Capítulo 20: "♫Un nuevo día♫"
La realidad tocaba fondo, o de forma más precisa, las puertas de los pueblerinos, pues desde hace años, eran acechados por un mal reptiliano que emprendía la meta de corromper por completo sus tierras, y dando por hecho al fin, la perdida de la esperanza como tal. Sin embargo, unos héroes poco conocidos (ahora viajeros), buscan restaurar esa empobrecida comunidad, y así también, revitalizar la vida de un joven al que quieren convertir en un villano, por lo cual, antes de recobrar sus fuerzas, Léa y Zaid pasarían por una significativa charla, la cual se llevaría a cabo dentro de las paredes de su cuarto temporal, el cual fue entregado como escenario por Natalla. Desde aquí, la tristeza remontaba en una efímera razón, y a la vez significativa sonata que, al mismo tiempo, atraía consigo la evidente señal de que pronto un secreto bien oculto sería expuesto.
—¿De qué quiere hablar señorita Léa? —preguntó el zorro una vez dentro de la habitación.
—Zaid, si no mal recuerdo, cuando nos encontramos por primera vez, estabas encerrado en una cúpula de hechizo, la cual tenía una magia muy poderosa, y que... Iris finalmente rompió para liberarte —comentó ella.
—Así es, su alteza —mencionó tranquilamente.
—Bien, entonces proseguiré. Como dije, ese escudo no era cualquier cosa, y la única forma para liberarte era que un catalizador poderoso se atreviera a ayudarte —aseguró a ojos cerrados.
—¿Qué está insinuando? —interrogó de mala gana, y con algo de mal humor al escuchar aquellas palabras que venían con desagradables intenciones.
—Estoy diciendo que... acaso no estarás con el enemigo, ¿verdad? —apoyada contra la puerta de brazos cruzados, observó de una forma incriminatoria a su compañero que estaba sentado en la cama—. Estoy casi segura... no, convencida de que esa marca que llevas en tu frente es de la realeza de Legizamon —una vez dicho aquello, la princesa se separó de la entrada y más que furiosa que nunca, se acercó con paso firme al rubio, quien no se vio intimidado y ni siquiera retrocedió por ello, pero tampoco por las palabras antes dichas.
—Puedes responderme esto, ¿Zaid? —una vez que sus rostros quedaron frente a frente, batiéndose en una ligera pero tensa guerra de miradas, éste cerró los ojos y optó por el silencio—. Ya veo, así que no hablaras... ¿Acaso no piensas decirme que estás con nuestro enemigo? ¿Incluso si te lo pido por amor a Iris? He visto como la miras, ¡y estoy segura que estás enamorado de ella! —lo señaló con su dedo en forma de reprimenda al tomar algo de distancia—. ¡Te estoy dando la oportunidad de purgar tus insolentes actos por ella! —advirtió, no obstante, a pesar de las amenazas de la princesa Léa hacia Zaid, éste permaneció inmutable, pero contrario a lo que ella podría esperar, lo que hizo fue lo siguiente: entre abrió su boca y sacó su lengua; no, no se trataba de una burla para la princesa, más bien era una muestra de lo que traía consigo: un tatuaje.
—¿Un croma? —dijo impresionada al ver tal cosa, pues entendía que esa magia de sellado era demasiado poderosa y, por lo tanto, si aquel que tuviera la maldición se atrevía a soltar cierto conocimiento, terminaría perdiendo la lengua—. ¡Esto es terrible! ¡Con razón no has respondido a mis preguntas! —se llevó una mano a la boca por la gran impresión que este hecho le generó, pero más por la crueldad que implicaba tal hechizo. Por lo que a continuación, la chica se sintió notablemente mal por haber interrogado de forma tan cruel al joven zorro, el cual parecía un poco preocupado por su alteza, así que posó su mano sobre el hombro ajeno y negó amablemente con su cabeza para brindarle algo de apoyo.
—No se preocupe, no es como si lo hubiera sabido —le aclaró el rubio.
—¡Esa clase de magia está prohibida! —refutó su majestad, quien se alejó de él para sentarse en la cama junto a él entrelazando sus manos, y conscientemente dejó la cabeza gacha debido al estrés que le causaba la resiente revelación—. Escúchame, Zaid, ¿puedes al menos decirme quién es el que te lanzó el hechizo? —tal vez consultarlo no serviría de nada, pero al menos no perdía nada con intentarlo.
—No... lo siento —se disculpó el zorro—. Pero no estoy imposibilitado a ayudarlos.
—Comprendo. Aquel que te ha puesto en tal situación debe odiarte mucho, o quizás está ocultando algo demasiado grande como para que incluso evitemos saber quién es —mencionó la futura reina con un gajo de angustia, pero luego levantó la cabeza con decisión—. Aunque su identidad sea un misterio para mí, tengo una idea al respecto.
—Lamentablemente no puedo dar opiniones sobre ello, señorita Léa, pero imagino que los chicos podrán ayudarla de alguna forma —el joven zorro se llevó una mano al pecho—. Yo me limitaré a hacer lo que esté a mi alcance —aseguró Zaid asintiendo.
—Gracias, y lamento el haberte amenazado de esa forma —suspiró con culpa.
—Como dije antes, no se preocupe. Pero dejando eso a un lado, debo entrenar durante el viaje —notificó él.
—¿Meditarás? —preguntó ella sin entrar en algo más específico.
—Sí, señorita Léa —ella enseguida comprendió el porqué, de ahí que le pareciera bien.
—Comprendo, pero hazlo antes de que nos movamos mañana, ya que vamos a ir a investigar en dónde se encuentra el que gobierna estas tierras —le aseguró poniéndose de pie.
—De acuerdo. Por cierto, ¿ya puedo retirarme? —le preguntó a la princesa.
—Sí, pero antes...
—¿Qué sucede?
—¿En qué momento te empezó a gustar Iris? —lo miró sonriendo con amplitud.
—Señorita Léa, ese no es asunto suyo... —mencionó con evidente incomodidad y avergonzado por lo dicho; la capacidad con la que captaba las cosas la princesa era aterradora.
—¡Vamos! ¡Ella es mi amiga de la infancia! ¡Así que todo lo que tenga que ver con ella como persona y catalizadora es mi deber saberlo!
—Más bien su deber como chismosa... —corrigió por lo bajo el zorro sin que ella lo escuchase, no obstante, le contestó otra cosa—. No entiendo sus capacidades, las cuales realmente son antinaturales para su condición, pero puedo decirle que quizás haya dado frutos esos sentimientos desde el momento que cruzamos nuestros orbes.
—¡Oh! ¡Es tan lindo! Creo que harían una bonita pareja —se rio divertida—. Es una lástima que ella esté predestinada a Alik —canturreó, haciendo que una venita disimulada apareciera en la mejilla del interrogado. Sin embargo, éste se calmó al instante.
—Lo sé, señorita Léa, pero no voy a perder las esperanzas —mencionó el dichoso enamorado.
—Bien, bien. Fue suficiente cotilleo por hoy. Nos levantaremos temprano mañana, y recuerda lo que te dije, ¿sí? —le advirtió.
—Sí, hasta mañana y con su permiso —con un leve movimiento de cabeza, y una caballerosa sonrisa, al fin Zaid se levantó de la cama y pudo ir a su habitación, quien por un momento dejó que la pena lo invadiera, pues deseaba anunciar lo que sabía, pero no podía hacerlo por lo que implicaba, es por eso que desea ser más fuerte, mucho, mucho más fuerte que el mismo enemigo que ahora lo somete.
***
Un nuevo amanecer se alzaba sobre la superficie en la que nadan las trompetas sobre sus mares, de ahí que: claros, oscuros, desesperados, cálidos, entusiastas, y entre otros, traidores, también se levantaban para así pisar el planeta de su importunado mundo. Hoy, con el conocimiento de que toda clase de criaturas mágicas se adueñaban de su vasto planeta, Léa y Zaid ya recuperados, retomaban la aventura, por lo que, apretujados de buen ver por su misión, tomaron el desayuno pero no sin antes agradecer el esfuerzo que había implementado Natalla, de ahí, sin decir sus próximos objetivos, ambos salieron de nueva cuenta con las capuchas para adquirir información, y desde luego, no podía pedirle todo a esa muchacha, si no ella se vería mucho más comprometida con los peligros relacionados a la justicia.
—¿A dónde se supone que vamos señorita Léa? —mencionó por lo bajo el zorro, quien la miraba con sus preciosos ojos azules.
—Primero demos una vuelta por la plaza principal, quizás ahí encontremos algo interesante —aconsejó ella, a lo que su acompañante asintió, y juntos se trasladaron al lugar. Pasados alrededor de veinte minutos, dieron con su objetivo, e inesperadamente fueron recibidos por el ensoñador ruido de una guitarra que para su sorpresa, era tocada por True, quien estaba otra vez haciendo uso del micrófono, y que ahora, con gran habilidad manejaba con extrema facilidad varios instrumentos a la vez, pues se encargaba: de lanzarse de la guitarra a una batería, luego se dirigía a un órgano, para más tarde trasladarse a una flauta. Semejante espectáculo de instrumentos, era poco visto, puesto que ningún ser humano común podía llegar a hacer semejante acto bélico, principalmente, porque el único que podía hacer tal cosa con un escenario tan fantasioso como ese, era un catalizador.
—Ahí está él de nuevo —cuchicheó Zaid a la princesa.
—Sí, y su acto es tan brillante como la primera vez que lo vimos —le regresó el comentario ella.
—Señorita, miré ahí detrás —señaló con un movimiento de cabeza el zorro.
—Ese es...
—Sí, y creo que es el hombre que estábamos buscando —justo en el fondo, detrás del escenario en donde se llevaba a cabo la presentación, una persona con un aspecto extraño, se encontraba casi cubierto por una capucha negra, la cual ocultaba casi por completo su cuerpo. Sin embargo, esa vestimenta no quitaba que algunas partes de su físico quedaran expuestas, como por ejemplo: sus manos, pues éstas al verse contra el sol, descubrían un colorido manto de escamas verdes que las decoraban, además de una trompa propia de una serpiente que sobresalía de la vestimenta, por lo tanto, ese detalle lo dejaba en evidencia; era el reptiliano opresor. Minutos más tarde el espectáculo finalizó, y luego True hizo una leve reverencia para informar a los allí presentes lo siguiente:
—Queridos pueblerinos de Taizan, después de hacerles esta presentación, los dejaré con su gobernante, el soberano, Cruil Vash —abrió el paso para el sujeto que estaba escondido detrás del escenario, y fue allí que tanto Zaid como Léa se mostraron atentos a lo que éste iba a decir.
—Muy buen día, pueblo de Taizan. Hoy puedo decir que es el tiempo para realizar grandes cambios, no obstante, estos vendrán luego de que nosotros, los herederos del pueblo de Babil, y del pueblo Taizan, demos fin a la caza de aquellos que se han atrevido a invadir nuestra armoniosa comunidad. Estoy seguro de que saben a quienes me refiero, y de no hacerlo, es mejor aclarar. Los viajeros que llegaron hace poco, destruyeron el centro de nuestra amable tierra, logrando así profanar nuestro territorio, de ahí que decidí que les corresponde un terrible castigo, y no descansaré hasta atraparlos —al finalizar, el hombre reptil no recibió ninguna ovación por sus palabras, pero tampoco ningún abucheó debido a que la gente tenía demasiado miedo como para llevarle la contra a ese abusador. Por otro lado, el gobernador se despidió de ellos y se bajó del escenario llevándose a True consigo.
—Tenemos que seguirlo —mencionó la princesa adelantándose.
—Está bien, pero vayamos con cuidado porque al parecer estamos en su mira —así fue como también Zaid la siguió hasta la otra punta del pueblo, en donde ese sujeto se introdujo con True en una base que parecía impenetrable.
—¿Qué hacemos ahora? —preguntó el zorro.
—Los vigilaremos. De igual forma no podemos hacer nada hasta que nos encontremos con los demás —le aseguró Léa, y con este plan entre manos, ambos se quedaron a vigilar a sus enemigos, hasta que por fin, justo al anochecer, éstos salieron de su guarida y se empezaron a trasladar, de este modo la princesa como Zaid, fueron cautelosos en su observación, pero hubo una parte del trayecto en que se percataron de que estos tipos los llevaban hacia las afueras del pueblo, más precisamente a las tierras de Babil.
—No podremos seguirlos a partir de aquí —le hizo saber a su compañera.
—Lo sé, y además ya es de noche, así que deberíamos volver y reencontrarnos con Iris y Alik —el par estuvo de acuerdo por precaución, así que regresaron sobre sus pasos al punto de encuentro. Por consiguiente, la reunión ya estaba en camino, y muy pronto sellada, pues ahora los prófugos de una ley que debería estar a su favor, tenían que buscar apoyo nuevamente en la noche, para así llevar a cabo su ansiado rescate.
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