XXXII

-Okay...

Minseok largó un enorme y profundo suspiro cuando echó un vistazo a todas las maletas que había dejado en el suelo. Creía haberlo empacado todo, sólo le bastaba bajar la última que había quedado arriba en su habitación... O bueno, la que sería su antigua habitación. Mientras bajaba las escaleras con esta en mano, no terminaba de creer que estuviera dejando ese lugar, el que había sido su propio lugar durante años. Es verdad que Sehun era el dueño de todo, pero había llegado a considerar la casa como su hogar también. Había pasado tantas cosas allí... Había pensado en tanto, cerrado tantas etapas.

Se estaba yendo... Por fin.

Desde el día en que entendió que amaba a Oh Sehun, se dijo que este sería el final adecuado para la historia. No pensaba seguir viviendo allí, no sería capaz. Sehun volvería de la mano de su primo (porque sabía que este no era Baekhyun, y no sería tan estúpido como para dejarlo ir fácil) y se rehusaba a ser el miserable "tercero". Aquella mansión ya no sería su hogar, dentro de muy poco se convertiría en un nidito de amor, y su corazón estaba demasiado frágil y susceptible para como soportarlo.

Claro que lo superaría... O eso suponía. Sehun había significado gran parte de su vida y había dedicado esta misma a protegerlo, pero aprendía rápido, así que pronto su cerebro asimilaría la idea de que todo había acabado y ya no había más nada por hacer.

Sehun se quedaría en buenas manos: las manos de Luhan.

Ya no tenía lugar en su vida...

-Ah, hombre, volveré a llorar.- Murmuró con la nariz congestionada.

Desde que lo había rechazado se comportaba como una niñita bobalicona, lo odiaba. Pero como siempre había dicho...

-Es el oficio de un corazón roto.- Posó ambas manos sobre las caderas y observó sus pertenencias desde arriba.

-Minseok ssi...

Alzó la vista y le sonrió tierno a Bo Ram. Ah... Cuánto extrañaría ser mimado por esa mujer.

-Boramin. Supongo que cuando el taxi esté aquí, tendremos que decirnos adiós.

Esta pareció querer llorar.

-Puedo llevarlo yo a la ciudad.

-No, no.- Agachó quedamente la mirada. -Es mejor que mantengas el lugar en orden. Sehun no tardará en volver con compañía.

Hubo un largo rato de silencio. Ella dio un paso tembloroso en su dirección.

-Yo... Yo... No sé cómo...

Él alzó una mano y volvió a sonreírle. -Eres la mamá que nunca tuve, Boramin, gracias.

Bo Ram al final lloró y lo abrazó. Minseok apretó los labios para no terminar igual que ella.

Maldito Sehun rompe corazones...

-Eres oro, Minseok.- Le murmuró. -Quien sea que logre alcanzar tu alma, lo tendrá todo.

Sí, bueno... -Gracias, preciosa.

En ese momento entraron por la puerta. Largó un gran suspiro y agitó los hombros para recomponerse un poco, entonces se giró con una gran sonrisa.

-¿Kyunggie?

Ah, pero no era Kyungsoo quien entraba, sino Sehun.

Se quedó tan tieso que fue hasta gracioso. No creyó que verlo otra vez le causaría gran cosa, demonios, lo conocía desde hacía años, había vivido con él, y sin embargo... Ahí estaba como el idiota más grande. Inesperadamente, toda la conmoción se le borró cuando vio que llegaba solo. Ladeó el rostro para ver si había alguien tras él, pero no.

-¿Qué es esto?

-Ah... Yo quería saber cómo estabas.

No, querías saber si todavía sigo contigo.

En serio, ¿cuándo iba a aprender? Lo conocía como la palma de la mano, por más de que quisiera ocultarse, siempre lo encontraría. Sehun lo estaba subestimando. En esos momentos él había hablado lento y por lo bajo, en un murmullo inentendible, Bo Ram se había hecho hacia delante para poder escucharlo bien, pero para Minseok había sido claro. Así hablaba cuando tenía miedo. Vio cómo se removía en el lugar ante su silencio y supo también que estaba nervioso. Si no se equivocaba ahora comenzaría a...

Sehun comenzó a mordisquearse los labios.

Estaba ansioso por la respuesta... Tan fácil de leer.

-¿Dónde está Luhan?- No pensaba contestarle su pregunta indirecta, no era una opción.

-Él, ah...- Rascó su cabeza, desviando la mirada. -Acordamos que primero arreglaría algunas cosas antes de volver a vernos.

-Eh...- Sonrió de medio lado, lo sabía, Luhan siempre había sido la mejor opción.

Sehun miró fijamente las maletas esparcidas por todo el suelo de la recepción, lo oyó trastabillar mil veces antes de largar algo coherente.

-Entonces... ¿Esto es lo que decidiste?

Minseok suspiró. Le encantaría poder hacerse a un lado por completo, pero eso sería una estupidez inconmensurable. Se le acercó y le palmeó un hombro de forma amistosa, procurando sonreír un poco para no volverlo todo un lío más grande.

-Oye, quita esa expresión de pánico de tu cara, no te dejaré, Hunnie Hunnie.

Este lo miró con un ceño fruncido de inquietud, puro recelo brotando de sus poros. Minseok suspiró y alzó el dedo meñique.

-Contigo para siempre, ¿lo recuerdas?

Sehun pareció menos tenso cuando lo miró a los ojos, tardó un buen rato, pero a pesar de eso Minseok no retrocedió. Alzó su meñique y lo enrolló en el de él, sonriendo un poco. Minseok se separó después de unos segundos y se señaló con altanería.

-Además, ¿cómo podría irme de tu vida sin más cuando le has rogado de rodillas a mí, el gran Kim Minseok, que se quedara a tu lado?

-Jamás me he puesto de rodillas.

-Pues, ya podrías ir haciéndolo, desagradecido.

Ambos rieron y se quedaron viendo un buen rato.

-Siempre fue así, ¿sabes? No importaba lo lejos que estuvieras, en qué continente te encontraras, yo siempre estuve seguro de que volverías a verme.- Minseok habló con una suavidad nueva, nunca pensada. -Ahora es igual. Ya no viviremos juntos, pero eso no quiere decir que te abandone, yo siempre estaré aquí para ti, Sehun.

-Como fue siempre...

Asintió una vez. -Como fue siempre.- Aclaró la garganta. -¿Y bien? ¿Qué sigue en la lista?

Sehun agachó la cabeza.

-Quiero... Visitarlos. Hace mucho no voy al, ah, cementerio.

-Ya veo...- Se cruzó de brazos y lo analizó. -¿Qué te parece si los visitas con él?- Él lo miró con los ojos agrandados, como si no se le hubiera pasado por la cabeza semejante opción. -Vayan juntos, será catártico.

Antes de que Sehun pudiera opinar sobre el asunto, Bo Ram abrió la puerta tras ellos, habían tocado y nunca oyeron. Entró Kyungsoo.

-¡Kyunggie!- Minseok pasó a Sehun con una gran sonrisa. -Te estaba esperando.
Kyungsoo miró las maletas en el piso. -¿Qué es esto?

-¿No te dije? ¡Me voy!- Dijo con toda la naturalidad posible.

Sin embargo eso no mitigó la sorpresa y tristeza que invadieron las facciones de todos los allí presentes. Kyungsoo, que ya había ingresado con una nube negra cerniéndose sobre su persona, pareció tanto confundido como dolido cuando le frunció el ceño sin palabras. Sabía lo que eso significaba, era de las pocas personas con las que trataba.

-Min...

-¡Quita esa cara, hombre!- Le dijo de forma escandalosa en lo que le palmeaba la espalda con fuerza. -¡Algún día pasaría! Bien, ¿a qué debo tu honor antes de la fecha límite? ¿Quieres asegurarte de que los manuscritos están siendo escritos?

-Ah, no.- Kyungsoo parpadeó e intentó recomponerse. -Quiero darte noticias, ¿podemos hablar en el salón?

-Huy.- Minseok se alejó, posándose una mano sobre el pecho. -No me asustes, ¿es terminal, Meredith?

Kyungsoo le sonrió sin muchas fuerzas y le hizo señas con la cabeza en dirección al salón más pequeño. Minseok sabía que algo raro pasaba, pero no lograba adivinar qué. Se sentaron enfrentados y Kyungsoo negó con amabilidad la taza de té o café que le ofreció Bo Ram; acto seguido, estuvo removiéndose en el lugar sin descanso y sin mirarlo. Minseok alzó una ceja.

-A ver, Kyung...

-No, aguarda.

Reprimió un suspiro y lo vio mentalizarse con una mano en su pecho. Lo que sea que quisiera decirle, debía ser importante.

-Hace... Hace tiempo que he estado escribiendo mi propia novela, tú lo sabes.

El rostro de Minseok se tornó pétreo de un momento a otro.

-Sí.- Asintió lento.

-Y...- Kyungsoo se frotó la nuca cuando vio a través de la ventana. -Creo que ya va siendo hora de presentarla a edición.

Ahora ahogó una gran respiración, procuró no hacerlo evidente. Aquello que le estaba diciendo sólo significaba una cosa, pero no era capaz de formular la idea en la cabeza. Le daba miedo. En su lugar, Kyungsoo lo ayudó volviéndolo real: lo miró a los ojos con valor.

-Dejaré de editar a fin de mes, Min.- Dijo su voz suave, intentando mitigar el impacto. -Así que lo último que me des para esas fechas, será lo último que corrija para ti.

Santo cielo... Se dijo que actuaría normal, que sonreiría y lo dejaría sin más ceremonias, pero no era capaz de curvar las comisuras de los labios hacia arriba. Le era imposible tomar con naturalidad el hecho de que Kyungsoo ya no estaría ahí para él cada fin de mes. Más que su editor, era su amigo, y no creía poder confiar sus letras a nadie más como se las confiaba a él. Sólo se lo quedó viendo en silencio con una fijeza imperturbable, parecía que no tenía nada que decirle cuando en realidad sólo estaba enfocado en repetirse el mantra "no llores, no llores, no llores" mil millones de veces.

Ugh... Maldita susceptibilidad.

-Iré a una editorial hermana.- Comenzó a hablar Kyungsoo como de costumbre, enroscándose en algunas palabras. -Sólo si me aceptan como escritor, claro. En ese caso, ah, comenzaré... Me dijeron que esto no era necesario, te enviarían un aviso sobre el cambio, pero yo... No podía irme así sin más, tenía que verte y... Ugh, no llores, idiota.- Murmuró con la voz quebrada y los ojos acuosos.

-¿Eh?- Minseok elevó una mano y se descubrió las mejillas mojadas, bastante atónito. ¿Cuándo había empezado a...? -Kyunggie...- Lloriqueó como un niño. -Lloro porque estoy feliz por ti, bobo, no llores también.

-Eso te digo a ti, bastardo torturante.- Gimió, fregándose el rostro enrojecido. -¡Te voy a extrañar, eres tan odioso, pero te quiero!

-¡Yo también te quiero!- Tomó una trémula respiración y le sonrió. -Estoy seguro de que te aceptarán de cabeza, eres talentoso y trabajador, llegarás lejos.

-¡Cállate, cállate!- Lloró con un brazo sobre los ojos.

Minseok se mordió el labio, algo temeroso. -Esto... ¿Seguiremos siendo amigos?

Kyungsoo sorbió sonoramente por la nariz, secándose el agua salada. Le sonrió. -Por supuesto que sí, sunbae-nim.

Le chasqueó la lengua. -No te des aires, aún sigues siendo mi editor por unas cuantas semanas.

Kyungsoo rio, un sonido torpe. -Necesitaré de tus consejos.

-El gran Kim Minseok no revela sus secretos.

Resopló. -Eres pedante hasta el final.

Se rieron más calmos, viéndose a los ojos.

-Gracias por todo hasta ahora, Do Kyungsoo ssi.- Le sonrió enorme a pesar de seguir llorando, no quería que lo dejara con una expresión tan triste. -Si estoy aquí, es por ti.- Su expresión decayó un tanto. -Hubiera deseado que siguieras conmigo para siempre, pero estás en todo tu derecho de seguir tus sueños.

Kyungsoo llegó hasta su lado y se sentó para abrazarlo fuerte. En todos los años que se conocían, era el primer abrazo que compartían a pesar de ser más amigos que compañeros de trabajo, y Minseok no pudo evitar pensar que era triste que fuera uno de despedida.

-Volveremos a vernos, aún tengo que recoger tus manuscritos.- Dijo en la puerta, a punto de irse.

Minseok le sonrió desde el rellano. -Te prometo hacerlo bien para que te retires sin problemas.

-No, no lo harás.

-Ah... Qué poca fe tienes en el mundo, Kyunggie.

-Es porque tú me has quitado al menos veinte años de vida.- Terció, dándole un golpecito en la frente con un dedo. -Después de eso, te volveré a ver, Min.

-Tenlo por seguro. Gracias otra vez.

-No, gracias a ti.- Postuló con sinceridad, y luego de eso se fue.

Minseok suspiró y cerró la puerta, ya sin fuerzas. La vida le estaba dando un vuelco de trescientos sesenta grados frente a los ojos y sólo era un espectador. No pudo retrasar el inminente rechazo de Sehun, tampoco cortarle las alas a Kyungsoo de forma egoísta... Sólo podía dejar pasar y ya. Era frustrante, sólo le quedaba vivir conforme el tiempo pasaba.

-Lo siento.

Se giró a ver a Sehun. Estaba de brazos cruzados más allá, haciendo uso de su repentina timidez.

-No.- Le contestó. -Está bien, perdí a un editor valioso, mas no a un amigo. ¿Te irás ya?

Él asintió quedamente.

-¿Lo buscarás?- Preguntó por lo bajo, juntando las maletas.

-Sí... Creo que ya puedo hacerlo.

Escucharon los bocinazos de un auto, el taxi había llegado. Minseok se puso de pie y rebuscó en la mochila pequeña que llevaba y en donde cargaba lo indispensable a tener a mano, sacó una hoja amarillenta y bastante arrugada, tenía aspecto desmejorado, pero aún podían leerse en ella algunos párrafos en tinta negra. Se la extendió, Sehun la tomó lentamente y la leyó con curiosidad.

-Desiderata...

Los recuerdos le llovieron como una cascada de torrente salvaje e irrefrenable. Días de escuela interminables, el sonido de un piano de fondo ambientando la amistad germinante entre dos muchachos solitarios, el sol entrando por los vidrios, el viento moviendo las cortinas en una caricia gentil... Años idílicos, sin preocupaciones.

Abrió la boca para decir algo cuando levantó la vista, pero Minseok ya estaba parado en el recibidor, a un paso de la vereda.

-¡Ahora te toca a ti, Sehun! ¡Procura ser feliz!

Y así como había entrado en su vida de sopetón, sin permiso y como el huracán que era, Minseok desapareció.

Pero no cerró la puerta cuando se fue.

******

Luhan salió a la calle.

Aquella primavera estaba siendo especialmente calurosa. Todavía le sorprendía el contraste con el congelante invierno que había pasado... Creía que era el primero que vivía en el país, de repente todas las cosas vividas se habían diluido como la pintura bajo mucha agua, dejando ríos acuosos de colores llenos de nostalgia. Los viajes hechos junto a sus padres ya no le parecían tan calurosos de recordar, más bien le eran ajenos. Con el tiempo había comenzado a sentir que nunca había conocido a esas personas en realidad.

Todo su pasado había quedado en un segundo plano. En su mente sólo había una cosa, y esa cosa era Sehun.

Se preguntaba cuánto más tardaría en volver. Sólo había sido unos cuantos días desde que se había ido con la promesa de regresar. No le había llamado ni enviado mensajes, no había intentado comunicarse, habían acordado estar totalmente separados por el momento, por eso mismo estaba ansioso. Se preguntaba constantemente, cada noche, si estaría bien, si habría logrado algo, si habría hablado con Baekhyun, qué habría pasado con su primo... Como estaba demasiado nervioso, esperar en casa sin hacer nada no era una opción, así que se había animado a salir.

Había visitado a Jyu Ni, necesitaba su ayuda. Ella lo había recibido con tanta felicidad que pensó que había sido una buena decisión pasear. Tener la mente ocupada en Sehun y sus asuntos le había recordado la promesa que le había hecho a Baekhyun tiempo atrás: volver a hacer que tocara el piano en público.

No sería fácil y tampoco tenía muy en claro cómo lograrlo, no sabía absolutamente nada de música y, a diferencia de Baekhyun o Minseok, no había vivido junto a él en las épocas esplendorosas de su carrera, escucharlo en la mansión no le bastaba, pero algo se le había ocurrido. Algo un poco loco, mas no imposible. Si no podía encargarse por sí mismo, quizás otra persona importante en su vida ayudaría. Esperaba que reaccionara.

Claro, si volvía a verlo. Cosa que no dudaba, pero que estaba ansioso por hacer pronto.

Lo echaba de menos...

Estaba soleado y fuera la gente iba de aquí para allá. Se paró en la acera y dejó que la suave ventisca ligeramente tibia le diera en el rostro, revolviéndole los cabellos. Observó desde donde estaba a todas las personas que le pasaban cerca, sorprendiéndole lo mucho que había cambiado. Antes se hubiera echado a llorar estático por encontrase en un lugar concurrido, y aunque aceptaba que no estaba del todo cómodo, al menos podía lidiar con el hecho de estar rodeado de desconocidos.

Se sonrió y decidió caminar hasta el departamento de Yixing, hacía un día precioso después de todo y no conocía del todo la ciudad aún; desde que había llegado, se la había pasado encerrado. Descubrió que había un parque no muy lejos, lo vio cuando iba de camino hacia casa de Jyu Ni. Era bonito y muy verde, se regocijó ante la idea de pasar algún tiempo allí con Sehun. Podrían llevar comida y almorzar allí, o alguna cursilería parecida que le encantaría hacer aunque le avergonzara. Nunca había tenido un novio (o una novia) así que estaba ansioso por hacer muchísimas cosas.

Se frenó frente a una regalería, dejando de lado un momento la lista imaginaria de actividades que tenía planeadas hacer con Sehun, y pensó que estaría bien hacerle un obsequio a Yixing. Este lo había salvado y lo cuidaba muchísimo también.

Estaba considerando qué podría darle cuando un sentimiento extraño le hizo fruncir el ceño. Volteó y se encontró a un tipo viéndolo con un cigarrillo en la mano.

-Oye,- Le dijo. -¿Tienes fuego?

Corre.

Negó quedamente, sin poder dejar de verlo. -No.- Murmuró.

¡Corre!

Le hizo una reverencia y comenzó a alejarse con paso rápido, cuando estuvo lejos por un par de cuadras, miró hacia atrás sin aliento y descubrió que nadie lo seguía. Se permitió relajarse, pero no por mucho. Estaba lleno de gente que iba y venía, no estaba completamente seguro.

Ve a lo de Yixing. Escóndete ya.

Las palabras que le dijeron los oficiales la última vez que los vio lo recorrieron como un rayo y le hicieron temblar de pies a cabeza: "manténgase oculto por el momento hasta que den con una pista factible de los posibles culpables", habían recomendado. Ya se conocía a los culpables y el panorama era el peor: estaban sueltos, prófugos. Demonios, no tendría que haber salido. Tomó una gran respiración y prácticamente comenzó a trotar, viendo hacia todos lados como un neurótico. Pero no lo era. Sabía que algo malo rondaba, lo había percibido hasta los huesos. Tenía que llegar al apartamento, tenía que mantenerse a salvo.

Sehun... Pensó. Sehun, Sehun, Sehun. Repitió mil veces para sus adentros.

¿Por qué estaba pensando en él de repente y de aquella manera? Agitó la cabeza y se enfocó en respirar con normalidad; nada sucedería, tenía que verlo una vez más, tenían que ir al parque, tenían que comer cosas deliciosas, quizás algún día podría llevarlo a su país para mostrárselo y recorrerlo juntos. Tenían que hacer el amor una vez más, tenía que decirle que lo amaba.

Tenía que verlo tocar frente a una multitud.

Una cuadra. Una cuadra y llegaría al apartamento.

Pero otro tipo salió de la nada frente a él a unos metros y comenzó a caminar en su dirección. Luhan dobló al instante y sin perder un segundo cruzó la calle a la mitad, sin preocuparse por los autos que pasaban; le tocaron bocina, pero sólo corrió sin mirar atrás y sin pensar claramente.

El parque, el parque, el parque.

Debía rodearse de gente, rápido. Sentía el sonido de la respiración en los oídos y su mirada era desorbitada en lo que buscaba un lugar remotamente seguro. Odiaba no contar con ningún celular, tenía que llamar a alguien pronto, a Sehun a Yixing, quien sea. Enfocó la zona de juegos no muy lejos, estaba lleno de niños y padres, allí podría respirar hasta que alguien lo ayudara a contactar a la policía. Aumentó el paso un tanto más justo cuando alguien lo frenó tomándolo por el cuello de la camiseta.

-Quieto.- Le susurraron al oído.

Luhan gruñó y comenzó a forcejear, al menos hasta que sintió el frío duro del metal de un arma presionando contra la espalda y se quedó tan quieto que fue perturbador.

-Sígueme en silencio o te vuelo los sesos aquí mismo.- Volvió a decirle su voz densa.

De sólo oírlo, sentía que todo el interior se le llenaba de oscuridad.

Lo empujó y le hizo caminar lejos de la multitud. Echó un último vistazo a su oasis de salvación antes de ir hacia un lugar desierto. Deseó con todas las fuerzas que alguien se haya dado cuenta de lo raro que se veía aquello y corriera a ayudarlo. Si no lo hacían, muy probablemente moriría ese mismo día. El parque era enorme y tenía amplias áreas pobladas de frondosos árboles y arbustos altos, algunos habían florecido y otros aún sufrían el asalto del invierno, pero era un lugar desolado. La gente solía ir a la zona de juegos y mucho más allá, donde había mesas para descansar y comer.

El tipo que lo amenazaba desde atrás desapareció repentinamente, Luhan estaba tan alterado que ni siquiera lo notó, pero antes de lograr reaccionar volvieron a atraparlo por la espalda y lo ahogaron con una mano contra la boca. Los ojos desorbitados le fueron cubiertos por otra. Sintió su respiración rancia y superflua en la nuca.

-Te dije que volveríamos por ustedes.- Habló su idioma.

Luhan volvió a quedarse estático. Esa voz... Esa voz era la que tanto le había atormentado la consciencia durante años, la que escuchaba cada vez que se dormía: Gao Yuan, tuvo la certeza exacta, aquello no podía olvidarse. Esperó quedarse paralizado por la ceguera y la mudez ahogante e inducida, pero en su lugar fue sorprendido por los recuerdos de la noche tan grandiosa en la que Sehun lo había imposibilitado totalmente, haciéndolo todo más excitante y memorable... Sí, aquello tampoco podía olvidarse. Un único pensamiento lo invadió cuando se llenó de una cólera atosigante.

No. No hoy, no ahora.

No supo si fue la adrenalina del miedo, pero abrió la boca y le mordió la mano tan fuerte que creyó dejarlo sangrando. El tipo lo soltó al instante con una maldición y Luhan comenzó a correr hacia el área concurrida como si su vida dependiera de ello... Lo hacía. Hizo unos cuantos metros cuando sintió que lo reducían, lanzándolo al suelo con tanta fuerza que la cabeza le dio mil vueltas cuando golpeó en seco contra la dureza. Dos hombres lo pusieron de rodillas antes de golpearlo en el estómago, dejándolo sin aire, y propinarle un puñetazo en la mandíbula, haciéndole escupir sangre. Y sin embargo siguió luchando, forcejeando con fuerza titánica y haciéndolos titubear.

-Es resistente.- Gruñó uno.

-La última vez tuvimos que cogerlo entre tres, ¿no te acuerdas?

-¡No hay tiempo para eso!- Dijo otra de las voces, presa del pánico. -¡Tardó dos semanas en salir!

Luhan gruñó en lo que se calmaba un poco para evaluar la situación: en total había tres hombres grandes, dos lo mantenían de rodillas en el suelo sosteniéndolo por los brazos y otro, el de cabeza afeitada y altura considerable, estaba de pie frente a ellos. Gao Yuan, su secuestrador. Notó entonces que todos estaban frenéticos, no ostentaban la calma psicótica de la que habían hecho uso para llevárselo la última vez. Mantuvo en mente eso. Vio cómo uno de los tipos que lo apresaban le lanzó al calvo un arma de fuego después de llamarlo "jefe".

-¡Rápido, Gao! ¡Ya casi están aquí!- Apremió con dureza.

Este levantó el arma con una lentitud mortal y apuntó a la cabeza de Luhan sin titubeo alguno.

-Terminaré lo que empezó hace años.- Postuló antes de cerrar un ojo.

Puso un dedo sobre el gatillo.

-¡Aguarda- Gritó Luhan en mandarín para que lo entendieran.

Asombrosamente, se detuvo. Ahora estaban mirándolo con fijeza. Luhan temblaba y el corazón nunca le había ido tan rápido, lo único que le dictaba la consciencia era que debía hacer algo, lo que fuera. Los secuestradores estaban nerviosos y anticipaban la llegada de algo, no sabía qué, pero eso les estaba nublando el juicio, lo percibía. Haría tiempo. No sabía si funcionaría, quizás sólo extendería su vida cinco míseros minutos más, pero no iba a morirse sin pelear. No esta vez. Tragó saliva con la garganta seca, sin desviarle la mirada de los ojos al hombre que le había arruinado la vida una vez y pretendía acabarla ahora.

Ni loco le daría el gusto de saber que era temido. No era nada.

-¿Por qué?- Susurró sin aliento. -¿Por qué mataste a mis padres? ¿Por qué me quieres a mí?

El otro bajó el arma un momento y Luhan se permitió respirar.

-¿Por qué?- Le sonrió de medio lado de forma macabra. -Esas dos mierdas jodieron conmigo, nadie se ríe de mí.

-¿Qué hicieron?

-¿Me dirás que no lo sabes?

Luhan se mojó los labios resecos con la lengua y negó de forma casi imperceptible. Estuvo a punto de decir "lo juro", pero ¿cómo iba a jurarle a un criminal internacional? El tipo seguramente se limpiaba el trasero con la honestidad.

-Bueno, da igual, dormirás con una bala entre los ojos dentro de un minuto.- Se encogió como si estuviera hablando del clima. -Papi y mami eran grandes apostadores, incluso antes de que nacieras. Intentaron resguardarte, pero los vicios siempre son más fuertes. La última vez tu padre tuvo el mal atino de estafarme y lo pagaron todos.- Lo miró con más odio que nadie nunca. -El primer secuestro fue para recuperar lo que nos robaron, pero se pasaron de listos y se quedaron con todo.

-¡Ya los mataste! ¿¡Qué más quieres!? ¿¡Qué quieres de mí!?- Le gritó con la garganta sangrando.

-Por culpa de un crío asqueroso como tú todo se fue al infierno.- Escupió. -Tendría que haberte degollado el día que te dejamos tirado, hubieras muerto en silencio y miserable, la mierda que eres.

-No hay tiempo.- Volvió a advertir uno de los otros, viendo su alrededor con inquietud.

-No importa.- Dijo su jefe, una calma escalofriante. -Si me voy a quemar, este hijo de puta se irá conmigo.

Luhan sólo podía pensar en sus padres. De la nada comenzó a recordarlos: siempre habían sido buenos, le habían dado cariño, habían procurado que estudiara. Siempre le habían advertido que ese era el mejor camino. Y mientras tanto por detrás se codeaban con tipos como estos... ¿Cómo iba a saberlo? ¿Cómo era posible? Ya no entendía nada del mundo. Nada.

Gao Yuan volvió a alzar el arma, lo apuntó.

Suspiró y miró al cielo... Ya no le quedaba más por hacer, cualquier cosa a esas instancias sería en vano. ¿Así iba a terminar su vida? ¿Tan rápido? Justo cuando empezaba a creer que realmente merecía algo bueno, cuando empezaba a creer que todo estaba acomodándose y marchando sobre ruedas... Al parecer allí arriba no lo querían mucho. Pronto volvería a ver a sus padres, escucharía sus explicaciones. ¿Conocería también a los padres de Sehun?

Sehun...

Los ojos se le llenaron de lágrimas y comenzó a gimotear como un bebé. Caudales se derramaron sobre sus mejillas cuesta abajo.

Lo siento, Sehun.

Y un disparo hizo eco en el silencio aislado del parque.

Para los que les interesa, el poema del que habla Minseok realmente existe y su historia es verídica. Se lo dejo por si les da curiosidad, dicen que sus consejos te guían a la felicidad:

Camina plácido entre el ruido y la prisa,
y recuerda que la paz se puede encontrar en el silencio.
En cuanto te sea posible y sin rendirte,
mantén buenas relaciones con todas las personas.
Enuncia tu verdad de una manera serena y clara,
y escucha a los demás,
incluso al torpe e ignorante,
también ellos tienen su propia historia.
Evita a las personas ruidosas y agresivas,
ya que son un fastidio para el espíritu.
Si te comparas con los demás,
te volverás vano y amargado
pues siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú.
Disfruta de tus éxitos, lo mismo que de tus planes.
Mantén el interés en tu propia carrera,
por humilde que sea,
ella es un verdadero tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos.
Sé cauto en tus negocios,
pues el mundo está lleno de engaños.
Pero no dejes que esto te vuelva ciego para la virtud que existe,
hay muchas personas que se esfuerzan por alcanzar nobles ideales,
la vida está llena de heroísmo.
Sé tú mismo,
y en especial no finjas el afecto,
y no seas cínico en el amor,
pues en medio de todas las arideces y desengaños,
es perenne como la hierba.
Acata dócilmente el consejo de los años,
abandonando con donaire las cosas de la juventud.
Cultiva la firmeza del espíritu
para que te proteja de las adversidades repentinas,
mas no te agotes con pensamientos oscuros,
muchos temores nacen de la fatiga y la soledad.
Sobre una sana disciplina,
sé benigno contigo mismo.
Tú eres una criatura del universo,
no menos que los árboles y las estrellas,
tienes derecho a existir,
y sea que te resulte claro o no,
indudablemente el universo marcha como debiera.
Por eso debes estar en paz con Dios,
cualquiera que sea tu idea de Él,
y sean cualesquiera tus trabajos y aspiraciones,
conserva la paz con tu alma
en la bulliciosa confusión de la vida.
Aún con todas sus farsas, penalidades y sueños fallidos,
el mundo es todavía hermoso.
Sé alegre.
Esfuérzate por ser feliz.


P.D.: no me odien aún (?).

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top