Capítulo 36: "♫Desafinados♫"
A veces las amistades llegan a transformarse en algo pasajero, así como pasa con el amor, y aunque aquí no hubo ningún papel firmado que confirmara la existencia de tal vínculo, así se sentía la pérdida para Iris, para colmo, el culpable de aquel crimen solo podía ser uno, y éste nada más se lo podía atribuir a Alik Reverse. Sentenciados ahora a caminar por diferentes senderos debido a la pelea anteriormente desatada, la más baja del grupo no tuvo de otra que contener las lágrimas y valientemente avanzar con orgullo. Sin embargo, otros problemas más importantes que una disputa entre compañeros regía ahora.
—Delante de nosotros se ha desenvuelto un manto que quizás nos dificulte cruzar las montañas —explicó Zaid, quien ahora se encontraba a fuera con los demás—. ¿Está realmente segura de que deberíamos ir?
—¡Huelo a muerte nya! —declaró la gata algo cohibida, mientras movía las orejas y la cola erizadas.
—No tenemos más opciones Zaid; debemos hacerlo —anunció la hermosa princesa. Y sin más, se internaron en su trayecto, y aún con el silencio a cuestas que rodeaba a los dos enmudecidos catalizadores, estos se observaban de reojo de vez en cuando, ignorando así lo que ocurría con los otros tres integrantes. Por la otra punta, es decir, refiriéndonos a: Diamant, Léa y Zaid, ellos se entre vieron con disimulo a sabiendas de lo que atraería esta inesperada pelea. Quizás, aún con todo el tema de por medio, ambos no se negarían a afinar en conjunto, después de todo, era su trabajo.
—Empecemos. Entre más pronto, mejor —mencionó Iris, quien se adelantó a los demás, y la princesa, sin decir una palabra, siguió a la bajita, luego los acompañó el zorro, por lo que mucho más adelante, la gata y el catalizador fueron en conjunto a lo último. De inmediato, ahogados en un frío caminar, los zapatos resonaron apenas con la hierba seca sumada a la rasposa tierra, que incluso, les entrega un ambiente más sombrío y solitario que la misma neblina; sus alrededores tampoco eran demasiado alentadores, y aunque estaban siguiendo un sendero pobremente diseñado, la sensación de que podrían extraviarse no desaparecía, solo se fortalecía gracias a los pocos metros visibles a la distancia.
—Iris, no te adelantes tanto —le sugirió Léa a la chica.
—¿Por qué? —preguntó ella mirando hacia atrás, y fue en este descuido que, llegaron al final del camino, y que, para su desgracia, al dar un paso más allá, ella sintió que algo faltaba, lo cual le dio a entender que era el piso, por lo que en cuanto la vieron desaparecer, Alik hizo el ademan para lanzarse sin pensarlo, sin embargo, una persona que estaba aún más cerca de ella reaccionó a tiempo, logrando así atraparla primero.
—¡Princesa! —acostado ahora en el suelo, y sujetando con fuerza la muñeca de la catalizadora, se encontraba el rubio llevando a cabo semejante acto heroico.
—¡Sujétala fuerte Zaid! —Léa no dudó a la hora de acercarse a ayudar.
—¡Ah! ¡Qué es esto! —la chiquilla miró completamente aterrada debajo de sí. Justo a los pies de ella, notó la formación de un gran acantilado, el cual se extendía a lo ancho del sendero, como a su vez, dentro de lo profundo de sus fauces, destacaba la vigorosa muerte que danzaba de un lado a otro; la criatura se mostraba ansiosa por recibir a la joven en brazos, mientras que, esta presencia sobrenatural claramente no pasó desapercibida para la Gata Persia, quien la detectó con sus dotes psíquicos sin siquiera mirar.
—¡Hay algo peligroso ahí debajo nya! ¡Debemos irnos enseguida nya! —les advirtió la gata gauchesca, quien no sabía si acercarse o no para ayudar.
—¡No sé de qué hablas Diamant, pero tenemos problemas más grabes! —declaró Léa, quien estaba haciendo un gran esfuerzo para recuperar a su catalizadora, y a pesar de que Iris no tenía un peso considerable, a sus dos amigos les estaba costando mucho traerla de vuelta, ya que era como si algo empezara a absorberla y tirarla hacia abajo—. ¡Esto se está tornando muy difícil! ¡Necesitamos ayuda! ¡Nosotros solos no bastamos! —anunció la rubia dirigiéndose a los demás.
—¡Mi mano está resbalando! —advirtió alarmado Zaid. Sin embargo, la Gata Persia no quería acercarse debido a la presencia que la incordiaba, por eso es que miró a Alik, deseando que él fuera el que brindara el apoyo que necesitaban sus demás compañeros, pero éste, en lugar de lanzarse a ayudar, se paralizó. La apariencia del guaperas, era de un hombre que dudaba; uno que al parecer tenía deseos contrariados, es decir: su ceño se encontraba fruncido, su piel estaba bañada en un sudor frío, y sus piernas temblaban al darse cuenta de lo peligrosa de la situación y aun así... él no actuaba. Siendo testigo de semejante estupidez, Diamant volvió a voltear la cabeza hacia sus allegados completamente acobardada, y entonces gritó para alentarse, sobrecogiendo en su acercamiento a sus amigos, a los cuales socorrió.
—¡Yo les daré una mano nya! —afirmó en lo que tomaba firmemente de los hombros a Léa, para ahora empezar a tirar hacia atrás.
—¡Algo se está acercando! —gritó Iris histérica, pues no había dejado de ver hacia abajo, justo donde se encontraba la parca levitando, y que lentamente, se acercaba a ellos.
—¿De qué hablas Iris? ¡Yo no veo nada! —mencionó con desesperación la princesa.
—¡Está ahí abajo, está ahí! —volvió a decir la morocha.
—Yo tampoco veo nada —dijo entre cortado y agitado el zorro, pues la situación lo estaba agotando, sin contar, con que lidiaba con vehemencia la mantención del agarre.
—¡Es la muerte; la muerte se está acercando nya! —exclamó Diamant con desespero. A pesar de que eran tres las personas que tiraban, el esfuerzo parecía en vano, y al mismo tiempo, la inquietud de Alik aumentaba con el simple hecho de escucharlos hablar, por lo tanto, cerró los puños y ojos con fuerza tratando de contenerse.
—¡Ya casi está aquí! —mencionó con lágrimas en los ojos la más baja, al ver que una capa negra se venía asomando con más determinación hacia ella.
—¡Alik, maldita sea! ¡Ven aquí a ayudarnos! —reclamó la princesa con un humor terrible.
—¡Amo Alik, olvídese de su orgullo un momento y ayúdenos a salvar a Iris, por favor! —le rogó Zaid.
—¡Amito Alik, sé que no es un cobarde como yo nya! ¡Por favor, ven a ayudarnos nya! ¡Esa cosa se llevará a Iris si no lo hace, nya! —a comparación de la catalizadora, Diamant no pudo aguantar la fuente que provenía de sus parpados, así que sus aguas recorrieron sus mejillas debido a la desesperación mezclada con el miedo. Es así que, tan intensos se volvieron aquellos ruegos, que la postura de Alik finalmente se corrompió y lo obligó a acercarse al grupo que luchaba intensamente por recobrar a la más baja e indefensa de ellos. En cuanto el muchacho se dejó invadir por los sentimientos de preocupación, y tocó el hombro de uno de sus allegados, una onda dorada se liberó deliberadamente, la cual fue notada por los presentes, incluyendo al malévolo ser, quien se detuvo en su accionar por lo mismo.
—¡Es nuestra oportunidad nya! ¡Tiren nya! —gritó Diamant quien, a pesar de haberse dado cuenta del hecho, no se dejó influenciar por éste, e inmediatamente ordenó a sus demás amigos, que se concentraran en su tarea, y eso hicieron.Al fin el trabajo en equipo sumado al impetuoso grito de la gata chacarera, salvaron la situación, ya que lograron finalmente subir a Iris con ellos. Después de realizado el rescate, la muerte no tardó en regresar a sus labores, e intentó llegar a ellos, pero una barrera que se encontraba en el borde, la cual no le permitió avanzar más de lo debido.
—¡Eso estuvo cerca nya! —dijo ya en el suelo Diamant, pues todos habían caído cuando lograron poner a salvo a Iris.
—¿Qué es lo que hace la muerte aquí? —preguntó apresuradamente Iris mirando a la parca a los ojos, los cuales no poseía, solo un cráneo lleno de oscuridad y, una intensa ira que probablemente le hacía compañía, ya que ésta no dejaba de chocar violentamente contra la inusual barrera con la que se había topado.
—Probablemente alguien la encerró apropósito en este lugar —anunció Zaid, buscando una posible explicación a lo inexplicable—. Sin embargo... no la pude notar, tampoco la veo, pero sí escucho como veo los choques en una especie de barrera que hay delante de nosotros.
—Yo tampoco puedo verla —informó Léa poniéndose de pie—. Pero observo lo mismo.
—Yo menos que menos —aclaró el morocho, quien también copió el accionar de la princesa—. Pero eso tampoco explica cómo es que Iris puede verla junto con aquella gata —no obstante, en cuanto Alik se dejó escuchar, todos excepto Iris, se giraron hacia él, e inmediatamente una lluvia de reclamos se arremolinó en su contra, poniendo en segundo plano aquella pregunta planteada.
—¡Debiste habernos ayudado desde un principio nya! —le dijo Diamant con sus orejas elevadas.
—¡Pero tú también dudaste a la hora de hacerlo! —mencionó Alik en su defensa, aunque sus razones eran aún más impropias y horrendas.
—¡No tienes vergüenza! —declaró Zaid levantándose.
—¡Y qué me dices de ti! ¿Eh? ¿No dijiste que ibas a protegerla desde ahora? ¡No fuiste capaz de rescatarla tu solo! —lo señaló descaradamente Reverse. A todo esto, Diamant bajó sus orejas con tristeza, mientras que el zorro mostraba una expresión de irritación máxima.
—¡Descarado! ¡Aún te atreves a defender lo indefendible! —le gritó de nuevo el rubio.
—Me temo que ellos tienen razón, Alik —mencionó Léa cruzada de brazos, y con una calma que era poco acorde con el momento, en otras palabras, ella se mostraba con una frialdad muy marcada en su faz. A todo esto, cuando Léa decidió sumarse a la charla, Alik no pudo hacer lo mismo que hizo con sus demás compañeros; realmente no pudo contradecirla. La heredera del reino de Shion era más que preciada para él, y le guardaba un respeto poco frecuente, sin mencionar, que su amor por ella, lo detenía en llevarle cualquier contraria, pero podía cuestionarla de vez en cuando como lo hizo respecto a lo que pasó con Iris. En cualquier caso, él apretó los dientes y cerró los puños resignado, luego relajó los hombros y espalda para finalmente contestar.
—No voy a disculparme por ello —aseguró.
—Era de esperarse que un descorazonado como tú respondiera eso —esta voz que pertenecía a Iris, y no dijo ni "ah" frente a toda esa disputa, decidió por hablar ahora.
—No me llames de ese modo —repeló Reverse.
—¿Por qué no? Siempre estás en las mismas. Tratas mal a todos, y justo ahora, casi me dejas morir —aseveró y entonces, le clavó una mirada de angustia con desbordantes lágrimas a Alik, quien se estremeció por la misma, por consiguiente, ella se puso de pie como Diamant, y se acercó a Alik poniéndose de frente—. ¡Ibas a permitir que me mataran!
—No es... no es que quisiera eso —se apresuró a decir—. ¡No es que quisiera eso! —repitió con desesperación mirando esos nublosos ojos azules, los cuales iban a contagiar el llanto a los dorados de Alik, desde aquí, la tensión en el ambiente fue tanta, que Léa, al notarlo, suspiró y se acercó a ellos dos.
—Bien, suficiente, chicos. Vamos a calmarnos —recobrando algo de paciencia, acarició la cabeza de los dos como si fueran críos, pues, entendía que Alik era aún muy inmaduro como para sobrellevar todo esto, por eso... bueno, él no terminaba de entender que estaba destinado a estar con Iris y que esta razón lo llevaba a hacer estupideces realmente reprochables, a pesar de ello, no significaba que lo dejaría pasar completamente, pues ya le había entregado un buen regaño al demostrarle un poco de desdén por su parte—. Sé que no lo entiendes aún Alik, así que lo dejaré pasar por esta vez, pero traten de volver a amistarse; no está bien que ambos se peleen, pues... necesito de su cooperación para hacer de este viaje un éxito; los necesito a los dos, ¿está claro?
—Sí... —dijeron ambos con desgane y casi en un susurro. Para descontento de unos y alivio de otros, tanto Iris como Alik tuvieron que aceptar la resolución de Léa, pues seguía siendo ella su ama, e igualmente, la líder de su grupo, resolución que obviamente traería sentimientos ocultos entre el montón, sin embargo, eso no detendría al temerario conjunto.
—Aunque me expreso descontento por esto —se atrevió a decir Zaid a ojos cerrados cruzándose de brazos—. No puedo ponerme en contra de la decisión que ha tomado la señorita Léa. Ahora me temo que debo recordarles la situación que enfrentamos ahora. Mientras la muerte esté al acecho, no podremos pasar por este camino hasta las montañas.
—Tampoco hay un modo —explicó Iris, dándole la espalda al tocado de Alik mientras se limpiaba los ojos con su antebrazo—. Ni siquiera hay un puente para cruzar.
—Debe haber algo que nos sirva como tal —mencionó Léa—. Por ahora no tendremos de otra que fisgonear por aquí. Por cierto, deseo que sean más prudentes, no sabemos qué otras trampas nos podrían esperar.
Y una vez más se habían descuidado en su trayecto, aunque no con el resultado del desvío, sino con la peligrosa probabilidad de caer descuidadamente en otra mal intencionada obra. Aun así, nuestros aventureros, apelaban con fe a que encontrarían una resolución a este nuevo nudo.
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