Viernes 7 de julio de 2005

Estoy asustada, Adela.

Hoy volví a casa después de clases y encontré a mi tía Felicia en la mesa con papá. Parecían haber estado discutiendo cosas importantes. Ella me dijo que juntara mis cosas, que iba a pasar las vacaciones de invierno en Santa Fe con ella.

Le dije que no, que no podía ser, que yo tenía planes y que, además, debía estudiar para rendir una materia; que no me podían obligar a ir. Ella y papá me dijeron que llevara los apuntes para estudiar, que mi papá iba a viajar a Buenos Aires a realizar un curso de la iglesia para poder ser diácono y que no me podía quedar tantos días sola en casa, pero que podría volver sin problemas antes de rendir.

Eso me tranquilizó. Pero los vi demasiado raros y temo que esto no sea nada bueno. ¿Papá sospechará algo? No sé qué pueda ser. Además, creo haber escuchado que ese curso para diáconos duraba un fin de semana, no las vacaciones completas.

Ahora escribo mientras termino de preparar mis cosas, y antes de salir te voy a mandar un mensaje para avisarte que no voy a estar durante un par de semanas y que por este motivo no podremos vernos. Voy a dejar el cuaderno acá en mi pieza, en su escondite. No creo poder mantenerlo a salvo en casa de mi tía. Seguro ella o mis primas lo encontrarían y se pondrían a leerlo.

Te voy a mandar textos todos los días, Adela. Teníamos planes el domingo, y seguro nos veríamos también entre semana, con alguna excusa, quizá incluso más veces como ambas estaríamos en vacaciones... pero me temo que voy a tener que fallarte. Espero que no te enojes, o que esto no te haga perder tu interés en mí. Porque cada vez te necesito más y más.

Espero verte muy pronto, amor mío.

Te voy a extrañar demasiado.