XVIII
Mientras volvían a casa el ambiente dentro del auto ya no se sentía tan bonito como antes.
Al momento de salir habían estado emocionados por pasar el día juntos haciendo nada, pero ahora rondaba un frío silencio, como si ninguno quisiera abrir la boca porque sabían que ciertos temas poco convenientes saldrían a la luz. Al menos, eso creía Luhan de Sehun, porque a él no le molestaría para nada tratar tales asuntos. Cuando estaban a pocos minutos de llegar a la mansión, decidió lanzarse al agua sin saber qué encontraría allí.
-Creo que el mito de la montaña fue bonito.- Comentó.
-Mm.- Sehun no parecía interesado.
Lo vio de soslayo y carraspeó. -Creo en lo que dijo la nana Dong.
Ahora lo vio hacer una mueca. -Los mitos son eso, mitos, Luhan.
-Lo sé, pero no hablo de la historia en sí, sino de todo lo que acarrea.- Al ver que no le decía nada, continuó. -Hablo de los conceptos y de la idea de que todos tenemos a alguien con quien complementarnos... Eso.
-Pues, eso pasa sólo en las ficciones.- Aseguró el mayor. -Te aseguro que la vida real dista mucho de algo tan idílico y perfecto.
Luhan infló las mejillas porque ahora se estaba metiendo indirectamente con su edad y la poca experiencia que tenía en comparación suya, que era una realidad. Le molestaba porque no podía rebatirle nada en ese aspecto.
-No creo que sea algo perfecto.- Dio su punto de vista. -No es como si la primer persona de la cual te enamoras en la vida sea la indicada. Cuesta mucho encontrarla, al final no es algo fácil.
Sehun estacionó en el garaje. -¿Y tú crees que allí afuera hay alguien esperándote?
A Luhan le dolió que diera por sentado tan simple y llanamente que él ni siquiera era una posibilidad en su vida, pero bueno, tampoco tenía mucho sentido en su cabeza así que volvió a callar por conveniencia.
-Claro.- Alzó la mirada con altanería. -Y para ti también va. Todos tenemos a alguien.
Sehun rio de mala gana, un sonido tosco y lleno de ironía. Salió para dar la vuelta y dirigirse a la puerta de entrada. Luhan lo siguió casi echando humo.
-¿Por qué?- Pinchó. -¿Es que acaso piensas que todo lo que digo es una tontería?
-Pues...
Luhan jadeó, indignado. -No me trates como a un iluso.
-No lo hago, pero tienes que aceptar que todo en lo que tú crees es demasiado... bueno para ser real.
-Suena a que te has rendido con todo.- Entraron a la casa casi trotando.
-¿Y qué?- Le espetó Sehun, perdiendo la paciencia. -¿A ti qué más te da, Luhan? Cada uno de nosotros se encarga de cargar con esto llamado vida a su manera.
-¿Cargar? Detente.- Lo sostuvo de un brazo y lo hizo parar en mitad de la recepción. -La vida es lo que haces de ella, nada está predestinado.
-Oh, ¿entonces sólo esa tontería del alma gemela es verdad? ¿El resto no?
Luhan se retrajo. -Es diferente...
-No entiendo cómo.
Lo soltó y suspiró. -¿Cómo explicas la energía extraña de la montaña? No intentes convencerme de que no sabes sobre eso, te vi reaccionar a ella.
Sehun tomó sus cabellos en una mano. -Eso... Tiene algún otro tipo de explicación, estoy seguro.
-¿Cuál?
Lo miró con muchísimo malhumor. -Toda esta conversación está bordeando lo ridículo.- Se dio la media vuelta para encaminarse hacia las escaleras, pero Luhan volvió a detenerlo.
-Esa es una manera de decir que yo soy ridículo.
-¡Oh, vamos! No puedo creer que creas en toda esa cursilería. ¿Entonces qué? ¿Nosotros somos algo así como almas gemelas por habernos besado en Navidad?- Rio con sarcasmo. -¿Qué si lo hubiésemos hecho unas horas más tarde? No tiene sentido y es estúpido, acéptalo.
Un segundo después de decir tales palabras, se arrepintió totalmente. Se arrepintió porque el rostro de Luhan no sólo había parecido decepcionado, sino también triste. Había vuelto a herirlo como el imbécil que era. Lo habían acorralado de tal manera que su exasperación hizo ebullición y reaccionó sin pensar. Entreabrió los labios y estiró una mano para tocarlo, pero él se alejó.
-Luhan, yo...
Entonces recibió una fuerte patada en la espinilla.
-¡Desaparece, idiota!
Luhan salió corriendo escaleras arriba mientras Sehun se sentaba entre quejidos sobre un escalón y frotaba el lugar adolorido. El sonido de la puerta de la habitación cerrándose con todo retumbó por la estancia con un eco. Desde su lugar en el salón más grande, Minseok bebió un largo sorbo de té rojo y lo disfrutó como nunca. Ah... Amaba el té de las tardes. Se giró hacia el ama de llaves que, ante la discusión nada disimulada de los otros dos, se había quedado clavada en el lugar después de llevarle la bebida.
-Mira bien, Boramin, su primera pelea de casados.- Bromeó.
-¿Estarán bien? Nunca los vi así a ninguno de los dos.- Mencionó ella con preocupación mientras retorcía un trapo entre las manos.
-No te preocupes. Luhan es un chico demasiado directo y sincero con lo que siente y en este momento está enfadado, por lo que no pudo evitar hacer lo que hizo.- Dio otro sorbo. -Pero también es muy inteligente y benévolo, por lo que acabará perdonando a Sehun... Porque, claro, Sehun tiene la culpa de lo que sea que haya pasado entre ellos. Naturalmente.
Luhan se quedó sentado en el suelo en medio del cuarto abrazándose y con una sonrisa incrédula en los labios... ¿Qué...? ¿Qué acababa de hacer? ¿Acaso había pateado en la espinilla a Sehun? Hundió el rostro entre las piernas con un gemido. Aquello había sido el colmo de la estupidez, ¡cómo pudo ocurrírsele semejante reacción! Pero había estado tan enojado de un momento a otro... Sehun era un tonto. Había sido descortés e intolerante, ¿acaso no había podido ser un poquito más sutil a la hora de expresar su desacuerdo? Siempre era tan rotundo e hiriente, con su hermana Luda había pasado igual. Y de todas formas, no se creía idiota ni un ridículo. ¿Quién era para tratarlo de esa manera? ¿Por qué mejor no... no...?
¿A quién quería engañar?
La única razón por la cual estaba así de enojado era porque él había dado por hecho que ellos no tenían nada profundo en común. Y ni siquiera estaba tan enfadado, más bien era la angustia de saber que aquellos besos no significaban nada especial y que todos sus gestos eran superficiales. Que cada caricia y cada abrazo, cada muestra de preocupación, había sido guiada por un sentimiento diferente a los que había creído. Podría haber sido lástima o consideración, Sehun era alguien demasiado cortés después de todo. Se le ocurrían mil posibilidades y ninguna le gustó, ninguna le satisfació y se sentía muy tonto.
Tonto e ingenuo. Casi como engañado.
Aunque sabía muy bien que el único que se había engañado solito había sido él y sólo él.
Ese último comentario cargado de un sarcasmo horripilante... "¿Nosotros somos algo así como almas gemelas por habernos besado en Navidad?"... ¿Tan tonto había sido de animarse al escuchar las coincidencias que había relatado la anciana? ¿Tan tonto había sido creer aunque sea un poquito? Sehun ahora le hacía sentir de esa manera, como un tonto.
Cuando la noche cayó y se lo comió todo, esperó a que todos se fueran a dormir para salir de la habitación. Fue a parar una vez más frente a la puerta de Sehun. No sabía muy bien qué esperar porque este se dormía siempre temprano, así que aunque llamara seguramente nadie le respondería. Con esos pensamientos tocó la madera con un par de golpecitos; aguardó diez segundos eternos y contados y prefirió rendirse, así que se dio la media vuelta, sin embargo la puerta se abrió detrás y volteó para verlo.
Ambos se observaron en silencio un buen rato.
-Yo...
-Realmente lo siento.- Se adelantó y le hizo una reverencia de noventa grados. -No sé en qué estaba pensando antes.
Sehun lo miró en silencio, él no se atrevió a verlo a la cara por vergüenza.
-Depongo mi actitud, fui demasiado infantil.
-Yo también lo siento.
Aquello lo tomó por sorpresa, así que levantó la cabeza para verlo. Este parecía apenado también.
-Yo fui rudo. Ya sabes que me cuesta un poco expresarme con suavidad, perdóname por haberte hecho sentir mal. Me arrepiento.
Sí... Sehun naturalmente se disculparía, aun si no iba aquella misma noche a verlo, lo haría al otro día por su propia cuenta. Porque Sehun era muy amable, porque Sehun siempre pensaba en en el otro, porque Sehun tenía modales excepcionales. Claro. Entendió con amargura que él se estaba disculpando por la forma en la que se expresó, pero no retrocedía en sus palabras. ¿Y qué esperaba? ¿Que cambiara de opinión en unas cuantas horas por arte de magia? ¿Sólo para complacerlo?
Le sonrió con tristeza.
-Está bien, ya no importa.
Sehun frunció el ceño porque sabía que no estaba bien y que sí importaba. Ah... Luhan a veces odiaba que fuera tan perceptivo. Intentó acariciarle el rostro con aquellos dedos gentiles, pero se corrió antes de que pudiera tocarlo. ¿A qué estaba jugando? No seguiría siendo el mismo después de todo lo que le había demostrado. Dio un paso hacia delante muy inquieto y quiso meterlo entre sus brazos, pero Luhan lo frenó.
-¿Qué planeas?- Le habló en un tono completamente natural. -Dejémoslo, ¿sí?
Después de darle otra corta sonrisa, se dio la vuelta y se fue, encerrándose en su habitación. Estaba cansado y quería hundirse en la cama mullida y caliente.
Esperó inconscientemente a que tocaran la puerta, pero esto nunca pasó.
******
Al día siguiente se encontraron cara a cara a punto de ingresar al salón. Sehun abrió la boca para decir algo, pero Luhan lo ignoró y entró seguido de él. Ocupó el sillón más grande e, inesperadamente, Sehun se sentó a su lado. Se sonrojó de inmediato porque le fue imposible ignorar el hecho de que él siempre se sentaba solo y ahora en cambio estaba a su lado, como si lo considerara... Agitó la cabeza con fuerza y se obligó a deshacerse de tales pensamientos innecesarios. No, señor. No sería más un niño ingenuo y crédulo.
Apretó los puños sobre las piernas y con actitud altiva, aguardó en el lugar fingiendo calma. Sehun se mantuvo leyendo uno de sus libros con indiferencia.
Al cabo de un par de minutos apareció Bo Ram con un cuenco de frambuesas rojas frescas, y el rostro se le iluminó con una sonrisa enorme. Ni bien le agradeció comenzó a comer con ganas porque aquella era su fruta favorita. Recordaba haberle pedido al ama de llaves meterlas al carrito cuando fueron de compras. Anoche se había saltado la cena y como se había dormido tarde, se había saltado el desayuno por la mañana, así que estaba hambriento. Después de un rato engullendo, toda la boca y la punta de los dedos estaban teñidos de rojo por el jugo de las frambuesas. Sehun no pudo ignorarlo mucho tiempo más.
-Ya te dije, eres como un niño pequeño.- Le terció mientras sacaba un pañuelo celeste de su bolsillo y le limpiaba la boca sin ningún permiso.
Luhan se quedó tan pasmado por la acción que sólo se dejó hacer. Cuando reaccionó, lo miró con muchísimo malhumor y bochorno mientras masticaba la última frambuesa que se había metido a la boca. El cerebro de Sehun se desconectó cuando sintió aquellos labios moviéndose bajo sus dedos. Tragó saliva y se apartó, pero todavía siguió viéndolo con fijeza.
-Quiero una.
Luhan se estiró y le extendió el tazón sin verlo, pero eso no era lo que él tenía planeado. Se dio la vuelta y ladeó el rostro para besarlo sin aviso. Su cuerpo no lo tocó para nada, sólo sus bocas se rozaron. En esa ocasión, el más joven tenía un gusto agridulce y lo saboreó como un poseso. Se separó y, mientras Luhan caía sobre el respaldo medio desmayado, él se reacomodó con elegancia y siguió con la lectura.
-Están ricas.- Comentó como si nada.
Entonces lamió sus labios con la esencia dulce que todavía quedaba en ellos y Luhan perdió lo que le quedaba de cordura. Enseñó los dientes con hastío y, sin una palabra, comenzó a lanzarle todos los almohadones que había sobre el sillón, más todo lo que encontró al alcance. Sehun dejó obligado su libro porque debía protegerse del bombardeo.
-¡Alto!- Exclamó.
-¡Eres un pervertido abusador!
-¡Me dijiste que podía hacer eso cuando quisiera!
Luhan jadeó, indignado. -¡Yo nunca dije que sí! ¡No mientas!
-¡Pero todo tú gritaba lo contrario!
Bueno, antes no le había dicho que no, así que naturalmente sus ojos habían gritado "¡sí!"... ¡Pero era inaceptable bajo las actuales circunstancias! ¿Sabía acaso que había estado robándole todos los primeros besos? ¡Y de qué manera! Había sentido su lengua hasta en la garganta, Jesús.
Le acabaría extirpando el alma.
-¡Espera!- Sehun alzó ambos brazos a modo de clemencia cuando lo vio coger un adorno de hierro de la mesa decorativa. -Estás siendo injusto e irracional.
Luhan lo vio incrédulo y una sonrisa apareció lenta sobre su rostro. A Sehun se le erizaron los vellos del cuerpo y todo en su interior gritó "peligro".
-¿Cómo me dijiste?- Ladeó su rostro.
Suspiró largo y lo vio con seriedad. -Perdóname.
Entonces parpadeó y dejó el adorno sobre la mesa otra vez. Sehun se destenzó.
-Lo único que sabes hacer, pedir perdón.- Murmuró cabizbajo.
-¿Cómo?
-Nada, olvídalo.
Sehun se lo quedó viendo con mucha tristeza dentro. No había sabido lo necesario que le era tocarlo y estar cerca de él hasta que le había negado esos derechos que, hasta el momento, habían sido exclusivamente suyos. Entendía que antes había sido demasiado insensible, pero ¿al punto de apartarlo de semejante manera? Le estaba rompiendo el alma. Luhan vio su expresión desolada y las ganas de acercársele, y estuvo a un escaso segundo de arrojarse a sus brazos una vez más porque era demasiado.
Se abrazó y lo miró de reojo... ¿En serio estaba bien? ¿En serio era consciente de lo que hacía? Ni siquiera podía verse al espejo de lo mucho que se despreciaba, ¿y él llegaba y lo besaba con tanto deseo y gusto como si nada? Se posó una mano sobre el pecho e inhaló y exhaló aire de forma lenta y acompasada. La vida había cambiado mucho y no sabía muy bien cómo manejarlo todo. Sehun había vuelto a estar con él y le daba la atención que tanto había deseado (y hasta un poquito más aventuraba) y había estado perfecto por un momento. Confundido, pero feliz... ¿Y si tan sólo se dejaba llevar y seguía lo que sea que pasara entre ellos? Quizás sólo estaba buscando excusas para volver a su lado más allá de la desilusión que apresaba su interior, pero...
-Oye, Luhan.
Se giró.
-Eres tremendo tonto.
Entrecerró los ojos. -Mira quién habla, superidiota.
Entonces Sehun volteó hacia su mejor amigo parado a un lado. -A esto me refería.- Lo señaló con un pulgar.
-Ya veo, ya veo.- Asintió Minseok.
Luhan parpadeó consternado, ¿en qué momento había llegado su primo? Había estado tan absorto que no lo notó en ningún momento. Minseok se acercó y le rodeó los hombros con un brazo.
-Vine porque el alboroto que estaban haciendo se escuchó hasta en Tombuctú. Sehun, este es el verdadero Luhan.
Este frunció el ceño. -¿El verdadero?
-Así es. Este niño antes era así de efusivo y directo. Si no tienes cuidado, te comerá vivo.
Sehun se lo quedó viendo e hizo una mueca de tristeza. -Me gustaba el Luhan adorable de antes...
Las mejillas de este se prendieron fuego cuando apartó a su primo y apretó los puños con fuerza. ¿No le gustaba cómo era? ¡Bien! Podría ir buscándose a otro para calmar sus ganas de manosear y besar. Sehun idiota, idiota, idiota.
-Luhan es todo lo que es, no hay uno verdadero.
Se giraron hacia la puerta y vieron a Jyu Ni apoyada sobre el marco de brazos cruzados y mirada seria.
-Dejen de dar por sentadas las cosas, nadie nunca llega a conocer por completo a otra persona.- Se acercó a Luhan y le sonrió con dulzura. -Vete, cariño, me encargo yo de ellos.
Luhan le sonrió de igual manera y le besó una mejilla con ternura. Sobró a Sehun con la mirada y se alejó pisando fuerte.
Su ceguera temporal de molestia lo guió hacia la parte trasera de la casa. No es que haya cambiado, siempre había sido de la misma manera, sólo que antes se había sentido pequeño y no había tenido el valor suficiente para expresar cualquier opinión... Se paró en medio de un par de altos árboles y apretó los puños con fuerza. No. Seguía siendo cobarde. La única razón por la cual dejaba ver un poco de su carácter era porque allí se sentía resguardado y porque después de un tiempo ya los conocía a todos y no los suponía una amenaza; de ninguna manera estaba listo para salir al mundo una vez más, no se sentía preparado.
Chasqueado la lengua, siguió caminando varios metros más.
¿Quién demonios en su posición no se molestaría teniendo a Sehun de aquella manera? Había sido muy rudo, pero él se había comportado como un idiota. Primero le había dado a entender que no sentía nada especial por él y luego había seguido con todo como si nada, ignorando su enojo y sus deseos de apartarse. Estaba siendo un patán. Si tanto quería seguir como habían estado, ¿por qué no se apuraba y admitía que sentía algo más que ganas de toquetearlo a su gusto? Le enervaba parecer sólo un objeto... Pero más le enervaba que todavía no le perteneciera.
Aquel estúpido recuerdo... Eso era lo que seguía apartándolo, dejándolo cada vez más lejos mientras se sentía cada vez más cerca. Eso impedía que Sehun fuera suyo por completo.
Demonios... Lo quería. Cuánto lo quería. Sehun se le había clavado tan profundo en el interior que ahora le era imposible deshacerse de él. Pero claro, por eso siempre había buscado más, siempre había querido más y más. Nunca estaría satisfecho hasta que él sintiera lo mismo, fuera igual de profundo e intenso... Pero eso nunca pasaría a menos que dejara por completo atrás su pasado, y estaba viéndose imposible por el momento. ¿Cuánto tardaría en quererlo así como él lo hacía? ¿Cuánto tardaría en ocupar su mente por completo? Estaba siendo despreciable y egoísta, ¿pero qué más podía hacer cuando era su naturaleza? Era miserable y bajo, ¿qué podía esperarse?
Alzó la mirada al cielo cuando llegó sin darse cuenta a la huerta secreta de Sehun. Aquello se le estaba haciendo cada vez más difícil... Había estado tan feliz cuando lo había besado, se había sentido como un niño emocionado, más allá de toda la pena había deseado con intensidad que todo siguiera tal cual estaba, pero era imposible y tendría que haberlo sabido... Era imposible porque siempre buscaría más de Sehun. Más, más y más hasta que su pasado estuviera totalmente nublado por su causa.
Estaba siendo demasiado presuntuoso por querer adjudicarse todo el crédito, por querer ser el único salvador... Pero también suponía que todos deseaban más de lo que podían abarcar.
Cuánto lo quiero...
Cuando abrió lentamente los párpados y miró hacia la izquierda, se encontró cara a cara con un muchacho desconocido. Era bajito, de piel blanca y cabello castaño, su contextura parecía frágil y de sus ojos sólo emanaba una fría perspicacia. Luhan se quedó muy quieto y, sin saber cómo, supo que la batalla contra el pasado a penas acababa de empezar.
Bien... Después de ese final, tengo que admitir que el capítulo del viernes es mi favorito...
Nos vemos *llora* (?).
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