Capítulo 52: "♫Esos ojos azules♫"
El cielo se abría paso entre los nubarrones que yacieron alguna vez sobre el bosque de enredaderas, por lo que dejó entre ver un claro atardecer, que rebotaba sobre la piel de todo ser vivo, y que en cuestión de segundos, el primero en ser acariciado por sus rayos fue: Zaid. En su pecho, las oscuras nubes aún no se habían alivianado, y su pesado ser se dirigía a una dirección incierta, que casualmente, lo atrajo a hacia Sundae, la tierra de los licántropos. Cuando su vista se enderezó del embarrado suelo, producto de la dichosa lluvia, a su frente se cruzó un pelirrojo que todos aquí conocemos bien.
—Veo que te has perdido, zorro —le mencionó el alto muchacho. Al reconocer a la figura que tenía en frente, el rubio se puso en guardia.
—¡Qué quieres! —lo interrogó de inmediato.
—No se trata de lo que yo quiero, sino... de lo que tú deseas —comentó éste llevándose una mano al torso, gesticulando con cierto interés.
—¿Lo qué yo quiero? —repitió en un estado de confusión.
—Así es —declaró él mientras se paseaba hacia su dirección sobrepasándolo, hasta detenerse una vez hecho lo anterior descrito—. Tu alma está desesperada por cometer algún tipo de pecado.
—No voy a caer en tus juegos —cortó de raíz sus insinuaciones, pues no deseaba escucharle. Sin embargo, otra voz se sumó a la de ellos.
—¿Eso crees? —inmediatamente el zorro abrió por demás los ojos.
Justo a su izquierda, se encontraba Hakim, quien le había susurrado esas palabras desde muy cerca. La corta distancia le produjo una inquietud sobrecogedora a nuestro héroe, quien apenas divisó ese mal, saltó hacia una dirección que creía segura, lo que no sabía, es que atinó erróneamente.
—Cuidado —mencionó el dueño de las frías manos que atraparon al zorro desde sus hombros, pues había chocado contra éste.
—¿Belfry? —dijo girando su cabeza para mirarlo, y reconociéndolo inevitablemente.
—Hola —saludó amistosamente el peliceleste.
—Suficiente —dijo cerrando los ojos el gobernante de Legizamon, y éste, dio un paso hacia delante—. Zaid, hay algo que debemos hablar contigo —aseveró con seriedad.
Otra vez se daba un encuentro con aquel sujeto de poca confianza, y quien seguramente había puesto la maldición que tenía en su lengua. ¿Qué tanto podría hacer Zaid contra este hombre de poca ética? ¿Qué cosas se deslizarían de su lengua en respuesta? Pero lo más importante, ¿traicionaría a sus amigos? Por el momento, estas cuestiones se verían pausadas, pues Léa y sus demás allegados, se encontraban con otros temas a tratar, especialmente por la reciente huida de su compañero.
El grupo de la princesa, ahora se dedicaba a salir del bosque siendo guiados por los elfos, mientras tanto, detrás de ellos, venían los vampiros con los lobos apresados a voluntad, y digo a voluntad, porque ellos mismos se dejaron colocar las esposas, ya que ahora estaban conscientes de sus actos.
—¿Así que vinieron hasta acá con el motivo de defender a su reinado nada más? —preguntó la chica de los cabellos como el sol.
—Así es. Por lo general vienen a atacarnos una vez al mes, pero en esta ocasión fue demasiado pronto —aseguró uno de los vampiros—. No sabemos qué es lo que los ha motivado, sin embargo, hoy estamos agradecidos con el señor Seiran al mandarnos como prevención —aseguró el habitante de la noche.
—¿Seiran? —preguntó su alteza.
—Sí, es nuestro gobernante —aclaró.
—Disculpe princesa —los interrumpió Diamant, quien estaba justo detrás de esos dos.
—¿Qué pasa? —le preguntó ella observando el semblante de incomodidad que expresaba en su rostro la gata gauchesca.
—¿Está bien que dejemos a esos dos solos ahí detrás? —señaló con su pulgar a los dos catalizadores que caminaban lo más lejos posible de ellos.
—No te preocupes, seguramente tendrán muchas cosas de las cuales charlar —dijo ella frotándose las manos como lo haría una mantis.
Aunque Léa había afirmado aquello, lo cierto es que entre los dos compañeros de canto, no había una razón concreta para estar bien apartados, bueno... en realidad sí, aunque sólo por parte de Alik, no obstante, si hablamos de la pequeña, ella deseaba ir adelante con sus demás amigas, ya que le parecía completamente incomodo permanecer al lado del guaperas después de todo lo sucedido. Aun así, Reverse no se daba por vencido con ella; deseaba hablar con la más baja, y lo lograría. En cuanto a ella, aun cuando se alejaba, el pelinegro de mechones dorados, volvía a agarrarla de la muñeca, y la obligaba a estar cerca de él.
—No te vas ir —le gruñó por lo bajo para que los demás no le escucharan.
—¡Déjame de una vez! —le gritó también en el mismo tono deteniendo ella su caminar. Cuando el más alto se percató de que la enana no le haría el más mínimo caso, éste frunció el ceño, y en lugar de soltarla, la secuestró agarrándola de la cintura y cubriéndole la boca. Iris intentó patalear, pero su estatura y poca fuerza no le permitió hacer competencia contra él. Al momento siguiente, ambos se escondieron detrás de un árbol, en donde los demás se alejaron de ellos sin que se percatasen de su ausencia, dejándolos así a ambos a una distancia considerable de aquella gente, y apenas Alik notó la calma que los rodeaba, la liberó de su agarre—. ¡Pero qué te piensas que haces! —le reprochó completamente enrojecida.
—¡Intento hablar contigo enana! ¡Así que escúchame! —le exigió el otro mientras se ponía las manos en la cadera imponiéndose ante ella.
—Bien... —dijo de mala gana—. Adelante, habla —Iris se cruzó de brazos mientras observaba al gallardo muchacho.
—Bueno, escucha, aún no me has dicho qué piensas de todo lo que dije —le mencionó él y enseguida fue interrumpido por Iris.
—Pienso que eres un idiota, y que hay formas más sutiles de decir las cosas —ella se giró para empezar a irse.
—¡Qué! ¡Oye, espérate! —la agarró del brazo de nueva cuenta para detenerla—. No me refería a todo lo que le dije a ese tarado, sino a mi... bueno... —Alik se ahogó un poco y miró disimuladamente a los alrededores antes de volver a ella con el rostro encendido—. Tú sabes.
Iris tragó un poco de saliva, y se quedó quieta con los ojos bien abiertos fijos en Reverse unos momentos, luego dirigió su mirada al suelo algo temblorosa. Ya para ese momento, él la había soltado al notar que no planeaba escaparse.
—No sé qué esperas que te diga —le dijo pausadamente encogiéndose de hombros.
—¡Oh vamos Iris, sólo necesito saber si te gusto; si me amas como yo a ti! —le expresó intensamente el guapo chico—. Dímelo todo a la cara. Estamos aquí solos tú y yo —le dijo él mientras se palmeaba el pecho, y volvió a notar entonces que ella se estremeció con fuerza, a lo cual él se acercó, la hizo girarse con cuidado y tomó su rostro con cariño mirándola a los ojos—. Sólo necesitas decirme un Sí y entonces... yo... seré capaz de seguirte hasta el más profundo abismo.
La mirada que Alik le dedicaba a Iris, más esas enternecedoras palabras, hicieron rebotar su pequeño corazón. La mirada de la muchacha se llenó de un cristalino fulgor, y la luna que apenas se veía por el atardecer llegó a su máximo punto cuando la noche por fin los arropó, para luego ser iluminados por un foco de estrellas. El silencio de la joven, volvía a incomodar al catalizador, por lo que avergonzado, desvió la mirada tremendamente rojo, y le exigió lo siguiente.
—Ya deja de hacer que haga el ridículo y responde de una vez —murmuró por lo bajo.
—¿Quién podría enamorarse de un simplón como tú? —mencionó ella en un tono extrañamente agradable.
—¡Oye, te dije que no me volvieras a...! —pero antes de que él respondiera, sus labios fueron sellados por la osada muchacha, quien había decidido sujetar también el rostro del otro, y al fin volver nulas las distancias.
A veces unas palabras amables bastan para conquistar la más salvaje alma, y otras, una mano llena de dedicación puede infligir los mismos resultados. En el caso de estos dos, que son polos opuestos, se atrajeron por dos razones: en primer lugar, el errado objetivo de Alik sobre conquistar a Léa, y en segunda posición, la idea de Iris de encontrar un motivo en su viaje. Ambas metas (una inesperada y la otra equivoca) los llevaron a un mismo resultado, terminando así, por consumar su amor. Por otra parte, ¿cómo era posible que la más baja respondiera a sus sentimientos?, era simple, fue gracias a la pelea que tuvieron Zaid y Alik. La chica tenía sus razones bien claras del porqué no podía seguir al zorro, por eso lo iba a hacer en su lugar la gata, pero ella fue detenida por su majestad. La pelea de ambos muchachos, le hizo entender que las sospechas que tenía, y que había tratado de disipar con su amigo el zorro (el cual se mostró reacio a contestar sus dudas) le hicieron abrir los ojos, y por supuesto, nuestra pequeña amiga, ante la tentativa de ese atractivo catalizador, más lo que tenía enterrado en el pecho, se desbordó sin miramientos.
Sus labios sonaron suavemente entre la fauna, y el menor en edad, se dejó atraer por la miel que ella le ofrecía. Empalagados por el apasionado beso, la llama de la pasión se extendió como lo hace un incendio, y los brazos de ambos se atrajeron el uno contra otro. Las primeras muestras de cariño fueron suficientes como para hacer que terminaran en el suelo, y entonces comenzara a germinar la semilla de su romance. A pesar de que las cosas entre ambos catalizadores estaban funcionando de maravilla, lo cierto es que por el lado de su amigo, no pasaba lo mismo.
—Únete a nosotros Zaid —Hakim fue directo con su oferta, pues creía que entre menos palabras utilizaran para convencerlo, más tiempo ganarían a su favor para así hacerse con la Nota Vanguardista.
—No me uniría a ustedes jamás. ¿Creen que por el simple hecho de que esté mal, voy a traicionar a mis amigos? ¡Nunca, NUNCA HARÍA ESO! —declaró con convicción, a lo que el líder de los zorros mágicos suspiró. Él se imaginó que algo así pasaría.
—Nunca digas nunca, zorrito —le dijo el lobo de fuego con un tono de burla.
—Bien, entonces... —en cuanto los orbes azulinos del peliblanco volvieron a fijarse en el rubio, dio una firme orden—. Sujétalo Belfry —dijo fríamente.
—¡Sí! —expresó tartamudeando y con duda, pero aun así llevó a cabo su pedido. Lo atrapó con rapidez por debajo de sus brazos para luego entrelazar sus manos contra su nuca, logrando así evitar que él pudiera escapar, y por la expresión de Zaid, él no esperaba que ese chico le hiciera semejante cosa.
—¡Belfry, nunca se me pasó por la cabeza que pudieras llegar a caer tan bajo! —lo reprochó el rubio con decepción.
—Lo siento mucho joven Zaid. Esto ha estado fuera de mi control hace mucho —le murmuró el lobo de agua con pesadez.
—¿Le hago los honores, majestad? —Samael hizo una reverencia mientras miraba a Hakim, quien le dio el permiso para actuar con un movimiento de cabeza—. Gracias, mi señor —volvió a inclinarse saludando a su amo, y se acercó al rubio hasta quedar al frente de éste. El pelirrojo estiró su mano hacia el zorro enemigo como si estuviera ofreciéndole algo, pero luego, un fuego oscuro apareció, y entre sus llamas, se vislumbró uno de los cinco micrófonos de Astair.
—¡El micrófono! ¡Cómo es que puedes manipularlo! —dijo exaltada la víctima de esos malhechores.
—Eso es un secreto —canturreó guiñándole el ojo.
—Hazlo de una vez, Samael —insistió Vitali ya harto de esperar.
—Sí, su majestad —asintió ante su pedido—. Esto te dolerá un poco, zorrito —dicho esto, Samael se preparó para introducir el micrófono dentro del cuerpo de su contrario.
—¡Como si lo fuera a permitir! —Zaid no iba a someterse sin antes pelear, es por eso que empezó a convocar un escudo en su defensa, el cual mandó a volar a Belfry, quien chocó más tarde contra un árbol, logrando así soltarse. En cuanto tuvo la oportunidad, Zaid se echó a correr, pero para su desgracia, Hakim fue más rápido, y lanzó un hechizo con su libro de conjuros, poniendo una cárcel de luz alrededor de ellos.
—No permitiré que escapes —aseguró él con la mano elevada, y con sus ojos azules brillando intensamente debido a su magia.
—¡Maldición! —Zaid golpeó la pared que le impedía salir con ambos puños en señal de frustración, pero un susurro espeluznante, lo obligó a voltear.
—Detrás de ti.
En cuanto el lacayo de Alik se volteó, se encontró con el desgraciado de Samael, quien no dudó a la hora de usar el micrófono como medio para romper su escudo, y así golpear después de aquello, el estómago del zorro. El impacto hizo que nuestro héroe, gimiera intensamente de dolor, e incluso, cayera de cuclillas sin terminar de inclinarse en el suelo por culpa de ese mal nacido. Pronto cadenas aparecieron rodeando su pecho, y sujetaron el micrófono, el cual se hundió lentamente en su interior, como si traspasara la superficie de un lago. Poco a poco, el lobo de fuego, no tuvo la necesidad de seguir empujando el objeto contra su enemigo, porque ya se encontraba dentro del chico. Minutos después de lograda su maldad, él retrocedió para ver su obra.
—Parece que aún se opone a la magia del micrófono —declaró Hakim acercándose a ver más de cerca.
—No se preocupe, amo, cederá en cualquier momento, después de todo, la única persona que puede quitarle esa cosa, es Léa Milenios —una sonrisa se dibujó en el rostro del pelirrojo, y luego entre cerró los ojos—. Y ella no está por aquí.
Ambos portadores del mal, observaron como la energía de Zaid luchaba por mantenerse pura, pues cambiaba constantemente de tonalidades, hasta que por fin, cedió a los maléficos planes del rey de Legizamon. Sin embargo, había mencionar un detalle, y es que Belfry, quien se recuperaba del golpe, observaba todo desde la lejanía un intenso dolor en el rostro.
—Y aquí está —mencionó Samael al ver como Zaid se reincorporaba—. ¡Bienvenido! ¡Hoy renacerás, joven muchacho! —se acercó a él con alegría y lo usó de apoya brazos al colocar éste en su hombro—. Así que es su turno majestad —indicó ese terrible lobo de fuego.
—Desde hoy, tu nombre ha dejado de ser Zaid —explicó Hakim, quien ahora le hizo levantar la mirada a ese chico al tomar su mentón con un par de dedos—. Para convertirse éste en Zero.
Los ojos azulinos del rubio brillaron, y sus cabellos se volvieron negros como el carbón, e incluso, la túnica que siempre usaba se entonó de ese mismo color, dejando casi irreconocible a Zaid. Ahora, estando bajo las ordenes de Hakim Vitali, el dichoso zorro, quien había sido dominado, se inclinó ante él e hizo un juramente.
—Puedo asegurarle, su majestad, Hakim Vitali, que lo serviré sin dudarlo.
Mientras un nuevo pacto se forma, Alik Reverse, el dueño original de aquel zorro maldecido, se detuvo en sus acciones para con Iris, y resolvió ver el cielo nocturno con cierto desespero, pues tuvo el presentimiento de que algo no estaba bien. Sin darse cuenta, había dejado de lado a la catalizadora que estaba agitada y bien acomodada debajo suyo, pero que ahora, mostraba un semblante de desconcierto ante su comportamiento.
Con un aliado menos, pero peor aún, con la ausencia de su principal pista que los llevaría hacia la Nota Vanguardista, nuestros aventureros no sabrían que una fría canción de cuna tocaría muy pronto su puerta.
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