Capítulo 38: "♫El mal no descansa, pero el bien tampoco♫"
El miedo es un componente más de esta compleja estructura llamada vida, y que por consiguiente, desata uno de los males más frecuentes en la sociedad: la cobardía. Esta enfermedad hoy en día está muy bien instalada, y metida hasta los más feroces recovecos de la piel. Este elemento se conoce perfectamente por provocar: desconfianza, intranquilidad, inseguridad, ¿y por qué no?, confusiones a la hora de tomar sabías decisiones. Muchos de los elementos aquí descritos pueden aplicarse a una persona con severos traumas emocionales que en su gran mayoría puede introducirlo a muchos fallos en su vida; uno tras otro, sería el inevitable resultado de ese miedo; de ese trauma; de esa oscuridad que lo desgarra desde el fondo de su alma. No obstante, no está todo perdido. Antes que nada, un número considerable de personas han debido saltar ese cerco lleno de clavos y con una alta variedad de objetos contundentes para poder toparse con la valentía que les hacía falta, la cual es muy codiciada en estos casos; tal vez esta explicación no es la más adecuada para el acto de Zaid, aunque en realidad sí que tenía que ver, pues la cobardía, no estaba en el vocabulario de este zorro, y particularmente, se podría especificar que se jactaba de eso al saltar, literalmente, sobre ese gran acantilado.
—¡Qué haces zorro idiota! —gritó Alik.
—¡Se va a caer! —dijo horrorizada Iris mientras se llevaba sus manos al rostro.
—¡Ay, no quiero ver! —declaró Diamant en lo que se giraba y se tapaba los ojos.
—¡Dios lo libre de la muerte! —Léa, por su parte, se puso a rezar en cuclillas. Y a pesar de la poca fe que yacía sobre él, inesperadamente la parca pasó por al lado de Zaid apenas rosándole con sus garras, pero con el insignificante detalle, de que ésta parecía haber tocado una barrera electrificada que la noqueó por algunos segundos, dándole así a el chico el suficiente tiempo como para terminar de pasar. Ahora bien, ¿cómo lo hizo? Cualquier buen espectador, hubiera notado cómo sencillamente colocó un escudo alrededor suyo, y usó parte de su magia para impulsarse en el trayecto, aun así, tuvo sus dificultades, pues la perdida de altura casi le hace caer al vació, no obstante, logró evitarlo gracias a un impulso de aire que usó en el transcurso.
—¡Ya estoy aquí! —expresó el rubio apenas aterrizó exitosamente, y luego levantó los brazos en forma de festejo.
—Menos mal que estás bien —le dijo la princesa, y se acercó a él para verificar su estado, a continuación, los demás hicieron lo mismo.
—Casi haces que me dé algo, ¡idiota! —lo regañó Alik mientras lo señalaba con el dedo, pero Iris hizo que bajara su mano.
—No señales, es de mala educación —interrumpió al otro catalizador.
—Metete en tus asuntos niña —le respondió de mala gana. A todo esto, la pelea llegó prontamente a su fin, pues Zaid se desplomó como un saco de papas al suelo luego de reír suavemente, llamando así la atención de todos los presentes, y ahí fue cuando surgió la verdadera preocupación, pues éste no podía moverse.
—¡Zaid! —gritó Léa junto con Iris al ver la escena, así que se agacharon para socorrerlo.
—Estoy... estoy bien, es solo que usé mucha energía —sonrió torpemente y, evidentemente cansado, pues sus parpados apenas se sostenían a pura fuerza de voluntad.
—Este idiota... —repitió entre dientes Reverse.
—Menos mal que no es nada grabe —suspiró con alivio la rubia, quien luego se puso de pie, y le dio a su catalizador las siguientes indicaciones—. Alik, te toca cargarlo.
—¡Qué! —exclamó él—. ¡Por qué soy siempre yo el que carga a los demás!
—¿Ves a algún hombre más por aquí? —le preguntó seriamente su majestad—. Aparte, el tamaño de Zaid es mucho para nosotras, así que lo mejor es que lo hagas tú —la última aclaración de la princesa, fue contundente, y aunque ella misma es una de las personas más altas del grupo junto a Alik, las otras dos chicas no pasaban del metro cincuenta; quizás el catalizador era un mal hablado, descortés y entre otras cosas, pero realmente no era malo, solo orgulloso, y no, no deseaba realmente poner en peligro a Iris, de ahí que seguramente la próxima vez no lo pensaría. Por otro lado, Diamant para animar al morocho, se le acercó parada en puntillas y le dijo lo siguiente:
—Mire el lado bueno amito, va a tener aún más músculos de los que ya posee nya —a ella se le escapó una ligera risita después de mencionarle aquello. Sin embargo, al catalizador no le parecía gracioso, es por eso que bufó con molestia, y aun así cargó con Zaid por segunda vez en toda la trama.
—No te acostumbres a esto, zorro —con "acostumbrarse", se refería a estarlo llevando a cuestas casi todo el tiempo, aunque esto fuera uno de esos casos aislados. Después de eso, Alik procedió a hacer lo que le pedía Léa, así que, con algo de ayuda de la futura reina, se llevó en hombros a su subordinado.
—Deberías aprender a ser un poco más amable, así Iris te apreciaría un poco más —le susurró Zaid a Alik, quien se quedó al comienzo completamente estático e impresionado; no sabía con qué intensión le había dicho eso, pero sin dudas ese accionar provocó que él lo soltara en pleno aire y que el chico nuevamente se diera un buen golpe con todo el peso de su cuerpo por segunda vez.
—¡Uh! —se quejó el despechado, y luego reclamó a su amo—. ¡Por qué hiciste eso!
—¡Deja de decir tonterías! ¡Quién rayos te entiende! —se giró hacia a el rubio, pues no llegaba a comprender su lógica. Hasta hace nada le había dicho que se quedaría con Iris y competiría con él por ella, entonces... ¿qué razón lo motivaba a hacer cosas que podrían resultarle contraproducentes? A lo que el zorro se quedó pensando. Obviamente que no era su intensión ponerse obstáculos, pero sí deseaba tener una confrontación honorable y Alik Reverse era el típico chico egocéntrico, poco sutil, que en general le importaba un carajo lo que pensaran los demás de él, aun así, él no resultó ser de sangre fría, aunque tampoco podemos ignorar que su estirpe tiene una reputación muy decadente.
—¡Alik! ¿Por qué hiciste eso? —le replicó la princesa, quien puso en su lugar al atractivo muchacho.
—Pero él... —se estaba por excusar, sin embargo, ella lo volvió a regañar.
—¡Trata con más respeto a Zaid, él también está arriesgando su vida para ayudarnos con el viaje! ¡Compórtate! —Léa fue firme, y eso le hizo bajar los humos al chico que decía estar enamorado de ella.
—Bien... —de muy mala gana respondió con pocas energías, y volvió a montar sobre su espalda al muchacho. En cuanto a Zaid, éste no le respondió más debido a que no era necesario, sin embargo, la competición parecía que iba a alargarse, en especial cuando había mucho tramo que recorrer aún. Es así que, pasada una hora, la música épica cambió a una de misterio, pues aún no encontraban el sendero que los llevaría a escalar las montañas.
—Creo que estamos un poco perdidos, nya —mencionó la que tenía los rulos azules, momentos después, se dejó caer sentada—. ¡Estoy sedienta, nya! —exclamó hacia el cielo agotada.
—Aquí tienes un poco de agua Diamant —Iris le ofreció de su termo a la gata.
—¡Gracias! —le dijo ella aceptándolo.
—¿Tanto debemos caminar para llegar hasta el sendero? Y yo que pensaba que nuestro único obstáculo era la parca —declaró Léa con decepción moviendo ligeramente los hombros.
—No sé ustedes, pero yo también necesito un descanso —anunció Alik, quien se arrodilló agitado, cosa que aprovechó Iris para acercarse a él ofreciéndole también agua de su cantimplora.
—Bebe un poco caballito —le dijo la morocha.
—Muchas gracias —Alik iba a sujetar el contenedor, hasta que cayó en la cuenta de lo que había dicho la enana—. ¡Espera! ¡Qué dijiste! —exclamó como si las energías perdidas hubieran vuelto a él de repente, retornando así igualmente su mal humor.
—Dios mío —suspiró pesadamente Zaid. Entre pequeñas discusiones, el atardecer se colocó sobre sus cabezas, y la nebulosa noche amenazaba con asaltarlos, sin mencionar que la situación no mostraba cambios, después de todo, la niebla seguía igual de intensa que en un comienzo.
—Acampemos aquí —ordenó la princesa.
—¿Está segura de querer hacerlo aquí señorita Léa? —le preguntó Zaid, quien se escuchaba aún convaleciente, ya que, por lo visto, no había descansado bien en la espalda de ese hombre.
—¿Por qué lo dices Zaid? —ella se volteó hacia él.
—En primer lugar, yo no me siento recuperado aún, y en segundo, estar expuestos al enemigo en plena noche, no creo que sea muy buena idea. Si llega a suceder algo no podré usar mis poderes para protegerlos —le informó él.
—¿Entonces estás sugiriendo, así cansados como estamos, que vayamos a seguir con el viaje? —dijo alarmado su amo.
—Siendo sincero, no querría decirlo directamente, pues creo que es de mala educación —mencionó el rubio.
—Yo no creo que sea de mala educación nya, creo que es realista nya —opinó Diamant moviendo ligeramente sus orejas.
—Más que realista, debemos cuidarnos. Creo que Zaid hasta cierto punto tiene razón en eso —expresó Iris levantando ligeramente su mano para llamar la atención.
—Tienen razón, pero también es verdad que es vital dormir o no podremos enfrentar a nuestro enemigo —Léa se cruzó de brazos entrando en una especie de conflicto interno. Concretamente el asunto daba miedo; impulsarse a través de las penumbras, y aventurarse a enfrentar a estas alturas enemigos que quizás les haría pagar un alto precio, era un atractivo pasaje, que quizás tan solo un idiota podría aceptar sobrellevar. Sin embargo, ni retomar el camino, pero tampoco, quedarse en pleno tramo, eran buenas decisiones.
—Creo que es una buena idea. ¡Acepto el reto! —aseguró Léa apuntando con uno de sus dedos hacia las estrellas, mientras mantenía su brazo bien estirado.
—¡Es enserio! ¡Oh, bien hecho gato, ahora no habrá nada que la haga cambiar de opinión! —se quejó Alik frente a la estúpida idea.
—No soy un gato, soy un zorro mágico —espetó Zaid mientras mostraba una mueca.
—Para mí es lo mismo —aseguró el amo del chico; los dos muchachos se llevaban soberanamente mal, y esto traía cansada a Léa, porque si no eran ellos, también pasaba con Iris y Alik, así que tomó la decisión de dejarlos ser, aunque eso le costara unos cuantos reclamos mucho después. Por último, estaba en su derecho estabilizar un poco sus nervios, de ahí que se haría la tonta de vez en cuando. Ahora, con un nuevo objetivo entre manos, el paseo nocturno no se hizo esperar, pero la desorientación tampoco; perdidos entre esa nube de vapor, observaron todos a alrededor con sus sentidos limitados, pues el sueño también empezaba a marcarlos.
—No puedo ver ni las estrellas ahora. ¡La neblina se ha hecho realmente intensa! —expresó Alik con Zaid encima.
—No podremos avanzar sin verlas —mencionó decepcionada Léa.
—Esperen, ahí hay algo —informó Iris señalando a un lado del camino. Detrás de esa cortina, una figura misteriosa azulada que también poseía unos brillantes ojos esmeraldas, imponía presencia con su enorme silueta, la cual tenía la forma de un lobo.
—¡Qué diablos es eso! —gritó Alik asustado mientras que los demás observaban igualmente atemorizados, y como si no fuera suficiente, para corresponder al terror de ellos, la sombra soltó un aullido que estremeció la tierra, e inmediatamente se giró para irse trotando por donde quizás había venido. En consecuencia, Zaid sospechó de quién podría tratarse, y se adelantó a los hechos.
—¡No lo sigamos! —ordenó con todas sus fuerzas el rubio.
—¡Vamos! —dio su orden la princesa, contradiciendo así el pedido del zorro; ella no escatimaba los peligros, lo cual hizo bajar las cabezas de todos al ver cómo ella se adelantaba después de decir aquello.
—Al parecer no tenemos opciones Zaid, tendrás que aguantarte —se dirigió a él Iris con una sonrisa forzada yendo detrás de Léa.
—¡Esto es definitivamente una muy mala idea nya! —exclamaba Diamant mientras iba también con ella haciendo gestos divertidos de angustia.
—Supongo... —expresó el zorro con decepción.
La futura reina proveniente del tan famoso reino de Shion, poseía grandes dotes de ignorancia que la hacían inmune al riesgo, y su raciocinio como su personalidad temeraria solo podían llevarla a un resultado: al evidente desastre o a un desenlace victorioso.
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