XVII

Luhan nunca había estado preparado para nada de todo lo que la vida le puso en frente.

Nunca esperó ser secuestrado. Pensó que sus padres vivirían por siempre... O al menos, lo suficiente para verlo recibido, exitoso y con hijos. Nunca esperó que se fueran cuando ni siquiera había bordeado los veinticinco. Siempre fue de carácter difícil: terco y demasiado directo. Por eso tampoco esperó que su primer amor, Ziyi, se le confesara. No previó caer en una casa desconocida en medio de la nada. Tampoco esperó volver a hablar tan pronto, mucho menos desarrollar sentimientos tan grandes como los que en ese momento albergaba... Así es, toda una cadena de cosas súbitas e inimaginables hasta que sucedieron.

Pero sin duda, sin lugar a ninguna duda, nunca esperó que Sehun, Oh Sehun, lo besara.

Había pasado demasiado rápido. Se había cambiado para irse a la cama después de tomar la medicina que siempre mantenía cerca en la mesita de luz junto a un vaso de agua. Había estado sonriendo como un idiota porque aquella noche había sido mucho mejor de lo que podía haber imaginado.

Entonces tocaron la puerta.

Sehun estaba del otro lado. Le pareció que intentaba ocultar algo de nerviosismo tras su expresión neutra. Sin una palabra le había señalado algo y por inercia había seguido aquella dirección, pero al parecer sólo era una distracción porque en cuanto apartó la mirada, lo empujó dentro de la habitación y cerró la puerta tras él, dejándolos solos en la penumbra y el silencio del cuarto. Se había dado cuenta gracias a la luz de la luna que ingresaba debido a la persiana enrollada hasta arriba por completo, que su mirada era extraña y le hizo dar un vuelco al corazón.

Sehun comenzó a caminar hacia él lentamente, pero exudando una atracción y sensualidad descomunales e irresistibles.

Él había dado un paso hacia atrás porque estaba demasiado abrumado. Se sentía atacado.

Sin embargo nada había impedido que el otro acabara con la distancia que los separaba, tomara su rostro en ambas manos y lo besara directo en los labios.
Si hubiera podido jadear o gemir por la sorpresa, lo hubiera hecho, pero el impacto no le dejó hacer nada. Sólo estaba allí... Con los ojos bien abiertos, los latidos desbocados y las palmas sudadas y rígidas a los lados del cuerpo. Incluso el cerebro se le había desconectado, totalmente en blanco. Después de unos segundos, logró reaccionar un poco y lo miró... Tenía sus ojos cerrados y estaba tranquilo. Entonces lo sintió: aquellos labios eran suaves y tibios contra los suyos, y se sentía excepcional. Lo sostenía con manos frías que de igual manera eran acogedoras. Ah... Qué bonito. Justo cuando se había relajado y se disponía a cerrar los ojos, Sehun se separó.

Pero estaba tan extasiado que, antes de que pudiera decir una palabra, negó con la cabeza quedamente y volvió a atrapar sus labios por propia iniciativa. Ahora quien se quedó de piedra fue Sehun. Nunca se hubiera imaginado a Luhan tan impetuoso. Este último por otro lado hizo puños sobre su pecho con el suéter que llevaba puesto.

Después de un momento también se separó y se dio cuenta de lo que hizo, soltándolo y alejándose de él un par de pasos al cubrirse el rostro sonrojado. Sehun sonrió porque aquello se parecía más al Luhan que conocía.

-Justo iba a decirte que hicieras algo.- Comentó en voz baja. El silencio era tan patente que le parecía mal alzar la voz. -Me sentía extraño besando a una estatua.

Luhan enseñó los dientes y lo golpeó con el almohadón que había sobre la cama. Sehun comenzó a reír porque Luhan siguió atizándole sin parar y más que molestarle le resultaba adorable su vergüenza. Intentaba cubrirse con los brazos, pero sus golpes le llovían por todos lados. Después de un rato de gracia, se adelantó y lo tomó de ambas muñecas, aprovechando para volver a besarlo una vez más, esta vez de forma más profunda.

Luhan soltó el almohadón y volvió a quedarse estático en lo que sentía cómo Sehun comenzaba a mover sus labios lentamente. Aquello ya no era un beso simple. De inmediato cerró los ojos e intentó concentrarse; quizás no lo igualaría, pero al menos le cogería el ritmo. ¡No era ninguna jodida estatua!

Por su parte Sehun alzó ambas cejas cuando lo sintió moverse a la par suya. Inevitablemente las comisuras de los labios se le curvaron hacia arriba. Sintió el momento en el cual Luhan dejó de pensar y tan sólo lo besó como venía y como sentía, justo como quería. Lo que menos deseaba es que se sintiera presionado por una tontería como esa, antes sólo había estado bromeando. Destensó sus muñecas y entonces lo soltó, sorprendiéndose una vez más cuando tomó la iniciativa de acercarse y lo abrazó por los hombros.

Sehun comenzaba a pensar con gusto que seguir aquel impulso había sido la mejor decisión de todas. Luhan era una caja de sorpresas.

Se separaron porque para vivir era necesario respirar, sino hubiesen seguido.

Sehun volvió a sonreír entre pesadas exhalaciones. No podía evitarlo, estaba demasiado eufórico. -¿En serio eres inexperto? Me dejaste al borde del delirio.

Luhan estaba tan avergonzado que podría morir. ¿Qué estaba haciendo? Antes había estado pensando en rebatir lo que había dicho, y un segundo después estaba abrazándolo sin saber lo que hacía. Quizás no era una estatua, pero sí una marioneta.
La marioneta de Oh Sehun.

Sólo pudo volver a golpearlo en un hombro con fuerza. -No me fastidies.

Sehun largó una sonora carcajada. Demonios, ¡qué divertido estaba siendo todo aquello!

-No es mi culpa, tú eres endemoniadamente lindo. Además, nos paramos bajo el muérdago, ¿recuerdas? Nos lo debíamos.

-Pensé... Yo pensé...- Las palabras de Luhan eran ofuscadas por su agitación. Rayos, todavía le faltaba el aire. ¿Cuánto tiempo habían estado así?

Sehun le cogió una mano y se la acarició con un pulgar. -¿Puedo seguir haciendo esto?- Preguntó dándole otro beso, esta vez uno más corto.

Luhan sentía la cara hirviendo, aún no era capaz de verlo a los ojos. -Me siento estúpido cuando soy el único aquí actuando extraño. Tú estás demasiado tranquilo.- Qué desalentador, pensó, pero no lo diría.

Entonces Sehun le alzó con un par de dedos la quijada y lo hizo verlo a los ojos. Luego tomó la mano que había estado acariciando y se la llevó al pecho, hundiéndola allí con fuerza. Luhan abrió los ojos por completo al sentir el martilleo histérico de aquel corazón... ¿Acaso no era igual al suyo?

-¿Sigues pensando igual?- Lo miró con una pequeña y tímida sonrisa. -Algunos no somos tan sinceros como tú. Algunos lo único que sabemos hacer es fingir... A veces es lo que mejor sabemos hacer.

Luhan se relajó mucho más al saber que no era sólo él quien estaba afectado por todo aquello. Sehun también estaba nervioso, también estaba respirando raro y sus mejillas no estaban tan rojas como las suyas, pero tenían un ligero rosado. Se puso de puntillas y le regaló otro beso simple, pero largo. Cuando se separó siguió viéndolo a los ojos más allá de la pena.

-A mí no me tienes que mentir.- Le aseguró. -¿Qué mal podría hacerte yo?

Sehun empezaba a pensar que los inviernos no eran tan malos como creía.

******

Luhan vio bien todo su alrededor antes de salir de la habitación por centésima vez aquel día.

Durante la madrugada Sehun y él se habían besado por primera vez. Tenía miedo de volver a verlo... ¿Y si se arrepentía? ¿Y si después de pensarlo llegaba a la conclusión de que besarlo no había sido lo mejor? Lo peor era la vergüenza. No se arrepentía, pero ¿qué cara debería poner? ¿Cómo debería actuar? Estaba demasiado nervioso, sabía que haría el tonto allí afuera, lo que menos deseaba en esos momentos después de todo lo que pasó era hacer el ridículo.

Primero había madrugado más de la cuenta para desayunar y no cruzarse con él. Había sido exitoso. Luego volvió a la habitación, pero salió para ir al baño, logrando escabullirse de forma perfecta también. Salió dos veces más para husmear, pero siempre acabó en el cuarto otra vez. No quería salir al menos hasta que lograra controlar el corazón y supiera qué hacer. Y más allá de todas las conclusiones no sabía por qué, a su vez, estaba tan ansioso por verlo... ¿Acaso era un bipolar? ¿Qué rayos le pasaba? Lo único que había hecho todo el día había sido sentarse en la esquina de la cama de brazos y piernas cruzadas, observando a través de la ventana a la nada. Ah, y moviendo la rodilla de arriba abajo con histeria.

Sintió mucha hambre porque sólo había disfrutado de un desayuno, y eso le pareció escusa más que suficiente para volver a salir.

Bajó las escaleras y corrió hacia la cocina. Le preguntó a Bo Ram si podía prepararle algo simple y esta asintió sin problemas. Fue hasta el salón más pequeño y antes de entrar espió dentro un poquito, no vaya a ser que se cruzara con...

-¿Qué estás haciendo?

Pegó un respingo y aspiró aire de forma sonora cuando se aferró a la pared al escuchar a Sehun detrás. Este lo vio con aburrimiento y una ceja ligeramente arqueada, estaba de brazos cruzados y en una mano sostenía otro de sus libros.

-No te vi en todo el día.

Luhan le sonrió de forma trémula al desviar la mirada. Bueno, había querido verlo y allí estaba, ¿ahora qué? Sehun se lo quedó viendo un largo rato con rostro impávido antes de fruncir el ceño y acercársele lentamente.

-¿No estarás evitándome, verdad?

-¿Cómo crees?- Resopló, pero siguió sin poder verlo.

Sehun se apartó con la misma expresión malhumorada y observó con pintas de desinteresado las uñas de su mano.

-Más te vale. Después de haber abusado de aquella manera de mí...

Ahora sí lo miró, totalmente injuriado. -¡Tú...!- Vio la sonrisilla burlona en sus labios y se retrajo, sintiéndose tonto.

Sehun ladeó el rostro para intentar verlo a la cara. -Espero que no te arrepientas, yo no lo hago.

Volvió a mirarlo y esta vez sus facciones estaban tan relajadas y parecía tan plácido, que no pudo evitar sentirse igual, y se tranquilizó. Negó con la cabeza. Después de eso se quedaron ambos en silencio y comenzaba a preguntarse seriamente qué estaba pasando, ¿no deberían ingresar al salón? ¿Hacer o decir algo? ¿Lo que sea? Lo vio de reojo y notó que estaba algo sonrojado sin razón aparente mientras su mirada se clavaba en un punto inexistente a su izquierda.

-¿Quieres acompañarme?

¿A dónde? ¿A la huerta? ¿Al salón? ¿A la habitación? Cuánta ansiedad sin sentido le producía este hombre...

Sehun frotaba su nuca con una mano cuando lo vio a la cara. -Vamos al pueblo una vez más. Quiero comprar algo.

Luhan abrió grande los ojos y con las mejillas arreboladas le asintió con entusiasmo. Sehun le sonrió y le revolvió los cabellos.

-Pero que sea en secreto, que nadie se entere.

Volvió a asentir y, olvidándose de absolutamente todo, tomó la mano que le ofrecía y se fue con él.

De forma sigilosa lograron sortear tanto a Bo Ram como a Minseok y llegar al garaje con éxito. Sacaron el auto sin impedimentos y minutos más tarde estaba otra vez a bordo del impecable Chevrolet antiguo de Sehun. Estuvo dando botes emocionado todo el tiempo mientras una sonrisa enorme le adornaba la cara, al menos hasta que recordó un detallito: era veinticinco de diciembre, Navidad, por ende todo estaría cerrado.

No pudo evitar reír por lo bajo. Sehun no tenía nada que comprar, y si lo tenía se llevaría un chasco. Lo observó de reojo mientras conducía con una mano en el volante y la otra descansando sobre su muslo, mordisqueaba la esquina de su labio inferior, una costumbre que había descubierto que sólo tenía cuando conducía. ¿En serio había querido ir de compras o sólo se lo había inventado? Dudaba que no recordara el día que era, no era tonto. ¿Estaría mal sentirse todavía un poquito más especial?

Cuando bajaron en Yeonghon, corroboró las teorías porque Sehun sólo se mantuvo paseando por todos lados sin intenciones de buscar nada en especial. Volvió a ocultar una sonrisa tras la mano porque cuando quería, ese hombre era realmente adorable.

-Creo que no vamos a poder conseguir mucho.- Comentó a posta viendo todos los negocios con las persianas bajas.

Sehun hizo una mueca casi imperceptible y se hizo el desentendido. -Quería ver cómo era Yeonghon de día también.

Le arqueó una ceja porque aquella era una mala escusa, pero no dijo nada más porque el ambiente de paz y tranquilidad en el que estaban inmersos se sentía como un respiro al alma. Además, de alguna manera ahora todo se le hacía distinto, todo emanaba un aura diferente... Miró a Sehun caminando a su lado y descubrió que se veía de otra manera a la luz del día en aquel pueblo: por la noche había sido misterioso, atrapante y astrífero más allá del cielo nublado; ahora se le presentaba célico, etéreo...

Sehun era como el sol en ese momento.

¿Por qué a pesar de ser invierno y estar frío, a sus ojos todo tenía colores cálidos? Ya había estado demasiadas veces allí de día, ¿qué había de disímil?

Entonces sintió un estremecimiento fortuito que le hizo detenerse en seco. Jadeante dirigió la mirada hacia el horizonte, hacia aquel lugar. Cierto... La montaña. Se había olvidado de ella hasta el momento, ¿por qué? Miró rápidamente a Sehun y se lo encontró totalmente estático en el lugar y con sus ojos bien abiertos enfocando el suelo.

-¿Lo sentiste?- Le susurró.

Asintió quedamente.

-Fue la montaña.- Aseguró.

Sehun no podía replicarle porque sinceramente no sabía nada y estaba dudando de todo con seriedad.

-Necesito...- Luhan vio su alrededor y se ubicó un poco. -Necesito saber.- Declaró con decisión antes de echarse a caminar más rápido.

Sehun lo siguió sin rechistar.

Encontraron un pequeño parque y a Jongin caminando con sus manos en los bolsillos y algo cabizbajo por ahí. Luhan no se había dirigido a su casa porque sabía que este jamás estaba allí; ocupaba el mayor tiempo que podía fuera. Se acercó corriendo porque el interior le estaba en un estado de ebullición inexplicable y Jongin se giró después de escuchar sus pasos, viéndolo agachado detrás intentando recobrar el aliento. Lo miró con una ceja alzada, aunque su sorpresa fue mayor cuando vio acercarse a Sehun con paso pausado. Él no corría.

-Feliz Navidad.- Les dijo a ambos con una pequeña sonrisa.

Pero Luhan no le prestó atención cuando se recompuso. Se irguió y posó ambas manos sobre sus hombros. -¡Jonginnie!

-¿S-sí?- Lanzó una mirada nerviosa a Sehun.

-¡Háblanos sobre la montaña!

Ahora frunció el ceño. -¿Hablas del monte?

Luhan se separó y señaló hacia el norte. -¡Esa misma! Algo debe tener, algo deben saber, ¿me equivoco?

Jongin no entendía el motivo de semejante curiosidad repentina, pero de todas formas habló. -No. Este pueblo está fundado en base a mitos sobre el monte. Su nombre completo es Yeonghon-ui San.

Sehun frunció el ceño. -¿Monte de Rangún?

Jongin se rio. -No, hyung.- Tomó una rama seca del suelo y escribió correctamente en hangul sobre un espacio libre de nieve.

Luhan lo miró e hizo un mohín infantil. -No entiendo ese ideograma.- Señaló. -¿Yeon?

Su amigo negó. -Yeong.- Corrigió.

-¡Ah!- Ahora sonrió con un brillo extraño en los ojos. -¡Yeonghon es "alma"!- Se giró hacia Sehun. -¡Monte de las almas!

-Ánimas, para ser exactos. Aunque es el mismo concepto.- Le sonrió de medio lado. -Ese es el nombre del pueblo.

Luhan había sabido que algo raro rondaba aquel lugar. -¿Por qué se llama así?- Dio un paso hacia adelante, demasiado interesado.

Jongin se rascó la nuca. -Hay muchas historias, pero...- Los vio con una mirada traviesa. -¿Qué tal si vemos a la nana?

-¿La nana?

-Es la mujer más anciana del pueblo.- Les dijo mientras comenzaba a caminar. -¡Tiene más de cien años!

Sehun propuso ir a por el auto, pero Jongin le dijo que no era necesario puesto que el pueblo era pequeño y se podía llegar a cualquier lugar cómodamente caminando. Hicieron sólo un par de cuadras antes de llegar a una pequeña cabaña aislada. En el pórtico había una abuela sentada en una mecedora. Tenía un grueso poncho de lana en sus hombros y una manta cubriéndole sus piernas. Cuando llegaron, ella sólo se mantuvo viendo hacia el frente con una pequeña sonrisa en sus labios.

-¿Nana Dong?- Llamó Jongin con suavidad. -Nana Dong, traje amigos.

-¿Jongin? ¿Eres tú?- Habló ella un tanto perdida.

Este se giró hacia los otros. -Ya no ve bien y hay que hablarle un poco alto.- Subió los escalones rechinantes del pórtico para darle la mano con suavidad. -Soy yo.

-Oh, querido.- Exclamó ella con voz ronca, viendo el lugar en donde creía se encontraba su rostro. -Hace mucho que no me visitas. ¿Cómo están tus padres?

-Ellos están bien, nana. Mira, te traje a dos chicos guapos.

Ella resopló algo parecido a un "aish" e hizo un ademán. -Es una pena estar casi ciega.

Acto seguido, estiró una mano a la nada. Luhan y Sehun la vieron con confusión y Jongin les explicó cortamente que siempre lo hacía cuando conocía a gente nueva, además de que le ayudaba a saber dónde se encontraban para hablarles. Luhan tomó la iniciativa y subió para rodearle su mano cálidamente con las dos de él. Ella se quedó un momento quieta y asintió a modo de saludo. Sehun fue después y se la estrechó de manera más formal. Quiso separarse, pero la mujer lo retuvo al menos tres segundos más, luego, le sonrió y también lo saludó. Él la reverenció cortamente aunque no podía verlo y se movió a un costado.

-Nana, usted a vivido aquí incluso antes de que se fundara el pueblo, ¿verdad?

-Así es.- Asintió con solemnidad mientras enrollaba la manta sobre sus piernas.

-¿Nos contarías la historia del monte? ¿Por favor?

Ella volvió a asentir y miró hacia Luhan, quien pegó un respingo ya que adivinó dónde estaba. Entrecerró los ojos e intentó ver algo de ella, pero no pudo. Generalmente siempre lograba tener una primera impresión de las personas ni bien las veía, según él todos emanaban cierto aura o predisposición, pero de esa anciana no podía ver nada... Nada de nada. Le puso los pelos de punta.

-¿Quieren saber ustedes, no?- Cuestionó con perspicacia. No esperó respuesta cuando sonrió entre todas esas arrugas y dijo: -Les contaré a cambio de un favor.

-¿Qué es?

Con un dedo señaló el letrero de un supermercado que se encontraba a un par de cuadras de distancia.

-Quiero una lata de leche condensada.- Respondió inesperadamente. -Hace días que quiero cocinar postre, pero mis rodillas no me dejan ir tan lejos.

-Trato hecho, nana. Pero tendrá que esperar puesto que hoy es Navidad y han cerrado todo.

-Ah...- La anciana alzó el rostro hacia el cielo y volvió a sonreír. -Navidad, ¿eh? Qué día más bonito para contar una historia.

Los más jóvenes se vieron entre sí, curiosos. Se quedaron en silencio porque no querían interrumpir cualquier cosa que la señora dijera y, sin mucho más, ella se volvió hacia ellos y comenzó.

-Hay que irnos mucho tiempo atrás, cuando los cielos y la Tierra estaban unidos. Cuenta el mito que esta montaña es el comienzo de todo. En su interior lo único que había era energía pura recolectada de cada uno de los seres vivos de este planeta; de cada planta, insecto, animal. Cuando la montaña ya no pudo contenerla, esta salió despedida de su boca en forma de una enorme bola de luz colorida, como el arcoiris, y se dividió en dos creando dos seres: uno representaba la luz y el otro representaba la oscuridad.
»La Luz vivía de este lado del monte y la Oscuridad del otro. De cada uno de ellos surgieron dos bolas de luz más, y de esas dos bolas surgieron cuatro, y de esas cuatro dieciséis, y así el mundo fue poblándose de energía en movimiento. Decidieron darles forma, así que los crearon con sus mismas imágenes: un dorso con cabeza y cuatro extremidades. En ese momento la materia se unió al espíritu, porque aquellas bolas de luz u oscuridad en realidad eran...

-Almas.- Susurró Luhan.

La anciana sonrió. -Exacto, almas. Pero había un problema: todas ellas estaban incompletas. La Luz y la Oscuridad pasaron sus días en constante agonía desde que pisaron la tierra porque se sentían cercenadas, despojadas de su ser entero. Puesto que ellas habían nacido como uno, al separarse dejaron de estar completas. Sus hijos se sentían igual puesto que eran o hijos de la Luz o hijos de la Oscuridad, separados; y es que la vida se reduce a esto: la luz no vive sin oscuridad ni el agua sin el fuego, el movimiento sin la quietud ni el sol sin la luna.
»La Luz se cansó de tanto dolor y escaló la montaña hasta llegar a su cima para implorarle al  cielo que la hiciera sentir completa una vez más, pero antes de poder hacerlo vio a la Oscuridad del otro lado del monte y se enamoró. Esta también la percibió y, ni bien lo hizo, escaló para estar con ella. Ni bien se encontraron, volvieron a ser uno solo y todas las dudas se disiparon, y todo el dolor desapareció: descubrieron que a pesar de ser diferentes, se complementaban de forma perfecta, porque de uno de ellos dependía la existencia del otro y dentro de la Luz había algo que la Oscuridad dejó cuando se fue, y dentro de la Oscuridad había luz también.

-Esto es similar a la teoría taoísta del yin y el yang.- Comentó Sehun.

La nana Dong asintió lentamente. -Es lo mismo. A partir de ese momento, Luz y Oscuridad se quedaron en lo alto del monte para observar a sus hijos desde allí arriba y no tener que separarse nunca más. Sin embargo, las almas que continuaron dividiéndose y poblando el mundo siguieron incompletas, por lo que sus padres comprendieron que ellos también tendrían que embarcarse en la búsqueda de aquel otro que los completara como un igual diferente.
»A lo largo de la historia este mito fue base en Yeonghon y los alrededores para explicar la extraña energía que brota del monte. Bueno,- Sonrió. -Supongo que nuestros padres todavía nos ayudan.

-¿A qué se refiere?

-No sé si es la sugestión de comenzar a creer que allí afuera existe un alma gemela, pero la mayoría de las personas que pisan este lugar terminan conociendo a alguien del cual se enamoran. Yo tuve el primer beso con mi difunto esposo en la plaza cerca de aquí durante Navidad.- Recordó con una tierna sonrisa. -Y lo amé como a nadie. Los padres de Jongin se conocieron justo para estas épocas hace algunos años...- Hizo una larga pausa. -¿Acaso ha vuelto a pasar?

Sehun carraspeó y se rascó la nuca con indiferencia, Luhan desvió la mirada sonrojado. Jongin los observó con una ceja alzada, entonces se giró hacia la anciana con una suave sonrisa que le gustaba tener cada que le hablaba aunque no pudiera verlo.

-Así es.- Dictaminó. Luhan y Sehun voltearon a verlo con sus ojos bien abiertos y sólo prosiguió: -El veinticuatro a la noche descubrí a una persona que me gustó mucho.

-¿Tú también?- Balbuceó Luhan incrédulo.

-Yah.- Sehun lo codeó y le hizo señas de que callara.

Él se sintió todavía más avergonzado; no se había dado cuenta de que había hablado en voz alta.

La señora sonrió con una alegría contagiosa. -Oh, ya veo.- Dijo con fascinación. -¿Sabes lo que dicen, querido? Que aquellas personas de corazón noble, capaces de ver con ojos de amor, pueden reconocer a su alma gemela tan sólo viéndola fijamente a los ojos un momento. Entonces estos se volverán del mismo color que la bola de energía que botó el monte a lo primero. Como un arcoiris.

De corazón noble y capaces de ver con ojos de amor... Repitiendo aquellas palabras una y otra vez, Sehun se giró para ver el perfil de Luhan quedamente.

-Entonces ¿dentro de todos hay maldad y bondad, dice?- Cuestionó con algo de recelo porque no podía creer que en el corazón de Luhan pudiera caber maldad alguna.

La anciana miró un punto sobre su hombro. -La oscuridad no es maldad. La oscuridad sólo es.

Aquello lo dejó confundido, pero en cambio Luhan asintió lentamente y con mirada analítica. ¿En serio creyó todo lo que la nana dijo? Se supone que era un chico listo.

-¿Este mito ronda desde antes de la fundación del pueblo?

-Sí. Antes hubo tribus sin nombre. A partir de la energía sobrecogedora que emanaba el monte crearon estas historias. Fueron trasmitidas oralmente durante siglos y han sufrido transformaciones. Esta es la que mis padres me enseñaron de niña.

A Sehun toda la cosa le pareció super bonita, pero se negaba a creer en algo tan absurdo. El alma gemela no existía. El amor era una ilusión estúpida que sólo moraba en las cabezas de los escritores. Él lo sabía de primera mano... Y aun así se pasó el resto del día intentando mirar a los ojos a Luhan por más de un segundo.

Luego recordó que su corazón no era noble ni veía con ojos de amor, y desistió.

Y cuando estaban a punto de irse y algo irresistible le hizo volver la vista hacia la montaña en el horizonte, juró ver que a su alrededor brillaba un arcoiris, pero nunca estuvo seguro.

Nota random: la razón por la cual Sehun confunde el nombre del pueblo cuando hablan con Jongin, es porque Rangún es el nombre en español de la ciudad más grande de Birmania, la cual en el idioma natal se dice "Yangón", parecido a "Yeonghon".

¿La espera valió la pena mis niñxs? ;-;. Espero que . No olviden que lxs amo, nos vemos este miércoles con más de estos dos loquillos 7u7.

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