferentes, destacando principalmente su valentía como líder y amiga—... en esta debe estar involucrada la princesa Léa Milenios —aseguró.

"¡La señorita Léa!" pensó por un momento para sí Zaid, ya que recordó el trágico momento en el que se separaron, y por supuesto, aquel pequeño beso que inesperadamente lo hizo ruborizar, pero inmediatamente éste agitó su cabeza a sabiendas que eso no era realmente lo importante, sino lo que estaban diciendo.

—¿Entonces hay que llevar a cabo una guerra? —le preguntó Hakim.

—Así es, y debe de ser una guerra anunciada —declaró.

—Bien, entonces sé quién tendrá ese trabajo —Hakim volteó hacia Zaid, quien se mostró serio, aunque en realidad, en el fondo, estaba profundamente nervioso y preocupado—. Tú serás el que se encarga de declararle la guerra a esa mujer —el hermano del que era antes rubio, sonrió con satisfacción, dejando así a un muy perplejo a Zaid. 

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