Capítulo 12: "♫Travesías♫"

Los sentimientos mordían la carne de ambos catalizadores, quienes se deslizaban por los extensos pasillos de las penumbrosas calles del palacio Legizamon, produciéndoles así esa misma situación, mucho miedo, pues se encontraban revelándose frente a los deseos de su ama, quien dormía ahora plácidamente en su habitación.

—¡Maldición! ¡Iris! ¡Ni siquiera sabes dónde es! ¡Este maldito lugar es enorme! —se quejaba y quejaba el guapo muchacho. Sin embargo, para ella no era aquello un impedimento, no obstante, le parecía molesto.

—¡Sí que lo sé! ¡Ahora deja de gimotear de una buena vez! —le reprochó la más baja y como si de un instinto maternal se tratase, la pequeña chica, guio a su compañero a través de los corredores hasta llegar al final de éstos. Al toparse con el otro extremo de su camino, no pudieron evitar detenerse por la melodía melancólica de un dulce piano seguido de una voz muy atractiva.

—¿Qué es eso? ¿Otro catalizador? —mencionó Alik levantando una ceja.

—No, espera, creo haber escuchado ese tono antes... —notificó la más baja, y ambos se asomaron para ver de quién se trataba.

"Como nubes de algodón,

Surcan los cielos tus ojos,

Retocando así también,

Mi tan amargado corazón.

¡Oh mi reina, ven a salvarme por favor!,

Pasa el tiempo, y sigo esperándote mi amor."

El culpable de aquella melodía era principalmente la dichosa criatura, y ante semejantes descripciones, Iris se sintió tocada por un ángel, mientras que en el caso contrario de Alik, él experimentó un inmediato rechazo ante esa canción amorosa.

—¡Hug! ¡Eso es muy cursi! —dijo él con desagrado.

—Se nota que el romanticismo no es lo tuyo para nada —aseguró ella, y luego agregó—. Pero eso no es lo importante. ¿Alguna vez has visto cantar a un zorro? —preguntó.

—En lo primero no puedo darte la razón, ya que soy mucho más romántico de lo que crees. Pero claro, no voy a demostrarte nada, tendrás que verlo cuando mi amada princesa caiga ante mis pies —le aclaró con una sonrisa llena de orgullo—. Y en segundo lugar, no sé mucho sobre su especie, así que es mi primera vez viendo a uno hacerlo, además, nunca he viajado.

—No es como si quisiera experimentarlo —rodó los ojos con cansancio, luego respondió lo último—. No tienes que viajar para saber sobre ellos. Con leer un libro te bastaría, ¿sabes?; no muerden —se mofó un poco de él.

—Cállate, no me agrada mucho investigar, así que no te burles, enana —le respondió un poco molesto.

—¡Deja de decirme enana, soquete! —se giró hacia él imponiéndose.

—¿Cómo me llamaste, gnomo de jardín? —entre cerró los ojos el más alto mostrándose más serio. Y otra vez se internaron en una acalorada discusión que no llevaría a ninguna parte, y sin darse cuenta, interrumpieron el cantar de aquel zorro, quien se calló al instante ante su presencia. A todo esto, ambos se detuvieron al entender que la música no acompañaba al silencio, así que se volvieron, y notaron que el Zorro Zaid los estaba observando detenidamente.

—Vamos —después de liberar aquel comentario, Iris salió disparada hacia la dirección del animal, que a su vez parecía estar realmente deseando su llegada.

—¡Oye, espera! —le rogó él, pero claramente su contraria no le dio ni la hora. Es así que, reanimada por la sonata del viento, el miembro de la familia Lux, tomó los bordes de su vestido que formaban parte de su camisón, y bajó vigorosamente las escaleras hasta llegar a su tan deseado destino. Ahora la muchacha agitada, se quedó viendo al hermoso zorro de piel carmín, el cual se encontraba recostado derramando toda su atención en su futura ama.

—¡Te dije que me esperaras! —la regañó Alik, quien apenas se reencontraba con Iris al pisa el último escalón, y al hacerlo, se tropezó estúpidamente cayendo al suelo—. Diablos —se quejó por lo bajo ante golpe.

—¿Te encuentras bien Alik? —la pequeña de cabellos oscuros, se apoyó con ambas manos sobre sus rodillas y se inclinó sobre él.

—Estoy bien —dijo a regañadientes mientras procedía a incorporarse, apoyándose de este modo con una mano en el suelo, es aquí que la catalizadora notó algo que él dejó pasar, por lo tanto, sujetó la mano de Alik inesperadamente, quien fue atrapado por el sorpresivo acto.

—¿Qué estás haciendo? —mencionó algo alarmado, pero ella lo mandó a callar.

—Deja que me concentre —su compañero estaba un poco acalorado por ese apretón, y se negaba internamente el porqué de su causa, pero a aun así dejó que ella procediera, e inmediatamente, en cuanto la chica tosió un poco aclarando de esta forma su garganta, empezó a vocalizar tan delicadamente, que enamoraría a cualquiera. Para este punto, su acompañante se sentía notablemente incómodo, hasta que entendió el porqué de su proceder; el objetivo de Iris era curarle una raspadura que se hizo cuando resbaló, y por supuesto logró esto.

—Listo —dijo una vez finalizada su obra a lo que soltó a Alik, quien se tomó su propia muñeca y la miró con desconcierto aún callado—. ¿Qué pasa? —preguntó ella inclinando tiernamente su cabeza.

—Nada —le aclaró él con algo de vergüenza, y le dio la espalda—. No sabía que podías curar —agregó el joven.

—No es novedad; estoy segura que tú también tienes otras habilidades igual de espectaculares —le aclaró la más experimentada, y volvió hacia Zaid—. Perdona por hacerte esperar. ¿Ahora cómo te puedo ayudar? —le preguntó la catalizadora al majestuoso animal, quien no podía hablar más que telepáticamente, y por lógica le explicó con este método qué debería hacer lo mismo que hizo con Alik, es decir, entonar una canción con todo su corazón, pero que ésta plasmara el deseo de ayudarlo.

—¡Entendido!

—¿Qué vas a hacer Iris? —le preguntó el pelinegro ajeno a su conversación, y giró hacia ella.

—Lo liberaré —aseguró.

—¿Qué? ¡Entonces vas enserio! ¿No fue solo un capricho venir hasta acá? —exclamó sin creerlo; de alguna forma, él guardaba la esperanza de que su apariencia tuviera algo que ver con su personalidad, pero era todo lo contrario; había subestimado a Iris, quien en realidad era miembro de la familia Lux, por lo tanto, no iba a comportarse como una niñata, y teniendo esto en cuenta sumado al hecho de que poseía la magnífica cifra de veintiún años, dejaba fuera de discusión su estatus. Por otro lado, la magnate, soltó un suspiro pesado, en consecuencia, decidió sujetar del collar a Alik (sí, ese mismo que le había dado Léa), y lo acercó a ella hasta tocar sus frentes.

—No soy una niña, soy una mujer —le aclaró mirando al otro a los ojos, de inmediato, ante este impresionante dato (o más bien aclaración), el contrario de Iris se mostró nervioso y tragó saliva por lo mismo. De alguna manera recordar aquello, le hacía desaparecer toda esa confianza y lo obligaba a aceptar lo que ella le decía.

—Está bien, está bien, ¡lo entiendo! —al recibir tal respuesta, la pelinegra por fin decidió soltarlo, e inesperadamente ella se preparó para cantar.

—Muy bien, ahora, por favor, se paciente —le pidió con amabilidad, cosa que él le respondió sentándose en el suelo de forma obediente por primera vez. Por fin la situación la tuvo bajo su control, y entonces fue cuando el acto de la más baja empezó. Un suspiro cambió la atmosfera a su alrededor, aunque no los sumió a un nuevo estado, sino que esa canción él la había escuchado antes, es decir, la reconocería en cualquier lugar.

"Los sonidos de los árboles,

Alientan a mi voz llegar a ti,

Retuercen mi alma,

Y te buscan en lo más profundo de los bosques

Ese corazón que tienes convertido en mil pedazos,

Por favor escúchame.

Déjame sanar, ese horrible, terrible dolor."

—Esa canción, es la que me... —antes de decir cualquier tarugada, o cualquier imposible, se calló tristemente la boca, y se mordió los labios, pues por lo que podía teorizar, esa sonata ahora le pertenecía a alguien más, lo cual le intranquilizaba. No obstante, él bien sabía que no significaba mucho a quien ella se la cantara, ya que la había expuesto en aquella exhibición, por lo que no debería hacerse ilusiones de que esa melodía fuera exclusivamente para él, y a pesar de que Alik no entendiera la verdad del asunto, la realidad es que esa canción sí que era para él, pero Iris deseaba también sanar no solo su corazón, sino el de aquellos que necesitaran de ella, de ahí del porqué la jaula en la que se encontraba aquel zorro, se desquebrajó, y finalmente, logró romperse en mil pedazos.

—¡Princesa! —una voz surgió de la criatura, la cual ahora brillaba en un tono azulado, sin mencionar, que incluso el miembro de la familia Reverse podía ahora escucharlo.

—¿Qué está pasando? —preguntó exaltado Alik, quien miró impresionado el resplandor del ser al igual que su camarada.

—No lo sé —le notificó la chica, y en cuestión de segundos, la luz se desprendió del cuerpo recién formado, dejando así a la vista un hermoso muchacho de: cabello rubio tanto liso como corto, ojos añil, y una tez clara acompañado de una túnica blanquecina. Todo hubiera estado perfectamente de no ser porque este espécimen se mostraba con heridas de consideración.

—Mi princesa, lamento darle problemas —le notificó a la joven a duras penas, pues sus fuerzas eran escasas en su forma humana, ya que, en ese estado, toleraba menos el dolor. De ahí que al poco de verlo expresarse, el chico se tambaleó y se desmayó, pero antes de que cayera éste al suelo, Iris logró atraparlo.

—Está terriblemente herido —mencionó preocupada ella mientras lo sostenía e instintivamente, procedió a admirarlo, pues distinguió un agradable perfume venir de él, el cual era una mezcla de jazmines con miel. Sin embargo, en medio de su exploración recibió un inapropiado comentario.

—Suéltalo —le ordenó Alik a ella.

—¿Estás demente? —se dirigió Iris a su compañero—. Está muy mal herido, debo ayudarlo.

—Ya lo liberaste; ya has hecho suficiente, así que ahora suéltalo —le volvió a decir con más severidad, pero Iris se mostraba testaruda ante sus palabras.

—No lo voy a hacer —contrario a lo que Alik deseaba, Iris abrazó al chico como si lo protegiera de un mal inexistente, y un instante después miró a Alik con reproche.

—Maldita enana —gruñó entre dientes. Desde luego, el catalizador Reverse, estaba que echaba humo del enojo, aunque ni él mismo entendía el porqué, pero no le estaba agradando para nada el contacto que la más baja estaba teniendo con Zaid. ¿Quizás era porque se trataba de su compañera? ¿Tal vez solo era egoísta? A ciencia cierta no podría saberlo, pero también estaba la sensación de inconformismo que sentía al saber que esa canción que le había dedicado al zorro, no era únicamente para él.

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